Viena secreta

Turismo

Fuente inagotable de esplendor, la capital austriaca alberga decenas de edificios barrocos, neoclásicos y modernistas que no suelen salir en las guías ni ser accesibles al público... excepto unos pocos días al año en los que abren sus puertas y se hace la luz.

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BOLSA. Schottenring 16. Uno de los edificios (1874) más bellos de Teophil von Hansen, arquitecto neoclasicista al “estilo vienés”. El espacio de la vieja sala de juntas, destruido por las bombas de la II Guerra Mundial, es hoy un jardín.

Y cuando uno ya ha completado el maratón de museos, el triatlón de cafés, bares y restaurantes, el ironman de parques, aún queda la Viena que vive encerrada en sí misma, la ciudad opulenta que disfruta de su pasado esplendoroso y de su presente anónimo. Cuánta belleza encerrada tras fachadas barrocas, neoclásicas o con el sello de la Sezession. Edificios cuyas puertas están casi siempre cerradas o cuyo acceso es muy limitado. Escalinatas, cúpulas y patios. Columnas, candelabros y leones de mármol. Frescos, ventanales, ángeles y pan de oro. Hay que tener suerte, un buen guía o las dos cosas, pero hay unos pocos días al año en que la ciudad luce todas sus joyas arquitectónicas. Algunas sólo pueden visitarse en fechas señaladas. Es el caso de la antigua Cancillería Bohemia, un festival del barroco que hoy alberga el Tribunal Constitucional; o el imponente edificio que el insigne Otto Wagner proyectó para el Länderbank, primer edificios de oficinas de la ciudad que en su día rompió esquemas y avisó de la revolución artística que ya empezaba a hervir en Viena. Otros secretos bien guardados, como la antigua Bolsa en la Ringstrasse, de factura neoclásica y poderío imperial, puede visitarse parcialmente. Por último, y por fortuna, hay algunos de estos tesoros que pasan más inadvertidos que los grandes atractivos –museos Albertina, Belvedere...–, pero que pueden visitarse todo el año. Es el caso del palacio Lobkowitz, actual sede del Museo del Teatro, construido a finales del siglo XVII, que cuenta con unos frescos impresionantes y una elegancia marmórea. En la sala Eroica del primer piso, un tal Beethoven estrenó su Tercera sinfonía y un tal Gustav Klimt dejó el sello con la Nuda veritas, uno de sus cuadros más estremecedores.

www.openhouse-wien.at

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LÄNDERBANK. Hohenstaufengasse, 3. Edificio revolucionario de Otto Wagner –el primero de la ciudad pensado para oficinas–, considerado el inicio de la arquitectura vienesa del siglo XX pese a estar finalizado en 1884.

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PALACIO LOBKOWITZ. Lobkowitzplatz, 2. Primer gran palacio vienés tras el asedio otomano de 1683. Obra de Giovanni Pietro Tencal (1694), destaca por su riqueza ornamental y los frescos de la sala Eroica. Hoy acoge el Museumtheater.

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CANCILLERÍA BOHEMIA. Judenplatz, 11. Antigua sede vienesa de una de las organizaciones políticas del viejo imperio. Las esculturas, las puertas de hierro y los ornamentos muestran un gran palacio barroco en todo su esplendor.

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