"Me gusta el piropo de mejor peor villano”

Christoph Waltz

Christoph Waltz sacudió el mundo del cine con su encarnación del coronel nazi Hans Landa en 'Malditos bastardos', de Tarantino. Ahora, dos Oscar y varios éxitos más tarde, el actor vienés vuelve a la gran pantalla en un filme sobre Tarzán en el que no se anda por las ramas. Tampoco en esta entrevista.

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¿Quién es este señor del que apenas se sabía nada hace siete años y que desde entonces se ha convertido en un monumento actoral en Hollywood? ¿Quién es el hombre de rasgos duros y a la vez gesto cómico que ha logrado dos Oscar en sólo dos no­­mi­naciones? Irónico y amable, afable pero cauteloso con cada palabra que pronuncia, ­Chris­toph Waltz (Viena, 1956) no es una estrella, o al menos le gustaría no serlo. Su inquietante encarnación del coronel Hans Landa, el implacable y políglota nazi de Malditos bastardos (2009), le valió nada menos que veinte premios de primer orden (entre ellos el póquer de ases: Oscar, Globo de Oro, Bafta y Palma de Oro de Cannes). Su ascensión a los cielos fílmicos se confirmó con otro papel a medida, el del dentista de Django desencadenado (2012), también de Tarantino, que le supuso una segunda estatuilla. Ha trabajado para Roman Polanski y para Terry Gilliam. El año pasado le llegó la oportunidad que todo actor aguarda para catapultar su carrera, aunque a él ya le pilló en lo más alto: ­encarnar a Ernst Stavro Bloefeld, mítico enemigo de James Bond.

Ahora Waltz regresa a la gran pantalla y abandona el desierto para adentrarse en la jungla en una nueva aventura de Tarzán. No, el actor vienés no es el rey de los monos, sino su antagonista, y no, en esta entrevista con Magazine tampoco se anda por las ramas en sus declaraciones, aunque sí se desnude un poco: “Eligiendo papeles no soy quisquilloso, sino muy quisquilloso”, confiesa con tono serio y a la vez divertido.

“Tengo la sensación de que cada vez más los artistas pasan más tiempo describiendo su trabajo que ejecutándolo. Yo me aferro a la palabra ‘actuar’, más que al hecho de explicar lo que hago”

Su nueva aparición en la gran pantalla es una película sobre Tarzán (La leyenda de Tarzán). Teniendo en cuenta que no será el protagonista, esperemos que Léon Rom, su personaje, sea uno de sus villanos marca de la casa: inteligente, astuto y adorable.

Bueno, esa es una definición muy resultona, pero este nuevo personaje puede interpretarse de muchas maneras. No estoy muy seguro de cómo definirlo; en todo caso, lo que siempre intento es meterme en la piel del personaje, hacerlo lo más personal, individual y complejo posible. Desde el punto de vista del actor, si te definen mucho el papel, tú personalmente no tienes mucho margen para desarrollar tu trabajo, es contraproducente.

¿Cómo describiría entonces a su personaje?

¿Sabe qué? Que casi prefiero no describirlo. Eso es lo maravilloso de actuar, que no tengo que explicar lo que hago, sino que lo hago. Si describiera las características de mi personaje, acabaría interpretando siempre el mismo papel. Es difícil poner las palabras exactas a lo que es una actuación, y en todo caso es como socavar mi trabajo.

¿Es como preguntarle a un pintor qué significa su cuadro?

Sí, un poco sí. Tengo la sensación de que cada vez más los artistas pasan más tiempo describiendo su trabajo que ejecutándolo. Yo me aferro a la palabra actuar, más que al hecho de explicar lo que hago.

La película se inspira en uno de los libros de Edgard Rice Burroughs, pero es una adaptación libre.

Sí, no es la típica historia de las películas de los años treinta que todos conocemos. La historia empieza después de todo eso, en Londres, cuando Tarzán es un noble al que se conoce como lord Greystoke.

¿Le gustaban los cómics de Tarzán de pequeño?

No recuerdo haberlo leído, la verdad. Cuando era pequeño no era un gran lector de cómics, pero sí recuerdo la primera vez que vi una película, una de las de Johnny Weismuller.

A veces ha comentado que el rodaje de Spectre fue muy duro, especialmente las escenas del desierto, en las que el sol era abrasador. ¿En esta nueva película el rodaje fue un poco más agradecido?

¡Qué va!, en este caso el rodaje también fue extraordinario. Tuvimos que trabajar muy duro, pero al mismo tiempo fue divertido e inspirador para los actores, porque no hay escenas creadas por ordenador, es todo real. Es mucho mejor, te agota, pero es mucho mejor que simular que estás en medio de la selva cuando en realidad estás delante de una pantalla verde. No fue el caso.

“Puedes ser el mejor actor del mundo, pero necesitas que alguien te dé un empujón o no te acabarás de forjar ni progresar”

¿Se trata de esas películas en las que no hace falta ir al gimnasio porque te ponen en forma e incluso pierdes peso?

Sí, en este tipo de filmes siempre pierdes algún kilo. En los rodajes, si tienes muchas escenas, pierdes peso, y si tienes pocas apariciones y te aburres hasta morir, estás todo el día junto al catering comiendo y bebiendo. No es mi caso, soy muy disciplinado al respecto.

¿Cómo era el Christoph Waltz de antes de llegar a Hollywood, el que actuó en el Burgtheater de Viena, por ejemplo?

Antes de Viena, empecé en Zurich, hice películas, pero mi formación era teatral. Por entonces tenía 23 años, fui a Zurich porque había una baja para la obra Amadeus, la cubrí y me quedé afortunadamente atrapado en el oficio. Hubo gente que confió y creyó en mí, me dio muchas oportunidades. De hecho, necesitas que crean en ti al principio y también a lo largo de tu carrera. Puedes ser el mejor actor del mundo, pero incluso en ese caso necesitas que alguien te dé un empujón, si no nunca te acabarás de forjarte ni progresarás. Creces trabajando. De Zurich me fui a Alemania, Colonia, Frankfurt y de ahí al Burgtheather de Viena.

Como muchas familias que vivieron los últimos coletazos del hundimiento del imperio austrohúngaro, la de Waltz tiene una historia que contar. Sus bisabuelos ya se dedicaron al teatro. Muchas décadas antes que él, su abuela materna, Maria Mayen, triunfó en el fastuoso teatro vienés hasta el punto de convertirse en la primera actriz de cámara (un título honorífico) de la institución. Su abuelo materno, enterrado cerca de la casa del actor en California, fue Rudolf von Urban, psiquiatra que escribió un best-seller de autoayuda sexual (Perfección sexual y felicidad marital). La madre de Waltz, Elisabeth Urbancic, fue alumna de Fernand Léger y en los años setenta y ochenta fue una reputada escenógrafa de la industria fílmica austriaca y alemana.

Un amigo dice que usted es el mejor peor villano de Hollywood de todos los tiempos.

Oh, dígale que muchas gracias, me gusta el piropo, eso significa que llegas al público y eso ya es mucho, de hecho es de lo que se trata. No es que esté de acuerdo ni en desacuerdo con ese título de mejor peor villano, pero para su amigo el “de todos los tiempos” es sólo unos pocos años, me imagino. La suerte de las comparaciones en el cine es que es un arte que tiene poco más de cien años y se puede confrontar, en este caso, villanos de distintas épocas. No es como la literatura, que necesitarías diez vidas para leer sólo una parte, y eso para empezar.

Usted es conocido por mantenerse muy al margen de los elogios.

A ver, me gustan, como a todo el mundo, pero los pongo en perspectiva y tiendo a pensar que el elogio es más de quien lo da que de quien lo recibe. Pero me gustan, claro.

“El ansia de ego y las ganas de brillar muchas veces se le vuelven en contra a la gente, te explotan en la cara y raramente dan resultados”

¿Eligió el papel de malvado en la película de Tarzán por alguna razón especial?

Sí, trabajamos mucho en el personaje, que es una especie de burócrata, y conseguimos un perfil rico, una mezcla de características que parecían funcionar. En el cine tienes que conseguir ese equilibrio, el de los personajes con la historia, con la gente con la que colaboras, con el tiempo de que dispones para darle riqueza, que siempre es muy importante. No elegí este personaje por una cosa en concreto. Eso sí, si me pregunta si soy quisquilloso eligiendo personajes y películas, le diré que lo soy y mucho.

Habla de trabajo en equipo. De hecho, cuando agradece los muchos premios que ha recogido, invariablemente se refiere a sus compañeros. Todas las veces.

Yo creo que de eso se trata. Hay un dicho en el cine, creo que viene del teatro, pero no estoy muy seguro, que recuerda que “sólo puedes ser tan bueno como tu compañero”. Eso significa que tienes que conseguir que tus colegas brillen para que tú puedas lucir. Pero esto sirve para el cine y para todos los aspectos de la vida. Así es como debemos tratar a la gente, hacerles destacar sin que eso requiera un gran esfuerzo. Eso sí, el ansia de ego y las ganas de brillar muchas veces se te vuelven en contra, te explotan en la cara y normalmente nunca dan verdaderos resultados.

En alguna ocasión, Waltz ha comentado que en los años en que trabajaba en Austria, Alemania e Inglaterra tenía un éxito que acababa siendo intermitente y un reconocimiento más bien limitado. Todo cambió cuando Quentin Tarantino escribió un papel tan sofisticado y poliédrico (un nazi despiadado, que habla cuatro lenguas, elegante, paciente, cortés pero asesino hasta la médula y sin piedad alguna) que no se adecuaba a ningún actor. Tarantino declaró más tarde que de no haber encontrado a Waltz (que habla perfectamente alemán, inglés, francés e italiano), hubiera desestimado el proyecto de Malditos bastardos. A los pocos minutos del casting, el coronel ya tenía un actor de carne y hueso. De hecho, el único actor que ha recibido un Oscar por un papel en una película del iconoclasta director es Waltz. Leonardo DiCaprio, protagonista en Django desencadenado, recibió su estatuilla este año por The Revenant.

Con su trabajo, el coronel Hans Landa de Malditos bastardos se ha convertido en un personaje inmortal. ¿Es difícil deshacerse de un papel así teniendo en cuenta todos los premios que recibió por él a lo largo de muchos meses?

No, no es difícil y te cuesta librarte de él, diría que es incluso mejor, porque así has hecho el esfuerzo correcto. Justamente ayer le oí a alguien, un ejecutivo de Apple, decir que mejor que uno no respire su propio aliento, que hay que ser modesto, y eso se tiene que tener en la cabeza. Afortunadamente, si llevas un tiempo en el oficio, sabes qué significa todo eso.

¿Por qué mucha gente tiene la impresión de que sería un gran actor cómico?

Hummmm, no lo sé. Me encantaría, pero me lo tienen que ofrecer, no depende de mí. Creo que no hay tanta diferencia.

SEIS PERSONAJES PARA UN ACTOR

Malditos bastardos (2009)

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Un dios salvaje (2009)

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Django desencadenado (2012)

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The Zero Theorem (2013)

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Spectre (2015)

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La leyenda de Tarzán (2016)

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