Jóvenes de Kosovo

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El Estado más joven de Europa está a punto de cumplir diez años : es uno de los más pobres, pero también el que cuenta con un porcentaje más elevado de jóvenes que se han empeñado en lograr que el país abrace la modernidad y deje de ser un nido de las mafias y la corrupción.

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SHPEND LILA GERENTE DEL CENTRO DE INNOVACIÓN de Kosovo, en la reunión Kosict de jóvenes emprendedores en nuevas tecnologías. Kosovo tiene la generación mejor educada y más capacitada de su historia, jóvenes que han completado su educación en el extranjero y regresan a Pristina para construir un país moderno.

Aurela Kadriu tenía 10 años el día en que se proclamó la independencia de Kosovo. Recuerda que los días anteriores a la declaración, era el tema de conversación en todas partes. Su familia se reunió frente al televisor para ver la sesión especial del Parlamento. Cuando se declaró la independencia vio a su madre llorar. “Ojalá estuvieran aquí para vivir este día”, decía recordando a las personas que había perdido en la guerra. Recuerda a la gente en la calle celebrándolo y la polémica con la elección de la bandera del nuevo país.

El 17 de febrero se cumplirán diez años de aquel día, en que los albanokosovares, bajo el auspicio de EE.UU., lograron el reconocimiento de 111 países para independizarse unilateralmente de Serbia. Transcurrido ese camino, el país sigue consolidándose hacia el pleno reconocimiento internacional, bajo la sombra de la crisis, la corrupción política, el crimen organizado y los problemas étnicos con los serbios. A pesar de ser uno de los países más pobres de Europa, también es el país con el promedio de población más joven, que se ha estado preparando para cambiar la posición internacional de país pobre y corrupto.

La tasa de paro supera el 27%, y la principal fuente de ingresos del país son las remesas que envían los emigrantes desde el extranjero

Kosovo surgió tras muchos siglos de una enfermedad mal curada y la condena de estar ubicado en una zona de choque de culturas. Un enfrentamiento étnico entre serbios y albaneses que nace con la división del imperio romano y la posterior configuración de las fronteras. Para los serbios, este territorio es el centro cultural y espiritual de su patria, pero comenzaron a perderlo en 1389 tras caer derrotados por el imperio otomano en la batalla de Kosovo, en las afueras de la actual Pristina. Serbia pasó a ser un Estado vasallo de los otomanos, y la batalla se convirtió en el símbolo del nacionalismo serbio y su anhelada independencia, que no llegó hasta finales del XIX. Para entonces, la población albanesa era mayoría en la provincia de Kosovo. Pronto las fronteras comenzaron de nuevo a moverse, y al acabar la I Guerra Mundial nació Yugoslavia y llegó el primer éxodo de albaneses. Tras la invasión nazi, parte de Kosovo fue entregada a Albania, y esa vez fueron los serbios los que huyeron de la zona instigados por grupos armados albaneses. Después de la II Guerra Mundial alcanzó el poder el general Tito con su política de “hermandad y unidad”, que duró lo que duró su vida. Tras su muerte comenzó la de Yugoslavia, y en la década de los ochenta las tensiones étnicas llevaron a los albanokosovares a solicitar la secesión de Serbia y a los serbios a denunciar la persecución social y discriminación política a la que se veían sometidos en Kosovo.

Y la historia regresó al punto de partida, al escenario donde comenzó la ruptura. Slobodan Milosevic, un político serbio nacionalista en pleno ascenso, visitó Kosovo en 1987. Fue en el día de la conmemoración del aniversario de la batalla de Kosovo, casi 600 años después y justo en ese mismo lugar, donde Milosevic abrió, en un discurso multitudinario ante la población serbia de Kosovo, la caja de Pandora.

El Kosovo del 2018 es un país que circula a dos velocidades. Una, la de la población rural con pocas opciones, que abandona el país para encontrar un futuro en Europa. La otra, la gente de la capital, Pristina, que aspira a convertirse en una ciudad moderna, universitaria y plagada de jóvenes preparados en el extranjero y dispuestos a cambiar la dinámica del Estado. Esta generación nació en un país en conflicto, con otro nombre y otras fronteras. Han alcanzado su madurez en un país nuevo donde todo está por hacer y han aceptado el reto de ser el futuro del cambio. Sin el peso de la losa del odio étnico que cargaba la generación anterior, se sienten libres de mirar únicamente adelante. Los campos de batalla están definidos, y los objetivos son claros: reformar las instituciones para terminar con la corrupción y sacar al país del limbo administrativo que lo convierte en el edén de las mafias criminales. Tienen claro que sólo así tendrán ­futuro.

Hay dos Kosovos, el rural que acaba emigrando al resto de Europa, y el de la capital, que aspira a la modernidad

Son la primera generación que se enfrenta a lo establecido, a la antigua tradición. Entre sus padres hubo matrimonios ­forzados, hay madres y her­manas obligadas a vestir el hiyab, violencia de género, cafés poblados por hombres en lugares donde las mujeres desaparecen de las calles al caer la noche, ausencia en la vida pública y sin opinión en la privada. Según la OSCE para Kosovo, el 82% de las ­mujeres no están activas en el mercado de trabajo en el país.

Yll Rugova, 32 años, recuerda su infancia en Pristina. En los noventa, los niños recibían educación en escuelas improvisadas en casas particulares, después vino la guerra. Hoy, Rugova tiene un estudio de diseño en Pristina y se convertirá en el responsable de Cultura en la capital después del establecimiento del nuevo gobierno municipal tras las últimas elecciones. Su grupo político, Levizja Vetevendosje (autodeterminación), revalidó el gobierno de la capital en noviembre. Este partido fue el más apoyado entre los jóvenes en las últimas elecciones generales del pasado junio y el más votado pese a no acabar formando gobierno, al no aceptar un pacto con los viejos partidos, a los que consideran corruptos. Luchan contra la desigualdad, la corrupción y el abuso de poder, también argumentan a favor de eliminar la obligación de incluir a la minoría serbia en la toma de decisiones parlamentarias. Ante la imposibilidad de conseguir el pleno reconocimiento internacional, con todas las dificultades administrativas que conlleva, abogan por una futura integración de Kosovo en Albania, uno de los objetivos históricos de la mayoría albanokosovar.

Para Rugova, Pristina no se construyó con la idea de ser la capital de un Estado y no tiene las infraestructuras propias de otras capitales europeas. Considera que son las generaciones actuales las que deben empezar a construir esa capital que se convierta en un área metropolitana para toda la región. “No me gusta estar aquí, pero depen­de de mí cómo será el futuro”, explica. “Todos los que estamos aquí necesitamos impulsar el futuro del país, nunca hemos tenido un país y depende de nuestra generación tenerlo”.

El alcalde de Pristina, Shpend Ahmeti, llegó al cargo con 35 años. Desde Vetevendosje consideran haber demostrado posible un modelo de gobierno sin corrupción y esperan su oportunidad para hacerlo a escala nacional. La voluntad de cambio de los jóvenes es imparable, consideran innecesario mantener en el poder político a los exmilitares salvadores de la patria, a los guerrilleros de UCK que al terminar la guerra coparon el poder institucional y aplicaron un modelo basado en los favoritismos y en la corrupción. El mejor ejemplo es el propio primer ministro Ramush Haradinaj, exguerrillero y vinculado, según informes del servicio de inteligencia alemán, al crimen organizado. Fue juzgado y absuelto tras las violentas y extrañas muertes de nueve de las diez personas que tenían que testificar contra él (el décimo sobrevivió a un atentado y se negó a declarar posteriormente).

“Nunca hemos tenido un país, y depende de nuestra generación tenerlo”, cuenta el nuevo responsable del área de Cultura de Pristina

Durante la guerra apareció una nueva hornada de artistas que se reunían en los bares porque no había espacios para el arte en la ciudad. La mayoría de ellos ya se ha retirado por falta de apoyos institucionales.

Los avances culturales han venido de iniciativas autónomas creadas y gestionadas por jóvenes, como es el caso de Termokiss, del festival de música Visions of Beyond, del festival internacional de documentales de Prizren o el colectivo Haveit, que comenzó a hacer performances en la calle en el 2011 y que está formado por cuatro chicas de entre 24 y 28 años. Su primera performance llegó tras un caso de violencia de género. Una mujer denunció ante la policía los maltratos de su marido, pero nadie reaccionó hasta que este acabó con su vida. Desapareció antes de ser detenido, y los niños quedaron a cargo de la familia del marido. Su performance más mediática fue la realizada contra la falta de muestras de cariño en la sociedad por razones de moralidad. Colgaron en las redes sociales una foto del momento de la performance besándose unas a otras el día de San Valentín. Recibieron más de cien mensajes con amenazas de muerte, incitándolas a salir del país, acusándolas de lesbianas. La noticia salió en los medios de todos los Balcanes. El camino de la normalización para los colectivos LGTB acaba de empezar y se vaticina duro. En octubre se ha celebrado en Pristina el primer desfile del orgullo gay con tan sólo 300 participantes, entre fuertes medidas de seguridad tras las amenazas de muerte a organizadores y participantes.

Tampoco les gustaba la metodología antigua de la facultad de Arte, y sólo una de ellas terminó la carrera. El plan cultural de la ciudad también les parece conservador, aunque se nota que la ciudad está intentando tomar una actitud mucho más artística gracias a que los jóvenes están viendo en internet lo que se hace en otros lugares. El programa del Teatro Nacional comienza a modernizarse.

Aurela Kadriu trabaja en Oral History Kosovo, una entidad cultural encargada de mantener la tradición oral albanokosovar. Tiene 20 años y se siente afortunada de tener un empleo en la capital. Aunque ninguno de sus amigos ha tenido que emigrar para buscar trabajo, sólo han vivido fuera del país para estudiar: 36 miembros de su familia viven en el extranjero. Otro problema que deben afrontar los kosovares es la falta de uno de los derechos más básicos que las personas en Europa dan por hecho; los viajes y la movilidad. Actualmente, los ciudadanos de Kosovo pueden viajar sin visado sólo a un puñado de países: Albania, Turquía, Macedonia, Montenegro y Serbia. Para todos los demás necesitan un visado, y obtenerlo es muy difícil debido a los requisitos que deben cumplirse. Desde Bruselas piden dos exigencias al Gobierno kosovar para conseguir la exención de visados; aprobar la demarcación de la frontera con Montenegro e intensificar la lucha contra el crimen y la corrupción.

El crecimiento del país es lento, la principal exportación real de Kosovo son sus trabajadores. La tasa de desempleo supera el 27%, el 52% en los jóvenes. La principal fuente de ingresos del país son las remesas que envían los emigrantes desde otros países europeos. Los jóvenes son el mayor activo del país. Su energía se nota en cada conversación. Han conseguido dejar atrás un pasado de penalidades y llegar a un lugar mejor. “No puedo decir nada sobre cómo veo a mi país en el futuro –concluye Aurela–, pero puedo hablar sobre cómo deseo que sea, y espero que sea más abierto a las iniciativas de la juventud, que el Gobierno la apoye más y que haya más ­estabilidad económica y sociopolítica”.°

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RUDINA CENTRO CULTURAL TERMOKISS Los jóvenes, cansados de una oferta cultural limitada y anacrónica, decidieron crear su espacio cultural. En verano del 2016, con la ayuda de los voluntarios de Bélgica y Suiza, arreglaron el techo del edificio con el apoyo financiero de una compañía de calefacción. Termokiss se creó como un centro cultural administrado por jóvenes. Rudina tiene 19 años, su familia emigró a Chicago tres años antes de la declaración de independencia. Se ha tomado un año sabático en sus estudios para regresar a Kosovo y colaborar con la asociación y así reconectar con su cultura.

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JLJRJANA BUNJAKU ACADEMIA MILITAR Tiene 21 años, pero lleva tres años estudiando en la academia de oficiales. Se graduará el año que viene y podrá ser una de las oficiales del nuevo ejército de Kosovo, en proceso de aprobación por las instituciones internacionales. Tener un ejército propio con posibilidad de obtener armas pesadas se ha convertido en una de las prioridades del actual Gobierno.

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YLL RUGOVA DISEÑADOR Y CONCEJAL En las últimas elecciones generales de junio, un grupo político nuevo, Levizja Vetevendosje (autodeterminación) fue el más votado (también por los jóvenes), pero se negó a pactar con los viejos partidos. También han revalidado el gobierno de la capital en las últimas elecciones municipales de octubre. Luchan contra la desigualdad, la corrupción y el abuso de poder, rechazan la obligación de incluir a la minoría serbia en la toma de decisiones parlamentarias y están retomando la idea de una futura adhesión a Albania.

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XHEVAHIRE KUKA JUDOCA y entrenadora de judo Tiene 27 años y está entrenando a 20 niños cada día desde el 2012, cuando comenzó. Ganó el campeonato de Kosovo en el 2004, con 14 años, y se entrena con Majlinda Kelmendi, el único campeón olímpico en Kosovo. Aunque el país ya compite internacionalmente en modalidades como el fútbol, el judo es el deporte más importante en Kosovo.

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URAN BADIBUKU DJ Y ACTIVISTA CULTURAL Badibuku es dj y organizador del festival de música Visions of Beyond, que se celebra cada verano en la fortaleza medieval de Harilaq para concienciar sobre la protección del patrimonio y promover actividades turísticas y artísticas en áreas rurales. En la imagen, Uran B pincha en una fiesta organizada en los abandonados talleres de impresión del periódico Rilindja, el primero editado en albanés en la antigua Yugoslavia. El gobierno serbio prohibió su difusión en 1990, y permaneció cerrado hasta después de la guerra. Finalmente, desapareció en el 2002.

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ARES SHPORTA FESTIVAL DOCUFEST Shporta y Julind Thana son los organizadores del Docufest, el festival internacional de documentales de Prizren. Hicieron una campaña para salvar de la demolición el antiguo cine Lumbardhi, donde se celebra el festival desde el 2002. Se ha convertido en el acontecimiento cultural más importante de Kosovo.

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