Cómo abonar las plantas

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Es un buena época para estar dando a las plantas los nutrientes que necesitan para un correcto crecimiento. Para vivir, crecer, florecer y dar frutos, todas las plantas requieren una serie de componentes minerales que generalmente se encuentran en la tierra, donde de manera natural y sin intervención humana se van regenerando.

Sin embargo, cuando hablamos de plantas de jardín o de las que se encuentran en macetas, hay que pensar que habrá que aportarles estos nutrientes de forma artificial por su forma de cultivo. Los tres elementos básicos que necesitan las plantas para desarrollarse son el nitrógeno (N) para el verde de las hojas; el fósforo (P) para la floración, y el potasio (K) para los frutos, y en menor cuantía, microelementos como magnesio, azufre, hierro, cinc, cobre, boro, manganeso y molibdeno.

En general, la necesidad de nutrientes de una planta está condicionada por su tamaño, su desarrollo, el clima y necesidades de producción entre las especies hortícolas y ornamentales.

Tipos de abono

En el mercado se encuentran principalmente dos tipos de abonos o fertilizantes, los orgánicos o naturales y los químicos.

►Los abonos orgánicos son generalmente de origen vegetal y/o animal, como el estiércol, que en función de su grado de descomposición contiene nutrientes que estarán disponibles con más o menor rapidez. También mejoran la textura y la estructura de la tierra, aumentando su esponjosidad y su capacidad para la retención de agua. En general es recomendable aplicarlos una vez al año, entre otoño e invierno.

►Los abonos químicos se presentan granulados o en polvo. Se aplican esparciéndolos directamente sobre la tierra en primavera y otoño. Existen dos tipos de ellos: el rápido, que libera sus nutrientes en un plazo de entre cuatro y seis semanas, y el de liberación lenta, que pueden estar soltando sus nutrientes entre tres y seis meses.

►Otra manera de presentación de estos abonos químicos es en estado líquido. Se aplican en su gran mayoría diluidos en el agua de riego. La frecuencia de aplicación varía entre 7 y 20 días, dependiendo del cultivo. Es la mejor manera de abonar las plantas de interior o exterior en maceta, pues, respetando las dosis indicadas por el fabricante, el riesgo de quemar las plantas por exceso es mucho menor.

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