Ciertos automóviles de características especiales tienen la virtud de transmitir a su propietario cuál es la tipología de terreno que mejor se adapta a su naturaleza. El Ford Ranger Raptor, pensado hasta el mínimo detalle para ofrecer lo mejor de sí mismo cuando se disfruta de la montaña sobre ruedas, es un magnífico ejemplo de un coche perfectamente adaptado a un entorno.
Su versión más radical se encuentra un tanto extraña cuando circula sobre asfalto, una materia poco propicia para sus neumático, nacidos para brillar sobre arena o piedras. Dotado con reductora y bloqueo de diferencial, ha sido desarrollado para superar con facilidad cualquier obstáculo que surja en su camino. Su gestión electrónica cuenta con seis modos de conducción, factor definitivo para adaptarlo a cualquier superficie.
Los amantes de los últimos avances tecnológicos quedarán encantados con el cambio secuencial de este pick-up, que tiene diez velocidades y responde rápida y suavemente a las órdenes dictadas desde las levas instaladas tras el volante. Para garantizar la mejor respuesta ante un uso abusivo en senderos abruptos, Ford ha optado por reforzar especialmente tanto las suspensiones como los frenos.
Los confortables asientos permiten acumular horas de conducción sin fatiga.
Algún plástico utilizado en el interior transmite poca sensación de calidad al tacto.