Qué no le gusta a su perro

Mascotas

Determinadas conductas, conscientes o no, y maneras de interactuar con las mascotas pueden confundirles e incluso molestarles. ¿Qué se debería evitar?

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Caminar hacia él para llamar su atención

Acercarse al animal no es una buena manera de atraerlo, según explica Miguel Ibáñez, director del Centro de Medicina del Comportamiento de la facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. “Cuando sólo lo llamamos y esperamos a que venga, el perro muestra una mayor disposición para atender a su propietario”, dice.

Jugar con excesiva energía

El juego siempre es algo positivo, pero la competición, no. Tirar hacia aquí y después hacia allá puede ser divertido, pero hay que tener cuidado para que el perro no se descontrole y se excite demasiado. “Cuando está nervioso y pone la pata encima del amo, es momento de pararlo”, añade Ibáñez.

Bromear con su comida

José Luis Blázquez, fundador de la Asociación para la Gestión Veterinaria (Agesvet), dice que, aunque puede parecer un juego para nosotros, ponerles la comida cerca del hocico pero no dársela no tiene ninguna gracia para el perro. Como consecuencia, el animal puede mostrar una actitud posesiva y de defensa.

No respetar su descanso

Los perros son sociables y buscan relacionarse, pero también necesitan su espacio. Según Ibáñez, “despertarles para jugar supone sacarles de su zona de confort, y pueden gruñir y responder mal, como haríamos nosotros”.

Tirar de la correa

Las vértebras y los ligamentos sufren las consecuencias de los tirones. Tomàs Camps, veterinario y etólogo del hospital clínico veterinario de la Universitat Autònoma de Barcelona, insiste en no usar collares de castigo ni de estrangulamiento. Si realmente tiene problemas de conducta, conviene utilizar un collar de cabeza, ya que este imita la corrección que haría la madre con sus crías: una ligera presión en el morro que no le impide mover la boca y no le daña las cervicales.

Apretar sus mofletes

Hacerles arrumacos cogiéndoles de los mofletes bloquea su movilidad y sus sentidos principales. De hecho, en eso consisten algunas de las técnicas de sujeción utilizadas por veterinarios. Además, también se les tocan los bigotes, y eso les pone muy nerviosos.

Tocarle las patas

Los perros también tienen cosquillas. Los expertos explican que tocarles las plantas de las patas puede ser irritante. Las almohadillas son una zona sensible y es recomendable comprobar que no tengan pequeñas grietas o heridas. La nariz y las orejas también son zonas delicadas: soplarles es algo incómodo para ellos.

Las escaleras sin barandilla

Un perro con buena salud y sin problemas de visión tiene ya una media de tres dioptrías y media de miopía. Según Blázquez, esto no les ayuda cuando suben o bajan escaleras sin barandilla, con una barandilla de cristal o con escalones abiertos: “Lo que sienten no es exactamente vértigo, pero ven el espacio abierto y les da pánico”.

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