Pasión por conducir

Isabel León

Gracias a que durante años ha conducido autobuses, firmas como Toyota contratan a Isabel León (Barcelona, 1966) para que organice demostraciones y raids de todoterrenos, y a punto estuvo de llevar un camión de asistencia en un Dakar, pero no lo consiguió porque los equipos “no confiaban en que una mujer llegara a la meta”. Esta discriminación es una de las piedras que ha encontrado en su camino hasta hacer realidad sus sueños. Otra, que le dolió más, fue la dificultad de la conciliación familiar y laboral, “el mayor de los inconvenientes para la mujer trabajadora”, explica.

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Esta mujer extrovertida y segurísima de sí misma obtuvo el carnet para conducir camiones en 1989: “Fui al examen embarazada y muy gorda. Y fui la única que aprobó ese día”. Para entonces, ya tenía el carnet de autocar y hoy posee todas las licencias existentes en España. Con 24 años empezó a conducir autobuses en Transports de Barcelona (TMB). En la convocatoria en que ella entró, en el año 1991, eran 40 hombres y sólo dos mujeres. Hoy, hay 157 conductoras (un 5,80%) frente a 2.550 conductores, mientras que entre los mandos las mujeres sólo son 5 (3,73%) de 129 hombres.

Desde pequeña le han interesado las cuatro ruedas, cuanto más grandes, mejor. En 1991 se las vio con su primer autobús articulado. Todo lo que deseaba entonces era conducir, explica. Pero tenía un niño de año y medio y una niña de cuatro años que casi no veía: “Los recogía dormidos por la noche en casa de la abuela y los llevaba al cole por la mañana, y entonces los conductores sólo teníamos un día de fiesta a la semana…” Para complicarlo todo un poco más, al año y medio de entrar como conductora, su marido y ella se separaron. Ella cree que su trabajo tuvo que ver en ello: “Para aguantar un trabajo como este tienes que tener una personalidad muy marcada. Y yo la tenía. Los hombres no aguantan que acabes a las 11 de la noche o, que sólo te llamen compañeros para saber cómo estás… pero es que yo sólo tenía una compañera de trabajo, los demás eran hombres, y a él le sentaba fatal.” Estuvo conduciendo diez años, hasta que se presentó a una convocatoria mandos para estar más con sus hijos. “Si no hubiera tenido a los niños, no hubiera pedido el cambio de puesto”, explica.

Isabel León no tiene “grandes problemas con los compañeros” y tampoco los tuvo cuando empezó, aunque explica que “tenían tendencia a ser paternalistas, sobre todo los veteranos. Eso sí, si rompía un retrovisor, todo el mundo sabía que había sido la rubia la que había roto el espejo”.

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