► Saque el azúcar de la mesa: el blanco y el moreno (entre los que, según los expertos, nutritiva y calóricamente apenas hay diferencias), la miel, melazas, jarabes. Reduzca el azúcar que añade habitualmente a muchos productos como cereales, café y té… Empiece por reducir la cantidad que normalmente añade a la mitad y ya verá.
► Tome bebidas sin azúcares o bajas en calorías, aunque la mejor elección siempre es el agua
► Coma fruta fresca (o si es en conserva, en agua o su propio jugo, aparte el almíbar)
► Compare las etiquetas de los productos y elija los que contengan una menor cantidad de azúcares añadidos. La leche y las frutas contienen azúcares naturales, pero hay muchos productos envasados con azúcares añadidos, que constan en la etiqueta.
► En lugar de añadir azúcar a los cereales o al yogur, añada trocitos de fruta fresca (plátano, fresas, frambuesas…) o desecada (pasas…)
► Cuando haga galletas, pasteles, bizcochos u otra repostería casera, reduzca la cantidad de azúcar que pone en la receta en una tercera parte o a la mitad y verá que no hay excesiva diferencia.
► Pruebe a sustituir el azúcar de sus recetas por extractos de almendra, vainilla, naranja o limón.
► Si usa el azúcar al cocinar platos, sustitúyalo por especias: jenjibre, canela y nuez moscada.
► Sustituya el azúcar por edulcorantes acalóricos (aspartamo, sucralosa, sacarina…) Con moderación.