De tal planta, tal bebida

Las plantas dan alimento, medicinas, tejidos, combustible, sombra… y alcohol. Se puede conseguir de prácticamente cualquier flor, hierba, fruta o tubérculo, cada una con su historia particular. En 'Botánica para bebedores', de la editorial Salamandra, Amy Stewart desvela secretos, origen y bondades etílicas de la flora alrededor del mundo. Incluso las más conocidas tienen usos insospechados. ¡Salud!

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Agave. ajenjo, uva, patata y cebada

Enebro

Hace 250 millones de años los dinosaurios ya conocían el sabor de la ginebra. O al menos del enebro, principal aroma de esta bebida que se empieza a elaborar en el siglo XVI. La base de este espirituoso es vodka aromatizado con enebro, así de simple y efectivo. Otros agentes intervienen en el proceso, pero el Juniperus communis es el que distingue la ginebra de cualquier otro aguardiente. La llamada London dry gin debe contener agua, alcohol etílico y aromas naturales, nada más. El enebro puede servir también para dar sabor a otras bebidas alcohólicas de alta graduación, como el brandy de enebro o licores de enebro, con un sabor potente y único.

Uva

Para la uva hay vida más allá del vino. Empezando por su pariente musculado, el brandy. Inicialmente se concibió para dar salida a vinos de poca calidad, destilándolos y consiguiendo un ‘‘vino quemado’’ o brandewijn en holandés, que dio lugar al actual brandy. Aunque habitualmente se le suele llamar también coñac, el nombre hace referencia a una región francesa que cuenta con denominación de origen protegida, por lo que no verán ninguna etiqueta con tal nombre a menos que proceda de Cognac. Otro elaborado a partir de la vid es el vermut. Tanto el blanco como el rojo se producen a base de vino blanco, que se potencia con alcohol, hierbas aromáticas y caramelo para obtener el tono rojizo en el caso del vermut rojo. De las viñas también se aprovecha el hollejo (es decir, lo que resta después de prensar la uva) para hacer orujo mediante destilación. De hecho, de la uva se puede conseguir vodka, ginebra o pisco.

Agave

Característica de las zonas cálidas de México, esta suculenta planta engaña a muchos haciéndose pasar por cactus, pero en realidad pertenece al orden botánico de los Asparagales, por lo que es pariente cercano de los espárragos y del jacinto azul. Es la base de una especie de cerveza, el pulque, y un licor más potente, el mezcal. Pero sin duda el espirituoso rey de México es el tequila. El original (y el único con denominación de origen protegida) se elabora únicamente del Agave tequilana o Weber azul en el estado de Jalisco. Tomarlo con limón y sal es un invento para disimular el mal sabor de los tequilas mixtos, que contienen azúcares de otras plantas. Si en la etiqueta pone “100% agave”, vale la pena probarlo solamente frío para apreciar su sabor.

Cebada

La cebada es la madre de la cerveza, el whisky, la ginebra o el vodka. Como todo cereal, hay que maltearla para que se convierta en alcohol. Este proceso consiste en humedecer los granos para que germinen brevemente, procedimiento que convierte el almidón en azúcar, y secarlos más tarde. Con la malta lista, sólo falta añadirle levadura para que fermente y obtener alcohol etílico. Y esa es la base de toda cerveza, desde la edad de piedra hasta de hoy. Cada casa cervecera aplica su propia receta, proceso e ingredientes secretos. Los whiskies europeos se fundamentan también en la cebada malteada, mientras que los estadounidenses exigen un 51% de maíz en su receta. Pero ninguno se resiste a incluir cebada en su elaboración. Para degustar un buen whisky como un experto, hay que añadirle unas gotas de agua, que liberarán las partículas de más sabor, contrariamente a la creencia popular de que así se agua la bebida.

Ajenjo

Si por alguna bebida es conocida esta hierba mediterránea es por la absenta. Mitificada por los bohemios franceses, la absenta también se elabora con anís, que le da su sabor característico. Sin embargo es el ajenjo (Artemisa absinthium) el que le da nombre y el que aporta un compuesto repleto de mitos también: la tujona. En dosis muy elevadas puede provocar serios problemas de salud, pero en las bebidas aromatizadas con ajenjo la concentración es ínfima. Los efectos son los mismos que tras abusar de la absenta, que con un 80% de alcohol tiene fama de causar alucinaciones. Para disfrutarla como se merece, hay que poner unos 30 ml de absenta en un vaso, atravesar una cucharita y verter gota a gota agua helada para ver el efecto conocido como ‘‘el hada verde’’. El cambio de color (y sabor) es fruto de una reacción química que libera los aceites esenciales del ajenjo. El recurrido terrón de azúcar es opcional si se quiere endulzar la bebida. El ajenjo no es de uso exclusivo para elaborar absenta, sino que también se usa para aromatizar vinos, licores y especialmente vermuts.

Patata

Forma parte de infinidad de platos de todos los calibres, pero una única bebida se elabora con este tubérculo: el vodka. No porque aporte un sabor especial o sea fácil de manejar para convertir en alcohol, simplemente porque es abundante y barata. No podía surgir en otro sitio que en Polonia, donde sigue siendo un ingrediente fundamental para la bebida alcohólica más consumida del país. Desde allí se ha extendido su uso a todo el mundo, especialmente a Estados Unidos, y se ha perfeccionado el proceso de elaboración, partiendo de la selección de variedades de patatas específicas, aunque los propios productores aseguran que no se puede percibir diferencia alguna en el sabor final. Aun así hay intentos de elaborar espirituosos con sabor a patata, a partir de un solo destilado. El vodka de patata aún está buscando su nicho en el mercado ruso, el mayor consumidor mundial, que prefiere su receta a base de cereales.

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