"El hombre debe ser el motor para la igualdad”

Noa

Nacida en Tel Aviv, hace casi 50 años, Anijoam Nini, Noa, cumple tres décadas de carrera con un nuevo disco lleno de osadía en el que pone letra a doce temas de Johann Sebastian Bach. Unos textos que reafirman su espíritu pacifista y hablan del calentamiento global, la religión o la eutanasia.

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Al filo de los 50, que cumplirá el próximo mes de junio, la peculiar sonrisa de Noa, nacida en Tel Aviv con el sonoro nombre de Anijoam Nini, no ha perdido su brillo y su capacidad como tarjeta de presentación. La muestra al recibir al Magazine en el casual hotel madrileño que ha elegido para dar a conocer su nuevo trabajo discográfico Letters to Bach, que presenta este domingo 28 de abril en Barcelona, en el Teatre Barts. En él comete “la osadía, porque realmente es lo que es”, de poner letra a doce piezas instrumentales de Johann Sebastian Bach. Ha contado para ello con la producción de ese mago de la música conocido como Quincy Jones, “todavía con una mirada espectacularmente moderna para la música y para todo lo demás, a sus 86 años”.

“El conflicto palestino sólo pasa por que ambas partes cedan; no podemos volver al pasado, hay que reconocer, disculparse y compartir”

Textos que ponen poesía o reivindicación al calentamiento global y a la eutanasia, a la religión, a la tecnología, al feminismo y a los problemas de banderas y fronteras, fiel a ese compromiso con la paz que ha marcado una carrera que pronto cumplirá su trigésimo aniversario. La charla con ella rápidamente se hace tertulia en la que participan su guitarrista y arreglista habitual, Gil Dor, y hasta el traductor contratado para la ocasión, que hace malabares para seguir el discurso entusiasta de la artista pasando del castellano al italiano y de este al inglés a velocidad de vértigo, lo que, al final, provoca una carcajada de todos los presentes. Por alguna razón, y no hay que ir más allá, a Noa se la entiende, hable en el idioma en que hable.

¿Imaginaba que la mezcla entre Bach, Quincy Jones y usted acabaría dando como resultado algo que se percibe como fresco y ligero?

Bach es increíble, es una inspiración para todos los músicos; esa misa en mi menor; esa música maravillosa que nos acompañaba cuando estudiábamos con el pianoforte… Esto ha sido como subir al Everest. Todo empezó cuando escribí unas palabras que acompañaran a la música del Ave María como una plegaria por la paz. Una oración para todo el mundo sin distinción alguna, no como algo religioso. Para mí fue algo personal e íntimo, y de ahí surgió el deseo de homenajear a Bach y a la vez de ponerlo todo a prueba. De ver si era capaz de hacer algo distinto y contemporáneo…

Y ahí estaba Quincy Jones, que era el que faltaba…

¡Exacto! Somos amigos desde hace muchos años. Después del ataque del 11 de septiembre participé en un concierto para solidarizarnos con los que habían sufrido esa tragedia y, con el cantante argelino Khaled, interpreté Imagine de Lennon, y a Quincy le encantó, y fue el inicio de nuestra amistad. Él es un activista que busca la comunicación, fomentar lazos entre culturas por la paz. Y ahí empezamos a darle vueltas a hacer algo juntos. Hemos participado en varios actos musicales interesantes, y hace unos meses lo visitamos en su casa de Los Ángeles para enseñarle nuestra idea sobre Bach y le fascinó. Le encanta la música clásica. Cómo no; es la más alta forma de música que hay, y no importa si trabajas en otros géneros; es imposible que no te impresione y te inspire. Entendió muy bien ese puente entre la música y la palabra que proponíamos y se ofreció como productor.

“Vivimos la era de la estupidez humana, en la que formarse y estudiar no es una prioridad y los profesores no están valorados”

¿No cree que lo que hace contemporáneo el trabajo es el hecho de que las letras estén tan pegadas a la actualidad? Usted habla, por ejemplo, de los conflictos territoriales, que es algo que conoce muy bien…

Al final este asunto es muy básico. ¿Te importan los demás? ¿Estás dispuesto a traspasar su muro? ¿Entiendes la importancia del amor? ¿Y la importancia del humor? Quiero y necesito ser optimista. Hay que intentar encontrar el modo de que brote algo positivo, de que aparezca una sonrisa. El conflicto palestino se tiene que resolver, y la solución está clara: ambas partes tendrán que ceder; no podemos volver al pasado. Hay que hacer tres cosas: reconocer, disculparse y compartir, esa es la única solución. Sólo así podremos salir adelante y construir algo sólido y duradero. Y esto es aplicable a cualquier tipo de conflicto en el que, en algún momento, haya o se quiera que haya una frontera.

Parece muy fácil…

Y sin embargo obliga a lo más difícil, que es a escuchar y que es justo lo que no sabemos hacer. Estamos en la era de la estupidez, en la que formarse y estudiar no es una prioridad y en la que los profesores no están valorados. El nivel de la música que se hace es cada vez más y más bajo, y yo me estoy rebelando contra todo eso e intentando subir el listón. Hablo de música, pero podría hacerlo sobre cualquier otro tema. Todo parece de usar y tirar, como las historias de Instagram. Y hay cosas que no me importaría que lo fueran, como es el caso de Donald Trump, que estoy deseando que acabe su mandato ya. Pero hay otras cosas que necesitan su tiempo. Escuchar, aprender, observar, estar pendiente de los detalles; no puedes apreciar el arte sin tiempo para hacerlo. Nadie se revela como artista de la noche a la mañana. Por tanto, si quieres solucionar los conflictos, tendrás que escuchar para entenderlos.

¿Cree que podría entenderse con Trump?

Una cosa es que no apetezca nada y otra que no hubiera que intentarlo. Yo me crié en las calles de Nueva York, y le aseguro que lo que está ocurriendo en ese país es una locura, pero lo bueno es que es posible que cambie pronto porque, a diferencia de otros muchos lugares del mundo, igual que unas elecciones lo situaron ahí, otras lo pueden quitar de en medio. Hasta las culturas más brillantes de la historia han hecho a veces cosas horribles. Nunca se debe subestimar la estupidez humana.

“Yo me crié en las calles de Nueva York, y le aseguro que lo que ocurre en ese país (con Trump) es una locura; lo bueno es que unas elecciones lo pueden quitar pronto de en medio”

Hay miles de comentarios en redes sociales que demuestran a diario lo real que es lo que acaba de decir…

Ahí se nota mucho donde tienes el alma. Le he dedicado un tema del álbum a Elon Musk por innovador, porque todos sus proyectos están encaminados a intentar solucionar los problemas que tenemos y no a hacerse más rico. Es brillante. Para mí esa es la clave del juego. Si detrás de la tecnología hay un corazón puede ayudar mucho. Si no, puede hacer mucho daño. Me planteo a menudo qué les voy a dejar a mis hijos y sólo tengo para ellos un legado de humanidad, de amabilidad, de generosidad y de compromiso, y tal y como están las cosas pronto serán ellos los que me podrán enseñar a mí más que yo a ellos. De hecho, mi hija cree que no entiendo un mundo que necesita estar en permanente conexión a través de un móvil. Y es cierto. Hay mucho que no comprendo, pero me da igual. Sólo me interesa entrever que llegará a ser más lista de lo yo seré nunca y que es valiente y que intentará cambiar el mundo, espero que como le enseñé. Y que la puedo abrazar porque, al final, “all you need is love”.

En cualquier caso, siendo usted una artista comprometida, en estos tiempos en los que tanta gente se ofende con todo, ¿cómo se protege contra los llamados haters?

No siento que tenga que protegerme. No gasto el tiempo en esas cosas. Estaré encantada de entablar una conversación inteligente con quien lo desee, pero no soy esclava de las redes sociales; sólo son un instrumento para expresar un mensaje y para ver lo que piensan otras personas. Unos hacen el bien y otros hieren. Y la vida es equilibrio.

Resulta curioso que utilice música de un periodo en el que la mujer estaba totalmente sojuzgada para hablar de feminismo…

Estoy segura de que a Bach le habría encantado. A ver, evidentemente él vivía acorde a los parámetros sociales de la época, pero era un gran improvisador e innovador y seguro que si viviese hoy le encantaría el free jazz y sería una persona muy creativa. Y además escucharía su música en los tonos de los móviles (risas). Creo que hay que aprovechar cualquier oportunidad para hablar de este tema. Aunque se ha progresado mucho, la mujeres han sido tratadas como mierda por los hombres durante siglos, y hay heridas grandes y enormes cicatrices. Aún hoy millones de mujeres siguen siendo tratadas como esclavas sexuales y sufriendo prácticas horrorosas. Entiendo que hay hombres modernos que se sienten fatal por todo esto, pero deben tener paciencia, porque ahora no es el momento de hablar de ellos. Es mucho más urgente solucionar esto otro.

“El nivel de la música que se hace es cada vez más y más bajo, y yo me estoy rebelando contra todo ello e intentando subir el listón”

¿Cómo cree que es o debería ser ese “hombre moderno”?

Para empezar, creo que debería ser el motor del cambio y que el estereotipo del macho es ridículo en estos momentos, si no lo fue siempre. Es quien oprime, o ha oprimido, quien puede variar las cosas de corazón y con rapidez. Un esclavo no puede liberarse, es el amo el que tiene que hacerlo. Esto tiene que cambiar además a muchos niveles, empezando por la religión, primer culpable de esta situación: que si Eva y la manzana, que si la expulsión del paraíso. Esto es tremendo. Y de ahí, a la política, donde la tarea es ardua y hay mucho trabajo por hacer. Dicho esto, bienvenido cualquier hombre que entre en nuestro mundo como igual. Mi marido, por ejemplo, trabaja a mi lado en lo profesional y en cuanto a la familia. Es un tío increíble… Pero, volviendo a lo que hablábamos, estoy convencida de que si hombres y mujeres nos pusiéramos a ello codo con codo, conseguiríamos acelerar un proceso que responde a una necesidad incuestionable.

¿Considera que ese cambio en las costumbres incluye a la comunidad LGTBI?

Sí, pero, a pesar de su resurgir en cuanto a reivindicación de sus derechos, tampoco está siendo un camino de rosas ni muchísimo menos. Hay muchas personas que no creo que vayan a entender nunca este tema. La mezcla de lo femenino y lo masculino les distorsiona. Yo me conformaría con que acepten que es legítimo sentirse y ser diferente. Acabo de ver un documental sobre cómo los homosexuales eran considerados como enfermos hace muy pocos años y los sometían a electro-shock para curarlos y cómo son ejecutados en tantos países. Es espeluznante.

¿No tiene la impresión de que, en algunos temas, se dan dos pasos hacia adelante y tres hacia atrás?

Son tiempos extraños en los que tenemos que respirar hondo y que no cunda el pánico, como dicen en La guía del autoestopista galáctico.

Pero en esas películas, como en las de catástrofes, siempre hay alguien que grita: “¡Vamos a morir todos!”.

Y que suele ser el más despreciable de todos los personajes. Ese es justo el que yo no quiero tener cerca porque no me interesan ni su histeria ni su negatividad. Pero, en el fondo, tiene razón. Todos vamos a morir…

“Las mujeres han sido tratadas como mierda por los hombres durante siglos, y hay grandes heridas y cicatrices; y aún hay millones de esclavas sexuales”

Hay quien piensa que deberíamos ser educados para ello. Usted dedica uno de los temas del álbum a la eutanasia, sobre la que se reabre el debate estos días en España.

La letra es de las que más me enorgullecen, porque, tal y como está escrita, no averiguas que se trata de ese asunto. A mí me gusta trabajar así. Me gusta que la persona que escucha una canción la sienta como propia y extraiga de ella lo que necesite. En este caso, es un diálogo entre alguien que ha desaparecido y quien ha sobrevivido. Surgió a raíz de una visita que hice a una seguidora que estaba muy enferma por culpa de una enfermedad degenerativa en Suiza, donde la eutanasia es legal, y que se estaba preparando para marcharse y pidió conocernos antes de partir. Fue una experiencia increíble conocer de primera mano su calma, su valor y su confianza; su casi felicidad. No tenía miedo ni autocompasión, y fue precioso vivirlo con ella. Y si esto contribuye a que se hable de algo tan importante como es saber morir, creo que es bueno comprometerse con ello.

Usted además defiende el poder curativo de la música, sobre todo en un sentido espiritual, pero, según parece, también mejora las condiciones físicas de algunos enfermos.

Bueno, el título de mi álbum anterior fue La medicina del amor porque creo en ese lenguaje universal que define a la música y que es capaz de unirnos a todos en un mismo sentimiento. Mire, yo sé que en mi carrera probablemente no he conseguido un éxito masivo. No soy millonaria ni mucho menos, pero no es importante en comparación con lo que mi música haya podido aportar a la hora de inspirar o de consolar a otras personas. Y sé que en algunos casos ha ocurrido.

¿Por ejemplo?

A través de las redes sociales he sabido de historias increíbles sobre cómo les ayudó la música, en general, cuando estaban enfermos o habían perdido a un ser querido, o cuando no podían tener hijos. Escribí un tema sobre una mujer que no era fértil, y hay muchas niñas que se llaman Noa por mí, porque esa canción llegó al corazón de las que ahora son sus madres por los medios que hayan sido precisos. Una de ellas es la hija de Anne Igartiburu, que adoptó una niña en India y la llamó así. Lo que quiero decir es que si pudiera escoger entre emocionar a pocas personas pero profundamente o a muchas superficialmente, sin duda, elegiría lo primero.

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