Black Hollywood

Cine

Hace un año, la gran fiesta de los Oscar estuvo marcada por las críticas a la ínfima presencia de actores y actrices negros entre los nominados. En esta edición, el panorama está siendo muy distinto, y el 'black power' brilla por su presencia y premios. ¿Es una casualidad o se está haciendo justicia?

Gil Robertson es presidente de la Asociación de Críticos Afroamericanos

En enero del 2009, un director desconocido llamado Barry Jenkins logró estrenar en un cine de Estados Unidos su primera película, Medicine for Melancholy, que a pesar de haber recorrido festivales en los que recibió elogiosas críticas, se apeó de la cartelera 12 semanas después de recaudar poco menos de 100.000 €. Si bien luego obtuvo numeros premios y reconocimientos, aquella historia romántica sobre una noche inolvidable para una pareja de afroamericanos de San Francisco sólo le dejó al realizador criado en un barrio pobre de Miami un par de contratos para desarrollar proyectos que no llegaron a concretarse, por lo que tuvo que acabar ganándose la vida lejos del cine. Jenkins es el mismo que ocho años después se ha convertido en director de moda con Moonlight, que esta madrugada se ha llevado el Oscar a la mejor película, contra pronóstico y con anécdota, pues se anunció en un primer instante que la ganadora era La la Land. Los premios de la Academia de este año a actores y actrices afroamericanos contrasta drásticamente con su ausencia en las nominaciones del año pasado.

La cuestión es: ¿hubiera tenido Moonlight la misma respuesta si el filme hubiera llegado a las salas en el 2009? ¿O su éxito se debe, en parte, a las expectativas que el mundo tenía para la meca del cine, obligada moralmente a resolver la indiferencia con la que la academia trató ese año a películas con fuerte presencia afroamericana como Straight Outta Compton, Creed: la leyenda de Rocky o Beasts of no Nation?

“La industria siempre cambia, pero ¿eso refleja un avance?”, se pregunta Mahershala Ali

Obras como la de Jenkins hacen pensar que mientras la academia desarrollaba todo tipo de estrategias para que sus miembros representaran más fielmente al complejo abanico étnico norteamericano, la industria del cine y la televisión trabajaba sin cesar en poder presentar en los últimos meses del año numerosas opciones que merecieran el aplauso de los críticos y los votos de los académicos. Sin embargo, tal como explica el propio Jenkins, las películas y las series que este año convirtieron a las estrellas negras en protagonistas en la gala de los Globos de Oro son el resultado de un largo proceso: “Muchos de esos proyectos empezaron cuatro, cinco o seis años atrás, por lo que no es que Hollywood haya tenido una respuesta mágica”, señala el director. Y agrega: “Creo que si hay una razón de que hayan aparecido ahora es que todos esos creadores decidieron mucho tiempo atrás que no iban a tolerar más no ser parte de la convocatoria. Que había un vacío y nuestras voces se tenían que escuchar. Cuando hice mi primera película en el 2008 no había muchos ejecutivos en los estudios que estuvieran interesados en tener una conversación sobre este tema como los hay ahora. Lo maravilloso de Moonlight, que es el filme más negro que vas a ver en el mundo, es que fue producido por Plan B, la productora de Brad Pitt, y A-24. Ninguna de esas compañías siente que su misión sea promover historias sobre negros. Simplemente leyeron el guión, les encantó y pensaron que yo era un buen director para llevar el proyecto adelante”.

Viola Davis comparte esa mirada: “Los artistas afroamericanos ya no quieren esperar a que se acuerden de ellos. Están produciendo su propio material. Kerry Washington, Taraji P. Henson, Halle Berry, Alfre Woodard. Todas ellas han decidido convertirse en productoras”, comenta. Davis sumó anoche a un Globo de Oro, su primera estatuilla por mejor actriz de reparto por su labor en Fences, otro filme con elenco íntegro de actores negros.

Aunque tal vez se trate sólo de una moda pasajera, el impacto de las películas protagonizadas por negros ha sido notable en el 2016, lo que llevó a la Asociación de Críticos Cinematográficos Afroamericanos, organización fundada en el 2003, a declarar que este había sido el mejor año para los negros en el cine. Gil Robertson, su presidente, expresó feliz: “Los estudios y las distribuidoras nos han tenido finalmente en cuenta. Desde las comedias hasta los dramas de alta calidad y los documentales, el 2016 representará para siempre una bonanza para el cine negro”.

Moonlight fue ciertamente una de las contendientes más fuertes en la noche de los Globos de Oro, de donde se marchó con el galardón a la mejor película dramática. Mahershala Ali, quien era la única figura relativamente conocida en su elenco gracias a su participación en House of Cards, confirmó las previsiones y anoche se llevó el Oscar al mejor actor de reparto, aun cuando se fue de los Globos con las manos vacías. El actor, que ya lleva 15 años trabajando en Hollywood, prefiere tomarse con prudencia el entusiasmo entre los artistas de su comunidad: “La industria siempre está cambiando, pero la pregunta es si ese cambio refleja un avance. Lo que marca la diferencia no son sólo los que aparecen en pantalla, sino quiénes son los que están detrás haciendo la película. Creo, de todos modos, que hay un verdadero esfuerzo por dirigir las cosas en una dirección positiva”, afirma con cautela.

Pese a tanto protagonismo, y aun después de haber ganado el Globo de Oro, Moonlight había recaudado hasta la entrega de los Oscar apenas 22 millones de dólares en Estados Unidos. Fences, basada en una respetada obra de August Wilson que mereció el premio Pulitzer, y que fue interpretada en Broadway por Denzel Washing­ton y Viola Davis, quienes después hicieron los mismos papeles en el cine, ha tenido un poco más de suerte, aunque todo depende del cristal con que se mire. Washington es uno de los pocos actores que no han experimentado aún un fracaso en su carrera, y los 55 millones que el filme lleva ingresados están bastante por debajo de lo que sus otras películas suelen amasar en taquilla. Figuras ocultas, la historia de las mujeres afroamericanas que en la década de los sesenta surgieron como verdaderos ordenadores humanos en la carrera espacial, ha recaudado 163 millones (costó 25) seguramente ayudada por la presencia de Kevin Costner en un papel de reparto.

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Disney también apostó por una película interpretada exclusivamente por actores negros, Queen of Katwe, con Lupita Nyong’o y David Oyelowo, que tuvo resultados realmente desa­lentadores. Ni siquiera ha llegado a recuperar los 15 millones de dólares que invirtió el estudio, que obtuvo apenas 10 millones en las 15 semanas que el filme se mantuvo en cartel en Estados Unidos.

Hay que admitir que las películas que compiten por el Oscar no siempre ganan dinero. En tierra hostil ganó seis estatuillas, incluyendo mejor película, y aun así no llegó a recaudar 50 millones de euros en todo el mundo, pero también es cierto que la industria del cine es precisamente eso, una industria, y como tal necesita que las películas íntegramente protagonizadas por afroamericanos sean rentables para que el buen momento que atraviesan no sea una mera moda pasajera.

Más allá del cine para los premios, Hollywood ha cultivado un cine comercial orientado a la audiencia afroamericana, que en algunos casos ha servido para amasar fortunas. Es virtualmente desconocido fuera de las fronteras estadounidentes, pero Tyler Perry ha construido un verdadero imperio con sus comedias simplistas, lo que le ha permitido edificar su propio estudio en Atlanta. Gracias a Madea, un personaje que basó en su propia madre, filma regularmente películas de 20 millones de dólares que multiplican varias veces esa inversión. La franquicia de La barbería, protagonizada por Ice Cube, fue un gran éxito entre la comunidad afroamericana, pero esas películas fracasaron cuando se intentó exportarlas. Desde hace ya muchos años hay un selecto grupo de actores cuyo color ha cambiado, ante los ojos de Hollywood, de negro a verde, lo que les ha llevado a encabezar grandes superproducciones, como Will Smith, el propio Washington y Eddie Murphy.

Desde la mirada de la industria, el consumidor afroamericano es importante, tanto como lo es el hispano o el norteamericano de origen asiático, porque curiosamente son las minorías las que suelen concurrir con más frecuencia al cine. Smith, durante la presentación de Escuadrón suicida, lo explicó muy claramente: “Como los estudios tienen que gastar cada vez más para financiar una superproducción, tienen que apelar a un espectro mayor de audiencia para garantizar la inversión. Siguiendo esa lógica, Escuadrón suicida tiene un elenco que es un verdadero arco iris de todas las etnias, credos y colores, y también edades”.

La verdadera pregunta que uno debe hacerse para entender por qué la industria ha tardado tanto en democratizarse es quiénes son los que toman las decisiones. Un estudio del prestigioso semanario The Hollywood Reporter sobre quiénes son las 100 mujeres más poderosas de la industria es contundente. Solamente un puñado de quienes dan luz verde a la realización de películas o deciden cuál será la próxima serie pertenece a minorías, y entre ellos sólo unos pocos son verdaderamente poderosos. Oprah Winfrey, la única multimillonaria negra y la más rica entre los afroamericanos, tiene su propia cadena televisiva, OWN, que llega a 80 millones de hogares, y desde hace años usa su considerable fuerza para lanzar proyectos vinculados a su comunidad. Ella fue quien produjo Precious, el filme que en el 2009 dio inicio a la carrera de Lee Daniels, hoy una voz importante en el cine afroamericano, y también Selma, sin duda la película negra más importante del 2014, que puso en el mapa a la directora Ava DuVernay. Oprah es también quien más dinero y esfuerzo ha aportado a la creación de un museo afroamericano en el complejo Smithsonian en Washington DC, que abrió en septiembre con la presencia de Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton. Winfrey donó 21 millones de dólares, mientras que la otra voz poderosa en los medios, la guionista Shonda Rhimes, aportó 10. Por su parte, Denzel Washington realizó una gran fiesta en su casa a la que asistieron varios de los afroamericanos más poderosos de Hollywood, en la que se recaudaron otros 10 millones. Oprah ha sido muy clara al explicar por qué se entregó en cuerpo y alma a apoyar el museo, cuyas entradas están agotadas para los próximos meses: “Yo nunca acepté integrar ninguna junta directiva de una institución pública, pero en este caso estuve en las reuniones desde un principio porque soy una convencida de que la única forma en que vamos a terminar con el racismo es cuando una parte conozca a la otra”.

“No siento que hoy falte diversidad en lo que produce Hollywood”, explica Morgan Freeman

El museo es una muestra de cómo la comunidad negra trabaja en forma organizada para cambiar las cosas, lo que le ha puesto muy por delante de las otras minorías que conforman el abanico cultural norteamericano. Aunque los hispanos equivalen al 17% de la población, su representación es minúscula en Hollywood y están usualmente ausentes de la carrera por los premios. El último latino en ganar un Oscar al mejor actor fue Benicio del Toro en el 2000, y nadie ha vuelto a ser nominado en esa categoría después de Demian Bichir en el 2011. Santiago Pozo, un riojano que 27 años atrás fundó Arenas Group, empresa especializada en el mercado hispano, señaló en un reciente artículo en la web Deadline: “En esta temporada de premios la diversidad multicultural ha recorrido un largo camino... si eres negro. Las oportunidades para los hispanos, tanto delante como detrás de cámaras, son pocas y muy distantes entre sí. Por eso es importante que abran las puertas al verdadero multiculturalismo, no sólo al blanco y al negro”.

Otros simplemente creen que la única forma de alcanzar una igualdad es creando un nuevo Hollywood donde triunfen los mejores sean del color que sean. Morgan Freeman, quien ciertamente tuvo que lidiar con el racismo en los inicios de su carrera, es uno de los que lo ven así: “Yo no creo que el problema pase por la academia. Si uno hace una buena película y la gente la va a ver, seguramente la van a tener en cuenta. No siento que hoy falte diversidad en lo que produce Hollywood, y con esto incluyo todo desde Netflix hasta los anuncios”. Y Shonda Rhimes, creadora de series como Anatomía de Grey, Scandal y Sin cita previa, responde molesta cuando se le pregunta cuándo pondrá directoras negras en sus programas: “Yo creo que llegaremos a una situación ideal cuando dejen de preguntar cómo les va a las mujeres negras en la industria”.

En enero, en el Festival de Sundance, una platea en pie recibió la primera proyección de Mudbound, una película que sin olvidar la historia afroamericana tiene una mirada más inclusiva, contando la historia de dos familias, una blanca y una negra, que deben compartir un campo y una vida miserable en el delta del Misisipi en la década de los cuarenta. Aunque la directora, Dee Rees es negra, el filme ya ha puesto un pie en la carrera por el Oscar con un mensaje de unidad, donde actores blancos como Carey Mulligan, Jason Clarke y Garrett Hedlund tienen la misma oportunidad de brillar que sus colegas negros, Mary J. Blige, Jason Mitchell y Rob Morgan, un poco como ya ha ocurrido en el caso de Loving, película que este año repartió nominaciones a los Globos de Oro para sus protagonistas, Ruth Negga y Joel Edgerton.

Ava DuVernay, que dirige Una arruga en el tiempo, superproducción de ciencia ficción que protagonizan Chris Pine y Reese Witherspoon, y con un reparto que incluye a Michael Peña y Gugu Mbatha-Raw, es tal vez quien mejor sintetiza cómo sería el Hollywood ideal: “Yo no creo que la igualdad racial deba llegar antes que la equidad salarial entre actores y actrices. Todo es importante y debe resolverse al mismo tiempo. Todos tenemos que tener el mismo lugar en la mesa. El otro día estaba leyendo sobre la muerte de un campesino en Corea del Sur que recibió el impacto de un cañón de agua. Estaba protestando por una injusticia en su comunidad. Miles de estudiantes surcoreanos salieron a proteger su cuerpo para que no se lo llevase la policía. Mientras leía el ­artículo sentía como mi corazón se conmocionaba. Su historia no tenía nada que ver conmigo, ni de donde soy. Pero si uno cree en la justicia –concluye DuVernay–, tiene que ser para todos, no sólo para lo que te concierne a ti”.

Shonda Rhimes, creadora de Anatomía de Grey

Ava DuVermay, ganadora del premio Sundance y directora de Selma

Tyler Perry ha construido un imperio con sus comedias simplistas

Mahershala Ali, protagonista de Moonlight, Oscar al mejor actor de reparto

Morgan Freeman

Fotograma de Figuras Ocultas, con Taraji P Henson, Octavia Spencer y Janella Monáe

Medicine for melancholy, de Barry Jenkins

Fotograma de Beast of no nation, con Idriss Elba, eterno candidato al primer Bond negro

Denzel Washington y Viola Davis, Oscar a la mejor actriz de reparto por Fences

Sylvester Stallone y Mitchael B. Johnson en Creed, la leyenda de Rocky

El elenco de Straight Outta Compton, película de Gary Gray de 2015

Fotograma de Selma, dirigida por Ava DuVernay

Lupita Nyong'o en Queen of Katwe, fime de Disney

Alex Hibbert, en Moonlight, de Barry Jenkins

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