El estrés, la fatiga física y mental y la sobredosis de pantallas (y su luz azul HEV) hacen que el espejo devuelva la imagen de un rostro apagado, de tono grisáceo, con los poros visibles y las ojeras. Como desconectar es un lujo que no está al alcance de todos, toca cargar las pilas y revitalizar la piel con un aporte extra de energía que la ayude a estimular la vitalidad de las células, protegerse de las agresiones diarias y aumentar su capacidad de reparación.
Hiperconectadas. Ordenador, móvil, tableta, televisor… es normal pasar más de seis horas al día mirando una pantalla y la sobreexposición a la luz que desprenden no sólo afecta y cansa a los ojos, también podría favorecer el envejecimiento prematuro de la piel y alterar el sueño (por eso los expertos recomiendan limitar su uso en la habitación y una hora antes de dormir). No hay unanimidad entre los científicos a la hora de determinar sus efectos reales pero cada vez más cosméticos incorporan filtros para mantener esa luz a raya. Los suman a una protección global que incluye los rayos UV, las partículas finas de contaminación –sí, la contaminación también se cuela en casa–, los radicales libres y hasta la calefacción y el aire acondicionado.
Tiempo de especias. Nuevos ingredientes se suman a la vitamina C y el retinol y se apuntan al despertar de la piel. La cúrcuma y el jengibre, por ejemplo, la alimentan y aportan a la cosmética sus reconocidas propiedades bactericidas y antiinflamatorias. La primera, que no hay que confundir con el curry, aunque forma parte de su mezcla, contiene hasta el 3% de curcumina, un principio activo de propiedades terapéuticas.
El jengibre, ya todo un clásico de los perfumes, se presenta ahora encapsulado para penetrar mejor en la piel, aportarle energía y protegerla de agresiones externas como la contaminación y el estrés oxidativo.