"Las cosas se pondrán aún más feas en Europa antes de mejorar"

Jane Teller

Sus polémicos escritos sobre la vieja Europa han dejado huella. Escritora y activista social, la danesa Janne Teller aporta una luz nueva sobre la crisis de los refugiados con Guerra, un libro que, paradójicamente, escribió hace 15 años.

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Janne Teller (1964) no forma parte del hit parade de la intelectualidad europea y, sin embargo, su nombre y su influencia como escritora y activista han dejado huella, especialmente con una campaña de apoyo a Edward Snowden, quien denunció la política de escuchas masivas de Estados Unidos, y con dos libros impactantes. Uno, titulado Nada, cuenta la experiencia de un adolescente que concluye que la vida no tiene sentido. Sus compañeros le intentarán hacer entender que se equivoca. La novela causó tal revuelo que incluso fue censurada en Dinamarca, su país, y Noruega, faros de la democracia moderna.

El otro libro se llama Guerra y es un pequeño cuaderno que aborda el tema de los refugiados, pero cambiando papeles. Esta vez, los europeos son los que tienen que huir de las bombas, buscar refugio en el pacífico Oriente Medio afrontando una vida de penalidades y desarraigo. Los libros en castellano los publica Seix Barral y en catalán la editorial Comanegra. Magazine conversó con Teller, durante una visita a Bilbao, sobre el impacto de su obra y el futuro de Europa.

“La guerra siempre está cerca, aunque parezca que esté lejos y que los refugiados son los otros. Hay que pensar que lo de Siria nos podría pasar a nosotros”

Guerra se publicó en el 2001, pero es tan actual que parece escrito hace unas semanas.

Es extraño, pero es así. Nunca escribí Guerra como una predicción, sino porque era un texto necesario en un momento en el que el gobierno danés no era la habitual coalición de centro sino una de conservadores y extrema derecha. Desde entonces el país cambió y el gobierno expresó su rechazo a los extranjeros. Todo se puso muy feo. La última ley que habla de requisar objetos de valor y dinero a los recién llegados es la última gota de un vaso lleno de leyes horrendas.

¿Qué sucedió?

Los refugiados se convirtieron de un día para otro en gente odiada, de tercera categoría. Fue una reacción política muy provocada. Pensé que escribir otra historia sobre iraquíes refugiados no tendría el impacto deseado, porque los protagonistas siempre son otra gente. Así que decidí que los refugiados fueran los propios daneses.

En la versión de aquí, España está en guerra con Francia e Italia…

La versión danesa se centraba en unos países escandinavos que son lo más parecido a la ex Yugoslavia en guerra, los noruegos contra los suecos, una familia danesa haciendo las maletas… Apareció como un reportaje largo, nunca pensé que sería un libro.

En realidad tiene el formato y los dibujos de un pasaporte.

Sí, y es una idea que se ha conservado en todas las ediciones.

Si se sigue publicando es buena y mala señal, ¿no cree?

Sí es muy paradójico para mí. Estoy encantada de que se lea y de que tenga su impacto en la sociedad, pero a la vez me siento mal por que vivamos en un mundo en el que este texto se necesita cada vez más.

En el sur de Europa aún persiste la idea de una Escandinavia perfecta, como la Suecia de Olof Palme en los ochenta.

Todo ha cambiado, pero aun así Suecia está mucho mejor que Dinamarca. Han acogido a miles de refugiados. Es extraño, porque el libro se vende muy bien, pero preferiría vivir en un mundo en el que mis libros no se leyeran, que no se necesitaran. Creo que, por desgracia, todavía falta mucho tiempo para eso.

“Los europeos también hemos sido refugiados, pero cuando la vida de uno es confortable, es muy humano no querer pensar que tu familia también tuvo que emigrar en el pasado”

En Guerra, el refugiado es español y huye a Egipto, pero si se mira al pasado, es lo que sucedió hace 70 años, la gente emigró a Argentina, México, Francia y ahora a Londres a trabajar de de lo que sea por culpa de la crisis.

Hablé con un mujer que se puso a llorar cuando me contaba que había abandonado España hacia Francia tras la Guerra Civil. Le habían robado todo lo que tenía… Es estremecedor que una historia de hace 15 años en Dinamarca pudiera tocarle tanto la fibra y conectara con sus vivencias. Para la generación de españoles más viejos ser un refugiado no es tan extraordinario. Sí lo es para los jóvenes.

La guerra, geográficamente, no está nunca muy lejos.

Sí, aunque parezca que esté lejos y que los refugiados son los otros. Hay que pensar: “Esto de Siria me podría pasar a mí”.

En Escandinavia también guerrearon hasta hace poco.

Ya lo creo. Noruega y Finlandia fueron colonias de Dinamarca durante cientos de años y los daneses no fueron lo que se dice muy amables. Noruega sólo fue independiente en 1905. Parece que esté muy lejano y no.

¿Cómo busca los detalles para cada versión?

Lo que siempre hago es intentar huir de conflictos más o menos recientes que sí han sucedido o están todavía sin resolver. No quiero que el tema de discusión sea ese. Por ejemplo, cuando hice la versión alemana me cuidé mucho de dibujarla con un dictador que recordara a la Segunda Guerra Mundial. De hecho, en la versión alemana, el país abandona la Unión Europea.

¿Por qué cree que queremos olvidar que una vez fuimos nosotros los refugiados?

Creo que, cuando tu vida es muy confortable, es muy humano no querer pensar que en tu familia también hubo emigrantes. Porque el confort ya no lo es tanto. La mayoría de los europeos están cómodos y seguros. Sé que para países como Grecia o España, la situación de los últimos años no lo ha sido tanto, con la crisis económica, así que la situación que planteo es más imaginable: tienes que irte a otro país a buscar trabajo. La gente que está cómoda tiene miedo a perder ese confort.

Y creen que el refugiado se la quitará.

Algunos pueden decir que esta gente viene de fuera, con otra cultura, hábitos, costumbres, me pueden quitar el trabajo. Bueno, puedes entenderlo, pero lo que veo en muchas ocasiones es casi una agresión que llega de gente de las capas altas de la sociedad, que no pueden estar amenazados. Es como si no quisieran que nadie les recordara cómo es vivir sin comodidades. Es alucinante que se ponga en cuestión a una gente no puede vivir en sus ciudades aunque sobrevivan a las bombas. Habla­mos de familias normales que lo arriesgan todo por sus hijos, incluida la vida, y que pagan lo que sea a estos contrabandistas estúpidos que les cruzan a través del Mediterráneo hacia un destino incierto en Europa.

“Yo prefiero ver la UE como un éxito inmenso, aunque es verdad que en la gestión de los refugiados no ha estado a la altura. A veces ser proeuropeo no es sexy”

La xenofobia es rampante en todo el continente.

Hay países en los que no hablamos del 2% que se declara racista, sino del 25% de la población en algunos casos. Los partidos de extrema derecha utilizan al refugiado como chivo expiatorio de problemas que su sociedad padece por otros motivos.

¿Cómo se corrige?

El gran desafío de las sociedades europeas hoy en día es el apetito voraz por el dinero. Desde que cayó el Muro ya no hay ese equilibrio con el comunismo. Desde ese momento, se abre una especie de caja de Pandora que se ha cargado todos los esquemas y sólo ha dejado uno: el de de sacar tajada.

Y la crisis ha ahondado esas disparidades.

Hoy en día hay más esclavos que en la era de la esclavitud: 32 millones de personas, según las estimaciones. En talleres de confección, en industrias pesqueras... Tenemos que recuperar el discurso de la convivencia y no dejarlo a los ultras. ¿Cuánta gente que hoy acude a manifestaciones de extrema derecha estará avergonzada de ello en 20 años? Tenemos una obligación de luchar e impedir que gane esa retórica del “nos lo quitan todo”.

¿Por qué cree que la Unión Europea (UE) está actuando de manera tan pobre con el tema de los refugiados?

De entrada yo prefiero ver la UE como un éxito inmenso. Hasta muy recientemente teníamos una Europa sin fronteras. Estudias en un país y te reconocen el título en el otro. Puedes cobrar tu pensión donde quieras… ¡funcionan tantas cosas! Si los padres fundadores vieran lo que se ha conseguido…

De acuerdo, pero ahora mismo está paralizada.

Necesitamos una visión de futuro para los próximos 50 o 60 años. Por supuesto, Europa no ha estado a la altura, lo que sucede es que muchos políticos en su país saben que ganan poder yendo contra la UE y los extranjeros, los refugiados. A veces, ser proeuropeo no es sexy. La gente cree que no habría que manifestarse en la calle a favor de Europa, yo sí. Nuestros grandes desafíos comunes ya no se pueden solventar país por país. Ni el cambio climático, ni el de los refugiados. Yo espero una revolución de jóvenes para una nueva Europa del futuro, que no sea tecnocrática, ni adoradora del capitalismo.

Optar por Turquía como patio trasero fue una solución fácil pero...

En ese sentido tiene toda la razón. No hemos estado finos resolviendo toda esta problemática y tampoco creo que la solución de refugiar a los refugiados en Turquía sea buena.

La opción turca se puede volver en contra de Europa.

Ya se está volviendo en contra y lo estamos viendo. Hace 20 años, cuando el mundo estaba más calmado, el debate en Europa era si Turquía debía entrar o no. Aquella Turquía era diferente, se estaba modernizando, los turcos querían ser europeos y elpaís se estaba democratizando. Aquel hubiera sido el momento de acogerlos.

Ahora…

Ahora no puede ser, creo que los turcos vieron que Europa no les quería en su club privado de tenis. Ahora ellos han creado el suyo, que no es de tenis sino de squash, con lo que pueden golpear la pelota más fuerte, es decir, aplicar las políticas que les interesan.

¿A pesar de todo es optimista?

Sí, pero no optimista inocente. Las cosas se pondrán aún más feas en Europa antes de mejorar. Con las últimas sacudidas, tenemos la oportunidad de acometer grandes cambios, el poder que tiene el individuo para echar abajo gobiernos, como en las primaveras árabes.

Usted lideró una campaña de apoyo a Edward Snowden y de denuncia de las escuchas masivas. ¿Estamos ahora más protegidos?

Sí y no. La gente es mucho más consciente de lo que sucede y ese era uno de los objetivos de la campaña. Los secretos que revela Snowden son de una magnitud increíble. EE.UU. ha intentado vilipendiarlo, pero Snowden está limpio, también su pasado, no ha intentado sobornar a nadie ni ganar dinero ni incrimina a nadie.

¿Qué se ha conseguido?

Que la UE regule más estrictamente sobre escuchas y vigilancia cibernética, que es una gran victoria, y que Naciones Unidas haya establecido que entre las normas de privacidad se incluya la que puede verse afectada por espionaje digital. Creo que eso es muy significativo.

Aunque puedan seguir espiándonos...

En este momento, no me da tanto miedo la vigilancia de los gobiernos, que ha sido más o menos regulada, como la vigilancia privada, la de compañías telefónicas, proveedoras de servicios..., estas sí que tienen acceso a todo lo que hacemos y no estamos hablando de una compañía abstracta. Tienen acceso, pueden intervenir en el correo electrónico, son cosas que no me invento: Snowden demostró que se hacen.

Y no hace falta que seas un experto.

Qué va, por 100 euros alguien te hackea una cuenta de correo de un ordenador concreto, se mete en la cámara del ordenador. Es muy fácil, es alucinante, pero es así. La privacidad se ha esfumado. Lo que antes afectaba sólo a muy poca gente famosa, ahora nos afecta a todos todo el tiempo.

Usted llama a este fenómeno “Pequeño Hermano”.

Sí, es el poder de los nuevos medios y da verdadero miedo. Eso es algo que me preocupa sobremanera. Los gadgets que vemos en las antiguas películas de James Bond ahora están al alcance de cualquiera. Empezando por el móvil, claro. Pueden saber dónde estás, incluso saber qué has escrito aunque lo hayas acabado borrando. Ya sabemos que las grandes compañías de internet trabajan con los servicios secretos, desde Facebook hasta Yahoo o AT&T, que dan información sobre sus suscriptores. Hoy en día el espiado puede ser un terrorista, pero mañana pueden vigilar a un activista del medio ambiente o aquellos que luchan contra grandes corporaciones. Hasta yo me he puesto a escribir más a mano ciertas cosas en vez de dejarlas en el ordenador.

ACTIVISMO INTELECTUAL

En el 2013, poco después de las revelaciones de Edward Snowden sobre la vigilancia masiva de EE.UU., siete activistas (entre ellos Janne Teller) organizaron una campaña en su defensa. Lograron la adhesión de más de 500 intelectuales y premios Nobel (algunos ya han fallecido y otros aún no lo eran). En la lista de firmantes aparecían, por ejemplo, Svetlana Alexeievich, Günther Grass, Umberto Eco, Margaret Atwood, Elfriede Jelinek, Mircea Cartarescu, Henning Mankel, Thomas Tranströmer, John Berger y Nick Cave.

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