Educar, una cuestión de modelo

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¿Por qué algunos países parecen haber acertado con su modelo educativo y otros no consiguen mejorar sus resultados? Un estudio comparativo internacional ayuda a entender mejor las claves de éxitos y fracasos, con una conclusión lógica: se necesita inversión económica, implicación de toda la sociedad y tiempo para que se vean avances en las calificaciones.

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Laura empieza 4.º de ESO el 15 de septiembre. Al contrario que la mayoría de los adolescentes europeos, sus vacaciones son muy largas, de casi tres meses. Si viviera en Finlandia, ya llevaría más de dos semanas estudiando. Muchas vacaciones, pero luego, en cambio, tendrá más horas de clase: 1.050 por curso, frente a las 856 de los finlandeses. Laura también cargará con más deberes. En 4.º de ESO, según datos de la OCDE, los estudiantes españoles dedican 6,5 horas semanales de media a tareas escolares en casa. Además, a diferencia de la inmensa mayoría de los países de su entorno, hay muchas probabilidades de que a los 15 años ya haya pasado por la experiencia de repetir curso (un tercio ya lo ha hecho en al menos una ocasión). No es el caso de Laura, una buena estudiante que prevé aprobar la ESO con éxito. En cambio, más de un 20% de los alumnos españoles acabará la secundaria sin el graduado escolar. En Finlandia, si la tendencia sigue como hasta ahora, apenas un 5% de los estudiantes suspenderá la educación secundaria. En Corea del Sur, lo mismo: la repetición de curso no existe y casi todos los alumnos obtienen el graduado escolar con altas calificaciones.

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¿Cómo debe ser un buen sistema educativo? ¿Y qué tienen que aprender los alumnos? Cada país diseña su escuela intentando dar respuesta a estas cuestiones. Y algunos parecen tener más éxito que otros a tenor de las evaluaciones internacionales y de las cifras de éxito escolar. Pero todo ha de situarse en su contexto. España es el ejemplo de que no por más horas se obtienen mejores resultados. Aparte de su elevada tasa de fracaso escolar (26,5% en el 2011), los informes PISA –la macroevaluación de la OCDE que mide los conocimientos de los alumnos a los 15 años– señalan un estancamiento en el avance del sistema, que se sitúa justo por debajo de la media de los 65 países analizados. En el último PISA el país ocupa el puesto 33, con 484 puntos en matemáticas –la principal disciplina evaluada– frente a los 494 puntos de media de los 65 países. En cambio, España sí ha mejorado un poco en ciencias –puesto 29, con 496 puntos– y en comprensión lectora –puesto 31, con 488 puntos–. Con todo, los resultados de los alumnos españoles son prácticamente los mismos que hace una década. Y dados los continuos vaivenes legislativos y los últimos recortes en educación, muchos educadores consideran “un éxito” que no se haya ido a peor.Las claves del éxito educativo de Finlandia se basan en la estricta selección y formación del profesorado, la implicación de la sociedad y la familia y el acceso universal a la cultura.

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Sin embargo, esta situación de “estancamiento educativo” no es exclusiva de España. Países europeos como Suecia, Reino Unido y Alemania pasan por lo mismo, mientras que los asiáticos muestran un avance espectacular. Francia, con una escuela que lleva la igualdad de oportunidades por bandera y que ha gozado históricamente de bastante prestigio, está también en el grupo de los “ni mejor ni peor”, aunque con unos resultados por encima de España. Desde el 2000, se sitúa siempre un poco por encima de los países de la OCDE –puesto 23 de 65–. Pese a ello, los resultados de sus alumnos han bajado algo. Entre el 2003 y el 2012, Francia ha perdido dieciséis puntos en conocimientos matemáticos y otros tantos en lectura según PISA. Sí ha conseguido, en cambio, que cada vez más alumnos aprueben la educación obligatoria. Diferentes gobiernos han intentado introducir algunas reformas educativas, más en cuestiones de metodología y currículo que de leyes, para que su escuela vuelva a brillar como lo hizo en los 90. Si nuestra alumna, Laura, fuera francesa tampoco tendría excesivos deberes en casa y disfrutaría de periodos de clases más cortos con más pausas entre medio.

En el lado positivo, España ha construido un sistema educativo igualitario, mucho más que el de Alemania o Estados Unidos. El problema está en que la igualdad llega por abajo. Tiene a pocos alumnos con resultados excelentes y muchos con puntuación media-baja, según el informe PISA publicado en el 2013. Laura se sitúa en el de los excelentes. En España es una excepción, pero no lo sería en Finlandia, y mucho menos en Corea del Sur. Ambos países destacan por tener una alta proporción de alumnado en las franjas de excelencia académica que marca PISA, y muy pocos en la parte baja. En el caso de Corea fue el país con mejores resultados en el último informe –por delante había cuatro ciudades chinas, pero ningún estado–. Sus alumnos de 15 años obtienen una puntuación media de 554 puntos, 60 puntos por encima de la media de la OCDE, lo que equivale a casi dos cursos de ventaja respecto a España.

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Son sistemas bastante equitativos en cuanto a resultados, pero llegan mediante caminos distintos. “Corea y Finlandia son el ejemplo de que equidad y rendimiento alto son complementarios”, señalaba Xavier Bonal, profesor de Educación y Desarrollo Internacional de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), cuando se publicó el último informe PISA. Bonal resalta que en Finlandia todos los alumnos estudian lo mismo en secundaria –aunque pueden personalizar su currículo con asignaturas optativas– y no se les separa por niveles, porque se considera que cualquier estudiante, con los apoyos y recursos necesarios, puede graduarse en ESO. Además, apenas repiten curso –en Corea esta opción no existe–. La recién aprobada Lomce va en el camino contrario, y propone separar a los alumnos en función de su rendimiento muy pronto, con dos niveles de matemáticas en la ESO. También permite apartar a los alumnos con muy malas notas a los 14 años y derivarlos hacia una FP “básica” siempre que los padres den su visto bueno. Corea, en cambio, obtiene resultados altos porque existe una fuerte presión sobre los estudiantes, y las familias gastan mucho dinero en clases de refuerzo y particulares. En este país, sí se suele agrupar a los alumnos según sus habilidades. Los estudiantes coreanos dedican muchas horas a los libros. Los finlandeses, por su parte, son los que menos tiempo pasan en clase de los países de la OCDE –aunque sí tienen deberes–.

En una de las potencias mundiales, Estados Unidos, la situación educativa difiere de la de estos campeones de PISA. “Si nos atenemos a las cifras, diría que Estados Unidos cuenta con un sistema educativo con iniciativas brillantes, pero que se pagan; donde la desigualdad sigue siendo el principal problema y la meritocracia tiene un gran peso”, resume Lola García-Ajofrín, periodista y autora del blog Gigantes de la educación, dedicado a los sistema educativos del mundo. Se trata de un país inmenso con un sistema educativo de una gran diversidad. La financiación privada tiene un papel clave: un 31% de la inversión en educación de Estados Unidos procede de fuentes privadas, casi el doble que la media de la OCDE (16%), algo que repercute directamente en la equidad que España, Finlandia o Corea del Sur sí han conseguido. “Un reciente estudio de 26 expertos para Atlantic Philanthropies y Open Society Foundations concluye que a los estudiantes afroamericanos con discapacidad se les expulsa de clase ‘en tasas enormemente desproporcionadas en comparación con los estudiantes blancos’, algo que también ocurre con niños latinos. Además, el 43% de los latinos y el 38% de los afroamericanos asisten a ‘escuelas intensamente segregadas’, donde las minorías representan entre el 90% y 100% de los estudiantes, según el estudio del proyecto de derechos humanos de la Universidad de California”, apunta García-Ajofrín al respecto. Este país está por debajo de España en PISA, con el puesto número 36. La “mediocridad” del sistema educativo americano contrasta, sin embargo, con la potencia de sus universidades, que lideran todos los rankings internacionales y las cifras de producción científica de calidad. De momento, la cuestión de la equidad en el aula no ha logrado situarse en el centro del discurso educativo.

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Sí lo ha hecho en Brasil, un país emergente también con enormes desigualdades educativas y con gran peso de la iniciativa privada, como Estados Unidos, pero donde el Gobierno ha apostado de forma decidida por revertir la situación. PISA destaca a Brasil como uno de los estados donde más ha mejorado el conocimiento de los alumnos, aunque continúa estando por debajo de la media (puesto 58). Desde el 2003, sus resultados no paran de crecer.

En Brasil, Laura estaría ahora a mitad de curso, y desearía que llegase cuanto antes diciembre para tener las vacaciones del verano austral. Muy probablemente acudiría a un instituto público, como el 83% de los 50,5 millones de alumnos del país, frente al 70% de los alumnos españoles. Esta alumna de quince años podría elegir el turno de sus clases: de mañana, de tarde y de noche, y tendría muchas menos horas de clase que en España, tan sólo 800 por año. Tendría menos posibilidades, eso sí, de acabar la secundaria.

Pese a la espectacular mejora de la escuela brasileña en la última década, el país tiene grandes retos para reducir su elevada tasa de analfabetismo y abandono escolar. María Vieites, gerente de proyectos para América Latina del Instituto Natura (organización sin ánimo de lucro dedicada a apoyar, junto a la administración y otros actores educativos, la mejora de la educación en Brasil), explica que sólo el 58% de los alumnos acaban la enseñanza media. La desigualdad es muy clara si se tiene en cuenta la clase socioeconómica: menos del 30% de los chicos que pertenecen a las clases más desfavorecidas acaban esa titulación del periodo de educación obligatoria, frente al 85% de los más ricos.

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Vieites confiesa que le llama la atención cómo la educación ocupa la agenda política. “A finales de junio, la presidenta Dilma Rousseff aprobó un plan nacional de educación, por el que entre otras metas se ha comprometido a dedicar dentro de cinco años el 7% del PIB y llegar hasta el 10% del PIB en una década”, señala. A pesar de que sólo el 17% de los brasileños de 18 a 24 años están en la universidad, en una década –entre el 2002 y el 2012– el número de alumnos de enseñanza superior se ha duplicado hasta alcanzar los siete millones.

El sistema educativo brasileño, pues, no es brillante en su conjunto pero está realizando un gran esfuerzo por mejorar y llevar la educación obligatoria a toda la población. “Un buen sistema educativo no se construye de la noche al día, no hay atajos”, afirma Andreas Schleicher, el responsable del informe PISA. Esta idea bien podría aplicarse a España. Su sistema educativo quizás no sea de los más brillantes del mundo, pero hay que tener en cuenta de dónde se viene. La OCDE evaluó el año pasado la capacidad en lectura y matemáticas de la población de entre 16 y 65 años de 24 países desarrollados y España ocupa la penúltima posición en comprensión lectora y la última en matemáticas. En el lado opuesto se encuentran Japón, Finlandia u Holanda. Pero al mirar con lupa, se ve que España mejora en las franjas de edad más jóvenes. Las personas de entre 16 y 24 años se acercan a la puntuación media de los países evaluados. Aunque todavía están por debajo de jóvenes de otros países, la distancia se reduce enormemente. Por ejemplo, los españoles de entre 55 y 65 años obtienen una nota 32 puntos inferior a la media en matemáticas, mientras que en la franja de 16 a 24 años la distancia con la nota media es de 16 puntos. Todos los cambios, pues, requieren tiempo. Y España lleva menos en el club de los países con educación obligatoria hasta los 16 años.

España ha construido un sistema educativo más igualitario que Alemania o Estados Unidos. El problema es que la igualdad llega por abajo: tiene pocos alumnos excelentes y muchos con puntuación media-baja

La mediocridad del sistema educativo estadounidense contrasta con la potencia de sus universidades, que lideran todos los rankings internacionales

Las claves del éxito educativo de Finlandia se basan en la estricta selección y formación del profesorado, la implicación de la sociedad y la familia y el acceso universal a la cultura

El economista y experto en sistemas educativos Jorge Calero recuerda que hasta 1970 la educación era “muy elitista” y en realidad no era universal. Hasta esa fecha, la escolarización sólo era obligatoria hasta los 10 años. En muchos territorios, además, las escuelas públicas no cubrían toda la demanda de educación, una gran parte de la población no podía pagar una escuela privada y el absentismo escolar apenas se controlaba. “Por lo tanto, hay todo un grupo de personas de más edad que o no ha podido formarse, o lo ha hecho de una forma deficiente”, afirma Calero. Esta sería una de las razones del retraso educativo español. Calero, que también fue director del Consell d’Avaluació del Sistema Educatiu de Catalunya, resalta asimismo que los alumnos de 15 años españoles obtienen una mejor puntuación en los informes PISA que los adultos. Así que cualquier tiempo pasado no fue mejor. A partir de 1970 se instaura la EGB y el BUP. La escolarización ya es obligatoria hasta los 14 años. Se consiguió en 1970, cuando la mayoría de los países europeos escolarizaba hasta los 16 años desde hacía más de una década. La Logse empieza a aplicarse en 1990 y su despliegue acaba en el 2002. Hasta entonces, la educación hasta los 16 años no era completamente universal. España parte de una situación de desventaja histórica.

En el mismo informe sobre educación de adultos, sin embargo, también hay un país que está por debajo de la media –no tanto como España– y que se ha convertido en el rey de PISA. Corea del Sur ha conseguido en tan sólo una generación elevar de forma increíble el nivel educativo de su población. Las claves de este avance coinciden con algunos de los aspectos que también hacen del finlandés un sistema brillante.

El pedagogo y profesor Xavier Melgarejo explica la base de este éxito en su libro Gracias, Finlandia. El país no dedica a educación más dinero que sus vecinos suecos o daneses, pero sus alumnos están mejor formados. “Lo invierten bien”, describe Melgarejo en su estudio. Este docente destaca tres pilares del sistema educativo: la estricta selección y formación del profesorado; la implicación de la sociedad y la familia y el acceso universal a la cultura. En cuanto al primero, para presentarse a las pruebas de acceso a la carrera de magisterio, los candidatos finlandeses han de obtener más de nueve puntos sobre diez en la reválida que hacen al finalizar el bachillerato. En las pruebas de acceso a la facultad los aspirantes deben hacer un comentario de texto, una prueba de matemáticas, una de empatía y sensibilidad social y otra de habilidades artísticas. Si pasan todas las pruebas, pueden entrar en la facultad. Estudian cuatro años, como aquí. Pero además deben superar un periodo de prácticas en escuelas especializadas y escribir una tesina. Si aprueban todas estas fases, pasan a dar clase. Además, los mejores maestros se encargan de los cursos inferiores

–primero y segundo de primaria– y de los centros con mayores dificultades. Todo esto hace del maestro una de las profesiones más respetadas y prestigiosas del país. En Corea del Sur, el salario medio de los profesores suele ser bastante alto en comparación con los sueldos del país –39.000 euros anuales brutos frente a los 31.000 de los países de la OCDE–. Se trata de una profesión muy respetada y de las más solicitadas entre los universitarios. Sólo el 5% de los aspirantes con mejor nota logra acceder a las escuelas de magisterio en el país asiático. Entre los docentes que más destacan, también se elige a una parte para darles una formación específica, de manera que se ha creado una élite de maestros. El objetivo es que lideren la pedagogía en las escuelas. En secundaria, sin embargo, los docentes coreanos no están tan bien preparados.

En España, no existen pruebas adicionales para acceder a las facultades de educación. Las únicas comunidades autónomas que han puesto un requisito extra son Madrid y Catalunya. Este curso los aspirantes a maestro debían obtener un cinco de media en los exámenes de lengua en selectividad.

La nueva ley educativa con la que arranca este curso no aborda muchas de estas cuestiones. Su efecto se verá a medio plazo, pero para entonces, quién sabe si España tendrá ya otra ley de Educación (de momento lleva siete).

COREA DEL SUR

En la imagen, un grupo de estudiantes uniformados coreanos sigue atentamente un programa educativo en el ordenador

5,2% PIB Inversión en educación

703 horas de clase en primaria

39.000 euros de sueldo base anual de un profesor

20-30 alumnos por aula

27,3% gasto privado sobre el total del país

EEUU

Una clase de música en un centro educativo de Nueva York

5,4% PIB Inversión en educación

958 horas de clase en primaria

34.300 euros de sueldo base anual de un profesor

20-30 alumnos por aula

22% gasto privado sobre el total del país

FINLANDIA

Niños en una escuela de primaria de Vaasa

6,8% PIB Inversión en educación

683 horas de clase en primaria

30.000 euros de sueldo base anual de un profesor

20 alumnos por aula

2,4% gasto privado sobre el total del país

FRANCIA

Alumnos y profesor en Angers, al oeste de Francia

5,68% PIB Inversión en educación

847 horas de clase en primaria

25.000 euros de sueldo base anual de un profesor

20-30 alumnos por aula

7% gasto privado sobre el total del país

ESPAÑA

Clase en un aula de informática en San Sebastián

4,58% PIB Inversión en educación

875 horas de clase en primaria

30.000 euros de sueldo base anual de un profesor

25-34 alumnos por aula

12% gasto privado sobre el total del país

BRASIL

Una escuela pública en Xapuri, en el norte de Brasil

5,8% PIB Inversión en educación

900 horas de clase en primaria

15.000 euros de sueldo base anual de un profesor

20-35 alumnos por aula

15% gasto privado sobre el total del país

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