El Hollywood marroquí

Cine

Uarzazat es la meca del cine en el norte de África. Gracias a su desierto, su kasba y sus montañas nevadas, se ha convertido en el escenario elegido por muchas productoras de EE.UU. para rodar allí películas y series , desde ‘Lawrence de Arabia’ hasta ‘Prison Break’.

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Uarzazat, Marruecos, escenario de rodajes de filmes como Astérix y Obélix: misión Cleopatra

A media mañana, Osama bin Laden sale por fin de su oscura casa de una sola estancia. Ataviado con chilaba y chaqueta militar, atraviesa el patio y echa unos granos a los pájaros. “Mi sueño sería vivir y volar como ellos”, explica luciendo una amplia sonrisa en su rostro tranquilo y poblado de arrugas. “A mi edad ya no le puedo pedir gran cosa a este mundo”.

Ya en el exterior, su inconfundible barba entrecana atrae la atención de amigos y turistas curiosos, tantos que le cuesta llegar al estanco que ha regentado durante años. En él, suspendidas en las paredes de este minúsculo espacio, penden algunos de sus recuerdos y memorias más queridos. “Este soy yo –señala– actuando junto a Omar Sharif en Los diez mandamientos. Ahí se me ve declamando en Príncipe de Persia: las arenas del tiempo, allí aparezco en la serie Prison Break: evasión final...”, prosigue diciendo con indisimulado orgullo, paseándose entre decenas de fotos y carteles en que aparece luciendo distintos trajes.

Apodado Osama bin Laden por su asombroso parecido con el difunto líder de Al Qaeda, Abdelaziz Buyadnaine, de 59 años, es un actor de reparto que ha aparecido en más de cien películas, series y documentales. “Me encanta este trabajo. Me ha dado la oportunidad de conocer a figuras extranjeras de primera línea”, apunta, citando a Orlando Bloom, Brad Pitt y Jean-Claude Van Damme. “Para mí, el cine crea un ambiente único e incomparable que es lo que más me gusta”.

Buyadnaine vive en Uarzazat, localidad del desierto marroquí meca norteafricana de la industria del cine. Gracias a su kasba, su desierto donde reina el silencio y sus montañas nevadas, este oasis de 70.000 habitantes dispone de una variedad de escenarios naturales que se han usado en clásicos de todos los tiempos, desde Lawrence de Arabia hasta 007: alta tensión y modernos éxitos de taquilla como Gladiator, La momia o series como Prison Break: evasión final y Juego de tronos.

Para rodar ‘Las reglas del juego’, con Tommy Lee Jones y Samuel L. Jackson, los productores tuvieron que pagar a centenares de vecinos para que no se asomaran por ventanas y balcones

En su día puesto militar, Uarzazat presume hoy de dos estudios de cine y de varios hoteles de cinco estrellas que han alojado a actores como Ben Kingsley, Cate Blanchett, Russell Crowe o Gérard Depardieu.

Décadas de filmaciones han favorecido asimismo las aptitudes de cientos de actores locales, considerados de los artistas más versátiles del mundo. En cierto modo olvidados, pero dotados de talento, estos profesionales pueden representar papeles de tibetanos, refugiados bíblicos, esclavos del antiguo Egipto o combatientes del Estado Islámico. Son los héroes olvidados del cine que aparecen en incontables películas sin que siquiera se les reconozca explícitamente. Inactivos durante meses entre una y otra producción, trabajan a veces en las filmaciones hasta 16 horas al día por una insignificante paga de 15 a 25 euros. Tras dedicar sus vidas al cine, la mayoría de ellos terminan su vida laboral sin pensión ni fondos para hacer frente a sus necesidades en la edad avanzada. Sin embargo, su amor y su dedicación al oficio constituyen el testimonio más emotivo y sincero de la grandeza del séptimo arte. “Puedo representar cualquier tipo de papel. Hago este trabajo porque lo adoro”, declara Saadiya Guardienne, una actriz que incluso puede actuar embargada por las lágrimas si así lo exige el guión. Y muchos como ella viven en las estrechas callejuelas de la kasba Taurit, el casco antiguo de Uarzazat. Unos llevan décadas de trabajo, otros acaban de empezar. Gracias a sus rasgos expresivos y ojos almendrados, Fatima Zahra al Hasani, de 11 años, ya ha trabajado en varias películas. “Tenía un año y medio cuando hice mi primer papel”, relata bajo la mirada complacida de su madre y sus hermanos en la hacinada habitación donde viven. El papel más destacado de Al Hasani hasta la fecha fue en la película Rock the Kasbah, dirigida por Barry Levinson en el 2015 con Bill Murray en el papel principal, en la que encarna a una joven afgana que roba un poco de harina en una tienda para dársela a su madre, sumida en la estrechez. “Me gustó mucho esa película, aunque prefiero Cleopatra, donde iba vestida de pequeña princesa”, añade con una sonrisa. Aunque su sueño es llegar a ser una actriz de fama mundial, su madre no le deja saltarse las clases para participar como extra habitual en papeles de masas sino sólo cuando la contratan para papeles importantes. “Entonces –precisa– le pagan 50 euros diarios, una cantidad de gran ayuda para nuestra familia”.

Ubicados en las afueras de la localidad, los estudios Atlas y CLA acogen casi todas las filmaciones. Atravesar sus puertas es iniciar un viaje surrealista al corazón del cine. Perdidas en el desierto, las construcciones reproducen edificios de La Meca y Jerusalén, templos de Egipto, aldeas de Afganistán, chalets griegos y castillos de los cruzados, todos ellos perfectamente reproducidos en poliestireno y reforzados con andamios de madera. Algunos decorados han volado a causa de la permanente acción del viento, pero pueden reconstruirse con facilidad en poco tiempo para un nuevo rodaje. Atlas fue construido en 1984 para rodar La joya del Nilo con Michael Douglas y Kathleen Turner. El bombardero simulado utilizado en la película decora todavía la entrada del estudio. Tres años después llegó un auténtico peso pesado, uno de los principales directores de cine marroquíes. Suleil ben Barka, de 74 años, explica que era entonces el responsable del Centro Cinematográfico de Marruecos, y a Martin Scorsese le costó encontrar un lugar de rodaje para La última tentación de Cristo por su polémico argumento. “Cuando pidió que el rodaje se hiciera en Uarzazat le proporcionamos todo lo que quería y, tras regresar a EE.UU., nos hizo una gran publicidad en la industria cinematográfica”.

La lista de grandes éxitos rodados en Uarzazat es interminable: ‘Los diez mandamientos’, ‘Gladiator’, ‘007: alta tensión’ y, por supuesto, ‘Juego de tronos’

En el 2015, Marruecos albergó 46 producciones extranjeras, y el 65% de estos trabajos tuvo lugar en Uarzazat. Según la Comisión Cinematográfica de Uarzazat, los costes de producción fueron entre un 30% y un 50% menores que en Occidente gracias a una combinación de incentivos fiscales, reembolsos en metálico y escasas retribuciones de los técnicos cualificados. “Algunos –prosigue Ben Barka– se encuentran entre los mejores del mundo”. Y añade: “Las primeras producciones estadounidenses aportaron unos 150 técnicos extranjeros y emplearon unos veinte residentes, una proporción ahora invertida”.

No obstante, al principio fue difícil convencer a los residentes locales. La sociedad local era muy tradicional, trabajar en películas, sobre todo en el caso de las mujeres, no estaba bien visto y había que traer a los extras de ciudades como Casablanca y Marrakech. “Era huérfana –rememora Saadiya Guardienne, una de las primeras actrices locales–, y para La joya del Nilo me presenté al casting ya que nadie me lo prohibía”. Desde entonces, esta mujer de noble prestancia ha actuado en 50 películas y recuerda sus inicios con especial cariño: “Kathleen Turner era una bella actriz y muy agradable… y paciente con todos nosotros incluso cuando cometíamos equivocaciones”. “Cuando llevé a mi hija al lugar del rodaje le obsequió con numerosos vestidos”, recuerda con agrado.

La estabilidad y la tolerancia políticas de Marruecos han contribuido asimismo a la buena marcha de Uarzazat, convirtiéndolo en un destino favorito de rodajes posiblemente polémicos en Oriente Medio o en países implicados en guerras como Afganistán y Pakistán. “Aquí –dice Yadija Alami, un productor local, de 55 años, que ha trabajado en Capitán Phillips y cuya empresa coproduce actualmente la serie Homeland– hay una gran libertad de expresión. Cuando se trata de películas, las únicas prohibiciones se refieren a la pornografía o a guiones que denigren nuestro reino islámico”. Los habitantes de la kasba aún recuerdan con agrado Reglas del juego, una película del 2000 con Tommy Lee-Jones y Samuel Lee Jackson que narra un ataque a la embajada estadounidense en Saná, Yemen, por parte de una airada multitud con la subsiguiente represalia del ejército estadounidense. “Se contrataron cientos de extras: la producción tuvo que reservar el espacio de toda la kasba y pagar a la gente para que no saliera de casa durante todo el día”, recuerda Naceur Ujri, un actor de 68 años. “Los helicópteros militares –añade– volaban por doquier por encima de nuestras cabezas, y había explosiones por todas partes. Fue muy divertido”.

Esta localidad a veces medio adormilada se despierta con animación siempre que llega un nuevo proyecto. Mientras cientos de extras hacen cola para los castings, se contratan artesanos y operarios locales para preparar y decorar los escenarios con los correspondientes accesorios y ambientación. Perteneciente a una familia de cuatro artesanos, Mbarek Aruaie, de 50 años, ha trabajado en escenarios cinematográficos durante dos décadas y puede hacer de todo, de espadas y cascos romanos a joyas y diversos ornamentos egipcios. Asocia sus mejores recuerdos a Kundun, la película de Scorsese sobre la vida del decimocuarto dalái lama. “Es, con diferencia, la mayor producción que hemos hecho”, puntualiza con cariño y afecto. “Se trajeron de Asia cientos de extras –explica– para encarnar a los monjes budistas. El rodaje de la película duró casi un año y dio trabajo a toda la localidad”. El templo aún intacto de Kundun es una de las grandes atracciones de los estudios Atlas, pero la proliferación de efectos especiales en el cine moderno ha propinado recientemente un golpe a la industria artesana local. “Antes –prosigue este artesano– las producciones necesitaban contar con unas tres mil espadas de cobre para rodar una escena. Ahora sólo piden dos o tres y las demás las hacen de madera”.

Algunos habitantes son habituales de los filmes como extras o con algún papelito a razón de entre 15 y 50 euros al día

Las inquietudes de Aruaie son compartidas por los estudios y los actores, que ven cómo su importante papel se ve amenazado por la informática. “El mundo está cambiando. ¿Por qué construir un escenario si puede reproducirse digitalmente a menor coste?, replica por su parte Ben Barka. “Gracias a los efectos especiales, las series televisivas recientes sobre Ben Hur son mucho mejores que la película original de Charlton Heston”, observa.

Ello plantea nuevos desafíos a una localidad carente de instalaciones industriales y con poco turismo cuya economía depende en gran medida del cine. No obstante, después de tres años difíciles causados por la recesión global, Uarzazat ha experimentado cierta recuperación. “El año 2017 será un buen año”, vaticina Ben Barka. “Se rodará aquí una gran producción chino-estadounidense durante 10 meses”.

Yadija Alami tiene tanta confianza en el futuro que construye sus propios estudios en el oasis de Fint, a unos kilómetros de Uarzazat. Una vez terminados, los estudios K se parecerán al rancho de George Lucas en California, aunque más pequeño. “La diferencia es –bromea– que él va y viene por su propiedad en helicóptero en tanto que yo he de recorrer el recinto a pie”. Uno de los próximos proyectos que a esta productora le gustaría lanzar es construir una sala de cine en Uarzazat que la represente como “capital del cine”, un edificio del que ha carecido durante décadas.

Pero la mayoría de los actores profesionales nunca ven las películas en las que participan. Desde sus hogares desfavorecidos y sin recursos, la reluciente y brillante industria del cine se ve de modo muy diferente. Cuando no hay rodajes, sobreviven gracias a pequeños trabajos, como sucede en el caso de Guardienne, que dirige una instalación donde las mujeres locales confeccionan el pan sin levadura. “Esto es lo que gano en un día”, dice mientras muestra unas cuantas monedas que equivalen a unos tres euros. Tanto para ella como para la mayoría de los actores de la kasba, los sueños de una carrera deslumbrante acabaron en nada. Cuando se retiran, sus recuerdos cinematográficos son lo único que les queda en un marco de grandes contrastes. “He tenido una vida dura –dice Guardienne–, pero no soy la única en este lugar con esta trayectoria”, mientras que por sus mejillas ruedan esta vez lágrimas de verdad. “La próxima vez –manifiesta– me gustaría hacer un papel en el que se muestren realmente las vidas de nuestro pueblo”.

Traducción: José María Puig de la Bellacasa

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Restos de una copia en cartón piedra de la gran mezquita de La Meca

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Decorado que sirve como templo o castillo

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Mbarek Arouaie es un artesano herrero y un joyero que forja espadas, cascos, armaduras y collares para las producciones

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Apodado Osama bin Laden por su parecido con el difunto líder de Al Qaeda, Abdelaziz Buyadnaine ha participado en más de 100 filmes como extra

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Fatima Zahra el Hasani, de 11 años, una de las actrices más solicitadas en los rodajes de Uarzazat

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Sobre estas líneas, a la izquierda, Hajiba Ujer, extra en varias películas y, desde el 2008, peluquera y maquilladora que ha montado su propio salón

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Siguiente página, Hasan Kashir, guía turístico y extra, fotografiado en la aldea de Aït Benhadu

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El jet que aparece en La joya del Nilo, de 1984, primera producción que se rodó en Uarzazat

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Gasolinera que aparece en Las colinas tienen ojos, remake del 2006 del clásico de terror de Wes Craven

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