"Al principio era muy mala actriz"

María León

Vivaracha y conversadora incansable, la actriz sevillana María León parece hecha para la comedia, como sus papeles televisivos o su nuevo trabajo en el cine, aunque dice que no es tan fácil hacer reír y que echa de menos un buen papel dramático.

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Camiseta de American Vintage y falda de Belair

Aunque diga que es “como una cerilla, me enciendo con la misma rapidez que me apago”, a María León (Sevilla, 1984) se le sale la alegría por los ojos. Está tan viva como su ingenio, cocinado en una familia de éxito que, explica, “es como una piña o incluso más”. Lanzada al ruedo de la interpretación “antes de tiempo”, en la serie juvenil Sms, en apenas una década la televisión le ha dado alegrías –Con el culo al aire, Allá abajo-, aunque le debe al cine, a su desgarrado personaje en La voz dormida , su Goya y la Concha de Plata de San Sebastián. Ahora presenta una comedia de acción, Cuerpo de élite , en la que un agente catalán, uno madrileño, un vasco, una andaluza (ella) y un inmigrante hispanolatino se ven en el brete de salvar el día trabajando juntos.

“La gente envidia ese modo de vida que se creen que llevamos los artistas, poco menos que de fiesta en fiesta, y pocos saben, o se paran a pensar, lo que duele que un personaje te arranque un trozode tu alma”

Conversadora vertiginosa, detiene unos instantes la charla para recordar con cariño su primera sesión de fotos de moda. Fue para Magazine hace diez años. “Me acuerdo perfectamente porque me hizo una ilusión enorme. Estábamos todas las chicas que empezábamos en televisión. Yo trabajaba en mi primera serie. También estaba Blanca Suárez y yo llevaba un pantalón blanco…”

¿Ha cambiado mucho desde entonces?

Muchísimo, porque al principio era muy mala actriz. Lo hacía todo muy malamente; hasta mis amigos me lo decían. Eso sí, ganas de comerme el mundo, todas. Y ahora conforme va pasando el tiempo, aún más.

¿Por vocación o por deseo de que la miren?

Siempre he sido chispilla; siempre me ha gustado el espectáculo. Si no hubiera sido actriz hubiese sido mujer bala; me hubiera dedicado a algo en lo que diera la nota. Pero, claro, en mi casa hay mucho talento. Paco me lleva diez años y es un actor y un director de categoría y eso me frenó al principio. ¡Cómo me iba a dedicar yo a la interpretación estando alguien como él en casa! Pero como es buen director de casting, me animó y dejé de bailar, que fue otra de mis pasiones. Es tremendamente sacrificado ser bailarina. La recompensa tarda mucho en aparecer. Y yo soy muy impaciente…

¿Le ayudó más tener un rostro agradable o un pico de oro?

Como decía Lola Flores, la belleza no está en el físico sino en la manera de mirar, en el brillo de los ojos. Yo intento respirar bien, moverme con alegría y mirar bonito. Con todo eso algo tiene que salir. Pero no callo ni debajo del agua. Hablo por los codos.

¿Le da vértigo lo rápido que se ha situado?

Tampoco creo que sea imprescindible para nada. Me siento muy orgullosa del aprendizaje. La televisión es mi escuela, donde me he formado como actriz; donde he podido incluso bailar, mi viejo sueño… En este trabajo nunca falta algo nuevo por conocer y si olvidas tu impulso por saber cosas nuevas empiezas a ir para atrás. Pero creo que es más difícil mantenerse. Cada año se ponen chicos y chicas nuevas en el escaparate y de algunos no se vuelve a saber. Hay que intentar no pasar de moda, reciclarse continuamente, aprender de los demás y de lo que va llegando. Las modas cambian y hay que estar al día, pero con los pantalones de campana en el armario porque siempre vuelven. Hay muy buenas actrices y actores que se atrancan porque o no les sentaban bien los pantalones de campana o han olvidado que los llevaron.

¿Y no teme que le deje de caer bien el traje de la nueva temporada?

Da miedo pensar que una está trabajando tanto y que esto puede dejar de pasar, pero soy consciente de ello. Es verdad que cuando estás en el gimnasio en la cinta de andar, te bajas y tienes la inercia de seguir. El éxito es otra cosa. Con la familia que tengo, con la gente que me rodea, pues si nos tenemos que poner a fregar platos o a vender flores seguiremos igual de exitosos y nos vamos a querer y a admirar igual porque nos tenemos unos a otros. Si piensas así, no hay vértigo que valga.

¿Se siente envidiada?

Me gustaría decir que no, pero no puedo. La gente envidia ese modo de vida que se creen que llevamos los artistas, poco menos que de fiesta y fiesta, y pocos saben o se paran a pensar lo que duele que un personaje te arranque un trozo de tu alma.

¿Y si la envidia viene de los compañeros?

La envidia no sirve para nada; es un mal rollo constante. Al que ambiciona lo del otro lo paraliza y al envidiado lo incomoda. Los egos son jodidos y en este trabajo todos los tenemos en bucle. Es una lucha de tronos que gana el que logra llevarse bien con el propio y el ajeno. Que estén calmaditos.

Su nuevo traje es el uniforme de Cuerpo de élite…

Jamás pensé que iban a contar conmigo para una comedia de acción, con lo miedosa que soy. En estos filmes hay que estar con los cinco sentidos en la interpretación y en la técnica. Y te ves en una supermisión, colgada en una pared, vestida de cucaracha, agarrada a una cuerda y haciendo que estás enamorada. Si nosotros nos dedicamos a contar mentiras, esta es la madre de todas ellas. Estas películas tendrían que venir con manual de instrucciones.

Cada integrante del comando proviene de una parte del país, ahondando en las tesis de la saga de los ocho apellidos o de la serie Allá abajo que protagoniza. ¿Dónde cree que está la gracia?

En reírnos de nosotros mismos, que es algo que aquí sabemos hacer muy bien: hacer bromas sobre las costumbres de los luga­res de donde procedemos. Subrayar el cliché del andaluz, el catalán o el gallego pone a la vista diferencias que pronto se ve que no son importantes. Que lo que interesa es la persona. Somos mucho más parecidos que diferentes y, como se ve en la película, sólo unidos formamos un buen equipo.

¿Cuál es el valor de la risa hoy en día?

Es como un salvavidas para tiempos difíciles; nos ha ayudado a flotar. Ahora hay que trabajar y conseguir entre todos construir una buena barca. Y ver quién la maneja, que diría Remedios Amaya. Aquel fracaso en Eurovisión lo vio todo el mundo. Todos se enteraron de lo mal manejada que había estado la barca de España. Pues como ahora, que tampoco la conducen nada bien.

Siempre se piensa en usted como cómica, pero ha ganado sus premios con el drama.

Y echo de menos un buen papel en ese campo, pero hacer reír me parece más difícil. La comedia es como tirarse al estilo bomba y el drama es como nadar a gusto. Soy muy payasa, pero eso no marca el camino porque significaría que estás de broma todo el día y no es verdad. También me enfado. No aguanto el engaño, como no tomar café por la mañana. Se me cambia hasta el color de los ojos.

¿Una actriz que no soporta el engaño?

En mi vida personal, no sé mentir. Lo hago desde otra alma, desde un personaje cuando actúo, pero cuando me quedo conmigo misma no puedo. Ni lo intento.

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Vestido de DSquared2 y colgante de Helena Ronher

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Vestido de Goen J para Just One y sandalias de Aquazzura

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