Nos contaban cuando éramos niños que “quien comía melón iba a ser ladrón y quien comía sandía, policía”. A nosotros siempre nos han gustado ambas frutas, pero con el paso de los años el melón se ha convertido en un ingrediente indispensable en nuestra cocina. Es dulce, refrescante, nos aporta azúcares buenos, vitaminas y minerales, es diurético y además es el rey del verano. Simplemente cortando un trocito y congelándolo ya se puede conseguir un sorbete maravilloso, así de fácil.
Ahora que la temporada del melón ya ha comenzado hace unas semanas visitamos los campos de Castellón en los que José y Francisco Bruñó cultivan los mejores melones ecológicos de España. Nos quedamos fascinados con las instalaciones de su factoría, que recuerdan a un laboratorio, y con el delicado proceso manual con el que se selecciona uno a uno cada melón: con tan sólo un cachetazo ya saben si está demasiado verde o maduro para su venta.
En España el piel de sapo es el más popular. Pero nunca está de más lanzarse a descubrir otros melones con diferentes cortezas, aromas, texturas y sabores, como el galia o el cantaloup. Y una vez elegido, no se corte en jugar con él en la cocina, porque esta fruta –que en realidad pertenece al género de las cucurbitáceas, como el pepino o la calabaza– sorprende por su versatilidad. Lo demuestran las recetas que este mes les proponemos, ¿o alguna vez se le ha pasado por la cabeza preparar raviolis rellenos de melón?