Hipertensión bajo control

Estos días del año es necesario vigilar los excesos que pueden descompensar la tensión. Salvo en los casos más graves, la tensión alta se caracteriza por no mostrarse de manera evidente. Si bien es cierto que hay factores que predisponen a la hipertensión y no está en manos de cada uno cambiarlos (como la herencia genética, la edad...), hay otros que sí se pueden modificar, como el estrés, el consumo en gran cantidad de ciertos alimentos o la falta de ejercicio físico. Esta es una síntesis de las medidas que se pueden adoptar para mantener la presión controlada.

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Consumo de sal

El consumo de sal es necesario para el buen funcionamiento del organismo: hidrata y regula los fluidos corporales, mantiene el pH de la sangre y ayuda tanto a transmitir impulsos nerviosos como a la relajación muscular. Pero una ingesta excesiva de sal y el reducido aporte de potasio, características de la alimentación del mundo desarrollado, inciden negativamente en la tensión arterial. Es aconsejable un máximo de cinco gramos diarios para mantener los valores de presión arterial en niveles aceptables. El gran problema no es tanto el gusto por comer salado como la sal oculta en la cesta de la compra. Un error generalizado es asociar la sal con el pan o el salero, cuando en realidad el 80% del aporte diario proviene de las ­conservas y los precocinados. Una apuesta segura es elegir alimentos frescos frente a los transformados, con mucha más sal porque a menudo es usada como conservante.

Alcohol, café y nicotina

El vino en pequeña cantidad no es nocivo para los adultos, en general. Un vaso o dos contribuyen a un buen equilibrio alimentario y pueden ser un placer. Pero beber alcohol en exceso aumenta la tensión arterial. El consumo debería limitarse a 30 g de etanol por día en los varones y 20 g al día en las mujeres. Traducido de otra manera: menos de 750 mililitros de cerveza al día o de 250 mililitros en el caso del vino o de 65 mililitros de whisky, por poner tres ejemplos. Aunque también es verdad que en algunas personas el alcohol hace subir la presión, y que en otras la baja. En cuanto al café, existe la creencia de que la cafeína está asociada a la elevación de la tensión arterial y que el hipertenso no debe probarlo, pero no parece que el consumo de cantidades moderadas, no más de tres tazas diarias, tenga tal efecto. Por lo que respecta al tabaco, la nicotina produce contracción temporal de las arterias, aumentando la presión sobre ellas: mejor no fumar.

Sobrepeso

Es aconsejable disminuir la ingesta de grasas saturadas, que se encuentran, sobre todo, en la grasa de la carne roja así como en la leche entera y productos derivados. Y aumentar el consumo de frutas, verduras, cereales y legumbres. Son alimentos ricos en vitaminas y potasio y pobres en sodio, además de producir cierto efecto diurético. Contribuyen a la reducción de la presión arterial por una acción reductora intestinal de la absorción de grasas saturadas y sodio. El pescado también contribuye a la reducción de peso.

Actividad física

Es normal que el ejercicio físico provoque un considerable aumento de la presión arterial. La exigencia de mayor aporte de oxígeno al sistema muscular durante el ejercicio explica esta subida. Pero tras el esfuerzo se produce una disminución de la presión arterial que es muy beneficiosa. Hacer ejercicio físico es altamente recomendable, sea cual sea la edad. Idealmente, el plan de ejercicio debería ser individualizado, adaptado a las características de cada persona. Influyen la edad, si se ha practicado ejercicio anteriormente, el estado de salud... También hay pequeños trucos como usar las escaleras para subir en lugar del ascensor, no coger el coche si se puede ir andando o en bicicleta, así como bajarse una o dos paradas antes y andar un poco en el caso de utilizar transporte público.

Estrés

El estrés también influye, sea por el trabajo o en las relaciones. Las emociones fuertes, el dolor y el miedo pueden modificar asimismo los niveles de tensión arterial; incluso se describen nuevos cuadros clínicos, como es el síndrome del corazón roto, que se produce por un torrente de hormonas llamadas catecolaminas ante una situación de estrés emocional, con recuperación total en un corto periodo de tiempo. El yoga, la psicoterapia, la meditación, los ejercicios de relajación… pueden ayudar a reducir la presión arterial, por lo que pueden ser recomendables en los casos de estrés. Todo sea por mejorar la calidad de vida, en algunos aspectos al menos.

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