Ellas juegan en campo contrario

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Este fin de semana, Estados Unidos y Japón se disputan la final del Mundial de fútbol femenino, una cita que ha dado visibilidad a unas deportistas que no suelen tenerla. Las guerreras de los estadios ganan terreno, aunque sus sueldos (si los tienen) se hallan a años luz de los de sus colegas masculinos, y pese a la precariedad de sus equipos, que a veces corren el riesgo de la desaparición.

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SUN WE China Subcampeona del mundo en 1999. Mejor jugadora del siglo XX, según la FIFA. 42 años.

Mientras en Ottawa la selección femenina alemana juega contra la noruega, a Nuria Mendoza, 19 años, centrocampista del Espanyol, le acaban de notificar que su equipo se queda sin presupuesto. Le invade una profunda “rabia y frustración”. ¿Malos resultados? “¡Qué va! Hemos tenido una buena temporada, y el club es un referente del fútbol femenino”, aclara la futbolista que días después de ese anuncio de recortes, acabará fichando por la Real Sociedad. Para las mujeres, competir en Primera División no es garantía de nada. Cuando los clubs atraviesan dificultades, ellas son las que más acusan los recortes. Hace poco les sucedió al Sporting de Huelva y al Rayo Vallecano. Estuvieron al borde de la desaparición. Se mantuvieron porque las jugadoras aceptaron dejar de cobrar su modesta mensualidad. Impensable en un equipo masculino.

“El fútbol femenino en España es una metáfora del país. Presume de tener el fútbol como deporte rey, pero los equipos femeninos son unas hermanas muy pobres. Para mí son auténticas heroínas. Deben superar un sinfín de obstáculos y muchos prejuicios en una sociedad donde el machismo sigue vigente”, resume Michael Robinson, exjugador y conductor de Informe Robinson (Canal +). “Para muchos padres, que su hijo quiera jugar al fútbol es motivo de orgullo, pero si se trata de su hija, ya no está tan bien visto”, constata. Robinson admite que la situación ha mejorado en los últimos años aunque, a su juicio, el fútbol femenino “triunfa por causas naturales” más que por las autoridades deportivas.

El campeón de la Liga femenina recibe 1.352 euros, mucho menos que el campeón juvenil masculino, que ingresa 12.020 euros. El equipo que gana la Champions femenina recibe 60 veces menos que el ganador masculino

El hecho es que, con escasos medios en comparación con países como Alemania o Estados Unidos, la selección española ha llegado al Mundial por primera vez. Y pronto saldrá a la venta el primer juego de Play­Sta­tion con los nombres de la roja femenina en los dorsales. No es un detalle menor. Hasta ahora, todos los jugadores virtuales eran masculinos. “Ya va siendo hora de que las niñas tengan otros referentes que no sean Leo Messi o Cristiano Ronaldo”, opina Marta Unzue, 27 años, capitana del Barça, vigente campeón de Liga, al que pertenecen nueve de las seleccionadas que han volado a Canadá. Entre ellas, Ruth García. “El fútbol femenino ha conseguido con humildad y silencio hacerse un hueco en un deporte a priori de hombres. Hemos tenido la suerte en los últimos años de tener un grupo nutrido de jugadoras que han dado el paso a escala internacional”, razona la defensa. Un paso imprescindible no sólo para ganarse la vida con el fútbol sino para convertirse en profesional.

“La ley española es decimonónica y discriminatoria, vamos a luchar con todas nuestras fuerzas para cambiarla”, previene Fe Robles, presidenta de la Asociación Española de Jugadoras de Fútbol, que representa a un centenar de deportistas y cuenta con un millar de simpatizantes. Robles se refiere al artículo 24, capítulo V, del real decreto de Federaciones Deportivas de 1991. Reza así: “La denominación de las ligas profesionales deberá incluir la indicación de la modalidad deportiva de que se trate. No podrá existir más que una liga profesional por cada modalidad deportiva y sexo en el ámbito estatal”. Pese a lo que dice la ley, la existencia de una liga de fútbol profesional masculino anula, en la práctica, la posibilidad de que haya una femenina. “Esto implica que no pueden tener un contrato laboral como futbolistas profesionales ni tampoco estar sindicadas, porque no hay patronal”, aclara Robles. Entre sus objetivos figura convertir la asociación en el sindicato femenino y mejorar la financiación de los equipos con una mínima presencia en las quinielas.

“Hay una gran paradoja en el deporte español, produce grandes deportistas, pero somos incultos en cuanto a la cultura deportiva. Aquí no se utiliza como algo didáctico, sólo hay el éxito o el fracaso”, deplora Robinson, que reside en España desde hace 28 años. El fracaso lo viven en su piel las jugadoras del Sant Gabriel, de Sant Adrià de Besós, cuyo descenso a Segunda División ha llegado a hacer temer por la continuidad de la sección. “Estamos hartas de ver que, cuando un equipo masculino baja a Segunda, el Ayuntamiento y las instituciones se vuelcan a apoyarlos, en cambio, si se trata de las chicas, se las responsabiliza a tope”, se indigna Fe Robles. Muchos equipos viven con una espada de Damocles encima. Y cuando cae, es implacable. En la temporada 2013-2014, el Sporting de Palma de Mallorca decidió suprimir su sección femenina, también el Osasuna. Furibundas, las jugadoras de este último club decidieron fundar un equipo únicamente femenino, el Mulier.

Pese al golpe, las voluntariosas chicas del Sant Gabriel no se dan por vencidas. Siguen entrenando tres días por semana, a partir de las 20.30 h, el horario habitual en casi todos los equipos. “Siempre nos toca a última hora, después del primer equipo masculino, de los juveniles y de los infantiles. De todas formas, la mayoría de nosotras trabaja o estudia por la mañana, porque sabemos que, o te vas al extranjero, o en España no puedes vivir de esto”, constata Alicia Gómez Prada, 28 años, portera y capitana del Rayo Vallecano, club en el que ha ganado tres ligas y una Copa de la Reina en 11 años. Entrena cuatro días a la semana, entre las 20 y las 22 horas, la mayor parte del tiempo con luz artificial y... césped artificial, inconveniente del que no se libran ni las estrellas del Mundial.

A ese respecto, un centenar de jugadoras internacionales ha mantenido un pulso con la FIFA, a la que llevaron ante el Tribunal de Derechos Humanos para lograr que la competición se desarrollara sobre la misma superficie natural que utilizan los hombres. El tiempo jugó en su contra, y se vieron obligadas a tirar la toalla. “La pelota no bota igual, el juego es menos fluido, y el césped artificial provoca más lesiones y fuertes quemaduras, pero está claro que la salud de las mujeres cuenta menos que la de los hombres”, denuncia Robles. “Es una discriminación que condiciona el juego y devalúa nuestro fútbol”, lamenta Vero Boquete, 28 años, capitana de la selección española recién fichada por el Bayern después de haber ganado la Champions con el Frankfurt.

El glamur del Mundial se ha visto ensombrecido por otra polémica. La decisión de la FIFA de imponer un test de verificación de sexo no sólo ha soliviantado a muchas jugadoras. “Diabólico” es el primer calificativo que acude a los labios de Robinson. “Es humillante y vergonzoso. Nadie fija una cantidad mínima de testosterona para los hombres”, se indigna Robles. Mientras muchos expertos consideran que el sexo de una persona supera las fronteras de la genética, los defensores de la medida argumentan que el fútbol es un deporte de potencia física –por lo que una jugadora que posea la misma que un hombre supone una clara desventaja para su rival– y se remiten al escándalo sucedido en Irán en febrero del 2014, donde se expulsó a cuatro jugadoras de la selección al haberse descubierto que, en realidad, eran hombres que no habían terminado sus operaciones de cambio de sexo.

Ningún país árabe ha participado en este Mundial. En los estados de confesión musulmana las chicas juegan con el velo islámico y el fútbol desempeña un papel social importante a la hora de favorecer la afirmación de las mujeres y una tímida apertura de la mentalidad sexista. Pero también en Occidente los clichés perduran. “‘¡Vete a fregar platos!’. Todas hemos tenido que aguantar este insulto en el campo. El hombre reacciona como si invadieras un territorio exclusivo suyo. Aún hay que romper muchas barreras”, comenta Laura Torvisco, exjugadora y entrenadora del Rayo Vallecano. La imagen del marimacho aún persigue a las jugadoras. “Eso es un tópico que está desfasado, somos muy femeninas”, sostiene Marta Unzue con sus hermosos ojos color miel resaltados por el maquillaje.

La barcelonista se siente privilegiada y orgullosa de pertenecer a un club que apuesta por profesionalizar a su equipo femenino dentro de los límites de la ley. La próxima temporada pasarán de entrenar a última hora del día a hacerlo por la mañana y empezarán a trabajar la musculación y la alimentación. Una conquista. El Real Madrid, en cambio, no cuenta con sección femenina. “Eso no es normal”, reprocha Unzue. Si la decisión depende de los estímulos económicos, va para largo.

Por ganar la Superliga femenina, el Barça recibió 1.352 euros con 28 céntimos. El Atlético de Madrid, que quedó subcampeón, obtuvo 901 euros con 50 céntimos. Unas cifras que se sitúan muy por detrás de la Liga ­juvenil masculina (el campeón recibe 12.020 euros). Y mientras la Copa del Rey juvenil de chicos conlleva 3.000 euros, la de la Reina está dotada con… cero euros.

La diferencia también es abismal cuando se trata de la competición europea. Las ganadoras de la Champions reciben de la UEFA 250.000 euros, 60 veces menos de lo que ingresa el campeón masculino: 15 millones. A los clubs que participan en la Champions femenina les pagan 23.000 euros a cada uno, viajes incluidos.

El argumento de la federación es, formalmente, impecable: “Se gana en función del dinero que se genera”. “Como tienen poca proyección mediática va menos gente al campo y apenas reciben ayudas. Hay que romper ese círculo vicioso y glorificar su papel como deportistas de élite. En Alemania se retransmiten los partidos y son vistas como diosas”, contradice Robinson. Las cosas avanzan a otro ritmo en la Península. A finales de 1980 había unas 300 licencias femeninas y en el 2014 se contabilizaron 44.873, sumando fútbol y fútbol sala, repartidas en 21.639 clubs. La federación alemana alcanza el millón de licencias. Las españolas que juegan en Primera División y tienen la fortuna de cobrar son mileuristas –acaban de conseguir que las dietas pasen de 25 a 50 euros diarios–, mientras que en otros países las nóminas de estrellas como la brasileña Marta Vieira o la estadounidense Alex Morgan alcanzan los 355.000 euros anuales.

España ha superado la época en la que las niñas se tenían que cambiar en el banquillo porque no había vestuarios para ellas. Fe Robles recuerda que, hace 15 años, cuando jugaba con un equipo de la periferia norte de Madrid, “el campo era de tierra, y en invierno había hielo en los socavones. El entrenador nos esperaba con una lata de cerveza en una mano y un puro en la otra”. “Tenía que gustarte mucho el fútbol para jugar en esas condiciones tan lamentables, pero eso forja carácter, espíritu de sacrificio y de rebeldía”, asegura. Los inicios de Boquete tampoco fueron fáciles. “En mi primer equipo, con 5-6 años, iba a entrenar y a los partidos, pero no podía saltar al campo porque había una norma que prohibía jugar a las niñas con niños. He tenido que aguantar muchos comentarios. Me han privado de crecer con sueños, pero la pasión por este deporte ha sido tan fuerte que me empujó a seguir y creer en imposibles”.

Hoy cada vez hay más equipos de niñas que, gracias a deportistas como Boquete, “ya crecen con referentes femeninos”. “Está germinando una semilla, el hashtag #FutbolFemenino ha sido trending topic estos días. Se detecta un cierto interés de las marcas para hacer camisetas y botas para chicas. En el campo de las aseguradoras las cosas también se mueven. Algunas jugadoras han firmado pólizas para sus rodillas. El mercado empieza a abrirse para las mujeres, ahora hay que conquistarlo. Visto el negocio que mueve el fútbol masculino, la firma que se posicione antes va a tener ventaja”, avanza Robles.

El pasado año, cuando optó al Balón de Oro de la FIFA, Boquete era la única de las diez nominadas que no tenía sponsor. Ahora forma parte de la lista de deportistas patrocinadas por Adidas, marca que ha apostado por la selección española. Según un portavoz de la firma, “está claro que el deporte femenino se encuentra en un franco crecimiento, y el fútbol no es una excepción. Estamos seguros de que el negocio así como el número de jugadoras va a seguir creciendo”. Un millón de espectadores siguieron el primer partido de España contra Costa Rica (1-1) en el Mundial. Sonó la caja registradora. Algunas marcas de coches y de informática han empezado a mostrar interés por asociar su nombre al deporte femenino.

A Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París y autor del libro Fútbol y mundialización, no le cabe duda de que el fútbol femenino “está abriendo un nuevo horizonte, a medida que genere telespectadores creará su propio mercado”. Aunque precisa que “la paridad está lejos”, cree que “la diferencia se reduce” al tiempo que van cayendo los prejuicios sexistas, entre los que cita el abortado intento de la FIFA de vestir a las mujeres con pantalones más cortos y camisetas más sexis. Toda una demostración de la mentalidad dominante en la organización. “No por llevar la misma ropa que ellos se las debe considerar chicos fallidos”, puntualiza Boniface.

A ojos de Iosu Domínguez, entrenador del Berriotxoa, equipo femenino asociado al Athletic de Bilbao, la igualdad es una quimera. “¿Igual que los chicos? Eso no va a pasar nunca, lo veo imposible”, opina este veterano. Observa que cada vez le llegan más jugadoras con “un gran talento natural”. Sin embargo, no les augura un futuro muy prometedor: “La vida aquí es diferente, en otras circunstancias podrían llegar muy lejos”.

Su homólogo en el Barça, Xavi Llorens, se muestra menos catastrofista. Llega tarde a la cita en la ciudad deportiva del Barça porque ha tenido que atender a “una chica de 17 años que ha venido con sus padres desde Mallorca” para estudiar en La Masia. “Esto es un sueño”, dice emocionada la joven tras la visita. Para Llorens, que entrenó a Messi en sus inicios, las chicas “tienen que luchar mucho más, para ellas todo es más complicado, este es aún un país muy machista.” “Ellos son más fuertes físicamente, pero técnicamente ellas juegan tan bien como los hombres”, sostiene. Robinson conviene en que su forma de jugar “es más artesanal, resuelven los problemas de potencia física siendo más talentosas y hábiles. Su estilo es muy acorde con el fútbol español”. Lo que le preocupa es el día después del Mundial: “¿Qué pasará cuando se apaguen los focos? ¿El fútbol femenino desaparecerá de las pantallas?”. Es posible, pero pase lo que pase, Mendoza seguirá entrenando a la hora y en las condiciones que sean. Su cuenta de WhatsApp lleva incorporado este lema: “Quien lucha sin descanso triunfa”.

Test de sexo, una polémica “humillante”

¿Ve muy masculinas a estas tres jugadoras de Estados Unidos? El glamur del Mundial ha recibido un duro golpe a manos de la propia FIFA ante una decisión que ha levantado ampollas: llevar a cabo un test de sexo para comprobar que las jugadoras no son hombres. Una iniciativa que ha recibido durísimas críticas. “Es humillante”, lanza Fe Robles, presidenta de la Asociación Española de Jugadoras de Fútbol.

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ABBY WAMBACH EE.UU. 35 años. Oro olímpico en Londres. Es la mayor goleadora de la historia (170 goles). Balón de Oro del 2012.

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HOMARE SAWA JAPÓN Ganó el pasado Mundial. Balón de Oro y Bota de Oro en el 2011. Su club actual es el INAC Kobe. 36 años.

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VERO BOQUETE ESPAÑA Compostelana, 28 años. Estrella de la selección. Ha ganado la Champions 2015. Acaba de fichar por el Bayern.

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NADINE KESSLER ALEMANIA 27 años. Actual Balón de Oro. Ganó Liga y Champions en el 2014 con el Wolfsburg.

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MIA HAMM EE.UU. Se retiró en el 2003, considerada la mejor jugadora de todos los tiempos. Ganó el Mundial en 1999 y dos medallas de oro olímpicas.

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LOUISA NÉCIB FRANCIA Centrocampista de 28 años. Juega en el Olympique de Lyon. Por su calidad técnica y su origen argelino se la compara con Zinedine Zidane.

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BIRGIT PRINZ ALEMANIA Mejor futbolista de la FIFA tres años seguidos (2003-05). Dos veces campeona del mundo. 37 años, se retiró en el 2011.

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MARTA VIEIRA BRASIL 29 años. Juega en el Tyresö FF sueco y con Brasil. Mejor futbolista del año entre el 2006 y el 2010.

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