"Vivo cada día como si fuese el último"

Michael Fassbender

Encadena una película tras otra; Michael Fassbender ha sido uno de los actores de moda en el 2015, y el próximo año también lo tiene cargado de proyectos. El actor cuenta que no le pesan sus personajes, a menudo, unos en las antípodas de otros, como el Macbeth y el Steve Jobs con que estará en cartelera estas próximas semanas.

Vertical

Protagonizó hace poco el western Slow West, esta Navidad vuelve a las carteleras convertido en Macbeth y a principios de enero, en la piel de Steve Jobs. Y antes de que podamos extrañarle, Michael Fassbender regresará el próximo mayo como Magneto con X-Men: apocalipsis y, a finales del 2016, como el protagonista de El credo del asesino, adaptación del popular videojuego y película en la que también ejerce como productor.

Su presencia se puede incrementar además con otras tres películas independientes, que aún no tienen fecha de estreno en España: The Light Between Oceans, en que comparte cartel con su última novia, la muy de moda Alicia Vikander; Trespass Against Us, y la que rodó para el legendario Terrence Malick, sin título todavía. Si parece que el actor nacido en Alemania (hace 38 años) y criado en Irlanda está trabajando demasiado, es exactamente así, quizás porque se pasó muchos años soñando con los papeles que hoy le llueven a raudales.

Lo cierto es que quien no descubrió su vocación hasta los 17 años –como él mismo confiesa– no piensa bajar el ritmo. Ya se ha comprometido a protagonizar la secuela de Prometheus que, titulada Alien: Covenant, será nuevamente dirigida por Ridley Scott; y pronto comenzará a rodar The Snowman para el sueco Tomas Anderson, su primera película después de su tibio debut en Hollywood con El topo.

“Jobs me parece impresionante porque es el responsable de que hayamos cambiado la forma en la que vivimos. Eso es todo. No me cuestiono si fue una buena o mala persona”

Tanto entusiasmo está rindiendo frutos a Fassbender: su labor como Jobs le ha convertido en uno de los más fuertes candidatos a competir por el Oscar, carrera en que probablemente se las verá con Leonardo DiCaprio, quien abandonó el papel del fundador de Apple para marcharse a rodar El renacido con Alejandro González Iñárritu.

¿Le molestó que le hubieran ofrecido este papel a otros dos actores antes que a usted?

No, porque es algo a lo que estoy muy acostumbrado. Es muy habitual en esta industria. No es nada inusual que un director, un productor o incluso un equipo de gente quieran a otro actor antes de llamarme a mí. El problema es cuando se enteran los medios, porque entonces tengo que hablar del tema. Pero es parte de cómo funcionan las cosas en Hollywood, y estoy seguro de que Christian Bale habría estado fantástico como Steve Jobs. Por eso le llamé cuando me dieron el papel y hablamos sobre su aproximación al personaje. Lo cierto es que hay mucha gente que puede hacer lo mismo que yo hago con la misma calidad y viceversa.

¿Cómo se preparó para convertirse en Steve Jobs?

Estudié a Ashton Kutcher (encarnó al gurú tecnológico en otro filme)... Hablando en serio, la verdad es que el guión de Aaron Sorkin era muy denso, por lo que me llevó mucho tiempo estudiarlo. Y luego vi todos los vídeos de Steve que pude encontrar en YouTube. Los vi infinitas veces y luego volví a estudiar el guión, y en eso consistió todo. Pero después disfruté del gran lujo de disponer de mucho tiempo para ensayar, algo que en el cine no es muy habitual. Ensayábamos dos semanas y luego filmábamos durante otras dos, para luego volver a ensayar el siguiente acto.

“Suelo vivir más de la cuenta en el mundo de contar historias, y cuando me toca volver a la realidad, y pasarme un tiempo sin hacer como que soy otra persona, puede ser un poco duro”

¿Qué le atrajo de Jobs y que le disgustó?

La verdad es que no necesariamente me tiene que caer bien el personaje para interpretarle. Simplemente trato de entenderle. Creo que lo que más me impactó fue su visión, su pasión y el compromiso que tenía con esa visión. Fue algo que comenzó a mediados o fines de los setenta y que sólo pudo concretar cuando regresó a Apple. El primer Mac fue el comienzo de todo, pero en aquel momento la gente pensaba que era un juguete. Su visión era romper con la idea de que los ordenadores sólo cumplían una función y mostrar que uno en realidad establece una relación con ellos. Cuando usas tu portátil, tu iPhone o tu tableta, ya no los ves como una simple herramienta, es mucho más que eso. Hay una relación personal allí. Y fue Jobs quien logró imponer esa manera de ver las cosas aun cuando en un principio nadie le entendía. Por eso, lo que logró es realmente impresionante.

Si tuviera que describirle en una palabra, ¿cuál elegiría?

Usaría dos: Steve Jobs. Ciertamente fue una persona extraordinaria, que cambió el mundo en el que vivimos. Es como Henry Ford multiplicado por mil. Insisto, lo suyo me parece impresionante porque es el responsable de que hayamos cambiado la forma en la que vivimos. Eso es todo. No me cuestiono si fue una buena o mala persona. No pierdo el tiempo en ese tipo de cavilaciones...

¿Si tuviese la posibilidad de hablar con él, qué le preguntaría?

¿Compartimos un viaje de ácido juntos? ¿Dónde te parece que lo hagamos?... Bromas aparte, no lo sé, no tengo grandes preguntas. Supongo que le preguntaría qué hizo en sus momentos de duda, o tal vez qué era lo que más le asustaba. En realidad, estoy pensando en las preguntas que suelen hacerme los periodistas...

“Mis principios son no preocuparme por lo que piensen los demás, tratar a los demás como me gustaría que me trataran a mí y vivir cada día como si fuese el último”

No le quedaron muchas dudas sobre Jobs...

No es eso. Es que en este momento estoy pensando en El credo del asesino, que es la película que estoy rodando ahora. No pienso más en Jobs porque ya lo di todo de mí a principios de este año, cuando filmamos la película.

El empresario tecnológico no tenía mucho tiempo para su vida personal, y en su caso debe de ser algo parecido...

Así es. Es lo que suele ocurrir cuando uno está trabajando demasiado. Suelo vivir más de la cuenta en el mundo de contar historias, y cuando me toca volver a la realidad, y pasarme un tiempo sin hacer como que soy otra persona, puede ser un poco duro. De todos modos siento que necesito tomarme unas buenas vacaciones, pero es algo difícil cuando se presentan tantas buenas posibilidades. Tenía planes para tomarme unos meses libres cuando me llegó el guión de Steve Jobs, y la verdad es que no lo podía dejar pasar. En general, suelo tratar de mantener un equilibrio saludable entre el trabajo y mi vida personal, y cuando termino una película me olvido muy rápidamente del personaje. Pero tal vez tanto trabajo tenga su precio y cuando esté en una residencia de ancianos me acuerde de todos ellos. Probablemente, entonces tendré tiempo para volver a ponerme todos esos disfraces.

¿Qué principios guían su vida?

No preocuparme por lo que piensen los demás, tratar a los demás como me gustaría que me trataran a mí y vivir cada día como si fuese el último...

¿Encara cada película de la misma manera?

Sí. Recuerdo que estaba en la silla de maquillaje con Jeff Daniels y me preguntó cuál sería mi siguiente película y yo le dije que X-Men: Apocalipsis, y comentó: “Eso será facilísimo para ti. Seguramente te encontrarás con algún actor que no puede acordarse de cuatro líneas de diálogo después de haber memorizado páginas y páginas para este filme”. Pero la verdad es que yo no veo las cosas así, cada proyecto tiene un sabor diferente. No sigo la teoría del método, sino que más bien sigo el mío propio. A lo largo de los años he desarrollado un sistema para hacer mi trabajo. Por lo general me baso en el guión, pero cuando llega el turno de proyectos como X-Men me pongo a estudiar los libros de cómics porque me interesa incorporar esos elementos a una historia en que la mayoría de las escenas son pura acción. El credo de los asesinos ha sido algo muy diferente porque también participo como productor, por lo que llevo cuatro años trabajando en ese proyecto, desarrollando el guión, pensando en el elenco y en las escenas de riesgo. En el plano de la actuación, pararse frente a la cámara es relativamente igual, independientemente del proyecto. Sin embargo, durante el rodaje, mientras regresaba a mi tráiler recuerdo haber dicho a Oscar Isaac (actor que también participa en X-Men), que iba todo vestido de azul y llevaba una capa: “Somos hombres adultos. Y mira cómo nos vemos”. Aun así, uno tiene que comprometerse con cada personaje de la misma manera, porque si no resulta creíble para ti, no resultará creíble para ­nadie.

“‘X-Men’ me ha tratado muy bien. Me ha generado un grupo muy grande de fans y a la vez me ha permitido crear mi propia compañía productora, le estoy agradecido”

¿Por qué sigue participando en la franquicia de X-Men?

Cuando surgió la oportunidad de hacer mi primera X-Men, estaba trabajando en películas independientes, y la oportunidad de hacer un filme más comercial estaba en mi horizonte. Me ofrecieron varias cosas, pero yo quería un papel que fuese un desafío. X-Men: primera generación lo fue, y además me había gustado mucho la primera película. Cuando leí el guión, todos los personajes me parecieron atractivos, especialmente Erik (Magneto). Y luego la experiencia no me desilusionó. Hice grandes amigos en esos rodajes y me lo pasé muy bien. En este momento todos ellos son como mi familia. Esta última película ha sido muy divertida, sobre todo porque se ha sumado un nuevo equipo de veinteañeros y adolescentes. Estoy seguro de que los fans van a estar muy entusiasmados. X-Men me ha tratado muy bien; me ha pasado que estando en Brasil, alguien se me acercara diciendo: “¡Magneto!”. Me ha proporcionado un grupo muy grande de fans y a la vez me ha permitido crear mi propia compañía productora, por lo que le estoy muy agradecido.

¿Y por qué quiso hacer una película del videojuego El credo del asesino?

Me ofrecieron muchísimo dinero... Hablando en serio, fui un gran fanático de los videojuegos. Jugué mucho hasta el 2000. Pero un día me quedé jugando sin parar hasta las 8 de la mañana. Cuando terminé, cerraba los ojos y todavía podía ver el videojuego en mi cabeza. Por lo tanto tiré el joystick a la basura y decidí que tenía que alejarme de ellos. Pero en el caso concreto de El credo del asesino, años atrás tuve una reunión con la gente de Ubisoft en la que me hablaron del concepto del juego y me pareció muy interesante. La idea de que cargamos con un DNA que tiene la memoria de nuestros antepasados y que la llevamos en la médula ósea me fascinó. Era una buena idea para hacer una película fantástica, por más que la idea de que reaccionamos a partir de ese DNA aunque pensemos que lo hacemos por instinto puede hasta ser plausible científicamente. Mi sensación fue que era posible llevar a la audiencia a un viaje fantástico más espectacular que el que proponen las películas típicas del género, como lo hizo, por ejemplo, Matrix.

¿En qué medida haber hecho de Macbeth le ayudó a encarnar a Steve Jobs?

La verdad es que nunca se me había ocurrido que un papel influyera en el otro. Cuando terminé de rodar Macbeth, el personaje se marchó y me concentré en Tom Sherbourne para The Light Between the Oceans. Y cuando terminé de filmarla, Tom se marchó y apareció Steve Jobs. Desconecto muy rápidamente. Sin embargo, supongo que en el fondo se trata de ejercitar músculos. Con los actores ocurre lo mismo que con los músicos: si estás tocando todos los días, vas a tener un entrenamiento fenomenal.

“Jugaba con la idea de ser músico, pero una vez que descubrí que quería ser actor, siempre estuve muy decidido y me concentré en lograrlo. Y no me ha ido tan mal...”

¿En qué momento decidió ser actor?

La verdad es que nunca tuve otra opción. ¡Bah!, en realidad, tenía 17 años y no sabía qué era lo que quería hacer con mi vida. Le debo mi vocación a un hombre que se llama Courtney Downey y a quien estoy muy agrade­cido porque no sé qué hubiera sido de mí si no se hubiera cruzado en mi camino. Él vino un miércoles a mi escuela de secundaria, St. Brendan, y nos dio una clase de comedia. Con mi amigo Emerson decidimos ir a ver de qué se trataba. En aquel entonces yo jugaba con la idea de ser músico, pero rápidamente me di cuenta de que no tenía el talento para ­lograrlo.

¿Qué tocaba?

La guitarra. Y lo hacía muy mal. También cantaba; y lo hacía peor. Sin embargo, cuando participé en esa clase descubrí que podía expresarme si trabajaba duro y que podía hacer de ello una carrera. Eso bastó para mí. Una vez que decidí que eso era lo que quería hacer, siempre estuve muy decidido y me concentré en lograrlo. Y como se puede ver, no me ha ido tan mal...

¿Es cierto que fue al mismo conservatorio que Tom Hardy (otro actor de moda)?

Sí, es cierto. Tom entró en primer año cuando yo ya estaba en tercero. A todos nos tocaba hacer fragmentos de obras clásicas al terminar el año: a él le tocó Romeo y Julieta, y a mí, curiosamente, Macbeth. Teníamos que interpretar esos fragmentos delante de toda la escuela. Me acuerdo de él porque lo suyo fue magnífico, y se notaba que tenía un talento muy especial. Creo que los directivos de la escuela también lo notaron. Pero si mal no recuerdo, pronto se marchó para irse a filmar Hermanos de sangre. También me acuerdo de que estaba muy seguro de sí mismo, verdaderamente fresco, y tenía algo especial. Fue muy interesante poder ver ese talento en una etapa tan temprana.

“Fui un fanático de los videojuegos hasta el 2000, pero un día me quedé jugando hasta las 8 de la mañana; tiré el joystick y decidí que tenía que alejarme de ellos”

¿Qué recuerdos tiene de esa escuela?

Era un sitio interesante, aunque yo también me fui poco después de Tom. Los conservatorios son lugares muy peculiares, porque se pueden aislar mucho del mundo y cuando estás allí funcionan como si fueran el centro del universo. Y cuando te marchas te das cuenta de que no era así. Aprendí un montón allí y estoy muy feliz de haber ido a esa escuela, pero también es cierto que podía ser muy brutal en ciertas ocasiones. Cuando empecé éramos 34 estudiantes y cuando me fui quedábamos 18. Me llevó un tiempo, después de que me marché, poder entender el trabajo que había hecho y hacer mi propia interpretación de lo aprendido. Cuando fui a la primera clase, todo el mundo tenía terror a los profesores y yo no podía entender lo que pasaba. Pero fue allí donde por primera vez tuve una noción de lo que era mi cuerpo para bien y para mal, porque ellos me preguntaban todo el tiempo qué estaba haciendo con mis manos, dónde las ponía, cómo las movía. Eso me sirvió para prestarle mas atención y poder entender mi cuerpo como un instrumento.

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