"Quiero volverme irreconocible en cada película”

Carey Mulligan

Siempre quiso ser actriz y carecía de plan B; no lo tuvo fácil, pero buscó su destino. Carey Mulligan, que no ha dejado de deslumbrar en la gran pantalla desde 'Una educación' y 'Drive', ahora en 'Sufragistas' demuestra que ya tiene suficiente peso como para cargar sobre sus hombros la suerte de una película.

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Parece haber nacido para interpretar a la abnegada Maud Watts, la obrera de una fábrica textil que encarna en Sufragistas, dirigida por Sarah Gavron, que se estrena en los próximos días. El personaje se involucra con tal obsesión en la lucha de las feministas de principios del siglo XX que intentan obtener el derecho al voto que termina perdiendo su trabajo, su matrimonio y la custodia de su pequeño hijo. Tal y como la actriz admite en la entrevista, hay un punto de conexión entre este personaje con el que vuelve a sumarse a la carrera por el Oscar y su propia historia personal.

Carey Mulligan, que este año ha cumplido los 30 y que disfruta de un lugar privilegiado en la industria del cine, tuvo esa misma actitud obsesiva cuando tras terminar la secundaria decidió que su camino era convertirse en actriz. Llamó a puertas y escribió cartas, desesperó a sus padres intentando ingresar en varias escuelas dramáticas en lugar de postularse por una carrera universitaria de las que se consideran serias y no bajó los brazos hasta que alguien le dio una oportunidad.

Mulligan tiene hoy suficiente peso como para cargar sobre sus hombros la suerte de una película, y aunque por ahora sólo ha obtenido una nominación a la estatuilla dorada por Una educación, ha obtenido el aplauso de los críticos con muchos otros papeles, como los de Nunca me abandones, Drive, Shame, El gran Gatsby, A propósito de Llewyn Davis y la más reciente Lejos del mundanal ruido. La actriz británica también ha recibido grandes elogios cada vez que se ha subido a las tablas en Broadway, primero con La gaviota de Chéjov y luego con Skylight: cielo abierto de David Hare. Mulligan nunca se olvida de aquel principio incierto, lo cual le ayuda a disfrutar cada proyecto como si fuese el último.

“No tenía la menor idea de la brutalidad policial con la que tuvieron que lidiar las sufragistas, ni de sus huelgas de hambre en la cárcel ni que llegaran a quemar campos de golf como protesta”

“Yo sólo tenía una idea de lo que quería hacer con mi vida, nunca tuve un plan B. No sabía a qué otra cosa dedicarme, y no sé cuánto habría durado si no hubiese tenido un golpe de suerte”

“Es tan difícil llegar a Hollywood como quedarse: todo en la industria es transitorio. Uno puede recibir las mejores propuestas un día y que al siguiente se olviden de ti”

“La comedia me tienta, pero me pone nerviosa, me parece algo muy difícil. Se requiere un talento diferente al del actor dramático”

“Mi abuela era maestra y toda su vida insistió en el valor de la educación, yo lo comparto y espero poder inculcárselo a mi hija”

“Actuar es lo que me hace más feliz, nada me pone más contenta que trabajar. Igual me siento más cómoda interpretando a alguien que siendo yo, y si es en el teatro, mejor aún”

¿Conocía la historia de las sufragistas antes de la película?

No, no había oído demasiado sobre el tema. En la escuela sólo me tocó leer un párrafo en un libro de historia en el que se mencionaba el movimiento de las sufragistas, pero era muy breve. Había unas imágenes de un grupo de mujeres marchando muy elegantemente con unos carteles, pero en ese momento simplemente las conecté con Mary Poppins. Algo sabía de que fueron enviadas a prisión, pero no tenía la menor idea del tipo de brutalidad policial con la que tuvieron que lidiar ni de que las vigilaban todo el tiempo. Por supuesto no sabía nada de las huelgas de hambre que hacían en la cárcel ni de que las obligaran a comer a la fuerza. Todo eso fue información nueva para mí. Desconocía que estas mujeres llegaran a tales extremos como poner bombas en iglesias y edificios, o quemar campos de golf como protesta.

¿Cómo se involucró en el filme?

Había visto la película anterior de Sarah Gavron, Brick Lane, y me había encantado. Por eso cuando me llegó el guión me senté a leerlo. Mientras lo hacía, buscaba en Google los hechos que se describían en la historia para ver qué había ocurrido en la realidad. Me sorprendió descubrir que todo seguía de manera bastante fiel cómo se dieron los acontecimientos. Luego nos encontramos con Sarah y nos pasamos un par de horas hablando. Mientras lo hacíamos, yo enviaba mensajes de texto a mi agente por debajo de la mesa diciéndole que quería aceptar el papel durante la reunión, algo que me tiene terminantemente prohibido, porque suelo adelantarme a las negociaciones. Pero ella me pareció tan inteligente y que sabía tanto sobre el tema, que no quería perder este proyecto, porque sabía que rodar esta película iba a ser como asistir a un curso universitario sobre feminismo y derechos de la mujer.

¿Fue así?

Sí. Tuvimos tres semanas de investigación y ensayos antes de comenzar a filmar. Nos dedicamos a leer los diarios de la cárcel de aquellas mujeres. Un hombre al que habían obligado a comer en la prisión de Guantámamo durante una huelga de hambre vino a contarnos su experiencia. Todos esos días compartidos nos ayudaron a que cuando las cámaras empezaron a funcionar, nos sintiéramos como un grupo muy unido.

¿Cuál fue su principal desafío?

Creo que el mayor desafío fue tratar de mantener la integridad del personaje, porque la transformación que vive a lo largo de la historia es enorme. Es una mujer muy convencional y para nada política. No es alguien que esté pensando cómo modificar el mundo en el que vive. Ella no tiene el menor interés en convertirse en un animal político ni en sumarse a un grupo radical. Teníamos que encontrar la forma de que esta transformación fuera creíble, que para el espectador fuera lógico que una mujer de clase trabajadora pudiera pasar de no tener interés en la política a convertirse en uno de los principales integrantes de este movimiento. Hubo muchas partes en el filme que fueron muy divertidas a la hora de interpretarlas y muchas otras que nunca había hecho, como correr para alejarme de un edificio que explota, luchar con los policías y ese tipo de cosas. Además, disfruté mucho a la hora de trabajar con un elenco casi completamente integrado por mujeres.

¿Cómo fue lo de compartir esa breve escena con Meryl Streep?

Fue un gran momento del rodaje, y lo curioso es que fue mi madre la que sugirió que fuese Meryl Streep la que hiciera ese papel. Yo fui una de las primeras en involucrarse en el proyecto, y cuando estaba hablando con mi madre sobre quién podía hacer ese personaje, ella fue la que me dijo que la opción obvia era Meryl Streep. Yo le dije que era imposible, que nunca la íbamos a poder conseguir, que jamás iba a decirle que sí a un papel tan pequeño. Pero hablé de todos modos con la directora y le sugerí que lo intentáramos. Eso hizo, y cuando Meryl respondió que sí fue algo asombroso. Ella siempre ha defendido los derechos de la mujer, y por eso se entusiasmó mucho con Sufragistas. Cuando filmamos su escena, fue impactante, porque teníamos allí a la actriz más laureada de nuestro tiempo asomándose en el balcón frente a todas estas mujeres, todas actrices que le admiraban. La forma en la que fue recibida por esta multitud fue similar a como en aquellos tiempos hubieran recibido a Emmeline Pankhurst, con total admiración y respeto.

Su personaje en la película nunca se rinde. ¿Se identificó con su historia personal?

Sí. Yo sólo tenía una idea de lo que quería hacer con mi vida y por eso nunca tuve un plan B. Pero creo que el viaje personal que experimenta mi personaje refleja lo que le pasaba a muchas mujeres en aquellos tiempos que lo perdieron todo en pos de un ideal. Es por eso que Abi Morgan, la guionista, quiso contar la historia desde el punto de vista de la clase trabajadora, porque ellas eran las que tenían más que perder. En cuanto a mí, la actuación fue lo único que me interesaba hacer. No sabía a qué otra cosa dedicarme y por eso fui extraordinariamente afortunada al conseguir trabajo muy pronto en mi carrera. No sé cuánto habría durado si no hubiese tenido ese golpe de suerte. No sé si hubiera seguido insistiendo durante mucho tiempo, porque creo que es una profesión increíblemente complicada, en la que para triunfar tienes que estar en el sitio correcto a la hora indicada.

¿Le resultó difícil lograr ser profesional?

Bastante. Cuando terminé la secundaria, me postulé en varias escuelas dramáticas y no me aceptaron en ninguna. Pero logré entrar en la universidad, y ya me disponía a iniciar otros estudios cuando me di cuenta de que esa no era la dirección que quería para mi vida. Si me dejaba llevar, me iba a pasar tres años haciendo algo que no me interesaba. Así que le envié una carta a Julian Fellowes, que escribió Gosford Park. Él había dado una charla en mi escuela cuando yo tenía 17 años y era el único actor que había conocido en mi vida. Le expliqué la situación. Él me respondió muy cordialmente y me invitó a cenar con un par de personas que le habían escrito cartas parecidas. Él y su esposa me presentaron a Maggie Lun, que es la encargada de contratar a los actores para muchas obras de teatro en Londres. A través de ella llegué al casting de Orgullo y prejuicio. Y así fue como comenzó todo.

Keira Knightley sigue siendo muy amiga suya...

Sí, nos conocimos cuando las dos teníamos 18 años, por lo que de alguna manera hemos crecido juntas en nuestro trabajo en el cine y tenemos muchos amigos en común. No hablamos de trabajo cuando estamos juntas y simplemente vamos a cenar. Creo que nos parecemos mucho. Tenemos un sentido del humor muy similar, y el hecho de habernos conocido en el rodaje de Orgullo y prejuicio, en donde casi todos teníamos menos de 25 años, ayudó a que todos los que trabajamos allí sigamos siendo buenos amigos.

¿Su obsesión por el teatro hace que disfrute aún más el éxito que vive en este momento?

Definitivamente. Siempre hay un momento en cada rodaje en el que me tengo que pellizcar porque no me creo que esté viviendo esto. Yo soñé toda mi vida con ser actriz y ahora lo puedo hacer. A pesar de que ya hace un tiempo que me dedico a esto, sigo viviéndolo como algo irreal. Y en este preciso momento me están dando los buenos papeles, aunque soy consciente de que nada es para siempre.

¿En Hollywood es más difícil llegar o mantenerse?

Creo que las dos cosas. Insisto, tengo plena conciencia de que todo en esta industria es muy transitorio. Uno puede estar recibiendo propuestas para los mejores papeles y al día siguiente nadie se acuerda de ti. Trato de aprovechar el momento, tomando los buenos papeles que me ofrecen: sé que en cualquier momento todo puede terminar.

¿Cuál diría que es la clave para no perder su lugar?

No tengo la menor idea. Creo que la suerte desempeña un papel muy importante en tu carrera. Hay una renovación permanente en esta industria, donde siempre aparece gente nueva que con la misma facilidad con la que se convierten en estrellas desaparecen. Mi impresión es que todo pasa por las elecciones que uno hace. Mientras uno esté orgulloso de su trabajo y pueda salir a promoverlo sin sentirse culpable, lo único que puede hacer es esperar que todo marche bien.

¿Para usted, qué es actuar?

Es lo que me hace feliz. Nada me pone mas contenta que estar trabajando, por lo que trato de rodar tanto como puedo. Probablemente me siento mas cómoda interpretando a alguien que siendo yo misma. Y si puedo trabajar en el teatro, ese es el sitio en el que mejor me siento. Me fascina estar tan concentrada en mi trabajo que no ­tengo que pensar en nada más que en lo que tengo que decir. Además, cada uno de los papeles que he hecho me ha permitido aprender sobre cosas que de otro modo jamás hubiera sabido.

¿Cómo se toma las comparaciones con Audrey Hepburn?

Obviamente es muy halagador, pero yo creo que es muy habitual que la gente busque comparar a las actrices cuando son jóvenes y les está yendo bien. Sé que lo han dicho de otras actrices después de mí, y también lo han dicho de otras antes, lo cual está muy bien. En cualquier caso, es una señal de que a la gente le gusta mi trabajo. De todos modos, como no quiero que ningún personaje se vuelva más importante para la audiencia que quien soy yo en la vida real, intento hacer papeles que sean tan diferentes como me sea posible. No quiero tener la misma imagen en todas las cosas que hago, como si yo fuera una marca. Mi objetivo es volverme irreconocible en cada nueva película en la que me involucro.

¿Le tienta la comedia?

Sí, pero me pone nerviosa, porque me parece algo verdaderamente difícil. Yo creo que los comediantes son muy inteligentes. Y también me parece que se requiere un talento diferente al que tenemos los actores dramáticos. Por lo tanto, me tienta, pero quiero hacerlo bien. Es como hacer Shakespeare, porque es algo que también me pondría nerviosa, ya que me parece que uno tiene que tener una capacidad especial para cualquiera de las dos cosas, y yo no sé si la tengo.

¿Recuerda qué hizo con el primer cheque que cobró?

Claro. Cuando tenía 16 años comencé a trabajar como camarera en un restaurante flotante, pero no me pagaban con cheque, sino en efectivo. Me lo gasté todo en comida basura en la escuela, por lo que la anécdota no es muy fascinante.

Ha cumplido este año los 30, ¿cómo se toma este nuevo período en su vida?

Me siento muy bien al respecto. Cuando era más joven, siempre me daban papeles de chica de 16 años porque los aparentaba, pero ahora ya represento mi edad, lo que me permite interpretar a mujeres adultas.

¿Cómo ha cambiado su vida a partir de la llegada de su bebé?

Es algo nuevo, la verdad, y por eso me es difícil explicar esos cambios. Por suerte, estoy trabajando con un equipo asombroso, en el que todas son madres, y eso siempre ayuda cuando eres la última en sumarse al grupo. Esta es una película sobre una madre trabajadora. Una de las cosas que más me entusiasmaron cuando me sumé al proyecto fue saber que iba a tener que encarnar a la madre de un niño pequeño. Me pareció una idea inteligente, hubiese sido más fácil que tuviese una hija, porque eso hubiese implicado que luchaba para dejarle un mundo mejor. Pero como tiene un hijo, queda claro que está luchando por toda la sociedad, y no sólo por ella misma.

¿Qué cosas heredó de su madre y de su abuela que le gustaría pasarle a su hija?

Mi madre y mi abuela siempre tuvieron un gran sentido de la generosidad, cómo compartir con los demás. Mi abuela era maestra, y toda su vida insistió en el valor de la educación. Era de un pueblo muy pequeño y aun así consiguió ir a la Universidad de Gales, algo que era muy inusual para las mujeres en los años cuarenta. Yo comparto su filosofía de que la educación te fortalece, y espero poder ­inculcar esa manera de pensar a hija...

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