Prada lo ve negro

No es el título de esta crónica una metáfora del desfile que presentaba la creadora italiana el domingo por la tarde en Milán, sino pura realidad. Apenas algunos grises, toques de beige y unos cuadros en rojo y azul eran las únicas excepciones a una colección -masculina y femenina- prácticamente toda en el más oscuro de los colores. Pero no era eso lo importante.

Según explicaba en un texto que los asistentes encontraban en su asiento, en esta primera parte de su desfile de otoño-invierno 2015-16 (se supone que la segunda será durante las presentaciones de moda femenina, en febrero) pretende seguir profundizando en su análisis de las relaciones entre hombres y mujeres a partir de la ropa. Ver qué les une y qué les separa. Si se influencian o se ignoran. No es fácil filosofar con patrones, telas y costuras, y menos descifrar desde el lugar del público si los abrigos y gabanes cuyas formas y tejidos son compatibles para ambos significan algo más que eso.

La cuestión es que para dilucidar sus dudas, Miuccia Prada ha tenido que volver a lo esencial, a una ropa poco experimental y de apariencia sencilla, con prendas compartidas entre ellas y ellos y otras tan puramente reservadas a un solo sexo como las faldas y vestidos femeninos, con profundos escotes y aberturas a las espaldas que, curiosamente, carecen de connotaciones sexuales, entre otras cosas porque las chicas las llevan con zapatos y botas bien masculinos.

También era experimental, aunque en otro sentido, el desfile de Moncler, una presentación original y que explica la base de la marca, reconocida por sus chaquetas de plumas. El director creativo de la línea Gamme Bleu, agrupaba a los modelos como si se tratara de pelotones militares, que caminaban por un largo paseo con árboles auténticos recreado en el interior de una nave.

Todos vestidos con chaquetas de formas idénticas, pero en colores y materiales distintos, los modelos desfilaban por grupos; primero los vestidos de beige, luego los grises, negros, marino, para a continuación despojarse sin abandonar la escena de las chaquetas y pantalones de esquí y desvelar unos vistosos trajes, también calcados en la hechura, pero cada uno distinto del anterior y a cual más sorprendente por las combinaciones de tejidos, los patchworks asimétricos, los bordados de lentejuelas, los dibujos geométricos. Más que pretender seducir al público masculino con ellos, la idea era mostrar que las sobrias chaquetas que os ocultaban escondían en su interior anoraks deportivos a juego con los trajes, en combinaciones divertidas y originales.

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