Hollywood conquista China. ¿O es al revés?

cine

Las mareantes cifras de recaudación de las películas estadounidenses en China está despertando el interés de las grandes productoras, que no dudan en mandar a sus estrellas a promocionarlas en el país asiático. Paralelamente, los chinos frecuentan Hollywood cada vez más, y allí entregaron recientemente sus premios cinematográficos.

Horizontal

Un Transformer de seis metros de altura sirvió para promocionar la última película de los robots en Hong Kong el pasado mes de junio

Nunca antes en la historia de la televisión china se habían reunido tantas estrellas de Hollywood para una misma gala. Apenas iniciado junio, a lo largo de una transmisión que llegó en vivo a más de mil millones de personas por televisión y a otros 400 en internet, figuras como Halle Berry, Orlando Bloom, Charlie Hunnam, Tyrese Gibson y Jordana Brewster fueron subiendo al escenario para agradecer los galardones a los mejores de la industria votados vía internet por 80 millones de fans en la nación mas poblada del mundo. En la ceremonia también estuvieron Guillermo del Toro, el poderoso productor Jerry Katzemberg y el laureado compositor Hans Zimmer, mientras que Lucy Liu y la popular animadora de la televisión china Olivia Xu fueron las conductoras. No faltaron los números de los Shaolin Warriors, adoradas figuras de las artes marciales, o de Summer Jikejunyi, la ganadora de la versión china de La voz, y nadie se sorprendió cuando Jeremy Renner agradeció el premio al mejor actor de reparto con un mensaje grabado.

Claro que todo esto no habría tenido nada de llamativo de no ser porque la gala tuvo lugar en pleno corazón de Hollywood, en el teatro bautizado en honor de quien lo fundó años atrás, el mexicano Ricardo Montalbán. Que tuviera lugar allí no fue casual. Los cada vez mas poderosos ejecutivos de la televisión china convocaron al prestigioso productor Don Mischer, un veterano del Oscar y del Emmy, para que se encargara de organizar la entrega de los Huading Film Awards en la meca del cine.

Más de mil millones de personas por televisión y unos 400 por internet presenciaron la gala de entrega de los Huading Film Awards, que premian el cine chino y que tuvo lugar en Los Ángeles

Sólo en el 2011, el gasto de los chinos en entretenimiento se acercó a los 4.000 millones de euros, y cada día se abren unos 18 cines

Algunos días después, un artículo del Los Angeles Times, el único matutino que se distribuye en toda la ciudad, dedicó un notable espacio a un reportaje de su corresponsal en Pekín, Julie Makinen, sobre las experiencias de las grandes estrellas de Hollywood cuando llegan a esa ciudad para promocionar sus películas. Destacaba las curiosas preguntas que suelen hacerles los periodistas locales, como la sorpresa de Hugh Jack­man cuando un reportero le pidió que comparara la figura de su compañera de reparto en X-Men: días del futuro pasado, la china Fang Bingbing, con las de las actrices europeas con las que había trabajado, o la deso­rientación de Johnny Depp cuando la entrevistadora de Vogue le preguntó si se atrevería a diseñar ropa interior femenina.

Aunque la sección publica muy de vez en cuando artículos sobre el acontecer cultural en otros países, China se ha vuelto un tema recurrente. No es para menos. Si las películas norteamericanas acumularon suculentas recaudaciones cuando se dieron en China, ya nada será igual después del estreno allí de Transformers: la era de la extinción, la última entrega de la franquicia dirigida por Michael Bay. El filme recaudó bastante más en ese país que en el hasta ahora considerado el mercado más importante del mundo. En efecto, la nueva Transformers había dejado en las arcas de la distribuidora local la asombrosa cifra de 301 millones de dólares (225 millones en euros) al cierre de esta edición, un número parcial teniendo en cuenta que, tras cinco semanas de exhibición, se mantenía en el cuarto puesto de las más vistas. En Estados Unidos, en siete semanas ya había bajado al puesto número 18, y el total recaudado apenas llegaba a 180 millones en euros.

Tanto interés ha provocado que en los últimos meses no es inusual que el diario publique la lista de las las diez películas más taquilleras en China el último fin de semana, una verdadera rareza que refleja la atención que hoy en día se presta en la segunda ciudad de Estados Unidos a todo lo que venga del gigante asiático. La invasión china no sólo se puede observar en lo que tiene que ver con el cine. Todos los días llegan aviones repletos de turistas provenientes de Pekín y Shanghai que no están sólo interesados en visitar Disneylandia o Universal Studios, sino que vienen a buscar oportunidades de inversión, apartamentos para comprar y posibilidades de estudios superiores para sus hijos.

A su vez, las 11 horas de vuelo directo que separan Los Ángeles de Shanghai nunca fueron un problema para los empresarios norteamericanos que, tradicionalmente, han encontrado en territorio chino el sitio ideal para fabricar productos por una fracción de lo que costaría hacerlo en Estados Unidos. Pero nunca antes el cine había tenido un papel tan importante en la relación comercial entre los dos países como ha venido ocurriendo en los últimos tiempos.

El boom económico que ha triplicado el ingreso per cápita en China desde el año 2000 se ha reflejado de manera impactante en la taquilla local, y eso ha generado una obsesión entre los grandes estudios por conquistar lo que se ha convertido en el segundo mercado cinematográfico del mundo. Tan sólo en el 2011, el gasto de los chinos en entretenimiento y recreación se acercó a los 4.000 millones de euros. Por eso, no sorprende que cada día se inau­guren, de promedio, unas 18 nuevas salas, un ritmo que por ahora no alcanzará para superar a Estados Unidos como el país con más cines del planeta, aun cuando su población de 323 millones de habitantes no llegue a ser un cuarto de los 1.392 que tiene China, sin incluir ni Hong-Kong ni Macao. En cambio, India, con sus 1.210 millones, está muy lejos de generar el mismo fenómeno a la hora de contar entradas vendidas. Lo cierto es que en los primeros meses del 2014 la recaudación en China aumentó en un 30 por ciento con respecto a los mismos meses del año anterior, y se generó en 90 días lo mismo que en todo el 2009. De seguir así, este año se superará el récord histórico del 2013, con una recaudación total de 2.600 millones de euros.

El problema para las majors, como se denomina al grupo integrado por Warner, Fox, Disney, Universal y Paramount, es que el gobernante Partido Comunista chino sigue viendo las películas como un elemento de difusión cultural antes que como mero entretenimiento, por lo que mantiene una rígida censura y un límite a la llegada de producciones extranjeras que se mantiene con firmeza en los 34 que se pueden estrenar cada año en las salas locales, 14 de los cuales deben ser en 3D o en Imax. Los estudios no pueden presentar sus películas a través de sus filiales locales, como ocurre en España, sino que deben hacerlo mediante China Film Group, que posee la única licencia de importación de cintas, y con el que debe compartir las ganancias. Además, no existe un sistema de calificación que distinga las películas para adultos y para niños, por lo que todas tienen que ser aptas para públicos de todas las edades.

En China sólo se permite proyectar 34 películas extranjeras cada año, 14 de las cuales han de ser en 3D o Imax, y todas pasan censura

La Paramount ha llegado a un acuerdo con China Film Group para coproducir una nueva versión de la historia de Marco Polo

Esto no significa que el cine de Almodóvar no se conozca en China, ya que virtualmente todo lo que se produce en el mundo llega, legal o pirateado, en DVD; o bien puede bajarse de internet. Pero para que una película se proyecte tiene que pasar por la censura. Noé dejó en las arcas de la Paramount casi 250 millones de euros en todo el mundo, pero a pesar de las buenas relaciones del estudio con los jerarcas chinos, y de haber convertido la película a 3D para exhibirla sólo fuera de Estados Unidos, los censores la vetaron. Lo cierto es que gracias a una agresiva estrategia de difusión que utiliza a las más famosas estrellas de Hollywood como punta de lanza, las grandes producciones norteamericanas vienen ganando posiciones a un ritmo acelerado, haciendo dudar a los jerarcas del partido sobre la conveniencia de mantener un sistema que priva al Estado de recibir los suculentos porcentajes que podría dejar un comportamiento más liberal.

Aunque por ahora son las producciones locales las que se siguen quedando con la mayor parte de la taquilla, la situación está cambiando. A lo largo del año pasado, sólo tres títulos norteamericanos quedaron entre los diez más taquilleros, Iron Man 3, Pacific Rim (que fue un fracaso en EE.UU. pero un gran éxito en China) y Gravity.

En los primeros meses del 2014, los filmes chinos, generalmente comedias románticas sin demasiadas aspiraciones intelectuales y escasas posibilidades de atravesar las fronteras, se llevaron el 63 por ciento de las entradas, lo que no impidió que las superproducciones hollywoodienses batieran récords. Mucho antes del estreno de la nueva Transformers, Capitán América: el soldado de invierno recaudó 115 millones de dólares (83 en euros), The Hobbit: la desolación de Smaug, amasó 74 millones de dólares (53 en euros) y The Amazing Spider-Man 2 generó 56 millones de la divisa norteamericana (40 en euros). Incluso películas que fracasaron estrepitosamente en Estados Unidos, como Need for Speed, compensaron las pérdidas con el lanzamiento en China, en donde recaudó 66 millones de dólares (48 en euros), suficiente para cubrir lo que costó filmarla. Pero las sucesivas visitas de Jackman, que compartió su gira promocional con Bingbing, una gran estrella local, Depp, Scarlett Johansson, Emma Stone y Andrew Garfield han demostrado ser la llave para convencer a los espectadores chinos para que elijan el gran espectáculo de Hollywood por encima de las producciones locales. Angelina Jolie también se sacó fotos con los rascacielos de Shanghai como fondo antes del estreno local de Maléfica e hizo el viaje acompañada de Brad Pitt, hasta hace poco una figura non grata debido a su papel protagonista en Siete años en el Tíbet, un filme que 15 años atrás molestó particularmente a las autoridades locales. Aunque Pitt mantuvo un perfil bajo durante su visita y se dedicó a acompañar a sus hijos mientras Angelina hablaba con la prensa, lo suyo fue un gesto simbólico que normalizó las relaciones en un mercado que será esencial para su carrera en los próximos años. Guerra mundial Z no tuvo un estreno comercial en el gigante asiático, aunque la supuesta razón fueron las intensas escenas de violencia y no la presencia de Brad, ya que los censores no dan explicaciones de por qué aprueban una película o no.

Los intentos de los inversores chinos para poner un pie en Hollywood no son menos ambiciosos. El empresario Wang Jianlin, consagrado por Forbes como el hombre más rico de China, no tuvo problemas en contratar los servicios de Nicole Kidman y Leonardo DiCaprio para que en septiembre del año pasado llegaran hasta la remota ciudad costera de Quingdao para el inicio de las obras de un gigantesco estudio que, con un costo de 6.000 millones de euros, superará a cualquier rival en el mundo. El propietario de Dalian Wanda Group, la empresa matriz de Dalian Media, que posee cines, hoteles y grandes tiendas, está decidido a llevar a las grandes estrellas a trabajar a China una vez que su complejo Quingdao Oriental Movie Metropolis haya sido inaugurado en el 2016. Tendrá 20 foros de sonido, un plató subacuático y un terreno de 10.000 metros cuadrados que hará palidecer de envidia a Cineccità. Jianlin invirtió 50 millones de dólares sólo en el acto inaugural, para el que también llegaron John Travolta, Catherine Zeta-Jones y un importante número de ejecutivos hollywoodienses, entre los que destacaba Harvey Weinstein, responsable de haber hecho realidad numerosas películas que ganaron el Oscar. Aunque nunca se dieron mayores detalles, Dalian Wanda asegura haber cerrado tratos con poderosas agencias, entre las que se cuentan la que representa a DiCaprio, para rodar allí unas 30 películas extranjeras por año.

El grupo, que posee 6.000 salas en China, adquirió en el 2012 la enorme cadena norteamericana AMC, que tiene 5.000 locales, por 1.900 millones de euros. El grupo también acaba de adquirir un enorme edificio lindante con el hotel Beverly Hilton, en donde desde hace décadas se celebra la entrega de los Globos de Oro. Por ahora no han revelado qué harán con el sitio, otrora un centro comercial para los ricos de Beverly Hills, y en donde en la noche de los Globos se solía organizar una de las fiestas más lujosas de Hollywood. Sin embargo, la estrategia de Dalian Wanda de crear historias chinas con estrellas norteamericanas puede no ser la acertada. El poder del tai chi, protagonizada y dirigida por Keanu Reeves y completamente financiada por el grupo, recaudó la ridícula cifra de 100.000 dólares cuando se estrenó en los cines estadounidenses en noviembre del año pasado.

Aun así, en una muestra de que la conquista del mercado norteamericano será pacífica, Jianlin ha donado 20 millones de dólares (unos 15 de euros) al museo que la Academia de Artes y Ciencias está construyendo en Los Ángeles. Pero el gesto simbólico que no ha pasado inadvertido para los norteamericanos, que se preguntan cuándo una corporación china adquirirá Universal o Warner Bros, ha sido el de la multinacional especializada en electrodomésticos TCL, con sede en Huizhou, en la provincia de Guangdong. La empresa no dudó en pagar 5 millones de dólares (3,6 en euros) para que sus siglas se antepusieran al nombre del emblemático Teatro Chino de Hollywood, la sala en donde en 1977 tuvo lugar la première de Star Wars, y frente a la cual Marilyn Monroe y Gary Cooper inmortalizaron sus huellas en el cemento. Sin duda, cuando el empresario Sid Grauman decidió construirlo en 1926 tras el éxito de una sala similar, el Teatro Egipcio, no imaginaba que el nombre del nuevo espacio de proyecciones iba a simbolizar lo que parece que será el próximo destino de la industria cinematográfica.

La fórmula ideal para sortear todos los contratiempos en uno y otro mercado es indudablemente la coproducción. Para los estudios de Hollywood, esa estrategia resuelve el problema de la cuota, ya que para la burocracia china se trata de una película local. Y aunque se cuenten historias que resulten atractivas en su país, la presencia de las estrellas de Hollywood facilita la exhibición global de una película que de otro modo no atravesaría las fronteras. Sin embargo, todavía hace falta encontrar cómo generar propuestas que funcionen en ambos sitios: Las flores de la guerra, la película más costosa de la historia del cine chino, con un presupuesto de 68 millones de euros, fue un estrepitoso fracaso cuando se estrenó en Estados Unidos en el 2011 a pesar de contar con Christian Bale en el papel principal y de haber sido dirigida por Zhang Yimou. Eso no ha desmoralizado a los que buscan la nueva gallina de los huevos de oro. Durante el reciente Festival de Pekín, que tuvo lugar en abril y convocó a una inusual cantidad de estrellas y productores de Hollywood, el vicepresidente de la Paramount anunció desde la capital asiática que había llegado a un acuerdo con China Film Group para coproducir una nueva versión de la historia de Marco Polo que dirigirá Rob Cohen. El nuevo filme comenzará a rodarse en 3D en octubre con un elenco que aún no ha sido definido, pero que incluirá a figuras de ambas culturas.

Entre otros 32 contratos de coproducción concretados en esos días, la exsocia de Tom Cruise, Paula Wagner, puso en marcha una ambiciosa película sobre los pilotos norteamericanos que participaron como voluntarios en la Fuerza Aérea China antes de que su país entrara en la Segunda Guerra Mundial. El filme, en el que buena parte del dinero lo aportará la compañía local Desen Media, estará protagonizado por dos estrellas norteamericanas y dos chinas, y no faltará la historia de amor entre uno de los pilotos recién llegados y una enfermera oriental.

En el festival también estuvo el director de Siete años en el Tíbet, el frances Jean-Jacques Annaud, quien no sólo ha sido perdonado por el régimen, sino que ha encontrado en los ansiosos capitalistas chinos a los únicos dispuestos a hacer realidad uno de sus tantos sueños imposibles, el de llevar a la gran pantalla Tótem lobo, la exitosa novela de Jian Rong que en España ha editado Alfaguara.

Jean-Jacques Annaud encontró su mecenas en la poderosa Alibaba, la misma compañía mediática que puede superar en valor a Facebook cuando sus acciones sean puestas a la venta en Estados Unidos dentro de muy poco. Pero, además, logró convencerles de que los lobos que deben aparecer en el filme fueran criados por la producción desde su nacimiento para que, ya de adultos, pudieran compartir sin recelos las escenas con los protagonistas humanos, algo que en Hollywood habría sido considerado una auténtica locura.

Lo cierto es que de un lado y del otro del Pacífico, todos buscan con ansiedad esa fórmula mágica que permita usar el abundante nuevo capital chino y el talento de Hollywood para generar propuestas que funcionen a nivel global. Tal vez esa sea la forma en que la pantalla grande pueda resistir el avance incontenible de la televisión y evitar ese apocalipsis de las superproducciones que en su momento predijeron Steven Spielberg y George Lucas. Porque si en Estados Unidos la audiencia no responde, siempre quedará la de China para convertir un fracaso en un éxito.

Horizontal

Li Bingbing, una popular actriz china saluda a los fans en el estreno de Transformers: la edad de la extinción en Shanghai

Horizontal

El actor George Cheung con Guillermo del Toro en los premios Huading que se entregaron en Los Ángeles

Horizontal

Atuación de los guerreros de Shaolin en la ceremonia de entrega de los premios de cine chinos en Hollywood

Horizontal

Lucy Liu y Olivia Xu presentan la gala del cine chino en el Teatro Montalbán de Los Ángeles

Horizontal

Asistentes a una promoción de Iron Man 3 en la Ciudad Prohibida de Pekín frente a un póster de la película

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...