La pisada como arte

exposición

Mantener el equilibrio de pie es una acción tan común como respirar, además de la principal obsesión de Salvatore Ferragamo, uno de los primeros diseñadores de zapatos, cuyo museo aborda en la muestra Equilibrium las distintas facetas de un concepto tan arquitectónico y físico como mental.

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Bronce romano. Museo Archeologico Nazionale

El equilibrio es un concepto técnico, pero también simbólico. La propia historia de la humanidad comenzó con un primer paso, y la fragilidad de la existencia humana, que ya lleva seis millones de años andando, recae justo en este concepto, porque equilibrio también implica la posibilidad de caer, explica Stefania Ricci, directora del Museo Salvatore Ferragamo.

Desde que el hombre comenzó a poner un pie en el suelo para caminar con la columna vertebral alineada con el cielo, el arco del pie nunca ha dejado de soportar el peso del cuerpo en equilibrio, lo que hace posible todos sus movimientos, desde los más simples hasta los más complejos, del más ligero al más intenso, desde la acción más lenta hasta la más rápida: pararse, caminar, marchar, bailar, moverse como un acróbata o un equilibrista...

Ferragamo estudió anatomía para descubrir el secreto de la perfecta adaptación del calzado al pie

Salvatore Ferragamo (1898- 1960) fue un zapatero vocacional y temprano –con nueve años ya diseñaba zapatos para sus hermanas– que no se conformó con hacer calzado bonito, sino que quiso descubrir el secreto de su adaptación perfecta al pie, para lo que incluso estudió anatomía en la Universidad de California. “Muchos pies están en ruinas por los zapatos –escribió Ferragamo en su biografía–. ¿Quiere esto decir que cuando un pie está calzado ya no se puede mover de manera natural? Tal vez, como un pájaro preso en su jaula, se vuelve incapaz de funcionar de la manera correcta, y esto podría tener un impacto en el arco plantar. Si es así, esto significa que el arco no sólo debe sostenerse, sino que tiene que ser sostenido”.

Como resultado de su reflexión, patentó un vástago de acero que evita que se curve en exceso el arco plantar y permite al pie moverse como un péndulo invertido, de modo que las articulaciones del metatarso (la parte media del pie) y el talón no sostienen más peso y los zapatos guían el equilibrio del cuerpo que camina.

Casi 60 años después de la muerte del maestro zapatero, las cajas con los resultados de sus investigaciones se han desempolvado para la exposición Equilibrium, dedicada al arte del movimiento a lo largo de la historia. Unos noventa zapatos, datados entre 1930 y 1950, reciben al visitante. Les acompaña un centenar de hormas de madera pertenecientes a famosas que fueron clientas del diseñador. El catálogo de obras que se muestra en este museo florentino ubicado en el palacio Spini Feroni es impresionante: esculturas de la Grecia y la Roma clásicas, renacentistas, piezas de Canova, Degas, Picasso, Durero, Kandinski, Rodin y vídeos contemporáneos de Bill Viola y Marina Abramovic.

Paso a paso

Aprender a mirar caminando

“¿Hay alguien que desconozca el significado y la función de caminar?”, se pregunta el académico italiano Duccio Demetrio, autor de Filosofía del caminar. Caminar, explica es un continuo aprendizaje sobre cómo admiramos y observamos las cosas nuevas, de recopilar recuerdos y sensaciones a lo largo de un camino que, como sabemos, no existe sino que se hace paso a paso. “Aquellos a los que no les gusta caminar experimentan la belleza distraídamente o fallan en su percepción, pues se trata de captar lo que no está enterrado en los museos, sino que debe ser comprendido en el espacio abierto”.

Punto áureo

El peso, el arco del pie y la plomada

El filósofo Ernst Jünger escribió: “El pie encarna la idea de arraigo, lo que es estable y permanente en el hombre, su relación con el elemento sólido y firme”. Los arquitectos y los constructores de las catedrales y los arcos triunfales usaban la plomada para asegurarse de que la construcción se apoyaba en el lugar correcto; del mismo modo, Salvatore Ferragamo también usó este instrumento para dar con la línea media del cuerpo que va de la cabeza al suelo, donde descansa la planta del pie, para encontrar el punto áureo que permite que el equilibrio recaiga en el centro del arco del pie. “Aún guardo en una caja el péndulo que Salvatore utilizaba para estudiar en qué punto exacto del arco del pie recae el peso del cuerpo y se lo enseño a quien me pregunta qué es exactamente lo que hacemos”, explica Wanda Ferragamo, su viuda.

Danza

Perfección sobre puntas

No hay lugar ni tiempo sin danza. Platón distinguía dos tipos de baile: el armonioso, inspirado por las musas y guiado por Apolo, y la danza dionisiaca, que daba rienda suelta al humor y la pasión. Saltos, equilibrio, fuerza y ritmo... El control de los pies, el análisis de la postura y su perfeccionamiento forman parte del día a día de los bailarines, en especial de la danza clásica en punta. Deben superar la fatiga y el tormento para aparecer gloriosos en el escenario, ajenos a las heridas y las deformidades que los durísimos ensayos infligen a sus pies. “La historia de la danza es un glorioso camino hacia la perfección del equilibrio. De la verticalidad sobre dedos o tacones o con el pie desnudo a la horizontalidad, con todo el cuerpo paralelo al suelo... todas las fases son una exploración del espacio tridimensional, también con sus líneas oblicuas”, explica la profesora de Historia de la Danza Elisa Guzzo en el catálogo de la exposición.

Equilibrio

Acróbatas y funambulistas

El pie humano tiene forma de arco porque el arco puede soportar más peso que una superficie plana. Y debe aguantarlo no sólo en posición estática sino en movimiento. Los pies trabajan en un equilibro de tensión y compresión contrarias, como una orquesta.

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A los pies de las estrellas

“Amo los pies –escribió Salvatore Ferragamo en sus memorias–. Me hablan. Cuando los tomo en mis manos siento su fuerza, sus debilidades, su vitalidad o su deterioro. Un buen pie, con los músculos firmes, su arco fuerte, es una pieza maestra de la creación divina”. Salvatore Ferragamo dedicó toda una vida a descubrir el secreto para que el calzado se adapte perfectamente a pie. Realizó estudios de anatomía en la Universidad de California y patentó innovaciones sobre la construcción interna del calzado, el refuerzo del arco del pie, la forma de los talones y la base. La suela en forma de concha inspirada en los mocasines opanke de los indios de América es una de ellas. El modelo original fue creado en 1959 para Audrey Hepburn. Otra de sus más notables creaciones fue el tacón de jaula (a la izquierda). Ferragamo calzó a infinidad de celebridades como Gabriela de Saboya, Marilyn Monroe, Paulette Goddard, Anna Magnani, Gloria Swanson, Sophia Loren (en la foto) o Michael Jordan.

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Locomoción animal, Eadweard Muybridge, 1887

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Mijail Baryshnikov, 1994

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Domain LXVIII. Antony Gormley, 2009

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Cirque, Fernand Léger

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