“¿Por qué España siempre pierde el tren?”

Ian Gibson

La figura de García Lorca ya forma parte del ADN de Ian Gibson, historiador que desde hace más de medio siglo investiga el asesinato del poeta y ausculta a un país que, según él, no progresará si no hace justicia con los cien mil fusilados, aún en cunetas, por el franquismo.

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Cuando se emociona o se enfada durante la larga conversación, el hispanista Ian Gibson (Dublín, 1939) da tres golpes cortos y secos sobre la mesa del comedor de su casa, repleta de todos los libros que ha revisado para actualizar una de sus grandes obras. En 1971, Gibson sorprendió al mundo con El asesinato de García Lorca, prohibido en España y premiado al año siguiente en Francia, donde explicaba el vía crucis del poeta antes de ser asesinado en la envenenada Granada de 1936.

Entonces lo publicó Ruedo Ibérico. Ahora, Ediciones B salta al ídem con la versión definitiva, aparecida esta misma semana. Se trata de una investigación que duró años y que acabó de inocular en Gibson su pasión por España y su admiración inacabable por la figura del poeta de cuyo nacimiento se conmemoran ahora los 120 años. Nacionalizado español desde 1984, el hispanista, muy crítico con el actual Gobierno del PP, se ha convertido en una de las voces más tenaces que reclaman la búsqueda y el entierro digno de los restos de cien mil republicanos (incluido Lorca) fusilados durante la Guerra Civil y la posguerra. Lúcido y combativo, jocoso e ilustrado (es decir, dublinés hasta la médu­la), Gibson quiere tanto a España que le duele, como a Unamuno: “Es el país que se dedica a destejer lo que ha tejido”.

“El tema de los restos me duele profundamente, también que el país no esté haciendo los deberes para con sus fusilados; es atroz, la gran asignatura pendiente”

¿Ha tenido que leer todos estos libros para revisar el suyo?

El libro salió en el año 1971 en la mítica editorial Ruedo Ibérico, es el que fue censurado. Tiene casi 50 años, y me di cuenta de que no podía morirme, que no es que quiera morirme ¿eh?, sin revisar el libro a fondo. Salieron otras ediciones, pero el trabajo necesitaba una revisión a fondo. ¿Si me pregunta qué hay de nuevo? He introducido cambios, muchos. El libro de Eduardo Molina Fajardo no había salido. Él era un director de un diario franquista, Patria se llamaba, que pudo hablar con todos los falangistas, yo en cambio era el guiri que llegaba y que no tenía acceso a los archivos de la Falange. Él iba con grabadora (yo también, pero la mía, oculta…). Lo que he tenido que hacer es releer todo esto (señala todos los libros que tiene sobre la mesa…). Agustín Penón, José Luis Vila-Sanjuán... Estoy contento del libro, porque ya no volveré a tocar este tema.

Por eso dice que no volverá a molestar a la archivera de la casa natal de Federico.

Se llama Inma, es una mujer muy importante en mi vida, me conoce mejor que yo, me ha enviado los libros. Mi biblioteca se la vendí a Fuente Vaqueros hace años, eran 4.000 libros, pero puede consultarse. Llaman de todas partes, desde Tokio, desde la Luna, del cosmos, porque Lorca es cósmico (ríe).

Se cumplen 120 años del nacimiento de García Lorca y 100 de su primer libro, Impresiones y paisajes. ¿Usted habría imaginado que en el 2018 Federico sería aún nuestro Mozart, el genio cuyos restos siguen en paradero desconocido?

El tema de los restos a mí me duele profundamente, igual que me duele profundamente este país que no está haciendo los deberes para con sus fusilados. Es realmente atroz, me parece la asignatura pendiente más importante que tiene este país. Y me permito ir diciendo esto porque, a diferencia de otros hispanistas, vivo aquí, pago mis impuestos aquí y no tengo nada en Andorra.

Tiene la nacionalidad desde 1984.

Sí, tengo la nacionalidad. Todo eso me da una libertad para decir lo que pienso: me hace sufrir que Franco todavía esté en el Valle de los Caídos, que haya cien mil fusilados en las cunetas todavía, que el PP siga diciendo que eso es remover odio. Todas estas cosas asquerosas, estas insidias y calumnias me tienen medio muerto. Un país que no afronta su pasado es inútil. Cómo se puede avanzar con toda esa gente en las cunetas y con Federico García Lorca, el desaparecido más célebre y llorado del mundo.

¿Que no se busque a esos fusilados le da más angustia o más energía para seguir trabajando?

Ambas cosas. Vivo la angustia, porque me siento muy identificado con él, con la temática de su obra. Yo sufro porque me siento muy español también, yo soy irlandés, lo sé. Creo que los irlandeses somos españoles extraviados. Me identifico como ser humano, como su biógrafo. Mi obligación es seguir denunciando la actitud del PP… El PSOE, cuando pudo hacerlo, teniendo una mayoría astronómica, tampoco lo hizo. Todo eso me pone triste.

¿En qué momento están las excavaciones?

Creo que los restos están muy cerca de donde los buscaron. Buscaron mal o no prepararon bien el estudio previo…

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O no hicieron caso al que sabía.

¿Lo dice por mí? (suspiro, pausa) Yo podría haber sugerido algo… pero no me consultaron, y esto también duele porque son de tu propio bando. Usaron mis libros, pero yo sabía más.

Al principio del libro muestra cómo es Federico, político pero no partidista, antifascista pero no marxista… ¿qué manifiestos firmaría ahora, qué hashtags estaría retuiteando hoy en día?

No sé si estaría en Twitter (risas). Estaría pendiente de la cultura, su obra es revolucionaria, quiere cambiar el mundo a través de su obra, pero sin carnets políticos. Habla de las mujeres que no pueden vivir su vida, los gais que no pueden vivir su vida, estar con los que sufren, con los perseguidos, los moriscos, los expulsados. Nos diría que hay que crear la España culta, multilingüe. Su cristianismo es eso: amar al prójimo no es fácil, pero ser un poco su amigo, sí. Hay un fondo cristiano muy importante en Lorca, él no aguanta el Dios de la Biblia, pero sí está con Jesucristo.

Feminismo, reconocimiento del movimiento LGBTI, las lenguas, el concepto de España... todo sigue muy actual.

Me acuerdo de unas palabras de Isabel Coixet que hablaban de ser bilingüe, de que era algo así como la gloria. Yo lo hubiera dado todo por serlo. Catalán, gallego, son lenguas latinas… el euskera es otra cosa. Lorca hablaría de eso: “La cultura es lo que cuenta”. ¿Por qué España tiene siempre que perder el tren? Es patético. Por cierto, si hablamos de trenes, el AVE se hizo entre todos y no se dice. Al español le cuesta elogiar al otro cuando hace algo bien. Lorca, desde el más allá, pensaría en la gran España culta. Me imagino eso, sí. Creo que estaría conmigo por un proyecto de querer una futura república federal ibérica, Portugal incluida, como también la quería José Saramago… pero yo no la voy a ver...

“Larra decía que España se dedica a destejer lo tejido, a no acordar lo básico, como un pacto por la educación que dure 50 años”

…El pintor Joan Genovés también ha expresado en estas páginas ese deseo. Uno lee el libro y, aunque no quiera, ve hilos invisibles que unen 1936 con el 2018. Salvando todas las distancias infinitas, entre los dos periodos hay un sinfín de paralelismos. ¿España sigue siendo tan ­cainita?

Es muy difícil que haya un cambio tan profundo porque eso precisa de siglos. Aquí nadie se pone de acuerdo sobre nada. La asignatura de Ciudadanía era absolutamente necesaria, pero vienen los otros y la quitan. Mariano José de Larra, escritor al que admiro mucho, decía que España es la nueva Penélope de Ulises, que se dedica a destejer lo que ha tejido. Esa tendencia a no ponerse de acuerdo en lo esencial sigue. Necesitamos un pacto por la Educación que dure 50 años. Cada vez que veo a alguien prometiendo un cargo con el crucifijo, digo “Dios, cuándo vamos a poder ver esto, políticos prometiendo que van a ser buenos, pero sin el crucifijo delante”.

¿Si no se resuelven las heridas de la Guerra Civil, ese cainismo prevalecerá?

Exacto. El Estado tiene que afrontar el asunto de los fusilados que siguen en las cunetas, que es dolorosísimo, pero lo tiene que hacer el Estado, no dejarlo en manos de las asociaciones. Lo que dice Mariano Rajoy de no haberse gastado ni un duro en memoria histórica me parece bochornoso, lo que más. No querer saber nada de este tema… Pero nadie quiere reabrir el odio o la venganza, es una cuestión de justicia. El único sitio donde el PP lo ha hecho bien es en Málaga, que tiene a Paco de la Torre, de ese partido, de alcalde. Yo estuve en el monumento a los fusilados de Málaga en el cementerio de San Rafael, y habló de que hay que tratar con dignidad y justicia a los muertos y a sus familias. Esto sería facilísimo, podría hacerse de la noche a la mañana.

Está la frase de Rafael Hernando de que “algunos se han acordado de su padre cuando había subvenciones para ­encontrarlo”.

Sí, esto es casi lo peor. Es terrible, ¿cómo puede vivir habiendo dicho algo así?

¿Tal vez fuera una pose?

Puede haber algo de eso, porque a veces parece agradable. Me costaría mucho trabajo darle la mano antes de decirle algo. La gente sólo quiere saber dónde están los huesos de su abuelo. Los seres humanos buscan a sus muertos porque les quieren dar un entierro decente. (Los nacionales) lo hicieron a lo largo de 40 años, además de forma metódica. Y negar al otro el mismo derecho me parece terrible. Es un pecado. Si Hernando tuviera un abuelo en una fosa común, seguro que estaría a favor de buscarlo. No sé cómo España va a ser un gran país si no resuelve esto.

Volviendo a García Lorca, ¿hay algún santo grial documental que desvelaría muchos aspectos de su vida y obra que sigue sin conocerse?

Seguro que hay. Pienso mucho en la correspondencia con Salvador Dalí, porque Dalí siempre dijo que guardaba las cartas de Federico, pero no la tenemos. Sólo unos trozos. Sí tenemos las de Dalí a Lorca, que son fantásticas, pero no las otras. ¿Fueron robadas en Port Lligat cuando murió Gala? Yo creo que sí. Tal vez en París… ¿Las tendría (el secretario de Dalí) Robert Descharnes y se le olvidaría devolverlas? Sería encontrar la tumba de Tutankamón. Alguien dirá que exagero, pero estamos hablando de dos genios. Tener la correspondencia amorosa, amistosa, entre ellos sería maravilloso. Pero faltan otras cartas perdidas. Las de Lorca al (periodista y crítico) Rafael Martínez Nadal, en las que desde Nueva York le escribía de sus relaciones con negros, de sus juergas en Harlem. ¿Por qué no las tenemos? Porque Martínez Nadal dijo que las iba a destruir porque eran demasiado íntimas. La viuda, que vive todavía en Londres, ¿las tiene o no? Siempre se ha silenciado el aspecto homosexual de Lorca. Su hermano, catedrático, publicó un libro sobre él y no cita la homosexualidad en ningún momento. ¿Cómo es posible?

“Mi obligación es seguir denunciando la actitud del PP. El único sitio donde lo ha hecho bien es en Málaga: su alcalde habló de tratar con justicia a los muertos y sus familias. Esto se podría hacer de la noche a la mañana”

¿La Granada más reaccionaria hubiera perdonado a Federico si no hubiera sido homosexual?

Desde luego se habrían llevado mucho mejor con su memoria. Al macho granadino le ofende, o le ofendía, el factor gay de Lorca. Estoy convencido de que a García Lorca no lo mataron limpiamente. Yo me he pasado noches bebiendo con ellos y sé cómo son. Bebiendo con fachas para ver si el guiri que no entendía la mitad, es decir yo, les entresacaba algo.

¿Lo suyo con Federico es pasión, obsesión, devoción, obligación hasta que la muerte los reúna? Perdón, eh…

(Risas) Sí, sí, sí. Es inevitable. Mis otras biografías, Dalí, Machado, Buñuel… sí, muy bien. Me interesan mucho. Pero mi relación con Federico es hasta la muerte y espero que un poco más allá. Ya he revisado todo lo revisable. Cierro una etapa con este libro. Pero la obra la llevo dentro y cada día encuentro un matiz nuevo. ¿Existo sin Lorca? No sé. Baudelaire es importante en mi vida, Flaubert, Proust… pero Lorca es lo más grande.

¿Qué sería de la historia de España sin los Preston, Payne, Jackson, Thomas, Gibson?

El hispanismo es muy importante. Estos son muy conocidos, pero hay decenas, miles de ellos. España y su cultura fascinan alrededor del mundo. Están en Japón, Edimburgo, Dublín… lo cual debería ser un orgullo. También hay gente estudiando aspectos de Italia y el Renacimiento, de la cultura francesa. El caso español es más vasto, con todo lo que no se sabe todavía… Qué amnesia. Los españoles son mestizos, y eso no se dice, no se disfruta. Algunos hablan de las esencias, qué coño las esencias.

Llevamos semanas hablando en España de censura, de merma de la libertad de expresión, libros retirados... En su momento, el hecho de que se prohibiera el suyo, que ha revisado ahora, ayudó a su éxito.

Ayudó mucho que le dieran el premio Internacional de la Prensa en Niza en 1972. Eso sí, porque a mí no me conocía nadie. El premio lo daban nueve diarios progresistas de Europa. La gente colaba el libro en España, lo compraban en Foyle’s, la librería de Londres.

Después de este parto, ¿qué hará a partir de ahora?

Volver a la ficción. También necesito tomarme un descanso y leer. Tengo muchos amigos escritores y poetas… a John Banville. Es paisano mío y me da vergüenza no haber leído todas sus obras. Muñoz Molina, Juan Marsé… Ahora sí, quiero leer, leer y leer…

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