"Vivimos en una distopía; hay que despertar"

James Cameron

El director de los dos filmes más taquilleros de la historia dirige, produce, prepara cuatro Avatar más y ya piensa en otra trilogía de Terminator. Crítico y lúcido, enemigo de muros y de la violencia del mundo real, James Cameron reflexiona e indaga sobre el futuro del cine, la tecnología y la humanidad.

Vertical

Años atrás se le solía ver a menudo en las trincheras de Hollywood, como productor, director y guionista, pero el éxito extraordinario que ha tenido en su carrera, que incluye las dos películas más taquilleras de la historia, Avatar y Titanic, ha hecho que ya no necesite mostrarse tanto. Por eso, encontrarle al final de la proyección de Alita: ángel de combate, en una de las salas más modernas de Los Ángeles es una verdadera sorpresa. Sobre todo porque James Cameron no insiste en hablar sobre el filme que soñó durante dos décadas y que finalmente entregó a su amigo Robert Rodríguez para que lo dirigiera, ya que se encuentra entregado en cuerpo y alma a concretar cuatro secuelas de Avatar al mismo tiempo, la primera de las cuales llegará a los cines en diciembre del año próximo. En cambio, este canadiense de 64 años que ha sido descrito como científico y cineasta a partes iguales cuenta lo que puede sobre la mayor apuesta en la historia de la industria del cine (presupuesto de unos 900 millones de euros), pero también se deja llevar por otros temas que le fascinan, como la lucha entre el gran espectáculo y el streaming, el futuro del cine, de la tecnología... y el del mundo.

En la universidad se dedicó a las ciencias...

Si, estudié Astronomía y Física.

¿Cómo un científico alimenta al realizador cinematográfico y viceversa?

Para mí es lo mismo. Cuando fui a la universidad, lo hice porque quería tratar de entender el universo y de dónde viene la materia. Para mí valía tanto la cosmología como la astronomía. Hay gente que busca respuestas en la religión, yo las busco en la ciencia, pero todo surge de la curiosidad. Tenía esa curiosidad de niño, me fascinaba la biología y me encantaba la ciencia ficción. Muchos de los primeros escritores de ciencia ficción venían del mundo de la ciencia. Muchos científicos se sintieron inspirados por ella. Creo que hay un gran intercambio entre la literatura, las ideas y la búsqueda para tratar de comprender el mundo en el que vivimos.

¿Por eso le atrae tanto la ciencia ficción?

Claro. Es un amor que viene de muy lejos. A mí me encanta la ciencia ficción desde niño. No se cuál es la razón. Es pura imaginación visual. Las películas que a mí me fascinaban cuando era pequeño siempre transcurrían en el espacio, o tenían un robot, eran pura fantasía o tenían los muñecos de Ray Harryhausen. Nunca me cansaba de mirarlas y leía vorazmente. Mi pasión gira en torno a la ciencia ficción. Es fascinante. Por eso en este momento estoy trabajando en las películas de Avatar y en una nueva Terminator, con la que si nos va bien, tenemos previsto hacer otra trilogía.

¿En qué punto se encuentra el rodaje de Avatar 2, 3, 4 y 5?

Hemos hecho toda la captura de movimiento para Avatar 2 y 3, como usted la llama, y también parte de la cuarta, y en mayo vamos a comenzar a rodar la acción en vivo en Nueva Zelanda, lo que va a durar unos cuatro meses. Esa es una parte pequeña del proceso de realización de estas películas, pero hay personajes de carne y hueso que aparecen en muchas de las escenas realizadas. Vamos a filmar a los actores de carne y hueso con las mejores cámaras de 3D del mundo, por lo que todo lo que se verá será espectacular.

No es habitual que un estudio dé luz verde para un proyecto tan ambicioso...

De vez en cuando me pellizco al ver que me gano la vida haciendo esto. Pero también sé que es lo que voy a estar haciendo en cinco años. Todavía voy a estar trabajando en las películas de Avatar. Es un mundo muy completo y muy rico. He podido trabajar con los mejores artistas de diseño y los mejores animadores del mundo. En ese sentido, todo es un gran placer. Pero de vez en cuando me tengo que recordar a mí mismo que lo es, porque los días de trabajo son muy largos, lo cual es válido para cualquier película. Con todo, creo que es una decisión curiosa la de un artista que se queda en el mismo universo. George Lucas tomó la misma decisión. Voy a seguir produciendo otras cosas, pero como director estoy concentrado en eso.

“No lo digo en términos peyorativos, pero el sistema de valores en la industria del entretenimiento se está inclinando hacia Netflix, Amazon y Hulu. Tal vez sea un dinosaurio, pero para mí es muy importante mantener viva la experiencia del cine”

¿Está tratando de revolucionar el cine?

Simplemente intento que tengamos mejores experiencias, porque al cine inevitablemente se lo van a comer la inmediatez del streaming y la disponiblidad inmediata del contenido en la que se están embarcando muchos directores. No lo digo en términos peyorativos, pero el sistema de valores en la industria del entretenimiento se está inclinando hacia Netflix, Amazon y Hulu. Tal vez sea un dinosaurio, pero para mí es muy importante mantener viva la experiencia del cine, que es algo completamente diferente. Cuando yo miro algo en un servicio de streaming, tengo el control. Puedo poner la pausa, salir del cuarto e ir a pedir pizza, lo que sea.

En cambio en el cine no.

El cine tiene el control sobre ti, se apodera de tu realidad. Y eso produce un impacto mayor. Para el tipo de películas que quiero ver y las que quiero hacer, me parece que es importante que exista un contrato con la experiencia que vas a tener. Lo llamo un contrato porque me comprometo a entregarle dos horas de mi vida a alguien que va a estar a cargo de ellas. El contrato del streaming es distinto: allí me siento, busco algo que me interese, adelanto lo que me aburre. Creo que hay que apostarlo todo a la experiencia en los cines. Nuestro desafío como creadores de cine es subir cada vez más la apuesta.

Daría la sensación de que está tratando de integrar lo real con lo digital. Final fantasy fue la primera película que intentó mezclar las dos cosas...

Y no funcionó. No nos creímos lo que proponía porque no era ni una cosa ni la otra. Lo cierto es que Avatar nunca hubiese recaudado tanto dinero si la audiencia no hubiera creído en esos personajes. Cuando hicimos esa película, yo sentí que habíamos resuelto el problema de mezclar ambos mundos, y eso ocurrió diez años atrás. Creo que lo más difícil es recrear en forma digital a personajes humanos, porque en Avatar los personajes no lo eran. Se trataba de extraterrestres. Y por eso hay quien dice que en aquella película los personajes digitales funcionaron porque no eran humanos. Pero yo creo que el impacto emocional es el impacto emocional. Esos personajes fueron interpretados por humanos y tenían suficientes elementos humanos en sus ­rostros.

¿Cómo imagina el futuro del cine?

Yo no tengo la bola de cristal. No sé qué es lo que nos depara el futuro. El cine tal como lo conocemos se puede terminar, porque tal vez sólo les importe ver las películas en una sala a unos pocos fanáticos, o en diez años puede seguir estando tan vital como lo es hoy. Se ha hablado de la muerte del cine desde que yo empecé a hacer películas en los ochenta. Primero iba a ser por culpa de la tele, luego el VHS, el Blu-ray. Cada nueva cosa que llegaba anunciaba el final, y sin embargo, el año pasado fue uno de los mejores en cuanto a taquilla.

¿Hubo una película que le cambió la vida?

2001: una odisea del espacio. Cuando la vi, fue cuando decidí pasar de ser fan a practicante. Quería saber cómo la habían hecho, particularmente los efectos visuales, que me parecían maravillosos. Empecé a armar modelos, me conseguí una cámara y aprendí a hacer animación stop motion. Eso me llevó, poco a poco, a empezar una carrera en el cine como artista de efectos visuales.

Muchas de sus películas hablan del futuro. ¿Dónde estaremos en 50 o 100 años como especie?

Es una pregunta muy interesante. En Alita no hablamos de inteligencia artificial. Todos estos ciborgs tienen vidas humanas, cerebros humanos orgánicos dentro de un cuerpo que es una máquina. Yo creo que algo de eso nos depara el futuro. Vamos a ver prótesis que van a ser mucho mas sofisticadas. Creo que van a encontrar la forma de transmitirle órdenes del cerebro o de la espina dorsal a un cuerpo protésico, dándole a la gente que está paralizada, como un paraplejico o un tetrapléjico, la posibilidad de volver a moverse normalmente.

En todo caso, los avances no paran.

Hemos visto que esa movilidad puede llegar a ser muy sofisticada. Han creado a un guepardo que corre a 50 kilómetros por hora y han fabricado robots que pueden subir escalones, correr, meterse en la nieve. La compañía Boston Dynamics está haciendo cosas increíbles en robótica, cosas que te dejan boquiabierto. Por eso no creo que haga falta tener mucha imaginación para predecir que aquellos que han sufrido accidentes y han perdido el control de su cuerpo van a poder recuperarlo con estas innovaciones. La pregunta es qué ocurrirá cuando la gente quiera aprovecharlas simplemente porque puede.

Mejorar su cuerpo sano.

Exacto, o mejorarlo incluso por razones científicas. Alguien que quiera caminar por la Luna por ejemplo, o por Júpiter, que está lleno de radiación y por eso no puede haber vida. Con un cuerpo mecánico esas cosas serían posibles. Yo creo que un tema mucho más importante es de la inteligencia artificial, que ya existe, y la amenaza potencial de que surja una superinteligencia artificial.

¿Una superinteligencia artificial?

Personalmente, creo que es algo que ya ha ocurrido. El mundo ya no tiene sentido en este momento a menos que uno asuma que hay alguien en algún lugar controlándolo todo para su diversión, porque nada de lo que está ocurriendo tiene lógica. Esa es mi perspectiva paranoica. En 50 años, es casi una certeza que va a existir una inteligencia artificial igual a la de los humanos, algo que podría aparecer de aquí a diez años. Nos estamos fusionando con nuestros teléfonos, tabletas y ordenadores. Vivimos de manera distinta a como lo hacíamos diez o veinte años atrás. Y vamos a seguir cambiando a medida que lo hagan nuestras máquinas.

“Nuestra evolución tecnológica tiende a que cada vez seamos menos felices a medida que avanzamos. ¿Adónde nos dirigimos? Para eso hacemos ciencia ficción, para que podamos especular con esas ideas y plantearnos si son buenas o malas”

¿Cree que esta fusión con la tecnología es parte del progreso y la evolución, o es el principio de nuestra autodestrucción?

Creo que podría haber hecho la misma pregunta durante la revolución industrial. ¿Será algo bueno o malo para nosotros? Los seres humanos vivieron vidas relativamente felices en este planeta durante un par de cientos de miles de años en nuestro actual estado fisiológico. Vivían en equilibrio, eran saludables, tenían buenas dentaduras aunque la tasa de mortalidad era muy alta porque no tenían la medicina actual. Pero nuestra evolución tecnológica tiende a que cada vez seamos menos felices a medida que avanzamos. ¿Adónde nos dirigimos? Para eso hacemos ciencia ficción, para que podamos especular con esas ideas y plantearnos si son buenas o malas.

Los adelantos suelen tener varias caras.

En efecto, cada avance tecnológico ha tenido un aspecto negativo. La energía nuclear supuestamente nos iba a dar la capacidad ilimitada de construir y de proveer energía para la agricultura, y para alimentar al mundo. Y por supuesto, lo primero que hicimos con ella fue destruir dos ciudades en Japón. Entonces construimos reactores para uso militar, y finamente le dimos la vuelta para crear energía de uso civil. La relación que tenemos con la tecnología no es sencilla, siempre ha sido así. Los consumidores quieren mejor tecnología y con ese criterio nos estamos metiendo en la conejera.

Y está el debate sobre la privacidad.

El Gran Hermano sabe qué haces todo el tiempo. Podríamos darle las llaves del ­reino a un Estado totalitario tecnológico sólo por el deseo de resultados eficaces y de poder pedir una pizza o un Uber y obtenerlo de inmediato. Ahora estamos yendo en la direc­ción opuesta, construyendo muros y ponién­donos agresivos. Cuanto más sigamos esa corriente, apoyándola con tecnología, más nos alejamos del bien común. Me gustan las distopías, sirven para hacer buenas pelí­culas, pero es horrible vivir en ellas, ­tenemos que despertar. Somos muy inteligentes a la hora de crear tecnología, pero no al usarla.

¿Es cierto que va a seguir haciendo exploraciones submarinas?

Por supuesto, pero he de aclarar varios malentendidos. Por un lado la gente cree que ya he batido todos los récords. Bajé en el Challenger a las trincheras más profundas y compartí un récord por haber llegado a lo más profundo. Pero hay otra gente que quiere volverlo a intentar. Otro malentendido es que yo hice esa exploración para ser un mejor director de cine de ciencia ficción. Es ridículo. Yo hago las películas para poder pagar las exploraciones, no al revés. Si quieres ver las criaturas más asombrosas del planeta, que pueden ser la inspiración para miles de seres extraterrestres increíbles, todo lo que tienes que hacer es sumergirte cinco metros en un arrecife de coral.

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