Alergias, las flores del mal

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Uno de cada tres españoles sufre alguna de las alergias que trae consigo la primavera, relacionadas principalmente con el polen. Y va a más: la Sociedad Española de Alergología alerta de que su número crece un 2% cada año.

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(REUTERS)

La primavera sólo es buena para los poetas y para quienes tienen la fortuna de no sufrir sus consecuencias. Para el resto de la humanidad, a pesar de la luz, el sol y el color, trae consigo problemas como astenia, alteraciones hormonales y esas molestas alergias.

El polen es el causante de la mayoría de las alergias asociadas a la primavera. Son problemas estacionarios que desaparecen cuando desaparece la causa, en este caso la polinización, a diferencia de las enfermedades alérgicas que se sufren a lo largo del año, como las reacciones a los ácaros, a determinados alimentos o a algunos animales, y que pueden provocar afecciones respiratorias, entre otras más graves.

Las enfermedades alérgicas afectan al 33% de la población española, y el número crece un 2% cada año, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Crónica (Seaic).

Gramíneas, olivo y plátano

Las gramíneas, el olivo y el plátano son las tres grandes fuentes de polen que más provocan estas alergias primaverales. Las gramíneas son plantas herbáceas en forma de espiga y están por todo el planeta, con más de 12.000 especies. Son, por ejemplo, el trigo y el arroz, pero también el césped. Todo en profusión en prados, cunetas y sembrados. Y el plátano es el árbol por excelencia de ciudades como Barcelona o Madrid.

El momento de la polinización depende de factores como las lluvias y la temperatura, y el ciclo vital de las plantas suele ser de tres a cuatro meses. Además, las personas alérgicas a las gramíneas pueden presentar reacciones cruzadas al ingerir ciertos alimentos como cacahuetes, almendras, melón, kiwi, sandía y cerezas.

Los setos y los cipreses

Uno de los pólenes que más fastidian es precisamente uno que no se da en primavera, sino a final del invierno. Es el de las crupesáceas, es decir, los cipreses y setos.

Casi el 40% de los alérgicos al polen lo son a este tipo de plantas. La polinización de las crupesáceas viene determinada por al aumento de las temperaturas. Y el periodo en que provoca alergias enlaza con la primavera y los demás pólenes. A menudo sus síntomas se confunden con los del catarro de invierno.

El cóctel de la contaminación

La contaminación también tiene que ver con cómo afecta el polen a los alérgicos. Se ha comprobado en diversos estudios que el polen recogido en ciudades con alto nivel de contaminación era más agresivo que el de ciudades menos contaminadas. Esto puede ocurrir porque las partículas emitidas por los motores de combustión se unen al polen y lo hacen más perjudicial, dañando la mucosa del tracto respiratorio y generando inflamación.

Síntomas de la alergia

1. La rinitis alérgica se presenta con irritación y picor de ojos, nariz y paladar, secreción nasal y congestión

2. Cuando es estacional, desaparece al acabar el polen

3. Se diferencia de los resfriados en que casi nunca hay fiebre, pero sí causa cansancio y sensación de ahogo

Prevención dentro y fuera de casa

► Los expertos recomiendan no salir a hacer ejercicio físico al aire libre los días de mucho viento, especialmente en urbanizaciones, por la cantidad de setos y cipreses.

► Si no hay alergia, no hay que evitar la exposición ambiental sistemáticamente. Al contrario: el contacto con los elementos naturales que pueden provocar reacciones aumenta la tolerancia futura.

► Usar mascarillas y gafas de sol para evitar que el polen entre en las vías respiratorias.

► No ventilar la casa por la mañana temprano –hora de máxima actividad en la polinización– sino a mediodía.

► No secar la ropa al aire libre para que no quede adherido en ella el polen que flota en el aire.

► Cambiarse la ropa y lavarse el pelo al llegar a casa para quitar el posible polen enganchado en el cabello.

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