Pionera en muchos más aspectos de los reconocidos, Gabrielle Chanel fue también la primera diseñadora de moda que introdujo en el armario cotidiano los atuendos deportivos. Lo hizo mucho antes de que la ropa pensada para la práctica del atletismo o el ciclismo, por poner sólo un par de ejemplos, se convirtiera en una moda. Afirmaba Coco Chanel que había “inventado la ropa deportiva, no porque otras mujeres practiquen deportes, sino porque yo lo hago”. La equitación fue la disciplina iniciática de la famosa creadora, que comenzó a montar de la mano de su amigo Etienne Balsan hacia 1906, cuando tenía 23 años. Aunque también le gustaban el esquí, navegar, la pesca, la caza, el golf y otras actividades al aire libre que solía compartir con Arthur Capel, un hombre de negocios inglés conocido como Boy Capel, que fue su gran amor. Él la animó a poner a la venta en la tienda que abrió en Deauville en 1913 los jerséis de rayas de los pescadores franceses. La idea tuvo tanto éxito que al año siguiente, Coco Chanel ya tenía un taller especializado en punto en la maison. Con ese material, tan suave como adaptable, hacía abrigos y vestidos para jugar a tenis, jerséis para golf y bañadores para la playa y la piscina, todo inspirado en su guardarropa personal. “Como me gustan las mujeres –solía decir–, quiero proporcionarles unos atuendos en los que se sientan cómodas para conducir un coche y al mismo tiempo les permitan expresar su feminidad”.
Fiel a ese espíritu, Karl Lagerfeld ha intentado reflejar esa idea en sus colecciones, con mayor o menor énfasis, y de forma especialmente notable en su propuesta de prêt-à-porter. Su línea de deportivas, hechas con los materiales habituales de la marca, como el tweed, que combina con materiales de última generación, metalizados o con grafismos en 3D, es su gran baza para esta temporada.