"Soy valiente, a veces incluso insensato"

Antonio Banderas

Desde la élite de Hollywood, después de acariciar el Oscar, el actor, director y productor Antonio Banderas, de 59 años, relativiza el éxito y esquiva algunos de sus peajes. Ha sido el mejor año de su carrera, que ya cumple cuatro décadas; en la piel y a las órdenes de Almodóvar en Dolor y gloria y como padre del Teatro del Soho en su Málaga natal. Una segunda vida, tras su infarto de hace tres años, en la que el teatro cobra valor.

Horizontal

"Ahora hago exactamente lo que quiero"

Cuatro décadas volcado en la interpretación; 112 películas como actor, 2 como director, 6 como productor, varias obras teatrales. Al malagueño que ha conquistado Hollywood le precede una ingente trayectoria que a punto ha estado de culminar con el Oscar al mejor actor por Dolor y gloria, si Joker no se hubiera cruzado en su camino. No funcionaron las “gestiones con Batman”, como bromeaba antes de la gala, para apartar de la estatuilla al maléfico personaje, en la piel de un inmenso Joaquin Phoenix.

“Estoy contento de tener en casa un montón de ‘chatarra’ que elogia mi trabajo. Pero el talento debe ser humilde. No puedes dejar que un premio te apalanque, pensando que ‘ya has llegado’. Después, hay que continuar”

Dos semanas antes de la cita en Hollywood, Banderas habló con el Magazine en Barcelona. Aún con la resaca emocional de recibir su primer Goya en competición (tras el honorífico del 2015) vino a presentar A Chorus Line, el legendario musical de Broadway (creado en 1975 por Michael Bennet) hoy producido y codirigido por él. Con esta obra, que reflexiona sobre los sueños y frustraciones del oficio en una puesta en escena espectacular (29 actores, 15 músicos en “auténtico” directo) inauguró en noviembre su Teatro del Soho CaixaBank, en Málaga. Un viejo sueño convertido hoy en prioridad y planes de futuro.

A media mañana, el artista malagueño irrumpía en el teatro Tívoli con esa mezcla de cordialidad y convicción que siempre le acompaña, revisando la platea y el escenario para adaptar el musical que en pocos días iniciaría aquí sus funciones (del 21 de febrero al 29 de marzo). Acompañado por su pareja, Nicole Kimpel, visiblemente más delgado (“he perdido siete kilos entrenando a diario para la obra”), posaba y bromeaba con el fótografo: ¿sólo dos fotos más? ¡Mentira, si no acabáis nunca!”.

Aunque en agosto estrenará los 60, en realidad el “nuevo” Banderas nació hace tres años. El ataque cardiaco que le sorprendió el 25 de enero del 2017 no sólo le apartó del tabaco, también le empujó a liberarse de un círculo vital que le causaba ansiedad. El resultado no ha podido ser mejor.

Si como actor, encarnar al alter ego de Almodóvar le ha elevado a la cima de Hollywood y le ha hecho acariciar el Oscar, como empresario se ha lanzado al ambicioso reto de gestar y parir su teatro en Málaga, con el que se ha propuesto convertir su ciudad en un motor teatral.

De comenzar como un latino en Hollywood se ha situado entre la élite. ¿Cómo lo valora?

Todos tenemos vanidad y que te coloquen junto a profesionales a los que admiro tantísimo me enorgullece. Pero nunca he basado mi existencia en ese tipo de cosas. Estoy muy contento de tener en casa un montón de chatarra que constata que a la gente le gusta mi trabajo. Es estimulante, pero después hay que continuar. El talento debe ser humilde. El premio te puede apalancar. Y de hecho yo he sido testigo de casos en los que la gente se relaja y se dice: “Ya he llegado”. Pero ¿a dónde has llegado? El camino continúa. Por eso lo que me mueve ahora es mi nuevo rodaje, con Penélope. Los proyectos que no cesan.

¿Cómo el de llevar A Chorus Line a Broadway, su cuna?

Hay una oferta muy fuerte para ir allá. Sería la primera vez en la historia que hay un show en español en aquella jungla. Es muy necesario, con Trump en el poder. Sentaría precedente y abriría la puerta a mucha gente.

“Si te relajas y te dedicas sólo a lo que quieres hacer, la gente detecta esa faceta más pura, lejos de lo que supone el postureo, la fama, el dinero”

Inició su carrera en el teatro, en Málaga, y a las órdenes de Almodóvar en el cine. Cuarenta años después, crea un teatro en su tierra y deslumbra como actor recreando el alter ego del cineasta. Todo encaja.

Pero no había un plan preestablecido. No he sido calculador en mi carrera, la verdad. Yo me he guiado generalmente por la intuición. A veces ha fallado y me he equivocado, pero también en los errores está la posibilidad de crecer y yo me he apoyado mucho en ellos. Como dice una frase que me gusta mucho: “Para vivir la vida hay que mirar hacia delante pero para entenderla hay que mirar hacia atrás”. Creo que he sabido analizar lo que me ha ido pasando en mi carrera para situarme en cada momento. Y luego hay situaciones que lo aceleran todo. Como mi infarto. Aunque somos conscientes de la muerte, cuando la ves tan cerca y sabes que el final de la película es una tragedia te focalizas en lo importante. Y ahí desaparecieron muchas de las cosas que me movían de forma errónea, como el dinero, que te empuja a un proceso psicológico maquiavélico…

¿Y el ego?

Más que el ego, la ansiedad.. No hay peor enemigo para el éxito que la ansiedad por conseguirlo. La vorágine te arrastra y tú crees que estás en lo correcto. Sólo un buen bofetón que te sacuda rompe ese círculo vicioso. Es complejo salir de ello si ya estás en un bucle vital.

¿Vivía con ansiedad?

Mucha. No me cuidaba. Todo había llegado a un punto que se puede expresar de forma casi gráfica con mi divorcio. A partir de ahí todo se acelera muchísimo y llega a un boom, con el corazón diciendo: hasta aquí hemos llegado. El infarto ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en la vida.

¿Qué ha aprendido?

Que si te relajas y te dedicas a lo que realmente quieres sin considerar otras cosas las puertas se abren, casi de forma mágica. Entra aire limpio, lo desprende tu aura. La gente detecta algo nuevo en ti y les atrae esa faceta más pura, lejos de lo que supone el postureo, la fama, el dinero. Yo lo único que quiero es contar historias y del modo más honesto posible.

“Quiero hacer de Málaga un centro teatral. No pretendo ganar un duro con ello, sino reinvertir si hay ganancias. Sólo cobraré si la obra se exporta”

A veces, con el tiempo uno vuelve a caer en banalidades.

Puede. De momento, no. Ahora hago exactamente lo que quería hacer. Y muy activo. Ha sido el mejor año de mi carrera. Por un lado la película de Pedro, con la que esperábamos tener éxito pero no tal aluvión de premios. Por el otro, la apertura del teatro, que ha sido una locura. A 15 días de abrir tenía el edificio lleno de andamios.

¿Cómo lo gestionó?

Me hubiese angustiado más en otra epoca de mi vida. Ahora me dije: “Bueno, si no llegamos... lo pospongo”. Y ya está. Había riesgo de estrés superlativo pero por suerte se superaron todas las expectativas. Habíamos hecho una predicción de llenar el teatro un 60%. Y sin embargo en 4 días vendimos 55.000 entradas. Algo insólito en la historia del teatro español. Fue espectacular. Una bendición.

Venía de superar con éxito el rodaje con Almodóvar.

Al principio tuve miedo. Me decía: sabiendo cómo es Pedro, que demanda tanto al actor, ¡a ver cómo salimos de esta! Pero ambos comenzamos con el pie derecho. Hubo entendimiento desde los ensayos. Y tuve una información que no esperaba: la emocional, fruto de que el personaje que yo encarnaba me estaba dirigiendo. ¡Era muy extraño! Se producía un reflejo emocional entre lo que yo hacía y él recibía. Como un ping pong en el que las palabras sobraban. Fue muy bonito. Pedro necesitaba decir a su madre cosas que no le había dicho, reencontrarse con sus amores, con sus actores, con el cine y la vida. Era como rellenar un puzzle con piezas que no habían sido puestas en su día y yo veía que al ir colocándolas se iba liberando. Fue una superterapia.

¿Se sintió muy cercano a él?

Más que nunca. En los ochenta lo estuvimos, pero de otro modo. Vivíamos con mucha intensidad. Éramos más gamberros, también al hacer cine. Ahora todo se ha depurado. Pedro ha entrado en un estado casi minimalista. Cuando leí el guion me pareció preciosa la simplicidad con que estaba escrito. Creo, además, que el infarto me dio herramientas para interpretarlo mejor.

¿Cómo se siente, a punto de cumplir 60?

Mujer, echas la vista atrás y ves muchas almas, mucha gente que ha pasado por tu vida. Los chavales de la compañía no habían nacido cuando yo empecé; ves que tienes una historia que contarles, que tu experiencia les guía. Eso no me había pasado antes. De repente estás al otro lado del espejo. Es curioso.

“Para los políticos, la gente de la cultura somos un cero a la izquierda. Así que les respeto, pero yo tampoco quiero hablar de estas vedettes modernas“

¿Cómo definiría su momento sentimental?

Sereno. Nicole lo es. Después de estar casado con dos actrices... Ella es ajena a esta profesión, viene de las finanzas. Le fascina este mundo, le parece todo rarísimo. Me acompaña porque se lo pido, pero es muy discreta.

A veces aún se refieren a su ex Melanie Griffith, su hija Dakota o su madre Tippi Hedren como miembros de su familia.

Me sorprende, después de un divorcio, y me encanta, porque realmente las siento así.

¿Qué sorprendería saber de usted?

Creo que soy bastante transparente. Aunque hay cosas de mi vida privada que la gente no conoce y me apetece seguir manteniendo en secreto.

¿Qué cambiaría de sí mismo?

Me acepto con mis errores. No quiero reconocer a la gente por su perfección sino como seres humanos, con lo bueno y lo malo, porque viajamos por la vida con dolor y con gloria. Si he tenido alguna inseguridad o timidez la he ido taponando con la experiencia. Esta ahí, pero no se nota.

¿Su mejor virtud?

Percibo con muchísima agilidad la realidad. Y no me engaño. Me gusta ser lo más objetivo posible ante un problema. Creo que soy valiente, a veces incluso insensato. Hay que serlo un poco para llegar hasta aquí.

¿Qué parte de usted ha eliminado Hollywood?

Gran parte de mi privacidad, de libertad. Yo lo llevo relativamente bien pero hay días en que cuesta. Cuando llevas 500 fotos mientras das un paseo. Hay momentos en que tienes prisa o necesitas espacio, simplemente quieres sentarte frente al mar y eso que parece una tontería se convierte en importante.

¿En qué se diferencia la vida de una estrella en Los Ángeles y en Málaga?

En Los Ángeles eres más anónimo. Están acostumbrados a las celebridades. No te invaden con la, a veces, violencia con la que lo hacen aquí. Yo lo llevo bien porque el 99 % de quienes se acercan es porque te quieren.

Se define como un optimista patológico. ¿Sigue siéndolo?

Sí, pese a todo. Me gusta distinguir entre la noticia y la realidad: la noticia es que un tipo le ha “pegao” un hachazo a su mujer. Es una realidad, pero también lo es que hay millones de matrimonios que se aman. Y eso no se dice. Y al no decirlo generamos un monstruo de nosotros mismos. El mundo necesita sentarse ante un psiquiatra. Nos miramos a través de estos cacharros, los smartphones y su reflejo es distorsionado.

¿Qué riesgos ve en ello?

Esta tecnología no nos ha dado una vida mejor, sino más veloz. En esa velocidad se pierde la reflexión y se crea una laguna de ignorancia en la que caemos todos. Es peligroso ese bucle. El selfie es puro narcisismo. Hay gente que si no se hace 20 selfies al día parece que no vive. Por eso me encanta el teatro. Porque es efímero, sólo pervive en el recuerdo. Puedes repetir la función pero no será la misma. Nada puede competir con una persona frente a otra contando una historia. Eso tiene 3.000 años de existencia y va a permanecer.

Ha dicho que su “verdad está en el teatro, es lo que siempre he querido hacer”.¿Suena a reorientación de su carrera?

Es que es maravilloso. El presente absoluto. El que no te digan: “¡Corten!”. He disfrutado al máximo con esta función en mi tierra y quiero repetir en cuanto pueda. No voy a utilizar el teatro sólo para darme obras a mí, claro, sería estúpido e imposible. Hay una programación y habrá otro teatro, laboratorio de talento y formación. Quiero que Málaga sea un centro teatral.

No parece bajar el ritmo…

Yo vivo machacao, pero es que no quiero estar en mi casa haciendo punto...(ríe). Disfruto trabajando y me apasiona este proyecto. No quiero ganar un duro con ello. Si la obra se exporta cobraré, pero en Málaga no habrá dividendos. Si hay superávit se reinvertirá en más y mejores obras. Teatro sin ánimo de lucro en ámbito privado.

¿Qué ocurrió para que Lluís Pasqual dimitiera?

¡Nada! Él nunca me dio un cheque en blanco. Me dijo: “te voy a ayudar a iniciar este proceso, voy estar en el parto”. Pero el hijo es mío. Lo cierto es que me ha traído a un grupo de gente y ellos siguen. Enamorados del proyecto y gestionando el teatro. Pasqual volverá como director de escena. Entiendo que estas cosas tienen morbo, pero yo quiero restar drama a todo ello.

“Veo a España perdida” decía hace tres años en este Magazine. ¿Cómo la ve ahora?

¡Perdida! No sólo España sino el mundo. Estados Unidos, Inglaterra, Italia. Me molesta hasta hablar de política. Porque los políticos no hablan de nosotros. Acabamos de tener elecciones y en mil debates no se ha dicho ni una palabra de cultura. Somos un cero a la izquierda. Así que ellos para mí también. Yo votaré, cumpliré con mis obligaciones y me iré a mi casa. Pero no quiero hablar de estas vedettes modernas. Les respeto pero la política se ha convertido en la prioridad 140 de mi vida. Leer, pasear con mi hija, viajar o charlar con amigos es más importante que hablar de política.

¿Debemos pasar a la acción como ciudadanos, si los políticos no dan la talla?

O no. No lo sé. Creo que hay que mantener una conciencia. Pero yo trato de expresarme a través del teatro. No quiero mi vida en un mitin continuo. Si recojo un premio no quiero ser plataforma para según qué ideas. No sé si el activismo es una solución, porque se requiere experiencia, políticos de verdad, que sepan digirir un país. La política es más que ideología; luego hay que saber gestionar.

Su faceta como productor le ha mostrado esa otra cara...

Cuando a un empresario le suben mucho los impuestos, quizás acaba diciendo vale pues voy a tener que despedir a alguien, producir menos. ¡Claro, no queremos eso! Pues entonces ayúdame. Lo que ocurre es que tú tienes una idea, pides un préstamo, te lo conceden..Si te van bien las cosas, llaman a la puerta y te piden el 45%. Si te van mal, no aparece nadie.

¿Paga impuestos en España?

Yo tengo sociedades y esas sociedades pagan impuestos aquí; y también contribuyo cuando trabajo en España, aunque vivo en Inglaterra hace cinco años.

¿Qué afición le hace feliz, más allá de su trabajo?

Me encanta esquiar, me gusta mucho leer, escribir, la música, toco el piano. Compongo cosas…

Dolor y gloria muestra a un creador en crisis. ¿Hay algún pensamiento al que recurre cuando está desanimado?

Hay frases filosóficas que me gustan. Leo mucho a Fernando Savater. “El hombre que no quiere nada es invencible” es una frase que tengo presente, aunque es imposible, porque tengo una hija, y la quiero. Y cuando quieres, eres vulnerable.

¿Su hija quiere seguir sus pasos?

Ella ahora mismo está buscándose, valorando cuál será su futuro y lo está haciendo muy bien. Está acabando en la universidad en Los Ángeles. Y planteándose también el mundo de los negocios. Le interesa el cine pero tras la cámara. Probó como actriz un verano en Nueva York en la escuela de Stella Adler y no se sintió cómoda. Prefiere estar detrás. Bien.

¿Mejor?

Mejor. Estará menos expuesta. Nosotros lo estamos mucho.

¿Quiénes son sus amigos de verdad en Hollywood?

Mis amistades son la gente con la que he trabajado. Tom Hanks, por ejemplo, es un buen amigo, muy buen tipo, sincero, honesto. Es el americano que a mí me gusta; como James Stewart o Gary Grant. Ama a su país, pero a un país libre, abierto, con esa idea del proyecto americano tan hermosa. Eso que están estropeando ahora otras personas.

¿Cómo le ven a usted allí?

En Estados Unidos me ven como un ser exótico. Mi acento no es el de los hispanos; durante un tiempo no podían ubicarme, después me aceptaron. Aunque prefiero no intelectualizar eso, si lo hago quizá pierda la frescura. Creo que las cosas que te funcionan en la vida no hay que tocarlas mucho. Hay que ocuparse de las que no tienes de entrada, de esas facetas donde te sientes débil. Y trabajarlas.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...