"A mí ya no me adoctrina ni Dios"

José Luis Cuerda

Maestro de cineastas, el productor, guionista y director, José Luis Cuerda (Albacete,1947) regresa a la gran pantalla con ‘Tiempo después’. Una fábula política que el autor de ‘Amanece que no es poco’ envuelve en su peculiar ironía, que también triunfa en Twitter.

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Tiene Cuerda ese aire de viejo profesor que tan bien interpretó para él Fernando Fernán Gómez en La lengua de las mariposas. Un filme que junto con Los girasoles ciegos, le pusieron dos Goya en la vitrina como mejor guionista. Tiene otros dos como productor de Tesis y Los otros, que impulsaron la carrera de Amenábar “hasta la estratosfera, y algo más allá”, explica conmovido, hablando de los éxitos del director que descubrió y que es para él como un hijo. Como aquel maestro –ha ejercido como tal y es considerado así para cineastas de varias generaciones–, ha hecho de la disconformidad territorio y de la rebeldía defensa. Se dan a conocer ambas en el cara a cara, pero, sobre todo en las afiladas comedias de su filmografía; algunas con la aureola de leyenda de Amanece que no es poco. El ingenio que muestra en ellas está en la génesis del fenómeno que ha convertido en estrella de las redes sociales a este albaceteño del 47. Un cineasta que confiesa ser de pocas risas –“aunque puestos a ello, que sean inteligentes”– y se encomienda a John Ford cada vez que estrena película. En la comedia que ahora llega a los cines, titulada Tiempo después, tras una temporada de vaivenes personales y de salud, la acción se sitúa en la España de un futuro inconcreto en el que los poderosos viven en una reluciente torre hecha a su medida y los parados en unas chabolas cercanas en las que todo ha de faltar. Lo que hace inevitable el choque de mundos y la mejor de las batallas: la dialéctica.

¿Cómo cree que le ha salido?

Parecerá una desfachatez, pero objetivamente creo que he hecho una gran película, lo que no sirve de mucho porque nunca me he dado cuenta cuando no ha sido así. El no hacer algo bien no entra en mis planes, por tanto no es un criterio que sepa concretar. Para decirme si he hecho algo mal ya están los demás. Ese tiempo que me ahorro, que es un bien muy escaso. Pero recibir los elogios de Alejandro (Amenábar), de Manuel Vicent o de Gonzalo Suárez me emociona. Últimamente me pasa mucho; me paso el día llorando. Creo que me he convertido en un emotivo enfermizo.

“Los que tienen la sartén por el mango, los de los dineros, se ríen de nosotros, nos dan cogotazos, lo ponen todo patas arriba y encima quieren que finjamos que nos parece bien”

Lo que está claro es que no le gusta mucho cómo está esto organizado…

Nada en absoluto. Los que tienen la sartén por el mango, los de los dineros, se ríen de nosotros, nos dan cogotazos de vez en cuando, lo ponen todo patas arriba y encima quieren que finjamos que nos parece bien. Y eso es ya una coña marinera.

¿Cómo debería ser el mundo según José Luis Cuerda?

De entrada, habría que respetarlo un poquito. No podemos estar agrediéndolo continuamente. Nos estamos cargando las normas elementales de conservación de la naturaleza. Pero vamos, en general, deberíamos de dejar de hacer el tonto, que ya está bien. No me extiendo más porque no quiero resultar ni ingenuo ni presuntuoso y porque no me suelo hacer ideas generales sobre el mundo, la vida y la sociedad que no vayan a ser de aplicación inmediata. ¿Esos numeritos que tiene en el papel para qué son?

Traigo las preguntas ordenadas para que la conversación vaya un poco hilada y luego me salto la numeración según lo que usted conteste.

Ya. El orden que se puede volver caos. Es interesante. Pues así parecen estar todas las cosas. Lo que está claro es que esto puede empeorar –lo que sería tremendo– o mejorar, pero no puede continuar así porque como está no satisface a nadie.

“El milmillonario es el animal más tonto de la creación. No se entiende por qué quiere acumular todo ese dinero que no va a poder gastar, pues al final resulta que se muere uno”

¿Ni al que está forrándose?

El milmillonario es el animal más tonto de la creación porque no se entiende por qué quiere acumular todo ese dinero que no va a poder gastar cuando al final se muere uno, que es algo que suele pasar, y no valen para nada los millones que tengas en el banco. No les sirvieron las riquezas ni a los faraones, que luego llegó un inglés, les entró en la pirámide, los dejó expoliados y se llevó lo que tenían a su país. Barriendo para casa.

A los pobres de su filme los adoctrinan por la megafonía del campamento para que acepten su (poca) suerte. ¿Y al ciudadano en el mundo real?

Pues probablemente ese mensaje llega por muchas vías, desde la tradición a determinados medios de comunicación, de las tertulias… Pero lo que está claro es que aquí se adoctrina al que se deja. Conmigo, por ejemplo, no pueden. A mí no me adoctrina ni Dios a estas alturas.

¿Ni cuando militó en el PCE?

Bueno, era mucho más joven y duré cinco minutos. También estuve en un seminario. He estado muy a tiro en muchas ocasiones y me he librado. Debe de ser que no soy tonto o que tengo un sexto sentido para esas cosas y en cuanto las veo venir salgo huyendo en dirección contraria. Claro que, a veces, es peor lo que encuentro. Son cosas que no comprendo, como no entiendo para qué sirven los pelos de la nariz. Se me enredan con los del bigote y se monta un lío tremendo.

¿Son esas reflexiones las que lo han convertido en tan popular en Twitter?

Son ocurrencias que me asaltan en el momento, sí. No sé si llegan a la altura de reflexiones. Algunas redes sociales tienen una cosa muy buena: no te dejan pasarte de determinados caracteres y hay una policía que vigila esto. Rapidez, comodidad y concisión. Hay quien piensa que ahí hay algo de ingenio; y yo lo agradezco y le invito a un imaginario café, pero sólo sirve para algo si lo que escribes ahí ni tú ni nadie lo convierte en dogma de fe. Yo sigo a 600 personas; a mí me siguen 152.000. Es un disparate. Descubrir esto a cierta edad…

¿Qué es lo mejor de hacerse mayor?

Utilizar la lupa para todo. Para leer la letra pequeña también.

Ahí en Twitter utiliza también ese lenguaje grandilocuente que tanta gracia hace…

Porque se ha quedado antiguo y es cursilón: Lo hago para convertir en inverosímil lo que expreso y liar un poco al que escucha para que piense: “Pero, ¿por qué habrá dicho o escrito esto así?” Para mí es un modo de hablar excesivo, monumental. Que no digo que sea bueno; el Valle de los Caídos también lo es. Monumental.

¿Entiende por qué Amanece que no es poco tiene tanto predicamento entre los jóvenes?

No. Ni lo quiero saber, simplemente lo disfruto y no quiero filtrar lo que me dicen sobre ella, limpiarlo y guardarlo en la caja de los recuerdos que gustan. Eso es un sinvivir y no tengo tiempo para hacerlo. Ellos son la juventud rebelde y tienen todo el del mundo. Que piensen lo que les dé la gana.

¿No cree que se mantiene fresca porque tiene un hilo conductor con lo que ocurre hoy?

No estoy muy seguro de esa conexión más allá de que soy yo el que está detrás de las dos. Tampoco creo que las cosas hayan cambiado tanto en treinta años. Lo parece más que lo es. No ha variado nada de lo esencial, pero mucho de lo circunstancial y no vamos a ponernos ahora a bailar con la ontología porque no se deja.

Hay quien vio en esa escena de la asamblea de las mujeres de Amanece... la génesis de la organización perfecta…

Claro, porque elegían entre ellas democráticamente quién sería la monja, la adúltera o la puta del pueblo sin fricción alguna, pero aquello era de cachondeo, por supuesto. Lo bueno era el tono de la negociación, sin crispación. Eso es clara y necesariamente recuperable. Antes de lo del bigote ¿por dónde íbamos? Me he dejado algo por decir…

Hablaba de su paso por el seminario…

Sí. Ahí vi una película por primera vez: La túnica sagrada, de Víctor Mature, y el fenómeno del cine me llamó la atención. Bueno, después de haber tenido una revelación echando la siesta en verano en una finca de mi padre cerca de Chinchilla. La luz entraba por debajo de la puerta y podía ver a los labriegos en la pared, en positivo, como ocurre en el cine, por el efecto de reflexión lumínica. Anécdota monumental. Pero las primeras películas las vi con los escolapios y una gran economía de medios. Se ponían las sillas de espaldas al altar y se hacía la proyección después de comer. Recuerdo que un padre, al que llamábamos Sancho porque era muy gordo, se bajaba el plátano del postre y lo metía en la boca a uno de los internos, pero no le dejaba morderlo. Una y otra vez. Espeluznante. De esas las hay mucho peores pero no se pueden contar porque no se pueden probar. Lo peor es que había padres que sabían lo que ocurría y miraban para otro lado. Ah, sí. Los curas son muy listos.

¿En qué sentido?

Van armados con una especie de sexto sentido que les hace ser más perspicaces a la hora de calar al prójimo. Y luego tienen el sacramento de la penitencia que les otorga poder para castigar, lo que les facilita mucho las cosas. Y eso que la culpa, en sí, no es nada…

¿Conoce a alguien que no se sienta culpable de algo?

Seguramente seré un imbécil o tendré una desfachatez tremenda pero este tema lo abordo desde la frialdad y no me siento culpable de nada en absoluto. He procurado no hacerle daño a nadie y básicamente lo he conseguido. Como además he hecho películas para uso y disfrute de los demás, para que se lo pasen bien, creo que eso equilibra las cosas ante algún posible desliz. He podido ofender, pero luego he hecho reír varias veces. Lo uno por lo otro.

En la película habla largo y tendido sobre el desarme ideológico de la izquierda… ¿Crítica o mera constatación?

No voy a descubrir mis armas narrativas, pero me temo que eso es algo que ha ocurrido en la realidad. Ahora está mejor de lo que estaba y peor de lo que podría estar. El enfermo va mejorando. Dejémoslo así.

¿Piensa, como tantos, que el problema de la izquierda es la autocrítica constante, algo en lo que la derecha no pierde el tiempo?

No está mal visto.

¿Lo suscribe?

Suscribo que haya mucha gente que lo crea así y obre en consecuencia. Yo ya no suscribo nada.Mire, viendo la película podría pensarse que la situación es tan tremenda que no queda otra que reírse de ella, pero eso es cuestión de temperamento y no todo el mundo tiene el adecuado para asumir estas cosas. Hay personas que han nacido sin sentido del humor, lo que es una tara enorme. No es fácil conocer globalmente por qué está el mundo así y dar con la receta para que funcione medianamente. Son muchas las razones que nos han traído hasta aquí; tantas como teorías para explicarlo. Yo pretendo que se sepa lo que pienso por lo que hacen y dicen mis personajes y que cada cual saque sus conclusiones sobre por dónde iba yo en cada momento.

Uno de sus personajes explica cómo, hoy en día, se empaquetan hasta las ideologías con tal de tener algo que vender…

Es que creo que es así, que la ideología se ha convertido en un producto en esta sociedad de consumo, como casi todo, aunque provenga del pensamiento o la filosofía, sea intangible y susceptible de que cada cual lo interprete a su modo. Por ejemplo, cada gobierno que llega empaqueta su plan de educación y lo distribuye para la venta. Quién sabe si se podría hacer lo mismo con la solidaridad y convertirla en algo que hay que consumir porque está de moda. Pero esto no me lo he acabado de plantear, la verdad.

No se le escapa una.

Soy observador cuando me conviene y de lo que me interesa. Entonces sí se me dispara la capacidad analítica y sinóptica.

“Vivimos en el tiempo del ‘no molestar’. Me preocupa, pero no lo he padecido. Nunca he dejado de escribir una sola línea porque me fueran a arrear”

Decía el otro día Ana Belén que los guiones de Rafael Azcona no podrían llevarse al cine ahora por la corrección política…

Sí. Vivimos en tiempos del “no molestar”; la corrección política sirve para casi todos, excepto para Rufián. Conozco el fenómeno, me preocupa, pero no lo he padecido. Quizá no me considero tan transgresor. Nunca he dejado de escribir una sola línea porque me fueran a arrear. No sé si hago bien o mal.

Su admirado Woody Allen está en entredicho por una acusación de abusos. ¿Es capaz de separar esos hechos de su obra?

Aún no se sabe exáctamente lo que ha pasado. Me resulta muy doloroso que una persona tan inteligente, brillante y tan artista haya cometido esas barbaridades si ha sido así. Eso está ahí, no es un dato más en un currículum. Claro que se ven, o se verían, las cosas de otro modo si es cierto. Es algo que, una vez en las cabezas de los demás, es imposible de olvidar.

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