Ganar el cielo

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Un ultraligero moderno del Aeroclub L'Estartit sobrevuela las islas Medes, en la Costa Brava (Girona)

Hay otro mundo, y está ahí arriba. Volar es hoy en día tan fácil como bucear o esquiar y está mucho más cerca de lo que se piensa. El desarrollo de los ultraligeros ha convertido esta afición en una actividad tan normal como circular por tierra en coche o moto o navegar por mar en una embarcación. Desde aquellos primeros aparatos de tubos y tela de los años 70-80 que sólo permitían un “vuelo de palomar”, en expresión de Javier Iniesta, responsable del Aeroclub L’Estartit, en Girona, es decir, levantarse del suelo y dar una vuelta por la zona, a los aparatos actuales hay un salto de diseño y tecnología que ha convertido los ultraligeros en auténticos aviones, con carrocería completa y algunos más lujosos que muchos coches.

Y ya se viaja con ellos con naturalidad, de una manera similar a como se hace, por ejemplo, con los barcos de recreo. O sea, despegando del puerto base y navegando hasta un destino al alcance de la autonomía del aparato, que hoy está sobre 900 o 1.000 km. Una aeronave entra en la categoría de ultraligero si no pesa más de 450 kilos en el momento del despegue (contando con dos pasajeros, como máximo) y es capaz de mantener una velocidad de sustentación de 65 km/h. Por lo demás, puede ser tan completo como un avión y de hecho algunas empresas fabrican algún modelo monoplaza o biplaza que puede ser adquirido como ultraligero o certificado como avión pequeño si se le quiere dar un uso más profesional.

Los ultraligeros sólo pueden volar de día y no necesitan plan de vuelo

Para manejar un ultraligero se necesita una licencia, que se obtiene realizando un curso que incluye un mínimo de 15 horas de vuelo y aprobando un examen teórico-práctico que convoca la dirección general de Aviación Civil, que depende del Ministerio de Fomento. El curso cuesta entre 2.400 y 2.700 euros, dependiendo del número de horas y de la escuela.

Y es precisamente la gran cantidad de escuelas y aeroclubs que hay por toda España lo que facilita hoy en día realizar viajes con naturalidad. Por ejemplo, es perfectamente normal despegar de un aeroclub de la Costa Brava e ir a pasar un fin de semana a Baleares, o hacer una excursión para degustar una paella en la Comunidad Valenciana, o conocer los bosques de Navarra… o adentrarse por el sur de Francia y más allá en sucesivas etapas. Desde hace quince años se celebra anualmente una vuelta a España en la que toman parte entre 30 y 50 ultraligeros y en la que, además de descubrir el país por distintas zonas, se comparte durante varios días la afición por estos aparatos.

Un ultraligero moderno, con un motor de cuatro tiempos, capaz de mantener una velocidad de crucero de 150 km/h, cuesta a partir de 50.000 euros, y puede llegar a 150.000 euros en función de su nivel de equipamiento. Es bastante habitual que lo adquieran entre dos o tres personas que se han conocido a través de una escuela de vuelo. Y también existe un nutrido mercado de segunda mano, a partir de propietarios que quieren mejorar de modelo. Todo, de nuevo, muy similar a lo que ocurre en la náutica.

Por supuesto, hay lugares por donde no se puede volar: aeropuertos, zonas militares, áreas naturales protegidas, centrales nucleares… pero todo ello figura detallado en las guías y cartas de vuelo y, cada vez más, en los propios aparatos GPS, que aportan todo tipo de información complementaria: distancias, tipo de pistas e instalaciones con que cuenta cada aeroclub, fotografías para identificar la zona, etcétera.

Los ultraligeros sólo pueden volar de día y no necesitan plan de vuelo. Y aunque no sea obligatorio contar con VHF para vuelos cercanos a la base, suelen disponer de ella para viajar y emiten en las dos frecuencias que les ha concedido Aviación Civil para comunicar su situación, rumbo y destino y para ponerse en contacto con el aeroclub al que se aproximan. En estos casos, también suelen tener transpondedor, que es un aparato que permite que los radares los tengan localizados.

Actualmente hay del orden de 2.000 ultraligeros operativos en España, según el cálculo de Roberto Jiménez, responsable de la empresa Aviasport, de Tres Cantos (Madrid), que vende estos aparatos y también equipamiento y accesorios relacionados con esta actividad. También edita un mapa guía en papel plastificado que funciona como las clásicas guías de viajes por carretera, con información de todo tipo para ayudar a planificar los viajes, y a la vez fácil de consultar en pleno vuelo.

Otras formas de volar

El desarrollo de los ultraligeros ha propiciado también la aparición de pequeños helicópteros, denominados autogiros, como el invento de De la Cierva puesto que funcionan de una manera similar: con una velocidad de carrera suficiente para poner en marcha unos rotores libres que a su vez generan sustentación. La diferencia fundamental con los ultraligeros es que pueden aterrizar prácticamente en vertical. Ya son populares en Francia, pero no tanto en España, donde la afición al vuelo está más relacionada con ultraligeros, planeadores y alas delta, con y sin motor.

La simbiosis de ultraligeros y planeadores ya ha llevado a algunas empresas a crear aparatos con un motor que, una vez en el aire, se apaga y se escamotea dentro del carenado, como el Pipistrel Taurus de la imagen inferior. El avión, de largas alas, se convierte entonces en un planeador, con la ventaja de que ha podido despegar y ascender por sus propios medios, sin necesidad de otro avión que lo remolque.

Todos los ultraligeros tienen una capacidad de sustentación tan amplia que también en algunos modelos se puede apagar el motor, situar la hélice en bandera para que no ofrezca resistencia y volar en silencio aprovechando las corrientes térmicas. No suelen ser muy rápidos, pero, a cambio, ofrecen esa atractiva opción del vuelo sin motor.

Piloto privado

A bordo de un ultraligero los viajeros son libres de ir a donde les plazca. También, obviamente, a bordo de un pequeño avión de uso personal, pero, en este caso, ya se entra en otra dimensión: título de piloto privado, plan de vuelo obligatorio, mantenimiento reglado del aparato… es el terreno en el que se mueve el Aero Club Barcelona-Sabadell, pionero en España y uno de los más importantes de Europa. Lluís Badia, jefe de escuela, explica que cuentan también con una sección de ultraligeros en Das-Fontanals, en la Cerdanya, pero la sede central, en Sabadell, está especializada en formar pilotos privados que, sobre todo en el caso de los jóvenes, aspiran a tener finalmente una dedicación profesional. Aquí ya no es tan normal adquirir un avión propio, sino que el club cuenta con una flota y los socios pagan, además de una pequeña cuota mensual, las horas de vuelo que realizan, que suelen costar entre 120 y 300 euros. Un viaje de ida y vuelta a Menorca, por ejemplo, puede costar en torno a 450 euros. Y el curso para obtener la titulación, 9.200 euros. Se trata de un ámbito mucho más reglado y profesional que el de los ultraligeros y, naturalmente, los aparatos con los que se vuela disponen de varias plazas.

www. aeroclub.es

www.ultraligeros.net

www.aviasport.com

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El Sinus es un ultraligero en el que se puede apagar el motor, poner la hélice en bandera (en línea con el aire) y planear

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Cuadro de mandos de un modelo moderno

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Un pequeño ultraligero clásico, de tubos y tela, con la virtud de ser desmontable

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