Avances amenazados por la crisis

Igualdad

Una radiografía mundial de la discriminación de género recogida en el 'Atlas mundial de la mujer' evidencia que la crisis económica y la ola conservadora frenan, y hasta amenazan con revertir, los avances en la paridad entre personas según su sexo. Aun así, la mujer está mejor que unos años atrás en gran parte de los países.

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Diferencias salariales, atribución desigual de las tareas domésticas, poco peso en los consejos de administración, y, en muchos países, discriminación institucionalizada, por no hablar de matrimonios forzados o esclavitud más o menos encubierta. A la luz de muchas noticias que publican cada día los medios, podría parecer que el viaje hacia la igualdad entre mujeres y hombres se ha interrumpido. Pero no es así: a escala global se constata un progreso en todas las áreas, aunque de forma lenta, muchas veces demasiado. ¿Es todo, pues, una cuestión de paciencia? No, porque aunque los progresos siguen, la crisis económica y el giro conservador en las políticas de algunos gobiernos amenazan con provocar, ahora sí, un retroceso en algunas conquistas. Es lo que constata el Atlas mundial de la mujer, confeccionado por investigadores del Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED) de Francia, dirigidos por los sociólogos Isabelle Attané, Carole Brugeilles y Wilfried Rault, y publicado por Éditions Autremen en enero de este año.

Las movilizaciones feministas, así como las convenciones internacionales que proponen políticas gubernamentales y objetivos que promuevan la igualdad, han ayudado en ese avance, según dichos autores. Pero cada país, cada continente, tiene su historia y sus contradicciones. La brecha entre hombres y mujeres parece que es más evidente en el África subsahariana, el sur de Asia y los estados árabes, donde la pobreza y el fundamentalismo religioso también juegan a la contra de la igualdad de género, aunque no siempre van unidos, como es el caso de Qatar, un pequeño emirato árabe con una de las mayores rentas per cápita del planeta, si no la mayor, pero que ocupa el puesto 117 a escala mundial si se mide según el índice de desigualdad de género (IIG), utilizado en el mencionado atlas de la mujer.

EVOLUCIÓN DE ESPAÑA. Según este mismo índice, España se encuentra en el puesto número 15, en una clasificación de 148 países. Según otro ranking del año 2014 sobre la igualdad de género, en este caso del Foro Económico Mundial, España se encuentra en el puesto 29 de una clasificación de 142 países. Mal dato si se tiene presente que ocupaba el puesto número 11 en el informe del año 2010. La causa de este declive se centra en la crisis económica, que se ha cebado en el sexo femenino. La tasa de desempleo, las oportunidades de las mujeres para ascender en su trabajo, el número de horas trabajadas sin cobrar sueldo o la tasa de altos directivos mujeres, son las variables que han tirado para abajo la situación de España en relación con otros países.

España ocupa el puesto número 15 en una clasificación de 148 países según el índice de desigualdad de género utilizado en el ‘Atlas mundial de la mujer’

El recorte de ayudas familiares y en los servicios sociales ha propiciado también la búsqueda de trabajo a cualquier precio y con dificultades para pactar la conciliación familiar. Han empeorado las condiciones laborales en sectores predominantemente femeninos como el comercio, el servicio doméstico o la ayuda a personas dependientes. Y el paro de larga duración es un 3% superior al de los hombres. La mujer es la más perjudicada por esta crisis.

El informe del Foro Económico Mundial destaca que en nueve años midiendo la brecha de género el mundo ha experimentado sólo pequeñas mejoras en el mundo laboral. Calcula que a esta velocidad, costará 81 años acabar con estas diferencias entre hombres y mujeres.

PODER POLÍTICO Y ECONÓMICO. La brecha todavía es mayor cuando se trata de medir la participación de las mujeres en los consejos de las grandes empresas, en los órganos clave de toma de decisiones en el banco central, como representantes políticas parlamentarias o asumiendo la responsabilidad de algún ministerio. Si bien España, con un 47,2 sobre 100 (100 sería la igualdad teórica total), está por encima de la media europea, esta es muy baja, situándose en 38 sobre 100, según el índice europeo de igualdad de género. El país más igualitario en este sentido es Suecia, con un valor de 74,3, y el peor, Chipre, con un 12,2 sobre 100. En este apartado queda trecho por recorrer. Y más si se entra en detalles. En el caso de los consejos de administración de grandes empresas, en España sólo puntúa 10 sobre 100.

salud. En lo que más se ha avanzado es en salud. En esta área, 35 países del mundo han conseguido una igualdad no perfecta, pero casi. En el caso de España (con un valor de 90,7 sobre 100), se encuentra ligeramente por encima de la media europea (de 90,1). Bélgica es el país que más se acerca a la situación ideal en este ámbito con una puntuación de 94,1. Parece que la tendencia hacia la paridad va bien encarrilada en cuanto al cuidado del cuerpo. Pero todavía cuesta admitir que el cuerpo pertenece a cada individuo tal como se plasma en los derechos y convenciones internacionales. En todo el mundo y en diversos grados, las mujeres no siempre pueden disponer libremente de su cuerpo, tanto en su derecho de decidir y reivindicar las relaciones sexuales con un fin placentero y no reproductivo, casarse o emparejarse con quien quieran sin ser forzadas a ello, como ante la opción del aborto.

el conservadurismo amenaza. La oleada de conservadurismo que recorre algunos países no lo pone fácil, según constatan los autores del Atlas de la mujer. Estados como Rusia, Polonia y Hungría se resisten a que las convenciones internacionales les dicten su política familiar. Por otra parte, algunos partidos políticos o movimientos tratan de desafiar el derecho a la educación en Asia y África, o el derecho al aborto en Europa, como en Italia. O como ocurre también en España durante la actual legislatura del Partido Popular, que quería limitar el derecho de decidir de las mujeres ante su embarazo.

Wilfried Rault, uno de los sociólogos coordinadores del atlas de la mujer, constata que si este conservadurismo se anclara, propiciaría un retroceso en los derechos de la mujer. El Parlamento Europeo rechazó a finales del 2013 la propuesta de elevar el derecho al aborto al rango de derecho humano. Agnès Guillaume, investigadora del Centro de Población y Desarrollo (Ceped) de Francia, explica que prohibir el aborto no impide su práctica y sí en cambio expone a las mujeres a riesgos para su salud o sanciones penales que nunca afectan al hombre que contribuyó al embarazo. En síntesis, la capacidad de decidir o no incide en el grado de desigualdad.

En otro ámbito, tampoco andan muy bien el reparto de tareas domésticas y el tiempo dedicado a los hijos cuando corretean por casa. España se encuentra por debajo de la media europea de igualdad en este aspecto con un 33,8 sobre 100. Los peores países europeos son Bulgaria y Grecia, mientras que los mejor situados son los Países Bajos (71,3 sobre 100).

VIOLENCIA DE GÉNERO. Hay paradojas. Finlandia, que acostumbra ocupar los primeros puestos en cuanto a igualdad de género, no sale bien parada en cuanto a la mortalidad asociada a la violencia contra la mujer en la pareja. En el entorno europeo se encuentra por detrás de países como Francia, Rumanía o España, a los que duplica o cuadruplica en número de muertes por cada millón de habitantes.

En India se calcula que cada año se matan hasta 25.000 mujeres por considerar que la dote matrimonial aportada por los familiares es insuficiente

España es uno de los países donde menos muertes se dan por este motivo, aunque siempre serán demasiadas. En el 2014, el Gobierno español contabilizó 53 víctimas por violencia de género, de las que 17 habían puesto denuncia por maltrato y amenazas, y 10 solicitaron medidas de protección porque temían por su vida. Aun así murieron. Hay más casos en investigación. Una resolución de la ONU, del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, condenó el año pasado a España por la falta de diligencia del sistema de protección de las víctimas de maltrato.

El feminicidio, un concepto que engloba las muertes de mujeres por el hecho de serlo, es una realidad que toma diferentes formas según la región del mundo. Ocurren, por ejemplo, los crímenes de honor, sobre todo en los países de Oriente Medio y el sur de Asia, donde hay leyes que protegen a los que matan a una mujer por transgredir la moral sexual. Y en India, Pakistán y Bangladesh se dan casos de asesinatos de mujeres cuando la dote aportada por la familia de la novia se considera insuficiente. En India se calcula que se matan cada año hasta 25.000 mujeres por este motivo, sin contar a las que se les ha desfigurado el rostro con ácido, según recoge Christelle Hamel, investigadora especializada en violencia contra las mujeres del INED.

LA escolarización. La educación y la escolarización son algunas de las bazas para encaminar estas situaciones. En la medida que se generaliza la escolarización de las niñas sin abandonar los estudios por razón de su género, más posibilidades tienen de salir de este círculo opresivo. En muchos países de África y Asia todavía se prioriza la escolarización de secundaria de los chicos en detrimento de las chicas. Muchas de ellas no van a la escuela. En el África subsahariana, por ejemplo, apenas llegan al 30% las chicas escolarizadas. En todo el mundo la media se sitúa en el 70%. En Europa y América del Norte se acerca al 90%. Los informes también constatan que a igualdad de oportunidades, las chicas obtienen, en general, mejores resultados en los exámenes. Y aumenta entonces el número de universitarias.

En España, el 60% de los universitarios son chicas. En países como Estonia, Eslovenia o Hungría, el porcentaje se sitúa casi en el 70%, mientras que en Suiza la paridad es prácticamente exacta. Y en Japón, las chicas apenas sobrepasan el 40%. En este ámbito universitario, tanto en España como en el resto de los países prevalece la tendencia a realizar unos estudios más técnicos o más humanistas según el sexo. En las carreras de ingeniería, de informática o de ciencias en general sigue siendo más habitual ver chicos que chicas. Sólo en Estonia y Canadá se ven tantos chicos como chicas en las carreras de ciencias (no en las de informática e ingeniería). Mientras que en las carreras relacionadas con la educación, la sanidad, artes y ciencias sociales en general siempre hay más chicas que chicos.

EL DESARROLLO SEGÚN SE MIDA. Visto lo visto, los autores del atlas de la mujer tienen claro que sea en un continente u otro, en un país u otro, la desigualdad de género está en todas partes, se da en cualquier edad y puede tomar muchas formas. Aunque el índice de desigualdad de género (IIG) utilizado en el citado análisis francés no es un instrumento perfecto, como aclara Jacques Véron, director de investigación del INED, sí ayuda a entender en qué situación se encuentra un país en relación con la igualdad de género. Lo ha elaborado el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en un intento de mostrar el cuadro que más se acerque a la realidad de la mujer cuando se encuentra mediatizada por el mero hecho de ser mujer.

El IIG incluye la dimensión del mercado laboral que viene dado por el índice porcentual de las mujeres activas; la dimensión del llamado autoempoderamiento, que incorpora su nivel de instrucción de secundaria y universitario y el número de mujeres elegidas representantes parlamentarias; y la dimensión de la salud reproductiva, que viene dada por la tasa de adolescentes que quedan embarazadas y la mortalidad maternal en el nacimiento.

El IIG no es infalible, pero complementa otros índices cuando se quiere medir cuan avanzada se encuentra una sociedad, como el índice de desarrollo humano (IDH), también creado por el PNUD, pero que no incluyen la brecha según sexos. Comparando los valores del IDH y los del IIG (que sí incluye la brecha entre hombres y mujeres), se pone en evidencia que cuando se tienen presentes las desigualdades de género, se produce una reclasificación de los países en cuanto a lo que se entiende por desarrollo humano en una sociedad determinada. Los resultados ante esta nueva visión son, como poco, sorprendentes. Si según el IDH, EE.UU. es el tercer país del mundo, con el IIG pasa al puesto 42, por detrás de China, que ocupa en este índice el puesto 35, cuando en el de desarrollo humano ocupa el puesto 101. España, según el índice IDH, ocupa el puesto 23, mientras que con la perspectiva de género del IIG asciende al puesto 15.

Jacques Véron aclara que la gran variación de un índice a otro en el caso de EE.UU. se explica por el gran número de adolescentes que se quedan embarazadas, la relativamente alta mortalidad materna y un bajo porcentaje de mujeres parlamentarias. “Aun así, los países mejor situados en el IIG pertenecen, en general, al mundo industrializado”, precisa. No es extraño que tras los Países Bajos se encuentren en esos primeros puestos los países nórdicos (Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia). Hay otras instituciones que han creado sus propios barómetros, como el índice europeo de igualdad de género, presentado en Bruselas en junio del 2013, o el índice mundial de igualdad de género del Foro Económico Mundial, que hace sus mediciones desde el 2006.

En cualquier caso, se mida como se mida, todos los índices constatan que las diferencias de género existen y que hay unos países mejores que otros, sin duda. También, que la brecha de las desigualdades ha ido disminuyendo ligeramente y que los cambios son positivos, aunque de forma irregular. Un ejemplo: de los 111 países que han permanecido desde el principio en la clasificación del índice del Foro Económico Mundial, 105 han mejorado, mientras que el resto han empeorado.

QUINTA CONFERENCIA sobre la mujer DE LA ONU. Hay un avance que todavía necesita seguir creciendo. Tal vez por eso algunos creen que es muy necesaria la quinta Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, que tendrá lugar a partir de mañana, hasta el día 20, en Nueva York. Se espera que supere la participación de la cuarta conferencia realizada hace 20 años en Pekín. Entonces acudieron 17.000 personas y representantes de 189 países. Se evaluará hasta qué punto se están consiguiendo estos objetivos de igualdad de género y empoderamiento de la mujer. Al menos sí está claro el objetivo de seguir insistiendo en las transformaciones sociales y personales para continuar con la conquista de estos objetivos.

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