Andorra, cómo rehacerse del golpe

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El país de los Pirineos andaba en boca de todos por el legado de los Pujol, pero el martillazo le llegó cuando Estados Unidos acusó a uno de sus bancos de blanqueo. Los fantasmas del pasado renacieron, y su economía, que tiene en la banca uno de sus pilares, quedó en entredicho. Andorra se juega su imagen internacional; sus empresarios creen que tiene recursos para salir adelante.

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Foto de una boda a la salida del Comú (el Gobierno local)

Tienen fama de arriesgar con ideas y proyectos que podrían parecer descabellados, pero no dan un paso sin tenerlo todo controlado. Sus negocios, en la etapa inicial, raras veces los levantan más allá de lo que alcanza la vista. Son cosmopolitas aunque se han criado entre montañas. Practican el prueba-error, lo que les permite aprender de los fallos de otros para rectificar y conseguir el éxito. Destacan por su diplomacia y no dudan en ir a buscar fuera lo que no tienen, sin importar la distancia, si eso se traduce en más beneficios. Es el comportamiento propio de lo que se conoce como hacer el andorrano. Y gracias a esa forma de ser, existe un singular y pequeño país (468 kilómetros cuadrados) enclavado en los Pirineos, entre España y Francia, llamado Andorra.

Un principado que firmó su independencia en 1278 y hoy, en pleno siglo XXI, debe mucho o casi todo lo que es a un puñado de empresarios visionarios (autóctonos y llegados de fuera) que no dudaron en apostar, haciendo el andorrano, todo lo que tenían por un territorio asfixiado por bosques e imponentes montañas, por el que muy pocos habrían dado un duro a principios del siglo pasado. Esos visionarios acertaron. Andorra ha multiplicado por 14 su número de habitantes entre 1930 (entonces eran 5.000) y el 2015 (casi 70.000).

Cuando se mienta Andorra, en muchas memorias todavía se recrea un país donde se venden el azúcar y el whisky a granel, el tabaco en cartones, las bebidas alcohólicas en botellas de litro, el queso a quilos, la mantequilla en grandes barras, los medicamentos a discreción, las galletas en cajas de aluminio, los aparatos electrónicos sin garantía o la gasolina a chorros. Esos productos han sido durante años el principal reclamo turístico porque comprarlos en Andorra salía mucho más barato, gracias a unos impuestos reducidos, que en Francia o España. O porque muchos de esos productos no se encontraban en España ni Francia.

“Con el tema del blanqueo han resucitado los tópicos negativos, cuando Andorra nunca había puesto tanto empeño para enterrar esa imagen”, señala un empresario del esquí

La publicidad de país de saldo le ha reportado a Andorra millonarios beneficios. Nadie se atrevería a renegar de una época en la que el visitante llegado de España pasaba la aduana de La Farga de Moles, en La Seu d’Urgell (Lleida), con el único ánimo de cargar el coche de productos más baratos sin importar, muchas veces, la calidad ni preocuparse por el trato recibido a la hora de la compra. Y además, en esa época de vacas gordas y gangas imperaba la sensación de que el negocio salía redondo, pues se apuraba el depósito de carburante del vehículo para llenarlo en el viaje de vuelta, por menos dinero, en la última gasolinera andorrana, a sólo unos metros de la frontera española.

Pero eso ya es pasado. Andorra se esfuerza desde hace unos años por pasar esa página y quitarse de encima la marca de país de ofertas. Bien sea por imagen o por pura necesidad. El margen en los precios no es tan abultado como antes, y eso ha obligado a muchos comerciantes a olvidarse de la venta a granel y a apostar por la exclusividad, la calidad del producto y el trato al cliente.

Los empresarios que han optado por el cambio dicen estar satisfechos, y ese giro en el sector compras ha propiciado otros reclamos nada despreciables como el esquí, la naturaleza, la alta montaña, la seguridad, la gastronomía, las aguas termales o el románico. Andorra recibe cerca de ocho millones de turistas anuales, y las compras siguen siendo el principal motivo de las visitas (50%) frente al 20% de los clientes que buscan el ocio en sus escapadas al principado.

Cuando todo parecía ir sobre ruedas, Andorra ha recibido el peor martillazo que podían asestarle. Un duro golpe en el corazón de otro producto estrella en la lista de reclamos, el entramado bancario que, aunque no se exhibe en los vistosos aparadores, ha sido clave en el progreso y la reciente historia del principado.

El sistema financiero, muy ventajoso para ahorradores e inversores y rentable para la economía del pequeño país pirenaico, se ha visto sacudido tras señalar Estados Unidos a uno de los bancos, la Banca Privada d’Andorra (BPA), como blanqueador de dinero ilícito proveniente de mafias rusas y chinas. El contundente informe ha llegado cuando las autoridades andorranas aseguran estar trabajando como nunca para borrar a escala internacional la etiqueta de paraíso fiscal, hoy la peor de las imágenes que puede tener un país por la crisis económica global y la corrupción política generalizada.

El sector bancario andorrano, ahora más cuestionado que nunca, tiene un papel relevante en el proceso expansionista del país con activos gestionados por valor de más de 41.000 millones de euros. Los cinco grandes grupos bancarios del país constituyen uno de los principales pilares económicos, con un ratio de solvencia del 20%, muy superior a los estándares europeos. Los bancos andorranos operan en los continentes europeo, americano y asiático. Si se cerraran esos grifos, las consecuencias para el país serían catastróficas. De ahí el justificado temor a que la mala imagen actual del país a escala internacional por las crisis de la BPA pueda pasar ­factura a las demás entidades ­financieras.

Se tiene más miedo de lo que pueda pasar fuera que dentro. Y es que los andorranos no son clientes de un solo banco, y la mayoría de los empresarios trabaja indistintamente con los cinco principales grupos financie­ros del país. Son pocos los que tenían todos su ahorros en la BPA.

Andorra sabe muy bien, por el contrabando de tabaco, lo que cuesta superar este tipo de baches. El país se vio obligado a poner coto al trasiego de cigarrillos en su territorio cuando los contrabandistas se tornaron, a mitad de la década de los noventa, muy violentos al otro lado de la frontera. Aunque la venta de tabaco en Andorra era legal, el país comprendió que tenía parte de culpa de esa violencia al poner en bandeja el producto a los contrabandistas.

La crisis generada ahora por la acusación de blanqueo de dinero de las mafias en un banco causa más daño a la imagen internacional del país que el contrabando en su punto más álgido o los trapicheos con bebidas alcohólicas o aparatos electrónicos. Ante esta inesperada realidad, hoy cobran como nunca notoriedad negocios familiares, desvinculados de la esfera de los tópicos, que han tirado del carro de Andorra durante años con discreción y ahora pueden ser claves para afrontar el futuro.

Preocupa el daño a la imagen internacional más que el efecto interno; son muy pocos los que tenían todos sus ahorros en la BPA

“Con el tema del blanqueo de dinero que, no olvidemos, afecta a un único banco, han resucitado todos los tópicos negativos de antaño, cuando lo cierto es que Andorra nunca había puesto tanto empeño para enterrar esa imagen”, afirma Joan Viladomat, empresario del esquí y vicepresidente de Grandvalira, que se cuenta entre las primeras estaciones de los Pirineos. En estos momentos de incertidumbre cobra significado una frase que Viladomat escuchó innumerables ocasiones a su abuelo: “Él siempre decía que lo único que nunca habría que declarar en la aduana son la nieve y el agua caliente”. Su abuelo es uno de esos visionarios que desembarcaron en Andorra en la década de los cuarenta del siglo pasado, procedente de Catalunya, convencido del potencial turístico de ese territorio. Hoy la estirpe de los Viladomat dedicados al negocio del esquí va ya por la cuarta generación. Joan Viladomat es de los que defienden un cambio de modelo en el sector comercial y turístico: “Lo importante ya no tiene que ser el producto sino cómo se vende –afirma–, y el que no se adapte a esta nueva realidad lo va a tener difícil para sobrevivir”. El futuro de Andorra, continúa, “pasa por convertirse en un destino de confort, calidad y con un lujo asequible sin ser ofensivo”.

Este empresario, al igual que otros muchos andorranos, no esconde su decepción “por el trato recibido desde España y también Catalunya” en las informaciones sobre el caso de la BPA. “Por el contrario, desde Francia se ha sido mucho más respetuoso con esta noticia que tanto ha dañado la imagen del país”, dice.

Viladomat, impulsor de pioneros proyectos de nieve en diferentes países, no niega que el andorrano se caracteriza también por tener una epidermis hipersensible con todo lo que afecta a su tierra. Y en esta crisis que vuelve a señalar a Andorra como el más desalmado de los paraísos fiscales –sin esperar a conocer toda la información sobre el caso de la BPA–, el país se ha sentido más solo y olvidado que nunca.

El empresario se muestra, sin embargo, convencido de que Andorra “se recuperará de este martillazo”, que tiene suficientes recursos para que así sea. Y aquí tienen un importante papel otras estirpes que, como la suya, vieron en el país algo más que bancos, licores y tabaco. Ahí está, por ejemplo, el imperio de las perfumerías Júlia. Con sólo 17 años, Júlia Bonet abrió en Andorra, en 1939, una pequeña peluquería con un guiño al perfume en los bajos de su casa. Una aventura arriesgada en un territorio de montaña eminentemente rural, sin tejido comercial y con unas pésimas comunicaciones con los vecinos catalanes y franceses. Júlia fue otra visionaria. Sus viajes a Francia, principalmente a Toulouse, para empaparse del mundo de los perfumes resultaron claves para que hoy la firma tenga 20 perfumerías en Andorra y 48 en España. Negocios que dan trabajo, sólo en el principado, a 300 personas, más que las empleadas en la BPA.

La clave del éxito de esta cadena de perfumerías –que ahora gestionan las tres hijas de Júlia Bonet– “es la exclusividad”, afirma su director general, Jaume Vivó. Hace sólo unos meses que Vivó asumió esta responsabilidad y fijó su residencia en Andorra; asegura que en ningún momento ha tenido la sensación de haberse equivocado. Todo lo contrario: “Este país tiene grandes posibilidades porque siempre podrá ofrecer al visitante exclusividad y precios muy competitivos”. La prueba es un ambicioso proyecto de Júlia: “Va a abrir el espacio de belleza y bienestar más grande de Europa”. Se levantará en lo que ya se conoce como el bulevard de lujo, un tramo peatonal de las calles Meritxell y Carlemany, en Escaldes. Ahí se ubican algunos de los comercios más selectos que ya priorizan el trato al cliente por encima del producto.

En ese bulevard de lujo tiene Manel su tienda, donde el tabaco y los licores ocupan un lugar destacado en las estanterías. Es un negocio de los de toda la vida. Manel no esconde su enfado cuando se le pregunta por la política de los grandes comercios. Responde con una pregunta: “¿Cómo voy a hacer yo reformas si cada vez tengo que pagar más impuestos a un Gobierno que navega sin rumbo?”. Considera que Andorra “es, por mucho que algunos digan, un destino de turismo barato”; y si quiere cambiar, “los gobernantes deberían ponernos las cosas más fáciles a los pequeños empresarios”.

No muy lejos de esa tienda tradicional se levanta uno de los majestuosos edificios de Via Moda, otro de los iconos del principado. Son los contrastes que caracterizan al comercio andorrano. Via Moda es otro negocio familiar; tiene 27 tiendas y da trabajo a alrededor de 450 personas. Lo fundó a finales de la década de los sesenta Bonaventura Riberaygua. Joan Prat, director general, asegura que la clave del éxito “ha sido ir a buscar al último rincón del mundo marcas exclusivas y vender esas prendas a precios muy competitivos”. Prat comparte con Joan Viladomat la idea de que el visitante compra más si se siente mimado por el entorno. Acudir a una tienda de Via Moda siempre va a formar parte, para un turista, de una actividad de ocio. Si a uno le tratan bien en el hotel, disfruta de unas excelentes pistas de esquí y come bien, “hay más posibilidades de que acabe comprando que si todo le sale mal”, considera Prat.

Tesis que también comparte Emilia Pallàs, directiva de la empresa Viladomat Esports, que explota con varios de sus hermanos. La primera tienda se abrió en 1945 y hoy hay 13 repartidas por el país. Calidad, servicio y garantía “deben primar en este negocio para sobrevivir a la época actual –afirma Pallàs–. Y traer hasta nuestras tiendas lo último del mercado”. Uno de los secretos de Viladomat Esports, cuando en Andorra se dejó de “comprar por comprar”, ha sido diversificar la oferta.

Otra característica de Andorra es su capacidad de acogida. Algo que choca con los largos años que hay que esperar, afincado ya en el país, para obtener la nacionalidad. Denis García es un ejemplo. Natural de León, emigró a Andorra en 1965. Abrió un pequeño restaurante y hoy regenta junto con su hijo, de 39 años y mismo nombre, el Don Denis. Es un restaurante con las paredes empapeladas de retratos de personajes famosos que han comido en sus mesas; la prueba de que Andorra tiene una atracción especial. Denis García padre afirma que un país capaz de recuperarse de los destrozos de la riada de 1982 “va a salir del agujero en el que ahora está por este tema del banco”. El hijo, convencido de que “Andorra es un milagro”, se muestra muy dolido por todo lo que se ha escrito y escuchado estas semanas sobre el país.

Antonio Rodríguez, adjunto a la dirección del Sport Hotel Hermitage & Spa, establecimiento de cinco estrellas de Soldeu, explica que el hotel está inmerso en un proceso de internacionalización de la marca, “y el hecho de que Andorra pueda tener una mala imagen podría perjudicarnos”. Este hotel de lujo es resultado de la apuesta de los hermanos Calbó, un próspero negocio familiar que nació de una modesta posada. Es una muestra más del potencial turístico que tiene el país en su oferta más lujosa y exclusiva y del buen posicionamiento del que goza Andorra, al menos hasta la fecha, como destino de los Pirineos a escala mundial.

Vicens Mateu, síndic de Andorra (equivalente a presidente del Congreso o Parlamento), comparte con los empresarios que el caso BPA “ha despertado muchos fantasmas”. Asegura que los primeros sorprendidos por la acusación estadounidense fueron los gobernantes del país y el principal temor ahora es que “todo el trabajo hecho los últimos cuatro años, especialmente en el sistema financiero, para cambiar la imagen internacional de Andorra, quede en nada”. Pero Mateu tiene plena confianza en que Andorra sabrá salir de este bache. Tendrán que empujar, eso sí, todos sus habitantes.

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El esquí es uno de los recursos naturales del país

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El gran comercio y las marcas se concentran en la calle Meritxell y la avenida Carlemany

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Las compras son uno de los reclamos para los turistas

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El cap de Govern, Antoni Martí, en una de las fotos familiares, tras su reciente reelección, con sus abuelas y tías

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El Gobierno andorrano, tras la toma de posesión a principios de este mes

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La entrada a uno de los grandes supermercados, este, junto a la frontera

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