El carrusel de las naranjas

Horizontal

Eran otros tiempos. La naranja era delicia de pocos meses y consumida a cada rato: comida, merienda y cena. Había menos variedades y casi todas llevaban semillas. Hoy en día: la cáscara tiene que ser fácil de pelar, han de estar dulces y no pueden faltar en la mesa ni en el vaso en verano, cuando ya no es temporada. O no lo era: el calendario de esta frutas tan refrescantes se ha convertido en un bucle. Cuando no hay cosecha propia, entre julio y septiembre, las remesas llegan de Sudáfrica o Sudamérica.

En los puestos del mercado y súpers las variedades clásicas van dejando hueco a las novedosas. “En los centros de investigación están desarrollando nuevas variedades, cruzando semillas para buscar más dulzor, que sean más productivas y que cubran el abanico temporal más amplio posible”, resume Vicent Uxor, director de Frutínter. “La idea es que sean buenas, fáciles de comer, se pelen con facilidad y no tengan semillas: ha habido compensaciones millonarias en EE.UU. por ahogamiento”, explica Xavi Nolla, director general de Naranjas Torres.

El dulzor del fruto llega con el paso de los meses. Las variedades más tempranas, como las navelinas L7 o M7, son más ácidas, o como se dice en el argot naranjero, “no mengen bé” (no comen bien, son poco dulces). En octubre y noviembre hay todavía un exceso de calor para el cultivo de la naranja, que necesita más frío. Curiosamente las más ácidas son muy apreciadas en el norte de Europa, por su contenido superior en vitamina, ilustra Nolla. Con la llegada del frío, las variedades más invernales y las tardías (newhall, washington, navel late, entre otras) suelen ser más sabrosas. De hecho hay naranjas de zumo que tienen tan buen gusto que pueden comerse como de mesa, y viceversa. Sin embargo, las ideales para exprimir son las blancas (salustiana, valencia), mientras que las navel son más adecuadas para degustarlas. “Se puede hacer zumos de cualquier naranja, pero las blancas son más adecuadas porque tienen un grado de limonina mucho más bajo, lo que hace que su zumo se oxide menos”, aclara Nolla. “Las valencia –completa Vicent Uxor– son de las pocas que quedan con semillas”.

Hay dos cuestiones que suelen poner en el punto de mira a las empresas naranjeras. Se las acusa de cosechar la fruta verde y luego forzar el color, y la otra es que importan producto del extranjero. “Se puede coger un cítrico que esté verde por fuera pero por dentro ya tenga un índice de madurez adecuado. En la cámara se cambia el color con unas condiciones especiales de temperatura y humedad, pero las cualidades organolépticas no cambian –aclara Nolla¬. En realidad, si pecamos es por exceso, nos esperamos a saber que están maduras por dentro”, agrega. Respecto a la importación, algunos productores aseguran que les sería más rentable no hacerlo, pero alegan que el consumidor pide naranjas todo el año, sobre todo para hacer zumo. Sin embargo, un nuevo acuerdo de la UE con Sudáfrica ha levantado protestas entre los agricultores valencianos, entre otros, que lamentan que como la temporada de las naranjas importadas va alargándose, parte de la producción nacional tempranera se va al traste.

Navel. Fácilmente reconocibles por el ombligo (navel en inglés). Son las naranjas de  mesa por excelencia, tienen un tamaño generoso y, por lo general, son fáciles de pelar. Con los años han ido perdiendo las semillas. De color calabaza, las primeras variedades son ácidas y no es hasta que bajan las temperaturas que  empiezan a adquirir más dulzor. Así, las variedades más tardías, como la chislett o la powell, son las mejores. Aunque para gustos...

Blancas. No tienen ombligo, su piel es menos rugosa y, en general, un poco más amarilla. Algunas variedades pueden usarse como naranja de mesa, pero su uso es más bien para zumo, por eso algunas variedades, como la valencia, aún contienen semillas. Esta y la salustiana, que es más temprana, son las naranjas blancas por excelencia. 

Sanguinas. Fruto de una mutación, las naranjas de sangre suelen tener la pulpa jaspeada de amarillo y granate (variedad sanguinelli), o de color remolacha intenso, como la tarocco, que también comparte características con las naranjas blancas. Son menos dulces que las navel. Apreciadas en el norte de Europa por su contenido en vitamina C.

Sucreñas. Son menos habituales y hasta difíciles de encontrar en los puestos de los mercados. En realidad, buena parte de la producción se destina a zumos y concentrados industriales. Como indica su nombre, son muy dulces, especialmente la imperial grano de oro (también llamada real o cañamel), que tiene un gusto a medicina, a jarabe, y que consumen personas con estómagos delicados. La succari egipcia o la variedad lima son otros tipos de sucreñas.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...