La generación del siglo y medio

¿Los 120 años serán los nuevos 60? Los científicos batallan en el laboratorio por comprender y combatir los fenómenos biológicos que nos hacen envejecer. Y ya se plantea que el límite vital del ser humano puede estar en torno a los 150 años. Imagine que la crisis de mitad de la vida se produjera a los... 75. Y ¿habría que trabajar hasta los 130 para cobrar la pensión?, ¿cómo sería la vida en pareja tras más de 100 años juntos?

Casi el doble de años. En España, la esperanza de vida al nacer se sitúa en 82,5 años; y hay científicos que sugieren que el ser humano podría llegar a vivir 150. Imagine un futuro en el que la esperanza de vida esté en torno al siglo y medio. ¿Sería una bendición o una condena vivir tantos años? ¿Cómo dar un sentido a la vida si los últimos 50 años se pasaran sin trabajar y los hijos y los nietos y hasta los bisnietos estuvieran más que criados? O, quizás peor aún, ¿habría que fichar en la oficina hasta los 135 años porque el sistema de pensiones no se aguantaría? Pero, antes de adentrarse en estas especulaciones, ¿cómo se alargará tanto la esperanza de vida?

Parte del incremento debe venir de que el ser humano siga logrando avances en el tratamiento de patologías asociadas mayoritariamente a la edad, como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares o las neurodegenerativas. Ya sea creando nuevos fármacos, por unos hábitos de vida más saludables o gracias a la medicina regenerativa, que, probablemente, permitirá usar células madre para reparar tejidos o para crear órganos artificiales para trasplantar, como un corazón o un pulmón, cuando estos fallen.

De todas formas, la clave para prolongar tanto la vida no vendrá sólo del éxito en combatir enfermedades. Un frente de batalla fundamental será ralentizar el envejecimiento, un proceso que no es una enfermedad en sí. Porque, como explica Manuel Muñoz, biólogo molecular e investigador y profesor en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, “imaginemos que encuentran un buen antibiótico para la legionela, que cuando infecta a personas mayores, muchas fallecen. Si estás mayor y débil, puede que te salves de esa, pero no de otra dolencia. No van a encontrar una solución para todo”.

La cuestión es: ¿qué supone envejecer desde un punto de vista biológico? Si miramos por el microscopio, más allá de las constantes visitas al médico o del uso del bastón, es un proceso que tiene su causa en un aumento de daños a escala celular: se produce un deterioro del funcionamiento de las células. De este modo, funciona peor el músculo cardiaco; se pierde masa ósea y muscular, ya que las células que forman huesos y músculos se regeneran cada vez menos; o renquean la memoria y la concentración, pues, al fin y al cabo, se sustentan sobre una base anatómica, el cerebro, formada por miles de millones de células cada vez más viejas. Si el ser humano quiere vivir siglo y medio, hay que atacar ese deterioro celular causado por el paso del tiempo.

En laboratorios de universidades y empresas farmacéuticas, los científicos intentan retrasar al máximo este deterioro. Aparte de prolongar su propia vida, quien patente una eficaz terapia antiedad obtendrá, sin duda, grandes beneficios. En investigaciones con modelos animales, como gusanos o ratones, se están logrando resultados prometedores. Por ejemplo, gracias a la terapia génica (intervenir en los genes). En este campo, uno de los hitos recientes es el trabajo publicado en el 2012 por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) dirigidos por María Blasco. Esta investigadora consiguió alargar un 24% la vida de ratones gracias a la terapia ­génica.

“Sabemos que hay entre 15 y 20 genes asociados a la longevidad”, apunta José Viña, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia. La idea sería ayudar a que esos genes pusieran en marcha antes y con más eficacia los procesos que combaten el envejecimiento. Aunque de aquí a que la terapia génica para vivir más años pueda aplicarse a seres humanos hay una distancia importante. “Presenta muchos riesgos para la salud”, apunta Viña. Aparte, claro está, de los dilemas éticos que se abren al plantear la posibilidad de modificar nuestro software genético. “Otra cosa es emplear la terapia génica para salvar la vida de una persona o curarla introduciéndole un gen (que corrija el mecanismo defectuoso)”, señala Viña, algo que ya se empieza a hacer para algunas patologías.

Uno de los retos es que no hay un único gen del envejecimiento, sino numerosos genes que controlan funciones diferentes relacionadas con los achaques (como el deterioro muscular o esquelético) que se sufren con el paso del tiempo. Genes como p16, que al bloquearlo en ratones permite regenerar músculo envejecido, o Pten, que se ha visto que protege contra el cáncer y aumenta la longevidad. Por tanto, en la diana génica contra el paso del tiempo habría que disparar muchos dardos contra diferentes genes.

Una posible estrategia antienvejecimiento menos sofisticada sería ponerse a dieta. Sí, la restricción calórica ha demostrado en animales que también alarga la vida. En experimentos con gusanos, ratones, perros y macacos se ha visto que comer menos (sin descuidar los nutrientes esenciales) prolonga la vida un 40% más. ¿Por qué renunciar a la glotonería (la clave está en comer entre un 30% y un 40% menos) regala años de vida? “Cuando falta comida –apunta Manuel Muñoz–, se empiezan a expresar genes que reparan daños en el organismo”. Estos resultados, según este investigador, podrían ser extrapolables a los seres humanos.

Una explicación complementaria de por qué la operación bikini es una buena terapia antienvejecimiento es, como señala Muñoz, que los organismos se adaptan a la restricción calórica retrasando el estadio reproductivo. “Si a uno de los gusanos con los que yo trabajo le pones poca comida, en lugar de reproducirse en tres días, retrasa el momento reproductivo hasta que encuentra una buena fuente de alimentos”. Es una estrategia para asegurarse de que estará en condiciones óptimas de tener descendencia y criarla. “Para reproducirte más tarde, tienes que incrementar tu longevidad”, añade Muñoz.

Por eso, en el terreno experimental se ha visto que igualmente alarga la vida la eliminación de las gónadas, una alternativa ante la cual, seguramente, es mucho más apetecible elegir la opción de ponerse a dieta... Muñoz explica que “en experimentos con la mosca Drosophila melanogaster, nematodos, perros y gatos a los que se les ha eliminado las gónadas, se ha visto una buena correlación: por ejemplo, los nematodos viven un 50% más”. Pero, claro, es un remedio que difícilmente se popularizaría.

Por tanto, a partir de las terapias que puedan derivar de todas las investigaciones, parece que sí, que se podría alcanzar el siglo y medio de vida. Pero queda responder a la pregunta del cómo, ¿cómo se vivirá? Porque si el peaje es prolongar la decrepitud, no parece un buen negocio. ¿Estarán los países desarrollados poblados de enfermos crónicos que, además, lo serán desde los 80 a los 150 años? Lo sorprendente es que los animales de laboratorio que viven más años gracias a la restricción calórica o a la eliminación de las gónadas “viven bien, están más ágiles, se defienden mejor del ataque de los patógenos”, comenta Viña.

Si aumenta la esperanza de vida en los seres humanos, es lógico suponer que buena parte de esa ganancia de años se viviría razonablemente bien. Del mismo modo que, hoy en día, el 45% de los mayores de 100 años gozan de un buen estado de salud, según un estudio de la Sociedad Española de Cardiología. “Normalmente, las personas muy longevas viven con buena salud –apunta José Viña– y sólo empeoran en el último tramo de su vida”. Mucha gente está en buena forma entre los 60 y los 70 y muchos, y sufre un declive en los 80. Un 90% de su existencia está bien, y el último 10%, entre regular y mal, y luego va a peor. Algo parecido puede ocurrir si la esperanza de vida es de 150 años; quizás el declive se produzca en el último 10% de vida, cuando se soplen 135 velas.

Aunque otra pregunta fundamental en este asunto es ¿para qué alargar tanto la vida? ¿Cuál sería el sentido de la vida si los últimos 50 años de existencia o más se pasaran sin trabajar y durante muchos años no hubiera ni que criar a hijos, nietos ni bisnietos? Un sentido vital muy importante para muchas personas mayores es cuidar de sus nietos. Pero ¿con 120 años? Los nietos ya no estarán para que les den la merienda, y a los bisnietos los cuidarán sus abuelos. En una familia en la que convivan tantas generaciones, ¿con quién iremos a comer los domingos?... Dos o tres generaciones más quizás modifiquen las relaciones en las familias, acostumbradas a la inercia de convivir abuelos, padres y nietos. “Yo lo veo como algo positivo. Diferentes generaciones sentadas a la misma mesa, personas que han vivido épocas muy diferentes compartiendo sus puntos de vista”, comenta Francesc Torralba, director de la cátedra Ethos de Ética Aplicada de la Universitat Ramon Llull de Barcelona.

Pero la vida será muuuuy larga. “Y, actualmente, muchas personas mayores ya sufren una terrible falta de sentido vital en el atardecer de sus vidas, simplemente, porque no saben qué hacer”, señala Torralba. Más años de vida, ¿más depresión, ansiedad y soledad y más trabajo para psicólogos y psiquiatras? Bueno, un momento, como habrá muchas personas mayores y no se vaticina un regreso a la tendencia de tener cinco o seis hijos, es posible que el sentido vital sea seguir yendo al tajo. ¿Cómo, si no, se pagarán las pensiones? Por qué no trabajar hasta que el cuerpo aguante, propone Torralba. “Si uno tiene la rara suerte de que su trabajo le llena, sería fantástico que pudiera seguir ejerciendo su profesión hasta que lo desee”. Si uno está ocupado con responsabilidades profesionales, quizás corre menos riesgo de enredarse en elucubraciones existenciales. Y, de paso, contribuye a la sostenibilidad del sistema de pensiones.

Sin embargo, en cuanto a este tema de las pensiones, Julio Pérez, demógrafo, sociólogo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), rechaza previsiones apocalípticas. “¿Cómo es posible –explica– que se paguen ahora cuando cada vez hay más pensionistas? Porque ha aumentado la productividad. En la década de 1960, en España un tercio de la población no cotizaba y la productividad era bajísima. En el futuro, la gente estará mejor formada, se cuidará más y será más productiva”, lo que se supone que repercutirá positivamente para que el sistema económico garantice el salario de los jubilados.

“Además, para que mucha gente viva tantos años, será necesario que las condiciones sociales sean buenas”, añade Pérez. Es decir, que se paguen las pensiones y que las personas mayores estén bien atendidas. “En caso contrario, será imposible que se alargue tanto la esperanza de vida”, afirma. Por eso, se estima que el negocio de la salud en este sector de edad crecerá exponencialmente. Cada vez habrá más residencias para la tercera edad o empresas que atenderán a las personas mayores a domicilio. Que crezca el sistema sanitario público o vaya ganando terreno el privado ya dependerá de las políticas. Pero habrá un boom de las tecnologías y las profesiones relacionadas con la salud de las personas mayores.

Quizás en ese futuro haya ciudades, barrios o zonas residenciales para los de mayor edad. Personas que, pese a tener 120 años, serían independientes y necesitarían un espacio para formar nuevas relaciones con gente de su misma generación. Vidas muy diferentes al rol más pasivo que se adopta en las residencias. Barrios con servicios sanitarios y de ocio pensados para ellos.

Y es que suponiendo que los 120 sean los nuevos 60, los mayores podrán hacer muchas cosas para dar sentido a su vida. Si ya no trabajan ni tienen que cuidar a sus nietos, Torralba señala que ese sentido podría pasar “por estudiar, viajar, comenzar nuevas relaciones… Si estás bien de salud, tienes tu pensión y no estás ligado a los nietos, puedes hacer muchas cosas, puedes llevar la vida que realmente quieres vivir”.

Por ejemplo, iniciar una nueva relación sentimental. Porque también se avecina trabajo para los terapeutas de pareja. ¿Cómo será la vida en pareja tras 90 años juntos? “Habrá que ser muy creativo para que se mantenga sana la relación, aunque, hoy en día, hay parejas que tras dos años de relación ya no saben qué decirse”, apunta Torralba.

Si se alarga mucho la vida, es probable que también se prolongue el periodo de formación y que cada vez la gente se incorpore más tarde al mercado laboral. Un factor que también estiraría la adolescencia desde un punto de vista psicológico y social: ¿Peterpanes hasta los 50?

Siguiendo con especulaciones, también es posible que se alargara el periodo fértil en las mujeres y que puedan tener hijos a los 70. Bien podría ser a la vista de los experimentos realizados con animales de laboratorio. Manuel Muñoz explica que “algunos nematodos viven más sin prolongar su periodo reproductivo, y, en otros, este se prolonga hasta diez veces”. En concreto, en aquellos en que se alarga la longevidad “inhibiendo el factor de crecimiento relacionado con la insulina tipo I (IGF-I), que aumenta el sistema de reparación y limpieza celular, se prolonga mucho la fertilidad”. Mujeres que fueron madres a los 35 podrían serlo de nuevo a los 70 y tendrían hijos y nietos de la misma edad.

Vivir hasta el siglo y medio tendría sus ventajas y sus desventajas. Existirá el riesgo de postergar en exceso los propios deseos pensando que siempre se podrán cumplir cuando uno cumpla 100 o 120 años. O tener que trabajar más años o sufrir más crisis vitales (la de los 40, la de los 50...). Pero también se tendrán más oportunidades para vivir la vida que uno desee.

El secreto de los centenarios

Japón contaba el año pasado con casi 59.000 personas centenarias. En cambio, en España, hay unas 11.200. El país nipón, con algo más del triple de población que España (127 millones por 47 millones), quintuplica el número de centenarios. Un factor que explicaría por qué en Japón, y en concreto en Okinawa, viven tantos años es, dicen los expertos, la dieta. Es baja en calorías, con predominio del pescado crudo, muchas frutas y legumbres y poca grasa animal. Aunque el secreto de la longevidad podría estar, en parte también, en los genes. Como explica José Viña, que ha realizado estudios con centenarios, señala que estos “suelen tener familiares también muy longevos”.
 

Pensiones ligadas a la esperanza de vida

Desde que hay cada vez más personas mayores y nacen menos niños, esta es una de las preguntas que más inquietan a los futuros pensionistas: ¿y mi pensión? Probablemente, habrá que trabajar más años y resignarse a cobrar menos. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las pensiones se reducirán entre un 30% y un 35% en el año 2050. Y el importe de las pagas estará relacionado con la esperanza de vida. El 2019, entrará en vigor en España el factor de sostenibilidad, es decir, que a medida que aumente la esperanza de vida, se irá recortando el importe de las pensiones. 


Catorce años más

Buena parte de la fortuna en el tiempo de existencia que toca a cada uno tiene que ver con el estilo de vida. José Viña afirma que en la actualidad ya se puede “alargar la esperanza de vida unos 14 años si uno se mantiene activo físicamente (lo que no implica que tenga que hacer mucho deporte), si no fuma y si come cuatro o cinco piezas de fruta al día y toma dos vasos de vino al día”.