La música que escuchan tus hijos

Sin tener discográfica o estar en Spotify inundan internet, llenan festivales y suenan en los cascos de muchos jóvenes que han pasado la edad del pavo, pero aún están iniciando la veintena. Esto también es música.

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Trap Nacido a principios de los noventa en Atlanta, el trap (trampa en inglés) viene de las zonas de trapicheo. Abraza la vida callejera, la droga, y se jacta de ello. Letras crudas, explícitas, bases electrónicas potentes, oscuras y pegadizas, bajos profundos y Auto-Tune. Este programa procesador de audio es el que enmascara las voces de sus cantantes, que se vanaglorian y reivindican su uso. La estética es fundamental en la era del postureo, así que los traperos lucen ropas de sus marcas fetiche, como Gucci o Versace (aunque la mayoría sean falsificaciones), y tatuajes inverosímiles, por descuidados, por todo el cuerpo. En España, los pioneros fueron P.A.W.N. GANG, que triunfan gracias a sus estrambóticos vídeos de YouTube y su catalán ininteligible. A partir de ahí, Los Santos (anteriormente PXXR GVNG), Pimp Flaco, Kinder Malo, Cecilio G. o C. Tangana han irrumpido en escena, llenando festivales con sus canciones grabadas con medios mínimos. El trap español recoge influencias latinas (léase reggaeton), se distanciá del estadounidense y adapta sus letras a la realidad penínsular, o sea, menos pistolas y más baile.

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Dancehall El dancehall surgió a finales de los años setenta en Jamaica y se caracteriza por el uso de sonidos tropicales, sintetizadores, importante presencia de bajos y letras provocativas, con el sexo, el baile y el dinero como temas centrales. Y no, las letras no son fáciles de entender aunque se sepa inglés. Culpen al patois, dialecto jamaicano. Enérgico, desenfadado, fluido y con cierta sensualidad, el dancehall no es sólo música sino también baile y actitud. En España la reina es Bad Gyal. Con sólo 20 años, Alba Farelo se ha convertido en una estrella desde que colgó en YouTube una versión en catalán del Work de Rihanna, hace poco más de un año. Ahora encara una gira mundial. Sus letras llaman a la liberación de la mujer a través del baile, y su palabra favorita es ‘‘empoderar’’. Inspirada en Jamaica, adopta ritmos, letras y lenguaje.

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Zef Cada género musical conlleva su estilo estético correspondiente. En el zef, es inseparable. Se trata de hacer lujoso lo común, enaltecer el mal gusto, exhibir la pobreza y salir airoso. Es un término sudafricano cuyo máximo exponente es Die Antwoord: significa la respuesta en lengua afrikáans y es el nombre de un grupo que desde el 2009 ha hecho de la provocación bandera con muy buenos resultados. Son estrellas de talla mundial que algunos consideran grupo de culto. La fusión de hip-hop con música rave (electrónica y ácida) y el apropiacionismo de la cultura de los bajos fondos de Johannesburgo da una suma brutal y grotesca. Las letras hablan de curiosas historias de amor, ilustradas con videoclips extremadamente impactantes, capaces de herir sensibilidades. Y no son un personaje: tatuajes, esperpento y música son reales.

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Mura Masa Con 21 años, Mura Masa es un fenómeno del siglo XXI. Su música es inclasificable, ni siquiera por él mismo. Aúna hip-hop, electrónica, influencias japonesas (de ahí su nombre) y caribeñas. Un sonido global en la era de internet. Una fusión de melodía y percusión que le ha llevado de producir canciones en su habitación hace tres años a publicar disco y hacer gira mundial en el 2017. Entre los instrumentos que utiliza hay baterías, pianos, steelpans o arpas que, unidos a ritmos electrónicos, crean un conjunto ecléctico. No sólo eso, sino que suele modificar sutilmente las voces de sus colaboradores ‘‘para añadir algo más’’ al original. Ese algo más da como resultado un sonido propio, digital. Su álbum debut busca ‘‘una colección de momentos culturales’’, afirma en Beats 1 Radio. Momentos culturales de toda índole, gracias a la variedad de sus colaboraciones.

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La fuerza de la imagen La música no es sólo música, nunca lo ha sido. La imagen refleja los valores, los ideales y la vida cotidiana de los artistas, ahora más accesible que nunca. Desde las portadas de Pink Floyd, pasando por la estética de David Bowie, hasta el Instagram de Good Jan (P.A.W.N. GANG). Hace tiempo que el videoclip es fundamental para el éxito de una canción, y el trap, el dancehall y el zef lo llevan al extremo. Son canciones que se tienen que ver. El mejor ejemplo es I Fink U Freeky de Die Antwoord, o Beef Boy, de Young Beef. Mura Masa evoca nostalgia analógica y a la juventud inglesa desencantada, un conjunto hipnótico. En el dancehall el baile es protagonista: movimientos de caderas, fiesta y vestuario singular. Todo un espectáculo.

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