Ocio sin agobios

tiempo libre

Horror vacui. El temor al vacío que en un momento u otro ha asaltado a las expresiones artísticas de todas las civilizaciones ha llegado a nuestro día a día. No podemos –ni sabemos– estar sin hacer nada.

En un mundo que nos obliga a llevar múltiples agendas y a interactuar constantemente, el tiempo de ocio se ha convertido también en una suma de tareas y expectativas por cumplir. Todo está programado, desde lo que debemos hacer hasta lo que debemos esperar de esos momentos de desconexión de la rutina diaria. Y no es extraño que aquello que debería satisfacernos y, en definitiva, resultarnos placentero, acabe por frustrarnos si nuestras sensaciones no se adaptan al guion previsto. Desde esa película que todo el mundo recomienda y a que no conseguimos encontrarle el qué a ese hotel con encanto donde es imposible conciliar el sueño o a esas vacaciones de ensueño que acaba resultando, cuando menos, anodinas.

"Cuanto más descansemos, más capacidad tendremos para disfrutar. Y sí, aburrirse también es descansar la mente", aconseja la psicóloga Begoña Albalat

“Tendemos la convicción de que planificar el tiempo libre de principio a fin no permitirá aprovecharlo más y realizar actividades que nos gustan y nos apetece hacer, pero lo cierto es que así sólo conseguimos saturar el tiempo libre, como si hacer más cosas y relacionarnos con más gente fuera sinónimo de aprovechar el tiempo –explica Begoña Albalat, firme defensora desde su blog, Psicologadevalencia.es, de un modelo de ocio sin estrés–. En realidad, descansar sin más, sin planes, es la mejor manera de aprovechar nuestro tiempo libre”.

Una idea en la que incide Josep Moya, psiquiatra y psicoanalista especializado en el tratamiento de jóvenes, quien suele recomendar a sus pacientes su particular elogio de la pereza para combatir ese discurso de la superación y la autoexigencia que lleva a muchos aspirantes a triunfadores a su consulta. Además de un libro: La sociedad de la decepción, una entrevista del pensador francés Gilles Lipovetsky al periodista Bertrand Richard. “Empezamos por llenar el tiempo libre de nuestros hijos de actividades extraescolares y de ejercer nosotros de taxistas para llevarlos de un lado a otro y nos olvidamos de que ellos deben disfrutar jugando y relacionándose sin más y nosotros de gozar del placer de no hacer nada en esos momentos en los que nos lo podemos permitir. Si no acabaremos siendo de esos muchos que viven la jubilación como un fracaso”, reflexiona Moya.

Las recetas de estos especialistas para disfrutar del tiempo de ocio no podían ser más sencillas: planificar, sí, pero hasta un cierto punto. Dejar horas muertas e improvisar, dejarnos llevar. “Cuanto más descansemos más capacidad tendremos para disfrutar. Y sí, aburrirse también es descansar la mente”, incide Albalat. A todo ello se le suma lo más importante: saber desconectar. Olvidarse al menos por un buen rato de correos electrónicos y watsaps disfrutando de una lectura o un simple paseo.

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