Los 300 años del nacimiento de María Teresa, la monarca austriaca con dotes de estratega y reformista, son una excusa ideal para regresar a Viena. Bajo su apariencia ordenada, la ciudad vivió también su época rebelde durante el movimiento artístico modernista o estilo secesión, como lo nombran allí. Hoy se nos puede antojar burgués o recargado, pero en su día fue un auténtico canto a la rebeldía que oponía sus formas retorcidas al clasicismo imperial. Ahora se disfrutan por igual, junto a obras rompedoras de la arquitectura más reciente, a la que no escapa el diseño de museos como el Leopold, ubicado en las antiguas caballeriza reales y donde periódicamente se organizan cenas para visitar el centro por la noche. Culta y refinada, esta es una ciudad donde la música se encuentra por todas partes, y no sólo en el nombre de los parques que homenajean a Mozart o a Schubert. En Viena es imposible no pasar al menos una velada asistiendo a un concierto. Al menos, así lo ven sus habitantes.
Culta y sensible a la música
Viena
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