Hace décadas que llegó a España lo que los ingleses llaman el full English breakfast, una contundente combinación de huevo frito, bacon, champiñones, salchicha y alubias en salsa de tomate. Se popularizó en la revolución industrial porque era lo más adecuado para la dura jornada laboral que esperaba a los trabajadores. Por algún motivo, nunca tomó el vuelo aquí como otro desayuno extranjero, el cruasán.
Hasta los ingleses admiten que el full English es un plato pesado y suele estar reservado para los domingos de resaca. ¿Quién tiene tiempo para cocinar con una multitud de sartenes a las ocho de la mañana? Los británicos, no. Por eso, además de cereales y tostadas, pueden desayunar scones, crumpets, teacakes o muffins. Estos panes británicos, uno de los secretos mejor guardados del Reino Unido, que tradicionalmente se tomaban con el té, ahora acompañan el desayuno. Están hechos a base de trigo, se suelen comprar listos para tostar y untar con toneladas de mantequilla y son algo más sanos que un plato de fritos y frijoles. Y cada vez más se encuentran en ciudades españolas, fuera de los enclaves de expatriados británicos.