La incorporación de la mujer en trabajos tradicionalmente reservados a los hombres en la industria tiene mucho que ver con la lucha de sus padres por que así fuera. Convenios que daban preferencia a los hijos de los empleados para entrar a trabajar fueron aprovechados para que también entraran las mujeres.
Este es el caso de la Seat, explica Anna Rodríguez Llorca (Barcelona, 1967), aunque costó mucho que admitieran mujeres en la cadena de montaje. Fue en 1987 y ella estuvo entre las pioneras. “El problema –explica– es que los hombres no lo veían como algo normal, sufrían por vernos ahí. Muchos se comportaban como padres y otros, la verdad, eran un poco salvajes”. Era tal la expectación que los hombres aprovechaban las pausas de sus talleres para ir a ver cómo una chica soldaba la chapa de los coches.
La normalidad ha llegado, asegura, con la incorporación masiva de mujeres a la cadena de producción. Seat es la empresa automovilística que cuenta con más mujeres en estos puestos, más de 1.700, y en el 2012, firmó con los representantes sindicales un plan de igualdad que recoge por escrito el compromiso de la compañía en esta materia. Rodríguez cree que el cambio generacional ha jugado en favor de esta normalidad. “Cuando yo entré, los trabajadores tenían cuarenta y pico años, y los cuarenta y pico de ahora no son los de entonces. Aquellos no podían soportar que una chica tuviera mando. Ahora hay muchas mujeres que son jefas. Se va evolucionando conforme lo hace la sociedad”.
Los tiempos van cambiando y sus compañeras, si quieren ligar, ya no tienen que ocultar que entienden de motores, chapas y amortiguadores, como le recomendaban sus amigos a Anna Rodríguez, para que no asustara a los hombres.
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