La dieta ideal de primavera

Aunque la base de una dieta equilibrada es la misma todo el año, hay pequeños cambios dietéticos que vale la pena tener en cuenta en cada estación. Incluso sin sufrir ninguna de las alteraciones propias de la primavera, puede resultar muy útil seguir algunos consejos para adaptarse mejor a las condiciones climáticas de esta época.

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Menos energía

Con el aumento de la temperatura ambiental los requerimientos energéticos descienden. Una forma fácil de disminuir las calorías de la dieta es reducir las cantidades de pasta, arroz o legumbres, y ser moderados con la condimentación. Los farináceos integrales, además de ser más nutritivos, producen mayor sensación de saciedad. Un plato de arroz integral con guisantes es una muy buena sugerencia.

Vitaminas del complejo B y magnesio

El estado de ánimo puede flaquear, y es importante cuidar los nutrientes relacionados con la síntesis de serotonina: proteínas, vitamina B6 y magnesio. Los guisantes o los espárragos son ricos en B6. También el germen de trigo. Frutos secos, cacao y plátano contienen magnesio. Una porción moderada de chocolate ( 15-20 g) con más de un 70 % de cacao es un buen complemento.

Atención al hierro

Numerosos estudios indican que es en primavera cuando más se nota cierta sensación de cansancio: la famosa astenia primaveral. Una de las causas más frecuentes de cansancio es una baja ingestión de hierro. Esto es especialmente importante en las mujeres en edad reproductiva y lo cierto es que, a menudo, esta época del año coincide con el inicio de la llamada “operación bikini”, con las consecuentes dietas desequilibradas. El hierro se encuentra básicamente en la carne, el marisco, las legumbres y los huevos. Los berberechos son, además de nutritivos y ligeros, ricos en hierro.

Aporte adecuado de provitamina A y vitamina C

En primavera hay más horas de radiación solar. Por un lado aumentará nuestra producción de vitamina D y por otro la piel debe estar más protegida. Resulta básico ingerir vitamina C y provitamina A, presentes sobre todo en frutas y verduras. Frutas de primavera, como la fresas, son ricas en vitamina C. Albaricoques o nectarinas son fuentes de provitamina A. Un zumo matinal de fresa y naranja resulta idóneo.

Más omega 3

Los ácidos grasos omega 3 son importantísimos todo el año. Entre sus virtudes cuentan con un cierto efecto antiinflamatorio. La primavera aumenta la incidencia de procesos como asma, alergia, conjauntivitis, infecciones de vías respiratorias, erupciones cutáneas, etcétera, así que es buen momento para tomar pescados como caballa o bonito.

Aumentar la hidratación

Es obvio: cuando la temperatura sube hay que beber más. Si el ambiente es caluroso, existe estrés o la actividad física es intensa, es probable que la sensación de sed no sea suficiente como estímulo y haya que beber conscientemente. Las personas de más de 65 años tienen una menor sensación de sed. El agua es la mejor bebida.

Evitar alimentos procesados

Este consejo puede extrapolarse a todo el año, pues a menudo nuestro cuerpo reacciona no sólo contra nutrientes de los alimentos sino también frente a sustancias añadidas a los alimentos.

Recuperar la actividad al aire libre

La luz solar tiene múltiples efectos en la salud física y psíquica. Hay que recordar también la importancia del contacto con la naturaleza y de frecuentar zonas con aire no contaminado.

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