"Es un regalo ir al rodaje y que me hagan caso"

Jaume Collet-Serra

Su éxito en Hollywood ha permitido a Jaume Collet-Serra convertirse en productor de películas de nuevos talentos, como es el caso de 'Extinction'. Ha sido el primer director de cine español capaz de colocar algunas de sus películas entre las más taquilleras de Estados Unidos.

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El primer director de cine nacido en este país que ha conseguido llegar al número uno de la taquilla estadounidense con una de sus películas es hombre de energía controlada, hablar pausado y ojeras incorporadas, seguramente agrandadas por las cosas del jet lag. Jaume Collet-Serra nació en el pueblo barcelonés de Sant Iscle de Vallalta hace 41 años, pero desde los 18 reside en Estados Unidos, lugar al que se trasladó con la ilusión de hacer películas como las que disfrutaba en los cines de pequeño, con inglés justito y grandes dotes para la supervivencia. Fogueado en lo comercial, entre la publicidad y los videoclips, que realizó para Britney Spears o Enrique Iglesias, no duda en afirmar que aprendió el oficio de cineasta trabajando y no en las escuelas –“porque, en comparación, las españolas son mejores”–. Ha firmado apenas un puñado de películas, tres de las cuales han tenido a Liam Neeson como cabecera de cartel, y ha contribuido a convertir al actor irlandés en uno de los más comerciales del momento. Tres thrillers –Sin identidad, Non Stop y Una noche para sobrevivir–, a los que se unen dos títulos de terror de bajo presupuesto que le sirvieron como tarjeta de presentación en Hollywood. Dentro de este género presenta Extinction, una escalofriante cinta ambientada en un mundo postapocalíptico, plagado de zombies, que ha producido a través de su empresa, Ombra, radicada aquí, y que sirve para dar la alternativa al director Miguel Ángel Vivas. Repite jugada, puesto que hace un par de años ofreció idéntica oportunidad a Jorge Dorado, que, gracias a Mindscape, fue candidato al Goya como director novel.

“El gran cambio se producirá en el cine español cuando la creación y el sentido de la industria vayan de la mano”

“España es el escenario perfecto para trabajar, por el clima. En Hollywood estarían encantados de venir aquí y dejarse un dineral para producir películas de gran presupuesto”

¿La idea es ponérselo algo más fácil a los que vienen detrás?

Así es. Hay mucho talento en el ámbito de la creación cinematográfica que necesita oportunidades, y las cosas están lo suficientemente difíciles como para mirar para otro lado.

Ahora mismo, debido a las cifras de desempleo juvenil en España, hay jóvenes muy preparados que se ven obligados a buscarse la vida en otros países. ¿Se siente, en cierto modo, pionero?

Si los jóvenes no quieren abandonar su lugar de origen y lo hacen forzados por culpa de la situación económica, es terrible. Pero no fue mi caso. Yo quería marcharme; quería ir a Los Ángeles para estudiar y hacer películas allí, no porque los problemas económicos en España me obligaran a ello. Creo que lo importante de este fenómeno, que habrá que observar con atención, es qué ocurrirá cuando las cosas mejoren en el país y los que se marcharon tengan que decidir si vuelven o no. Ahí, es donde se va a ver el impacto, porque si esas personas, a través de su esfuerzo, consiguen abrirse camino fuera y deciden regresar y traer su experiencia en diversos campos al país, podría resultar muy positivo. En mi caso, yo sabía que no iba a regresar.

Aun habiéndolo elegido, ¿le fue difícil encajar allí?

Fácil nunca es. Me fui muy joven y hablaba el idioma a un nivel muy básico, para atender en la escuela y para manejarte en la vida, pero aprendes mucho y muy rápido cuando estás en esa situación y no tienes otra opción. Lo primero, a vivir en otro país, que ya es importante. Para entrar en la industria del cine americano tuve que trabajar duro, pero también tuve suerte. Creo que el estar en el lugar adecuado en el momento oportuno y tener la preparación precisa y la resistencia moral para aguantar todas las dificultades que conlleva ese proceso han tenido mucho que ver.

¿Cómo fueron los primeros pasos?

Empecé a hacer anuncios y vídeos musicales justo en la mejor época para la publicidad en Estados Unidos. Cuando había grandes presupuestos, mucha libertad creativa y mucha felicidad económica y general. Me lo curré a conciencia, y me sirvió para prepararme muy bien técnicamente. Fuimos muchos los que comenzamos entonces a hacer cine porque la industria se dio cuenta de que éramos realizadores jóvenes, pero con mucha experiencia y muy baratos, porque no teníamos una trayectoria detrás. Yo entré en ese grupo, y eso fue más suerte que otra cosa, pero cada uno tiene su camino, y hay varias formas de llegar. Lo importante es que se conozca el trabajo y se valore.

¿Es complicado ser director de cine?

En absoluto. Una vez estás ahí, es como conducir un buen coche. Tiras del volante apenas y todo va por donde tú quieres.

Como productor y responsable de una empresa instalada en España, ¿cómo ve la situación del cine de aquí, desde allí?

Este ha sido de los mejores años del cine en España y eso hay que celebrarlo, pero sin perder de vista que no lo ponen fácil para conseguir ese éxito. Lo del IVA, que parecía que iba a durar mucho menos, ha supuesto un tremendo paso atrás. Lo que puedo decir es que el talento que hay en España es increíble desde todos los puntos de vista. He rodado aquí; conozco bien a los equipos y, desde la óptica de un director joven que trabaja con gente también joven, creo que el gran cambio se producirá cuando la creación y el sentido de la industria vayan de la mano. Hay que encontrar fórmulas para que se filmen aquí tantas producciones como sea posible. España es el escenario perfecto para trabajar, por el clima, pero también por los excelentes profesionales. En Hollywood estarían encantados de venir aquí y dejarse un dineral en producir películas de gran presupuesto. Eso ha servido en otros lugares para que se cree una infraestructura que luego se utiliza para publicidad o se pone al servicio de series y películas locales. No le viene mal a nadie. En Londres, por ejemplo, en estos últimos meses se ha rodado una decena de películas de gran presupuesto. Y las condiciones atmosféricas no son para nada las mismas.

¿Y la cuestión política y social, cómo se aprecia desde fuera?

No me sorprende especialmente. Hay aires de cambio importantes, y creo que las personas van a tener la posibilidad de decidir su futuro. Especialmente en el caso de Catalunya. Cada cual deberá sopesar lo que desea o cómo quiere que sean las cosas y tomar decisiones. Es importante que se permita que sea la gente quien marque el camino, y no tanto los políticos. Pero he de decir que, más allá de esto, no sigo los pormenores al detalle. Me interesa, pero la distancia está ahí.

“Ir al cine supone mucho más que ver una película. Es una experiencia con sus propias reglas. Reúne a la familia, sirve para quedar con una chica, forma parte del ocio fuera del hogar”

“Lo atractivo, o creativo, de hacer una serie es que te permite controlar una temporada completa. Es como si rodaras una película, pero en el triple del tiempo de lo habitual”

¿Le preocupa el futuro del cine, frente al poder de la televisión?

Soy optimista. Cada cambio genera nuevas etapas, con diferentes oportunidades. El cambio es ley de vida y hay que acostumbrarse a convivir con él sin miedo. El cine se va a adaptar a lo que haya de venir, como ha hecho siempre, y tendrá que acoplarse a los nuevos gustos del público. Ahora estamos haciendo películas de héroes y de adolescentes no muy diferentes de aquellas con las que yo crecí, como Los goonies o Indiana Jones. No se va a acabar porque “ir al cine” supone mucho más que ver una película. Es una experiencia con sus propias reglas. Reúne a la familia, sirve para quedar con una chica que te gusta; forma parte del ocio habitual fuera del hogar. No vamos a estar siempre metidos en casa viendo la televisión. Pero las películas serán diferentes.

¿Puro espectáculo?

Probablemente. Las grandes historias centradas en personajes puede que queden más cerca del territorio televisivo, donde disponemos de tantas horas como capítulos para poder explorarlas. Y seguramente se ofrecerán todas las entregas a la vez para que no haya que esperar a la semana que viene a ver cómo continúa la intriga que nos ha interesado. Hay muchas historias que contar todavía, muchos derechos de libros que conseguir. Y ahora nadie dice que no a un buen proyecto de una miniserie de seis horas, por ejemplo. Hay compradores: hay seis estudios y veinte canales para ello en Estados Unidos. Cuanta más demanda hay, más oportunidades para hacer cosas. El cine deberá volver a ser un gran espectáculo, con efectos especiales cada vez más sofisticados y perfectos. Cada película ha de ser “lo nunca visto”.

¿Considera que la televisión es un aliado o un competidor?

Es un aliado. Estamos la misma gente tanto en un medio como en el otro. Los mismos actores, directores y guionistas. Si se filma como si fuera cine, no hay diferencia. Cada vez menos se busca un director de renombre para hacer el piloto y que luego se desentienda del resto de la narración, pero todavía se hace en muchos casos. No me parece interesante. Lo atractivo o lo creativo de hacer una serie, más allá de lo financiero, es que te permite controlar una temporada completa; es como si rodaras una película, pero en el triple de tiempo de lo habitual. Además, suelen ser historias que no necesitan grandes efectos. Cargan su peso sobre la escritura y la actuación.

Muchos grandes actores, casi olvidados por la gran pantalla, están encontrando un refugio a la altura de su talento…

Y de su leyenda. Son redescubiertos por las nuevas generaciones y se reencuentran con los que les han seguido en su carrera a lo largo de los años. Y luego, en muchos casos, vuelven a encontrar su lugar perdido en la gran pantalla. Ya no existe esa diferencia absurda que distinguía a las estrellas de cine de las de televisión. Es mucho más fácil convencer a un gran nombre para que haga televisión teniendo en cuenta que una serie la van a ver muchas más personas de las que han visto todas sus películas juntas.

¿Con qué tipo de actores le gusta trabajar?

Sería obvio decir que con aquellos que son profesionales y talentosos, pero no es una tontería. Liam Neeson llega con parte del trabajo hecho, por ejemplo. Sabe cómo es la historia que se quiere contar y prepara su labor en función de esto. Aparte de que nos llevamos muy bien personalmente, me entiendo perfectamente, en general, con este tipo de intérpretes que no necesitan que les diga cómo deben sentirse. El director debe enfocarse en cómo contar lo escrito dando forma a las aportaciones de todos.

¿Les deja espacio una vez iniciado el rodaje?

Los actores siempre tienen preguntas que hacer y sugerencias que plantear. Las preguntas tienes que estar en disposición de contestarlas y respetar las sugerencias, vayas a aceptarlas o no. Hay que tener respeto mutuo. Pero el actor profesional sabe que está ahí para dar al director lo que necesita, aunque piense que está equivocado; tiene que tener confianza en que al final elegirá lo correcto y que, además, queda el proceso de montaje para poder pulir más aún el producto.

De quejas de estrellas que confiaron en quienes les dirigían y se llevaron sorpresas nada gratas están llenas las páginas de la historia del cine…

Eso no me ha ocurrido todavía. He tenido la fortuna de trabajar con actores muy sólidos.

¿Cómo debería de ser esa película que firmaría como la gran obra de su carrera como cineasta?

Se han producido algunos procesos extraños en este sentido. Creo que las películas me eligen a mí; yo no elijo a las películas. Llega un proyecto y lucho por hacerlo bien, por contar bien la historia, y entro en ese desarrollo de tremendo estrés que ya conozco hasta que, como sé hacer mi trabajo, el filme está terminado y puedo respirar.

¿No se ve a sí mismo como un creador?

Pero en otro sentido, quizá. Estoy muy abierto al mundo para poder observar y absorber cuanto hay en mi entorno y canalizarlo hacia mi profesión. No desde la óptica del que quiere mostrar lo que piensa del mundo que le ha tocado vivir sino para discernir entre todos los estímulos aquellos que me parecen verdaderos o falsos, creíbles o no. Para poder hablarle al público tienes que tener miles de ojos y oídos. Tienes que estar vivo.

Tiene usted fama de perfeccionista…

No hay ninguna razón para que en el cine de acción o de terror no se cuiden los detalles.

“Liam Neeson llega con parte del trabajo hecho. Sabe cómo es la historia que quieres contar y se prepara en función de eso. Además, nos llevamos bien personalmente”

“Me gustan las películas que sé de qué van. Aquellas en la que sé qué quiero hacer. Y veo que son cada vez más ambiciosas en el desarrollo de las tramas y los personajes”

¿Son sus géneros preferidos?

No, aunque lo parezca. A mí me gustan las películas que sé de qué van. Aquellas en las que sé qué quiero hacer. Y veo que cada vez son más ambiciosas. No desde un punto de vista técnico ni presupuestario. Me refiero al desarrollo de las tramas y de los personajes. He hecho dos películas con Liam que me limitaban mucho en el campo de la exploración del personaje. En Sin identidad era un tipo que se pegaba un golpe en la cabeza y, aunque él se acuerda de todo, los demás no saben quién es él. No da para mucho. En Non Stop tiene que impedir que estalle una bomba que hay dentro del avión en el que viaja; no dejaba espacio para hablar de la historia personal. Menos mal que en Una noche para sobrevivir nos sacamos la espinita y pudimos bucear en la historia de un padre y un hijo desencontrados desde la infancia de este que, sin embargo, acaba pagando los pecados de su padre. En esta, la historia está muy por delante de la acción. Se descubren el uno al otro, entre tiros y persecuciones. Es un territorio muy rico para trabajar.

¿Se imaginaba que tendría que andar iluminando estos recovecos del ser humano cuando de chaval soñaba con ser director de cine?

De una manera amorfa. No sabes cómo se va a materializar ese sueño. Para mí es un regalo llegar al rodaje cada día y que alguien me haga caso. Que si digo que quiero tirar un coche por ahí o que vamos a hacer estallar tal o cual cosa haya alguien apuntándolo para ponerlo en marcha. Es curioso, pero ando tan liado que no miro mucho hacia atrás; no evalúo cómo he llegado hasta aquí. Sí hay un par de momentos de los que soy más consciente y que dan perspectiva a mi vida. El que mejor recuerdo sucedió cuando estaba rodando un anuncio en los estudios Universal, justo delante del decorado de Regreso al futuro, que es una película que ha marcado a los de mi generación y que, probablemente, ha hecho que mucha gente se interese por el cine. Teníamos que hacer que nevara, cambiamos las fachadas para que pareciera otro sitio y, de repente, casi sin pensarlo, me di cuenta de que, en ese instante, estaba cumpliendo un sueño.

¿Qué importancia tiene para usted el éxito?

Estoy muy contento de haber llegado adonde estoy. Eso para mí es el éxito y es algo que va mucho más allá de la repercusión económica que hayan tenido las películas que he dirigido o producido. Unas han ido mejor que otras. Unas han tenido pre­supuestos bajísimos y han resultado muy rentables. Un gran presupuesto no necesariamente da la felicidad. Eso supone muchísima presión y tener pegados a ti a los responsables del estudio durante todo un año. Tener, por ejemplo, tres unidades rodando cada una por su lado y como, obviamente, no puedes estar en tres sitios a la vez, es un trabajo que no estás controlando. Eso tal vez sea el sinónimo del éxito en Hollywood, pero desde luego no es la forma ideal de trabajar. No nos engañemos: a los directores nos gusta dominarlo todo, hasta una hoja de un árbol que cae porque le toca, en el momento en que dices “¡Acción!”.

Algunas de las películas de Jaume Collet-Serra rodadas en Hollywood

Isabelle Fuhrman

en La huérfana (2009)

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Liam Neeson en

Sin identidad (2011)

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Julianne Moore en

Non Stop (Sin escalas), del 2014

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Liam Neeson en

Una noche para sobrevivir, estrenada este mismo año

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