Atractivo... ¿se nace o se hace?

Ciencia

Tener una buena percha ayuda, pero el secreto del atractivo no reside únicamente en unos ojos bonitos, unos labios carnosos o una figura proporcionada. Sí, la belleza interior también puede ser muy seductora. Y cultivar la seguridad en uno mismo, no escatimar las sonrisas y hacer sentir cómodos a los demás disparan el 'sex appeal'.

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Hay personas que entran en un bar y, no falla, captan la atención de buena parte de los presentes. O consiguen despertar la atracción en otras personas tras cruzar con ellas unas pocas palabras. Desprenden magnetismo, son guapos o guapas, tienen algo… Vamos, que son atractivas. Despiertan pasiones y la envidia de quienes se sienten prácticamente invisibles. Pero ¿cuál es el secreto de ese atractivo?

Es evidente que hay unos cánones físicos que, si uno tiene la suerte de haber sido agraciado con ellos en la lotería de la genética, allanan el camino. “Los hombres siempre han preferido a las mujeres con las clásicas medidas de 90-60-90, la figura del reloj de arena, con unos pechos de buen tamaño, en su sitio, y labios carnosos”, señala el cirujano plástico Iván Mañero. Más características físicas que hacen que un hombre se fije en una mujer son, como explica Antonio de la Fuente, cirujano plástico de la Clínica Ruber Internacional de Madrid, “que tenga una cara ovalada, unos pómulos marcados y la piel elástica”.

Puestas a elegir, las mujeres los prefieren tirando a altos, fuertes, con un buen mentón, pómulos marcados, nariz armónica y recta y una voz más bien grave. Y, buenas noticias para los hipsters, la barba también tiene su punto. Según un estudio científico de la Universidad de Gales, los hombres con barba de diez días resultan más atractivos que los barbilampiños.

Otra variable importante para pertenecer al privilegiado club de los atractivos es la simetría facial. Rostros armónicos, agradables, bellos… “y saludables”, indica Iván Mañero. “La simetría facial nos sugiere que esa persona goza de buena salud, es algo universal”, precisa.

¿Y por qué estos rasgos físicos son atractivos para la inmensa mayoría de las personas? Porque transmiten el mensaje, aunque sea de forma subliminal, de que esa mujer o ese hombre van a ser capaces de tener una descendencia saludable. “Nos atraen estas características porque las asociamos, aunque sea inconscientemente, a un buen sistema inmunitario y buena salud”, apunta Mañero. Para eso sirve la belleza, por lo menos a un nivel, podría decirse, más primitivo: atrae porque tiene un valor biológico de supervivencia. Esto explica, en parte, que los hombres acostumbren a preferir a las mujeres más jóvenes y en edad fértil, y que a ellas no les preocupe tanto la edad en los hombres, porque estos son fértiles más años.

A pesar de que el ser humano escriba novelas, haya inventado internet o se plantee co­lonizar Marte, las regiones cerebrales que gestionan el deseo sexual permanecen prácticamente inalterables desde hace miles de años. Por eso, simplemente el olor puede hacer que alguien enloquezca de deseo. Hay quien ha apuntado incluso que el olor de una mujer cambia cuando ovula y que este factor influye en el deseo que despierta. Un estudio publicado en la revista Evolution and Human Behavior señala que las strippers ganan el doble de dinero cuando están ovulando.

Lo curioso de estas leyes primitivas es que funcionan aunque una persona salga a tomar unas copas con la esperanza de encontrar, simplemente, un ligue de una noche, no al futuro padre o madre de sus retoños. Algunos expertos señalan que cuando las mujeres ovulan, se sienten atraídas por hombres con rasgos más viriles (es decir, machotes tipo Russell Crowe). Así que estamos sometidos a los dictados de los vaivenes hormonales. Por eso, aunque ayude más tener un máster en dirección de empresas que unos hombros fornidos para criar a los hijos hoy en día, el máster puede ser menos excitante que un cuerpo musculoso, una voz profunda y una barba de cuatro días.

Estas primarias (en el mejor sentido de la palabra) leyes de la atracción están matizadas por condicionantes psicosociales, que hacen que una persona de labios finos, mandíbula escasa o rostro algo desordenado también pueda despertar pasiones. Un buen físico ayuda, aumenta la probabilidad de que otras personas se acerquen, pero no lo es todo. “El atractivo está más allá de estas reglas”, comenta Antonio de la Fuente. Es el caso, por ejemplo, del actor Vincent Cassel, de nariz desgarbada y párpados inferiores algo abolsados, pero con un público femenino fiel. Porque sentirse atraído por alguien tiene un componente subjetivo. “A mí –confiesa De la Fuente– siempre me ha parecido atractiva Barbra Streisand, pese a su nariz grande, porque tiene algo”.

Ese algo es el secreto del arrollador atractivo de muchas personas. Explica que veamos a alguien y, ¡clic!, ese algo nos enganche a esa persona. Quizás no es el hombre o la mujer con el físico más agraciado del mundo, pero sí, tiene algo. Aunque sea una percepción subjetiva. “Ya no vivimos en la selva, por así decirlo –comenta Marian Ponte, psicóloga y sexóloga–. Así que la atracción se rige por otros factores. Te pueden presentar a alguien que no es tu tipo físicamente, pero le das la mano y te gusta. Te pones a hablar con esa persona, te sientes cómodo, te parece interesante, tenéis cosas en común… Todo eso puede ser muy atractivo”. Hacer sentir a gusto a los demás es, para el psicólogo y sexólogo Antoni Bolinches, una de las claves del atractivo: “Yo lo llamo la inteligencia constructiva, hacer sentir bien a la persona que tienes delante, que se mostrará mucho más receptiva al resto de tus encantos”.

“Hay personas que trasmiten un magnetismo que está más allá de lo físico”, señala Bolinches. Del mismo modo que hay unos criterios físicos asociados a lo que, por regla general, hace que hombres y mujeres sean atractivos, también hay unos rasgos psicológicos que suman puntos. “A las mujeres les atraen los hombres que demuestran seguridad en sí mismos, resolutivos, inteligentes”, afirma Ponte. Y un aviso para los machos alfa que todavía creen que eso de que “los hombres no lloran” es una actitud infalible para gustar: mejor que muestren su lado más tierno. “Un hombre que sea comunicativo y exprese sus emociones sin miedo puede ser muy atractivo”, añade esta psicóloga.

De todas formas, los dos psicólogos reconocen que los hombres suelen estar más centrados en los aspectos físicos que las mujeres. Parece que se cumple el tópico de que ellos son más visuales y ellas más auditivas. “Aunque cada vez los hombres valoran más aspectos de la personalidad de las mujeres”, comenta Ponte. Y se sienten atraídos por mujeres divertidas, inteligentes, sociables.

Un aspecto que todavía pone bastante más a ellas que a ellos es el del estatus, según Bolinches. “Las mujeres se erotizan más por la admiración”, asegura. Por este motivo, sigue siendo más habitual ver a mujeres con hombres 10 o 15 años mayores que viceversa. Además, volviendo al tema de la descendencia: un hombre con estatus garantiza una mejor crianza de los posibles hijos. Un factor en el que también influye la edad. “Las mujeres más jóvenes están más centradas en lo físico, y a partir de los 30, más o menos, buscan otros requisitos, como el estatus”, señala Bolinches.

La ventaja del atractivo es que se puede cultivar. De la misma forma que uno, por mucho que sea un Adonis, si es antipático y aburrido perderá sex appeal. Así que si usted quiere potenciarlo, muscule su cuerpo, pero también su psique; también encienden el interés una buena conversación o la simpatía. Según un estudio de científicos de las universidades escocesas de Stirling y Aberdeen, valoramos a una persona como más atractiva si nos sonríe y mira directamente a los ojos.

Otro rasgo que dispara el atractivo en ambos sexos es el sentido del humor: tiene que ver con divertirse, con hacer que la otra persona esté cómoda y pase un buen rato. Mejor si, además, se sonríe de manera franca. “Si tú miras a alguien a los ojos y le sonríes, captas su atención de una forma instantánea, porque le haces sentir especial –aconseja Marian Ponte–. Y a todos nos gustan las personas que están conectadas con sus pasiones, que son creativas, que tienen una vida social rica, que no te aburres con ellas. No hay que convertirse en otra persona para triunfar”. “Se puede ganar en seguridad, por ejemplo, que creo que es uno de los rasgos más atractivos, sonreír más, pensar en cómo hacer que los demás se sientan cómodos…”, añade Bolinches. Buenas noticias para quienes no son Brad Pitt o Angelina Jolie, quienes, para Iván Mañero, encarnarían “la belleza pura” masculina y “el canon de belleza del atractivo femenino”.

La primera impresión

Tardamos 100 milisegundos en analizar los rasgos faciales de una persona (la forma de la mandíbula, la boca, los ojos o los pómulos) y decidir si nos parece atractiva, según analizaron investigadores de la Universidad de York (Reino Unido).

Una voz seductora

Una voz seductora puede poner a mil tanto a hombres como a mujeres. Estas suelen preferir voces más bien graves en ellos, porque asocian este tono con hombres fuertes, maduros, seguros de sí mismos –y si les encanta que les hablen con voz algo susurrante, es porque, de esta forma, se compensa la agresividad que también va asociada a las voces masculinas graves–. A ellos les suelen gustar las voces femeninas con un tono relativamente agudo –pero no demasiado, porque no quieren que suene infantil–, ya que sugieren un tamaño corporal más pequeño. Como explica la psicóloga Marian Ponte, “la voz transmite mucho contenido afectivo, ya que es como la música, que tiene ritmo y tono”. Por eso, dice, “una voz bonita y seductora despierta muchas emociones”. Aunque parece ser que no se puede tener todo: las mujeres asocian las voces graves en los hombres con una mayor tendencia a la infidelidad, según un estudio de la Universidad McCaster en Canadá.

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