Fiestas: vivirlas o evitarlas

Extra Navidad

Entre amigos y parientes nunca falta aquel que dice odiar la Nochebuena o la Nochevieja, frente al que afirma que esta es la mejor época del año. A algunos les falta tiempo para hacer una reserva de hotel que permita reunir a la familia en un lugar lleno de mercadillos y guirnaldas, mientras que otros salen despavoridos con rumbo a una playa lejana y ajena a los mazapanes y los turrones. Lo que les une a todos, claro, es que les encanta viajar.

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Para escapar de la Navidad Japón Sólo un 2% de los japoneses es cristiano, de manera que el 25 de diciembre es un día laborable como otro cualquiera. Esto no quiere decir que la Navidad no tenga una cierta presencia visual, en particular en Tokio, donde algunas cadenas de grandes almacenes y marcas internacionales instaladas en calles comerciales como Omotesando adoptan las clásicas luces y decoraciones típicas de estas fechas, pero lo hacen “a la japonesa”, es decir, más como curiosidad o motivo de diversión que como algo que tiene un auténtico sentido para ellos. De hecho, algunos han incorporado algunas costumbres tan chocantes como la de ir a comer en familia el día de Navidad a una conocida franquicia americana que prepara pollo crujiente, ya que los expatriados empezaron a hacerlo porque no encontraban en ningún sitio nada parecido al pavo relleno y se consolaban con aquel sucedáneo. Otra curiosa tradición es la de que los enamorados deben compartir un pastel hecho de fresas y nata que sólo se vende por Navidad, ya que se estropea muy rápido. De hecho, a las chicas solteras mayores de 25 años aún hay quien las llama Christmas cake… El consejo: el hotel Graphy Nezu de Tokio es una gran opción de alojamiento en la ciudad: todo lo moderno, funcional y hipster que puede ser un establecimiento japonés. www.hotel-graphy.com

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Para disfrutar de la Navidad Suecia Por Navidad, en la ciudad de Göteborg se tira la casa por la ventana para poder encender los cinco millones de bombillas que iluminan las noches del parque de Liseberg. ¡Ojo, bombillas de bajo consumo, alimentadas por energías renovables, que por algo estamos en Suecia! Liseberg es un parque de atracciones de grandes dimensiones, que cuenta con la peculiaridad de encontrarse en el justo centro de la ciudad, algo que no resulta tan habitual. En su interior hay jardines, restaurantes… todo lo que se pueda imaginar. Y por fechas tan señaladas se viste de nieve artificial, si el cambio climático hace que las nubes no blanqueen la superficie, como ya ha pasado algún año. El frío está garantizado de todas maneras. Para superarlo, nada como acudir a alguno de los restaurantes que sirven por la noche el Julbord, un bufet de Navidad que consta de hasta 100 recetas distintas y donde cada comensal se sirve cinco platos, acompañados de frecuentes tragos de aguardiente o de una cerveza que se elabora sólo para la ocasión. Conviene tener en cuenta que en Suecia la Navidad va adelantada: se celebra el 24 en lugar del 25. Pero no hay que sufrir: el Julbord se sirve ese día, pero también todos los fines de semana durante esta época. El consejo: uno de los lugares más reputados para regalarse un buen Julbord es sin duda el Sjömagasinet, un restaurante instalado en un antiguo tinglado marinero. Se aconseja reservar con tiempo. www.sjomagasinet.se

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Para escapar de la Navidad Camboya En general, la mayor parte de los países asiáticos son inmunes a los fastos navideños, como se comprueba al poner un pie en Camboya. Los famosos templos de Angkhor, antigua capital de los jemeres fundada en el año 900 d.C., no presentan otra decoración que la de las inmensas raíces que han crecido para abrazarse a muros y bajorrelieves, como sucede en Ta Prohm. Aquí no hay nada de guirnaldas ni luces de colores, algo que al que busca huir de la Navidad le dibujará una sonrisa en la cara, semejante a la que decora los muchos rostros de las figuras que hay en las cincuenta y cuatro torres de Bayan, enigmáticas con su mirada clavada en el cielo. Pero los motivos para sonreír no acaban aquí, ya que en el parque nacional de los delfines quizá será posible bañarse con alguno de los últimos ejemplares que quedan de estos mamíferos de agua dulce. Sin duda, una manera distinta de pasar la Nochebuena o el Fin de Año. El consejo: con Tuareg es posible realizar un viaje de Fin de Año a Camboya para admirar sus famosos templos, acercarse al río Mekong y terminar la ruta relajándose en la playa de una isla de Tailandia. www.tuaregviatges.es

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Para disfrutar de la Navidad Israel Celebrar la Navidad en los escenarios donde tuvo lugar la historia que narra la Biblia tiene un significado especial para muchos creyentes, aunque encierra cierto contrasentido, puesto que en Israel los cristianos no son mayoría. El resultado es una celebración que reviste aspectos menos comerciales que en otros lugares, e incluso puede pasar inadvertida según la calle que uno tome paseando por Jerusalén. De todos modos, la Navidad coincide por lo normal con la Januká, la fiesta de las luces de los judíos, por lo que en general se percibe un ambiente radiante por todos lados. El ambiente navideño se hará más evidente en ciudades con una importante población cristiana como Haifa o Nazaret, además del barrio armenio en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Y por cierto que el Ministerio de Turismo acostumbra a disponer en estas fechas un transporte gratuito entre esta ciudad y Belén, para facilitar el escenario donde nació Jesús. Al llegar allí sorprende encontrarse con una basílica de generosas dimensiones, donde cuesta imaginar que el portal de Belén fuera aquel rincón del templo envuelto en nubes de incienso. El consejo: en pleno centro de Jerusalén, en la Vía Dolorosa, se encuentra un establecimiento singular: el Hospicio Austriaco de la Sagrada Familia. Restaurante, casa de huéspedes y centro cultural a la vez. www.austrianhospice.com/experience-jerusalem.htm

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Para escapar de la Navidad Gambia-Senegal Para los alérgicos a las celebraciones, las fiestas navideñas equivalen a cierta cantidad de días suficientes como para realizar un viaje. Es la ocasión perfecta para realizar una pequeña incursión en la cara más amable del África subsahariana, por ejemplo visitando Gambia y Senegal. El primero es un país largo y estrecho que sigue el curso del río y que parece como incrustado en mitad del segundo, con el que estuvo a punto de fusionarse en los años ochenta, adoptando el nombre de Senegambia. Allí es donde se encuentra lo que se conoce como la Costa de la Sonrisa y el mercado del pescado de Tanji, donde arriba cada tarde un arco iris de cayucos cargados con su capturas que compone una de las imágenes más llenas de vida que quepa imaginar. A un paso, la región de la Cassamance, ya en Senegal, exhibe un paisaje de vegetación selvática, islas, puentes y pantanos que contrasta de forma evidente con el árido norte del país. Esta es una región donde el animismo late con fuerza, donde todo objeto está dotado de alma, un concepto que mucho tiene que ver con la exuberancia del lugar. El consejo: una buena manera de visitar estos países es contar con la experiencia de Terres Llunyanes, agencia que dispone de un programa de viaje solidario que pone el acento en las comunidades locales de etnia mandinga, diola y karoninque. terresllunyanes.com/es

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Para disfrutar de la Navidad Irlanda Un país católico como Irlanda por fuerza debe celebrar la Navidad por todo lo alto. Dublín, la capital, se llena de mercadillos como marca la tradición, pero el mayor de todos está a una hora, en Waterford, que se convierte en una especie de parque temático para niños y padres emocionados. Los sentimientos desbordados invaden también los tradicionales pubs durante la Nochebuena, donde no es extraño ver a familias enteras entonando villancicos, con la voz templada gracias al whisky caliente con especias. En compensación, y para rebajar tanto calor de hogar, el día de San Esteban – que en el norte llaman Boxing Day – es habitual darse un buen chapuzón en el mar, que no está precisamente temperado en esta época. Después, el mismo día 26 hay que acudir a una carrera de caballos. Se pueden ver en Limerick, o, más cerca de la capital, en Leopardstown o en Down Royal, cerca de Lisburn. El consejo: junto a las brumas del río Liffey se ubica el pub más antiguo de Dublín, The Brazen Head. Se fundó en el año 1198 y sigue resistiendo las veladas con música en directo y los coros improvisados por los parroquianos. www.brazenhead.com

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Para escapar de la Navidad Dubái Visitar un país árabe por Navidad equivale a ponerse a salvo de zambombas y villancicos, en general. Por ejemplo, si se decide viajar a Dubái, se podrá disfrutar del sol y un buen baño en las aguas del golfo Pérsico en Open Beach – también llamada “playa de los rusos”– sin que asome la sombra de Papá Noel. También es cierto que el número de extranjeros que viven en Dubái por motivos de trabajo no ha parado de crecer, por lo que cabe esperar algún toque navideño aislado. Pero quizá la gran diferencia la marcan espacios como el inmenso Dubai Mall, que compite a lo ancho con la altura de la torre Jalifa, el edificio más alto del mundo. Al darse una vuelta por el centro comercial, quizá sea posible ver algún escaparate que se haya dejado seducir por las luces natalicias, pero poco, ya que a fin de cuentas el mayor número de clientes son musulmanes. Basta quedarse el tiempo suficiente curioseando por las tiendas para escuchar la llamada a la oración que surge del hilo musical a las horas correspondientes. El consejo: el precio de la gasolina es tan económico en Dubái que a veces no alcanza ni los 30 céntimos de dólar por litro. En consecuencia, el servicio de taxi también es muy barato, además de conveniente para evitar insolaciones.

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