“‘Blade Runner’ no sólo quiere vender entradas”

Ryan Gosling

Sí, es él. El hipnotizante conductor en 'Drive' o el pianista soñador que enamora a Emma Stone en 'La La Land'. Ahora Ryan Gosling se marca un triple mortal como el agente K en 'Blade Runner 2049', secuela del clásico de Ridley Scott estrenado hace 35 años.

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He visto cosas que no creeríais... No son naves en llamas más allá de Orión ni rayos C brillar en la oscuridad a las puertas de Tannhäuser, momentos que se perderán como lágrimas en la lluvia, según nos contaron los replicantes de Blade Runner. No, es algo más modesto. Pero relacionado con lo mismo. Encuentro con Ryan Gosling para hablar de Blade Runner 2049, la secuela del filme de Ridley Scott que protagoniza el actor canadiense...

Blade Runner, ¿recuerdan?, emocionante filme de seres solitarios y melancólicos, perdidos en la noche eterna de la ciudad de Los Ángeles, megalópolis imposible en el futuro cercano. Iluminada por llamaradas de fuego y luz fría de neón surgida de anuncios tridimensionales colgados del cielo. Cuando se estrenó la película hace 35 años, en 1982, el cine de ciencia ficción cambió para siempre.

Un filme de culto que, con el tiempo, ha resultado un filme replicado-replicante en sí mismo, del que existen cinco versiones definitivas. O siete, según la contabilidad que se siga. Pero del que, extrañamente, nunca había habido continuidad, eso que llamamos una secuela.

Nunca, hasta ahora. Porque tras treinta años de su estreno, después de treinta años de arrastrar uno tantas cuestiones sin respuesta alrededor de ese mundo decadente y fantástico, el Blade Runner original de Scott va a tener continuidad en Blade Runner 2049, dirigida por el canadiense Denis Villeneuve. Su estreno está previsto para el 6 de octubre próximo.

Sin dejar de ser pura ciencia ficción, el primer Blade Runner coqueteó a la vez con el cine negro de los años cuarenta y el punk multicultural de los primeros ochenta. Su centro dramático recaía en el oficial De­ckard, interpretado por Harrison Ford. Ese actor de leyenda que vuelve, en la nueva entrega, para retomar el mismo personaje.

¿Se resolverá el misterio? ¿Sabremos finalmente si Deckard es un replicante? Los replicantes, en el filme original, eran seres diseñados genéticamente para ser más que humanos; más que humanos en casi todo, menos en sus sentimientos. Los sentimientos que envidian en sus padres creadores, tan débiles en todos los demás aspectos. Por esos sentimientos, los replicantes son capaces de matar; por ellos, y por vivir un día más. Pues nacen (son creados) con fecha de caducidad.

En Blade Runner, Deckard (Ford) ejercía de cazador solitario. Su misión, por más que le pesara, era atrapar vivos o muertos, preferiblemente muertos, los nuevos Nexus-6, los mejores replicantes de todos los tiempos. Seres perdidos como perros sin collar –perros mortíferos– en una ciudad del futuro maravillosa y mórbida al mismo tiempo, una ciudad mágica en su decadencia y degradación. ¿Cuál es la misión de Ryan Gosling (London, Ontario, 1980) en este laberinto de identidades falsas y mentiras entrecruzadas?

El candidato al Oscar por La La Land (2016), el hombre gélido que se dio a conocer en Drive (2011), resulta un tipo más bien lacónico. Cazadora tejana con el cuello levantado y raya del pelo marcada, mirada desconfiada y cara de póquer. El modelo canónico de tipo cool que calla más que otorga. Hay que señalar que ese hieratismo encaja perfectamente en el universo Blade Runner. “Si hablo demasiado, quizá me envíen un blade runner para retirarnos”, se permite bromear Gosling mientras esboza la primera sonrisa del encuentro, y así la cosa empieza a distenderse. “Es extraño estar aquí para hablar de algo de lo que en realidad no puedes hablar. Es un silencio impuesto para mantener el interés, y lo entiendo”, dice.

¿Qué puede contar de Blade Runner 2049 entonces?

Muy poco; nada en realidad...

Ya, bueno. Por lo poco que sabemos, esta segunda entrega es más oscura que la primera. ¿Estamos ante una mirada más desesperanzada quizá?

Quizá...

Hablemos de lo que podamos, pues...

Lo que puedo decir es que, para todos los que hemos participado en el rodaje de Blade Runner 2049, empezando por Denis Villeneuve, el director, hasta llegar a Harrison Ford, que vuelve a encarnar el personaje de Rick Deckard, volver al universo original del filme ha sido un acto de amor hacia el original de Ridley Scott.

“El encuentro con Harrison Ford fue mágico. Estábamos rodando y realizó una entrada espectacular. Primero oímossu voz y luego vimos su figura recortadaen la niebla”

¿Se ha impuesto el respeto a la transgresión del original?

Hemos encarado su rodaje con todo respeto, es cierto. En ese sentido, Blade Runner 2049 mantiene el aire de un relato policiaco, como su referente. Yo interpreto a K, un oficial de policía que tiene una misión que cumplir en medio de un paisaje mucho más degradado que el primer Blade Runner, es cierto. La idea que movía al director era preservar el legado del original sin dejar de alcanzar otro nivel de significado. El respeto y, al mismo tiempo, conseguir algo diferente ha sido el mayor reto de esta producción y, a la vez, el mayor acicate.

En Blade Runner 2049 usted interpreta a K, del que, bueno, sabemos muy poco...

Lo que puedo decir es que el mundo en el que vive K es mucho más brutal de lo que era el mundo en el que vivía el per­sonaje de Harrison Ford. El tiempo no ha pasado en balde. Treinta años después, en el momento en que transcurre Blade Runner 2049, la vida se ha convertido en algo mucho más peligroso. En cierto sentido la gente ya no vive; apenas sobrevi­ve. Hay una dureza y una brutalidad en el ambiente del ­nuevo Blade Runner que mi personaje, K, refleja a la perfección.

¿En qué consiste el trabajo de K?

La tarea de un blade runner es ahora algo diferente. En el desempeño de su trabajo policial, K se acerca a un misterio que le hace cuestionarse lo que sabe de su propia realidad y preguntarse por la esencia de su identidad. Así que la investigación en la que anda metido se convierte en algo personal.

Siga, siga...

Estoy hablando demasiado, ¿no? Pero sí, es una historia de cine negro. De detectives en el futuro. Neonegro, por llamarlo de alguna manera. Con ese aire de misterio que hace que K piense que el agente Deckard es el único que puede responder las dudas que le corroen el alma. Pero creo que, por contrato, ni tan siquiera puedo decir que el rodaje resultó una experiencia maravillosa, que lo fue.

¿Qué recuerda del primer Blade Runner?

Creo que tendría 14 años cuando la vi por primera vez, y desde el ­primer momento sentí una ­absoluta devoción por esa ­película. Cuando la vi, ya era una pieza de culto. Tenía que verlo para comprenderlo. De forma más personal, Blade ­Runner fue uno de los primeros filmes en los que no estaba claro cómo debía sentirse uno cuando terminaba la proyección. Quiero decir que es una obra que te deja más preguntas que respuestas, y eso me dejó conmocionado.

¿Qué pensó cuando le ofrecieron participar en esta continuación, dirigida por Villeneuve?

En primer lugar tuve la misma reacción que cualquier entusiasta: por fin iba a saber algo más de esos personajes, de ese mundo que me ha perseguido desde que vi el filme por primera vez. Blade Runner resultó un filme importante cuando se estrenó, en 1982, y esa relevancia no ha hecho más que crecer con el tiempo.

“No me veo como una estrella, y quiero pensar que nunca lo seré. Este rodaje ha sido un regalo; ojalá el filme tenga éxito. El primero no lo tuvo”

¿Cómo fue el encuentro con Harrison Ford?

Mágico. Ford no estuvo con nosotros los primeros días de rodaje. Antes de que llegara, hablamos mucho entre nosotros de su personaje y del mismo Ford. Así que, aunque no estaba, su presencia se hacía notar. Hasta que estuvo de verdad: Ford realizó una entrada espectacular. Ocurrió en un momento en que rodábamos una escena prácticamente sin luz, con la niebla baja, donde no éramos más que siluetas. Primero oímos su voz y luego vimos su figura recortada en la niebla. Impresionante. Yo era fan suyo desde siempre, pero ahora, tras trabajar con él, lo soy todavía mucho más. No puedo imaginar mejor colega.

¿No teme las comparaciones?

Ford retoma su personaje, y K, mi personaje, se parece un poco al suyo con treinta años menos. Los dos somos blade runners. Obviamente me van a comparar con Ford. Es algo natural. Pero la relación de ambos en el filme va más allá de una competición por ver quién se lleva los aplausos. La interacción que establecen posee la misma estimulante dinámica que conecta el original de Scott con nuestra película. Las inevitables preguntas y respuestas entre estos dos personajes –las que todos los fans de Blade Runner están esperando conocer– son las que hay entre el filme original y Blade Runner 2049.

Qué diría de Harrison Ford...

Que fue muy valiente cuando aceptó participar en Blade Runner en 1982. En aquel momento representaba el héroe luminoso del cine más comercial, el Han Solo de La guerra de las galaxias, Indiana Jones de En busca del arca perdida. Pasar de eso a encarnar un tipo sórdido y gris como Rick Deckard, exterminador de replicantes, que mata por la espalda, bueno, fue un movimiento arriesgado. Aplaudo lo que hizo y sólo puedo decir que para mí es todo un ejemplo. Lo que hizo es lo que yo humildemente intento día a día: involucrarme en proyectos muy diferentes entre sí y que me motiven.

Ford es una estrella indiscutible, y el éxito de La La Land lo ha convertido a usted también en una estrella popular…

No me veo como una estrella, y quiero pensar que nunca lo seré. Soy un actor que empezó de niño en el Club Disney y que todavía aprende su oficio. Las películas como Blade Runner 2049 me permiten seguir aprendiendo. Participar en este rodaje ha sido un regalo, y ojalá tenga éxito. Pero recuerde que el primer Blade Runner fracasó en el momento de su estreno. Lo que puedo decir es que nuestra película aspira a ser algo más que un simple éxito de taquilla.

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fotograma de Blade Runner 2049, dirigida por Denis Villeneuve e interpretada por Ryan Gosling

¿Fue una decepción saber que Ridley Scott, el director del primer Blade Runner, iba a ser sustituido por otro?

No, para nada. La presencia de Denis fue una razón de peso, otra más, para estar aquí. Los dos somos canadienses, y siempre he admirado su trabajo. Cuando nos sentamos para hablar del proyecto, me sentí completamente identificado con su visión. Se necesitan agallas para afrontar la continuación de Blade Runner, y Villeneuve no estaba nada intimidado por la tarea. Existía el peligro de que el respeto al original se convirtiera en un lastre, pero la admiración del original por parte de Denis no se transformó en parálisis creativa; al contrario, esa admiración por la obra de Ridley Scott incentivó su inspiración. Y el trabajo de todos nosotros.

¿Cómo es el mundo de Blade Runner 2049?

Villeneuve crea un universo para nosotros: no teníamos que imaginar nada, ni siquiera los decorados digitales. Ni siquiera recuerdo haber trabajado frente a una pantalla verde (la que se utiliza para sumar luego el trabajo del ordenador). Era un universo de verdad en nuestra imaginación gracias al director, un mundo con un clima tóxico...

¿Qué busca K, su personaje?

Busca respuestas a un enigma que tiene que ver con ese mundo agonizante, con Rick Deckard y consigo mismo. El tema de la identidad es muy importante en la trama. De hecho, la idea del replicante es ya, en sí misma, un cuestionamiento de lo que significa la identidad humana.

““Me atrae de la ciencia ficción como género, la capacidad que tiene de hablardel presente, sobre Donald Trump, por ejemplo”

Sospechamos que Deckard, el personaje de Harrison Ford, es un replicante. ¿Es usted mismo un replicante?

¡Jajaja! Todos los actores somos un poco replicantes. Cuando interpretamos, somos formas de vida nacidas de la imaginación de otras personas. A la vez, nosotros, los actores, también creamos nuestros personajes. En ese sentido somos creadores. Siguiendo con el concepto de la identidad, muy propio de las novelas de Philip K. Dick, que como sabe es el autor del relato que dio pie al guion del Blade Runner original, el filme de Villeneuve busca la verdad de esa identidad sin traicionar sus orígenes.

¿Fue un rodaje exigente?

Mucho, con mucho trabajo muy físico, así que tuve que prepararme en ese sentido. Pero para mí la preparación más importante fue llegar pronto a Budapest, donde rodamos buena parte del filme, y tener tiempo para hablar con Denis de lo que íbamos a hacer. De esta manera pude meterme en su cabeza, que era como meterse en la película. Tuve tiempo para visualizar el plató y acostumbrarme a los decorados. La parte más dura para mí fue evitar sentirme impresionado por estar ahí.

¿En qué sentido?

No es el tipo de película que suelo hacer, ya digo, y no sé si volveré a tener una experiencia semejante. En cierta forma era una situación surrealista. Uno de los temas centrales de la peripecia de K, mi personaje, gira alrededor de la persistencia de la memoria, y yo me sentía caminando por un paisaje que, desde el Blade Runner original, formaba parte de mi memoria.

Niebla, oscuridad, degradación del planeta... ¿En que medida Blade Runner 2049 refleja la oscuridad del momento?

¿La sociedad de hoy se refiere? ¿Con Donald Trump?

Sí, claro.

Con o sin Trump, lo bueno de las de las películas de ciencia ficción es que permiten hablar de asuntos que son relevantes desde la distancia emocional necesaria que concede la anticipación. Evitar las gafas de la actualidad, por así decirlo. Sin necesidad de referencias directas. Eso hace que su mensaje sea más atemporal y también más duradero. Es lo que ocurrió con Blade Runner, que fue relevante en su día sin hablar directamente del momento en que se rodó. Una relevancia que no ha hecho más que aumentar con el tiempo. Es lo que más me atrae de la ciencia ficción como género, la capacidad que tiene de hablar del presente sin tener que pronunciarse sobre esto o aquello. Sin tener que hablar sobre Donald Trump, por ejemplo.

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