"Aunque me fue mal, creo en el matrimonio"

Glenn Close

Una institución en Hollywood y una de las primeras actrices que saltaron a las series televisivas. Ha ganado dos Globos de Oro y tres Emmy, pero el Oscar la ha esquivado seis veces. Glenn Close vuelve a la gran pantalla sin preocuparle mucho si a la séptima irá la vencida.

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© Meta Film London Ltd

Ha sido nominada al Oscar en seis ocasiones y en cada uno de los casos se marchó a casa con las manos vacías. Curiosamente, le ha ido mucho mejor con la televisión, que le ha dejado dos Globos de Oro y tres Emmy, por lo que no es casual que su papel protagonista en La buena esposa de Björn Runge haya creado grandes expectativas. Allí encarna a la aparentemente sumisa cónyuge de un escritor (Jonathan Pryce) que acaba de ganar el Nobel, por lo que debe viajar con él a Estocolmo, donde las cosas tomarán otro color. ¿Será a la séptima cuando logre llevarse finalmente la estatuilla? A los 71 años, Glenn Close prefiere no hacerse ilusiones: “No creo en las cosas hasta que ocurren”, repite varias veces. Y aclara: “Esta es una profesión muy dura. Hay mucho rechazo, tienes que ser muy resistente y debes tener un motor muy especial que te lleve siempre hacia delante”. En cualquier caso, la hija de un matrimonio adinerado de Connecticut (Estados Unidos) no podría estar más orgullosa de la película, no sólo por su trabajo sino también porque Annie Starke, su hija de 30 años, interpreta al mismo personaje en su juventud en su primer papel importante para el cine.

“Si el matrimonio fuese un acuerdo imposible, lo habríamos dejado de hacer como sociedad, pero la esperanza continúa, y por eso la institución se mantiene”

La buena esposa es un examen muy interesante sobre un viejo matrimonio...

Así es. La verdad es que uno nunca sabe cuáles van a ser esos momentos en los que tu vida va a ir en una dirección o en otra. Hay un momento crucial en la película, cuando los dos son jóvenes y él le dice cómo podemos estar juntos si yo no tengo talento, y ella le responde que sabe cómo resolverlo, y le pregunta si quiere que lo haga. Y eso les lleva al momento en que les encontramos cuando comienza la historia, 40 años después. Joan es tan cómplice de ese acuerdo como Joe. Ella se ha prestado a entregar su mayor talento para que él sea el rostro público de sus creaciones. Y todo parece estar bien. Me parece que es algo de lo que no han vuelto a hablar, que es un territorio muy delicado porque tiene que ver con el ego de él y el talento de ella. Las cosas se han ido poniendo tensas, pero ella es alguien a quien no le gusta la confrontación, vive muy encerrada en sí misma, por lo que deja que las cosas pasen. Joan sabe que Joe flirtea con otras mujeres y lo acepta. El director, Björn Runge, suele decir que cuando son jóvenes saltan juntos de alegría por primera vez en la cama porque les estan publicando sus obras, pero 40 años después él dice que es él quien ganó el Nobel. Y eso refleja que ha empezado a creer que es algo que en realidad no es. Cuando ella se da cuenta de cuál es la trascendencia que su trabajo tiene para el mundo, es el golpe final.

¿Qué es lo que provoca la ruptura del matrimonio?

Han estado juntos cuatro décadas. Hay una grieta que se va ampliando cada vez más, hasta que llegan a un punto en el que ella siente que ya no puede seguir adelante. Creo que uno de los elementos mas importantes en la crisis es el hijo, porque puedes ver lo lastimado que está y el miedo que tiene. Esta mujer se da cuenta de que su esposo tiene miedo de que su hijo sea talentoso. Ella siempre se pregunta por qué es tan duro con él. Y como madre, siente mucha culpa por el contrato que tiene con su esposo, y de qué manera eso ha impactado en su hijo.

¿Qué clave tiene la prensa, de la mano del personaje de Christian Slater, en el desenlace?

Es fundamental. El de Christian es un personaje muy importante. Joan se da cuenta de que la verdad se tiene que dar a conocer y por eso primero que nada tiene que hablar con su familia. Ella no le va a dar algo así a alguien que lo único que busca es notoriedad. Lo tiene que hacer en sus propios términos, pero este hombre es un detonador para que ella se decida.

¿Le parece que el matrimonio sigue siendo relevante como institución?

Sí, claro. Me parece que es muy importante para los hijos. Creo firmemente en el matrimonio, aunque nunca me fue bien en ese terreno. Creo que es difícil sostener una relación por mucho tiempo, pero la gente se sigue casando. Si fuese un acuerdo imposible, lo habríamos dejado de hacer como sociedad, pero la esperanza continúa y por eso la institución se mantiene. Uno quiere volver a casa y que le estén esperando, tener a alguien en tu vida que te apoye, que te entienda y que te felicite. Y viceversa. Veo que los seres humanos son criaturas sociales y el matrimonio es una gran posibilidad de establecer una conexión con otra persona que puede durar toda una vida.

Esta no es la primera película sobre la historia de una mujer que le cede su talento a su ­pareja. ¿A qué lo atribuye?

En el caso de Joan es muy simple. Cuando es joven, una escritora muy talentosa le dice que no le van a publicar sólo porque es mujer. Eso le lleva a ­establecer esa relación tan particular en la que puede escribir regular­mente y que la gente la lea. Muchas veces las mujeres están dispuestas a lo que sea para hacer sentir bien a la pareja. Y creo que esa es también una de las razones que le llevan a actuar así.

“Durante mucho tiempo mi hija no quiso actuar. Siempre pensé que tenía un gran talento, pero creo que sintió el intenso escrutinio con que deben cargar los hijos de famosos”

¿Le parece que La buena esposa está a tono con lo que propone el movimiento #MeToo?

Sí, pero lo asombroso es que el guion de la película fue escrito 14 años atrás y el libro en el que se basa es aún anterior. El hecho de que una historia como esta, que viene de una época diferente, siga funcionando es una muestra del prejuicio que siempre ha existido en la industria sobre este tipo de relato.

¿En quién se inspiró para interpretar a este personaje?

La vida de Joan es similar a la de mi madre. Mi padre era un médico brillante, pero tenía un toque narcisista, y mi madre, que era una mujer extraordinaria, siempre se puso en segundo lugar. Al final de su vida todos la adorábamos, pero ella decía que sentía que no había logrado nada. La gente le decía que había criado a sus hijos. Pero yo creo que nunca se sintió satisfecha. Sentía una gran pasión por el arte, los ángulos y los números. Me da pena. Obviamente fue por su propia decisión, pero tenía que ver con su época. Mi madre no fue a la universidad, y sus hijos no pudimos hacer nada para ayudarla.

Si tuviera la oportunidad de que la nominaran a un premio Nobel, ¿qué categoría elegiría?

Neurociencia. Es que ese es el campo más estimulante en el que se está investigando hoy en día. Yo soy una convencida de que nuestra evolución como seres humanos será mental. No es que nos vaya a crecer otro dedo en los pies o en las manos. Y con todo lo que hoy está afectando a nuestros cerebros, me parece que la neurociencia es increíblemente importante.

En el filme, su personaje recibe una llamada en la que le avisan de que su esposo ha ganado el Nobel. ¿Cómo ha sido en su caso cuando le llamaron para decirle que estaba nominada al Oscar o al Globo de Oro?

Siempre es muy emocionante. Soy de esas personas que no creen que algo puede ocurrir hasta que ocurre, prefiero no tener expectativas. La ansiedad te puede hacer sentir muy mal. Recuerdo la primera vez que me nominaron, por El mundo según Garp, que viajé a Los Ángeles y estuve en un almuerzo con todos los nominados. Estaban todos nerviosos por saber si iban a ganar o no, y en cambio yo estaba más que feliz con que me hubieran elegido. Ser parte de ese grupo era increíblemente especial.

¿Qué consejo le dio a su hija sobre el mundo del cine?

Ella es una mujer inteligente que me ha observado mucho pero que es muy independiente. Se acaba de casar con un muchacho maravilloso. Han estado juntos 10 años y espero que puedan construir una gran historia juntos y que para lograrlo no tenga que renunciar a nada en esta profesión tan dura.

“Es curioso que la gente todavía hable de ‘Atracción fatal’ 30 años después. Me gustaría volver a contar la historia desde el punto de vista de ella”

Cuando supo que quería ser actriz, ¿estimuló su vocación?

La verdad es que durante mucho tiempo no quiso actuar. Yo siempre pensé que tenía un gran talento natural. Pero creo que sintió el intenso escrutinio que deben cargar los hijos de gente famosa y le costó darse cuenta de quiénes eran sus verdaderos amigos por más que tuviera una buena antena para detectar a aquellos que no lo eran. Ese es otro dilema con el que deben lidiar los hijos de los famosos. De todos modos, ella se dedicó a estudiar. Se graduó en historia del arte en la universidad y después tuvo una época muy difícil. Hasta que un día me vino a ver y me dijo que había estado tratando de evitarlo a toda costa, pero que se había dado cuenta de que siempre había soñado con actuar. Por eso cuando ella participó de la película fue maravilloso para mí verla en un papel en el que pudo mostrar todo el talento que tiene.

¿Qué fue lo que aprendió sobre ella al verla trabajar?

Que es una profesional. Nos tocó hacer pruebas de maquillaje y peinado al mismo tiempo. Yo la observaba y fue maravilloso ver cómo ella construía su personaje junto a Charlotte Heywood, que era la encargada del departamento. Pero cuando le tocó filmar, elegí irme de la ciudad. Estábamos rodando en Glasgow y yo me fui de paseo a las Highlands para que ni siquiera me viera en el plató. Era su momento de brillar. Por eso me quedé tan impresionada cuando vi sus escenas en la película.

¿Siendo su hija le dieron el papel inmediatamente?

No, en absoluto. Se lo tuvo que ganar. Hizo tres vídeos ­diferentes para Björn y luego almorzó ­durante dos horas con él. Yo le aclaré a él que pensaba ­mantenerme ajena a su decisión de ­contratarla o no. Estoy ­convencida de que si él hubiera sentido que ella no era la actriz adecuada no la hubiese ­escogido.

¿Su formación teatral le ha ayudado a trabajar en el cine?

Por supuesto. En el teatro no se puede ocultar nada. Todo pasa por tu representación. Por eso yo nunca haré un espectáculo unipersonal, porque si estás aburrida no hay nadie con quien hablar entre bambalinas. En el teatro es donde uno aprende el oficio. Aprendes a cuidarte y a comunicarte. Yo valoro mucho mis experiencias en los ­escenarios.

Alguna vez dijo que era muy introvertida. ¿Cómo hace para ponerse frente a una audiencia en un escenario?

He aprendido a no ser introvertida cuando lo necesito. No creo que sea la única que es así en esta profesión. Robin Williams podía ser muy callado y era ­introvertido cuando no estaba en modo showman. En mi caso, a mí me resulta mucho más fácil hacer algo enfrente de una ­audiencia que frente a un pequeño grupo. Jamás hubiera podido ponerme a cantar delante de mis padres. Vivo perdida en mis pensamientos. Muchas veces, cuando estoy sola en mi casa con Pip, mi perro, me doy cuenta de que hace tres horas que no le dirijo la palabra.

“Esta es una profesión muy dura. Hay mucho rechazo, tienes que ser muy resistente y debes tener un motor muy especial que te lleve siempre hacia delante”

Han pasado 30 años desde Atracción fatal. ¿Qué piensa cuando se ve en esa película?

Es curioso que tanto tiempo después la gente siga hablando de ella. A mí me gustaría volver a contar la historia desde su punto de vista. Porque la verdad es que el espectador nunca supo cuál era la mirada de Alex, ni las razones de su comportamiento. Y yo creo que hay una diferencia en cómo se entendía esa película entonces y cómo se puede ver hoy. Yo ahora tengo un conocimiento mucho más profundo sobre el tipo de abuso que puede haber generado un comportamiento como el de ella y que se podría haber mostrado si se contara la misma historia desde otra mirada. En la película, ella está considerada como la mala de la historia. Es uno de los grandes villanos del siglo XX, porque es una mujer fuera de control y que necesita terapia. Lo interesante sería contar la historia desde su punto de vista para que la audiencia pueda entender la razón de su comportamiento. Me parece que es una muy buena idea.

¿Está proponiendo un remake?

¿Por qué no? Siempre y cuando se trate de un giro de 180 grados, porque es muy fácil poner en el lugar del villano a alguien con cierto desequilibrio mental. Si no, el nazi o el talibán es alguien con una enfermedad mental, por lo que sería muy interesante contar la misma historia sin que ella fuese la mala.

Cuando grababa aquel filme, ¿la consideraba una villana?

Jamás, porque yo tengo que encontrar la forma de querer a mis personajes incondicionalmente para poder interpretarlas, porque si les juzgas te alejas, y en ese caso no vas a mostrarlas apropiadamente. Yo me enamoré de ella. Por eso no podía entender que las feministas me preguntaran cómo podía hacer un papel como ese.

¿Cómo fue lo de trabajar con Robin Williams en El mundo según Garp?

Asombroso. Fue la segunda película que hizo. El venía de hacer Mork y Mindy en televisión. George Roy Hill le ayudó mucho a desarrollarse como actor, porque tenía que decir unas líneas y se ponía a improvisar. Y George sabía cómo calmarlo. Era verdaderamente impresionante. Él estaba en mi primera escena, en mi primera película importante. Yo llevaba unas bolsas de supermercado, me dijeron que tenía que caminar hasta llegar a una marca, detenerme y caminar hasta la siguiente marca. El pánico se había apoderado de mi garganta, pero Robin estaba allí dándome aliento y apoyándome. Lo delirante es que, fuera de lo que captaba la cámara, estaba una multitud de gente que gritaba porque allí estaba Robin. Fue un gran amigo. No va a existir nunca otro Robin. Y la chica que hacía de su esposa también era una gran amiga. Yo había sido su suplente en mi primer trabajo en el teatro.

Fue una de las primeras actrices de cine que se atrevieron a probar suerte en la televisión. ¿Dudó mucho antes de decir que sí?

Absolutamente. Recuerdo que le envié el guion de Daños y perjuicios a mi querida amiga Annie Roth, que es una gran diseñadora de vestuario y además suele ser muy buena a la hora de evaluar material, para que me dijera lo que pensaba. Y ella me respondió que si no hacía la serie estaba loca. De todos modos lo dudé, porque después de participar en The Shield los papeles que me ofrecían eran realmente flojos. En aquel entonces es probable que pensaran que si estaba haciendo televisión era porque no podía conseguir trabajo en el cine. Lo cierto es que cuando firmé el contrato para encarnar a Patty Hewes sabía que estaba comprometiéndome a unos probables seis años de trabajo constante, pero estaba dispuesta a correr ese riesgo porque el guion del episodio piloto era maravilloso.

¿Le parece que algo ha cambiado en Hollywood en este último año?

Por supuesto. La última vez que estuve en Los Ángeles hablé con John Landgraf, que es el presidente de F/X, un gran amigo mío, y me contó que hoy en el estudio tienen una regla por la cual deben contratar a un 50% de mujeres. Creo que la persona que ha estado luchando por esto ha sido Ryan Murphy. John me contó que fue él quien les convenció de que tenían que llevarlo a cabo. Son los directores y los productores los que tienen el poder para contratar. Nuestra profesión está en sus manos. Nosotros simplemente tenemos que apoyarles y acompañarles en su lucha.

¿Siente que también hay una mayor apertura para hablar de las enfermedades mentales, un tema al que se ha dedicado en cuerpo y alma?

Claro que sí. Creo que se tiene que hablar de las enfermedad mentales como de cualquier otra dolencia crónica. En realidad, los que han sido muy valientes en mi familia son mi hermana Jessie y su hijo. Jessie tiene un desorden bipolar mientras que su hijo tiene un desorden esquizo-afectivo, y el hecho de que se atrevieran a hablar públi­camente del tema diez años atrás fue un gran acto de valentía. Yo simplemente les acompaño para presentarles. No hablar de estos temas hace que la gente que lo padece sienta vergüenza y miedo. El primer paso es aceptar tu problema y pedir ayuda. Al hablar del tema, es posible que una persona se atreva a contarle a alguien que necesita ayuda. Hay un estigma sobre el tema de las enfermedades mentales que tenemos que cambiar. Es fácil hablar del tema si se trata de tu vecino, pero si eres tú el que pasa por esa experiencia es mucho más difícil. Es una parte de la población que en EE.UU. está muy abandonada, y si hablamos del tema podemos lograr que se destinen los fondos necesarios para crear más lugares para que la gente que lo necesita reciba ayuda.

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