Los enigmas del bitcoin

Economía

La criptomoneda digital más famosa despierta críticas feroces y pasiones desenfrenadas: ¿es el primer paso de una revolución económica? ¿Un activo financiero especulativo en plena burbuja? ¿Un medio de pago alternativo? Hay debate tanto en los palacios del poder como en la calle porque esta moneda tiene más de dos caras.

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Cuando veo que la portera de mi edificio compra acciones, es hora de vender las mías”. Esta frase, atribuida al magnate John D. Rockefeller, podría aplicarse a lo que está viviendo el bitcoin en los últimos meses. La célebre criptomoneda, un dinero que no se imprime, sino que se crea mediante una red de ordenadores, se ha convertido en ­objeto de deseo de grandes inversores y de pequeños ahorradores atraídos por su apreciación vertiginosa: los 11.326 euros por bitcoin al cierre de este artículo son 14 veces el valor de hace un año y 47 veces el de inicios del 2015.

“Yo invertí una cantidad pequeña por curiosidad”, cuenta Manel, un directivo de packaging. “En cuanto el precio ha subido, he vendido una parte para recuperar el capital inicial y ahora estoy a la espera. ¿El bitcoin tiene futuro?”, se interroga. Magazine intenta contestar a esta y otras preguntas.

¿Cuándo se inventó el bitcoin?

El bitcoin surge a raíz de la crisis financiera del 2008. En un foro especializado de criptografía, una persona (o un grupo de personas) bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto inició entonces un debate sobre un modelo de finanzas que no dependiera de las instituciones. El movimiento nace como iniciativa privada y pretende encarnar, en su planteamiento, una liberación de los intermediarios financieros. Y así, el 3 de enero del 2009, se crearon mediante ordenadores los primeros 50 bitcoins de la historia.

¿Es una moneda?

Se le llama criptomoneda porque se origina con técnicas informáticas de cifrado codificado. “Es el mayor aporte en la tecnología de divisas, desde que en el siglo XVII naciera el papel moneda, y a partir de allí, las tarjetas de crédito y los cajeros”, asegura Nelson David Cardozo, experto de la consultora Quora. La clave del sistema es el blockchain. Esta tecnología, conocida como cadena de bloques, permite un registro único de acciones digitales y es compartida por un número de usuarios. “En este registro, todas las transacciones realizadas con los bitcoins quedan grabadas en el archivo común, es decir, son visibles y rastreables por todos los miembros de la red. Este libro informático además está actualizado constantemente, se puede acceder a él sin ninguna restricción, se pueden revisar las operaciones, su origen, donde se originó... Es un conjunto de datos que actualmente vive en internet y es mantenido por la comunidad misma”, explica Cardozo.

Esto constituye la garantía del bitcoin: al no haber un banco central que supervise, los encargados de vigilar y comprobar estos datos se llaman mineros y reciben, como compensación, unos bitcoins.

Este sistema hace que el bitcoin no se pueda ni falsificar ni duplicar. Y las transacciones son irreversibles. “En el mundo real, cada uno tiene sus propios libros contables. Aquí hay uno centralizado, y esto se percibe como transparencia”, sostiene Carlos Steinblock, de la empresa BTC Guardian. Es como si, en lugar de mandar cien invitaciones a una boda, tenemos un panel de anuncios donde todos ven que nos vamos a casar y esto es lo que confiere al evento el carácter de oficialidad.

¿Cómo conseguirlos?

Lo más habitual es entrar en una página de internet especializada (caja de cambio) y comprarlos a cambio de euros, por ejemplo. La página de referencia es Coinbase, pero hay más. También es posible conseguir bitcoins en cajeros automáticos específicos, localizados en varias partes del mundo. No se entregará ni moneda ni billetes como en un cajero tradicional, sino que uno se bajará en el móvil un fichero con bitcoins. Los cajeros son bastantes extendidos en Asia, pero en España hay muy pocos todavía. También se puede acudir a un foro en la red donde hay personas que compran o venden a diferentes precios, al estilo de un mercadillo. En este caso tendremos en el móvil o en nuestro ordenador una cartera virtual donde almacenaremos los bitcoins.

¿Es un sistema seguro?

“Hasta ahora no se ha encontrado ninguna brecha ni tampoco ninguna violación de sus protocolos de seguridad”, asegura Cardozo. Para aceptar el bitcoin, basta con descargarse un fichero en el móvil. Un sistema muy práctico en ciertos países. “Hay un gran número de personas que no están bancarizadas, debido a cuestiones burocráticas o simplemente por un sistema financiero poco desarrollado”, subraya este experto. Ahora bien, el problema de la seguridad no está tanto en la tecnología en sí como en las casas de cambios, asediadas por los hackers que intentan acceder a estos datos o que piratean las carteras donde están guardados los bitcoins: móviles o PC. Asimismo, la responsabilidad del dinero, una vez que se entra en posesión de bitcoins, recae en uno mismo. No es como tener 1.000 euros y custodiarlos en un banco. Quien sufre un ataque o es víctima de una estafa está desnudo. En el 2014, la firma Mt.Gox quebró y sus directivos fueron procesados por fraude por la desaparición de 850.000 unidades de bitcoin, el equivalente de varios millones de ­euros.

¿Qué se puede hacer con el bitcoin?

Lo primero es comprar bienes. Este año se ha puesto a la venta en Tarragona el primer piso en España utilizando bitcoins como medio de pago en la transacción. No obstante, hay que admitir que las tiendas españolas que comercializan con este criptomoneda llegan apenas a 350. En la ciudad italiana de Rovereto, en el Norte de la península, se ha llevado a cabo un experimento pionero: una iniciativa ciudadana respaldada por el Ayuntamiento local ha impulsado el pequeño comercio al crear el bitcoin valley, un ecosistema para difundir el bitcoin en decenas de tiendas, en una ciudad de poco más de 30.000 habitantes.

Una posibilidad es considerar los bitcoins como una inversión especulativa de riesgo: se compran y venden según su precio suba o baje. Otra aplicación es usar esta criptomoneda para financiarse, como hacen algunas empresas. En lugar de emitir acciones, las firmas ofertan criptomonedas a inversores para conseguir capital. Las promesas de ganancias pueden ser jugosas, pero, como cualquier inversión que no sean acciones, como el inmobiliario o comprar oro, no se tiene ni derecho de voto ni se podrá recibir dividendos. Cabe recordar que la CNMV acaba de señalar al respecto “el alto nivel de riesgo” y “la complejidad, en sentido de difícil inteligibilidad”, de las operaciones con criptodivisas.

El partido de los escépticos cuestiona en cambio todos estos usos. “El bitcoin es demasiado volátil para servir como medio de pago en transacciones e incluso como reserva”, afirman los analistas de Citigroup. El premio Nobel de Economía Jean Tirole sostiene que el bitcoin no tiene ningún valor social. “Cuando se crea una expansión monetaria –por ejemplo, se imprimen billetes–, se proporciona al gobierno unos recursos adicionales para la comunidad. En el caso del bitcoin, las nuevas monedas creadas acaban en manos privadas. Es un funcionamiento feudal, de unos señores que compiten entre ellos al invertir en potenciar sus ordenadores y en gastar electricidad”, denunció en un artículo.

¿Por qué se ha apreciado tanto?

Se habla de burbuja. Es verdad que se ha revalorizado un 1.600% en el 2017. Pero ojo: a mediados de enero, el bitcoin ha caído más de un 30% desde sus máximos. Se estima que en dos años hubo 26 veces en la que esta divisa llegó a caer más de un 10%: un auténtico tobogán. Hablamos de una moneda que algunos creen que alcanzará los 100.000 dólares o, como insinuaba el banco Morgan Stanley, cero, “porque una moneda que no existe (intangible, invisible, indefinible) no puede tener otro valor… que la nada”. Los motivos de la escalada de sus precios son varios. De entrada, con la enorme cantidad de liquidez disponible en el mundo, con tipos de interés muy bajos, el dinero busca rendimientos. Pero además, por definición misma del programa informático, se creará una cantidad finita de bitcoins. En concreto, se van a minar como mucho 21 millones de monedas. De ahí que los inversores apuesten por tener en sus manos algo que está destinado, a partir de un cierto nivel, a no crecer más. Luego hay otros factores más polémicos. Como argumentaban desde el Col·legi d’Enginyers Tècnics de Telecomunicacions de Catalunya (Coettc), hasta ahora “no ha habido grandes movimientos de bitcoins en volúmenes”. Gran parte de la consistente demanda de este criptodivisa corresponde a pequeñas cantidades y no a compras masivas. La tesis de este organismo es que grupos de ciberdelincuentes están infectando los sistemas informáticos de las empresas y piden rescate en bitcoins para liberar los ordenadores: esto no haría otra cosa que alimentar el valor de esta divisa, con fines ilícitos.

Otro aspecto que influye en el precio tiene que ver con la propiedad de los bitcoins. El profesor de Finanzas de Esade Jesús Palau ha calculado que cuando la criptodivisa cotizaba en sus inicios, unos 12 millones de bitcoins pertenecían a un mismo colectivo, de identidad desconocida. El web BitcoinRichList sugiere que tan sólo las 100 principales direcciones de bitcoin poseen alrededor del 17% de todos los bitcoins. “Cuando gran parte de un activo está en manos de una sola parte, esta tiene mucho interés en que el precio suba. Y es muy peligroso, porque el día que quiera salir y vender de golpe, esto desencadenará una caída abrupta de la moneda”, advierte Palau.

¿Cuál es el riesgo?

“Las monedas suben o bajan en función de la economía real: si un país es competitivo, si atrae inversiones, si exporta más o menos. En cambio, el bitcoin es como un cuadro de un pintor novel”, dice el profesor de Esade. “Si convences a todos de que el artista tiene talento, su precio sube. Pero hay el inconveniente de que ninguna tienda o ningún trabajador quiera ser remunerado con trocitos de un cuadro. Yo creo que el bitcoin no puede ser un medio de pago, se asemeja más bien a una materia prima. Pero, a diferencia del oro, no es un valor refugio, sino especulativo. El bitcoin tiene rasgos de una estafa piramidal. Por ello, yo no lo recomiendo como inversión a la gente de la calle”.

La vicegobernadora del banco de Israel, Nadine Baudot-Trajtenberg, opina que el bitcoin “no puede ser considerado una moneda, sino un activo financiero, porque no tiene ni respaldo legal ni un promedio de pago y una estabilidad necesaria. Además, hay una falta de supervisión”. Otra cosa es si una caída abrupta del precio puede poner en crisis el sistema financiero. “Hasta que las entidades financieras no entren en el juego, yo diría que es una posibilidad remota”, sintetiza Palau.

¿Quién defiende el bit-coin?

La legión de los entusiastas del bitcoin es numerosa. Los hermanos Winkeloss, dos de los fundadores de Facebook, han acumulado una fortuna. Prevén que el bitcoin va a multiplicar su valor por veinte y que en un futuro sustituirá al oro. Richard Branson, de Virgin, y Bill Gates, de Microsoft, lo han apoyado públicamente. En Japón su uso se extiende como una mancha de aceite entre la población, donde el Gobierno lo ha legalizado como método de pago, hasta para los salarios. A diferencia de Europa, donde la volatilidad aún genera desconfianza de los comerciantes. En cambio, en EE.UU., el bitcoin está mejor visto. El banco de inversión Goldman Sachs está estudiando la posibilidad de ofrecerlo a sus clientes. Facebook no descarta usar el bitcoin como medio de pago en su plataforma. En Wall Street, la criptodivisa ha sido admitida a negociar en el mercado de futuros (donde se apuesta sobre el precio que tendrá esta moneda), aunque en este caso se han introducido comisiones elevadas a los operadores, a favor de los organismos bursátiles.

¿Cómo reaccionan las instituciones?

Si usted va a su sucursal bancaria y pregunta a su asesor habitual sobre la posibilidad de invertir en bitcoins, le responderá, escueto, que “la entidad no comercializa productos que no están regulados”. No es de extrañar, porque el bitcoin presume expresamente de representar una alternativa al sistema bancario tradicional. Pero los estados no quieren perder el control. En China, donde se minan tres de cada cuatro bitcoins en el mundo, las autoridades han cerrado la mayor bolsa de criptodivisa para frenar la especulación y para evitar que así los chinos eludieran los controles sobre los movimientos de capital. En Corea del Sur, donde se intercambia el 20% de los bitcoins, hay un proyecto para prohibir el comercio de esta moneda virtual.

¿Cuáles son sus limitaciones?

Hay dos obstáculos de carácter técnico. Uno es la factura eléctrica. El proceso de generación de esta divisa –los millares de ordenadores y servidores implicados– consume la misma cantidad de energía que Dinamarca en un año (33 TWh). El otro es la capacidad de gestionar y verificar las operaciones, cuando estas vayan incrementándose. El circuito de las tarjetas de crédito puede aguantar 60.000 transacciones en un segundo. El bitcoin, apenas siete. ¿El sistema tendrá músculo suficiente para funcionar a pleno rendimiento?

¿Por qué es la divisa usada por criminales?

La clave reside en el anonimato. “En el registro saben quién soy. Pero no saben cómo me llamo”, indica Jesús Palau. “Basta con usar varios terminales móviles para eludir los controles”, confirma Steinblock. “El bitcoin no es anónimo, digamos que es seudónimo”, matiza Luis Pastor, socio de tecnología del bufete Grant Thornton. Pongamos que usted quiere hacer una transacción con su tarjeta en internet: se les pedirán sus datos bancarios y personales. Con el bitcoin esto no ocurre: no es necesario darse de alta.

El sistema permite grabar la operación (con un número de móvil detrás), pero remontar a la identidad del titular es más complejo, cuando no imposible. En Venezuela y China, por ejemplo, muchos usan criptomonedas para comprar en internet saltándose así el límite legal de dinero que pueden gastar en el exterior.

Otro aspecto que despierta dudas es la trazabilidad fiscal. Es verdad que el registro blockchain es abierto, pero en la práctica las administraciones tienen pocos recursos para identificar las personas detrás de las operaciones. Con un problema añadido: “No se puede regular en una única jurisdicción, al ser algo global”, dice Pastor. “Si convirtiéramos los ahorros que tenemos en un banco en bitcoins, ninguna autoridad podría congelar o embargar este dinero en criptodivisas, al no existir cuenta corriente bancaria”.

¿Existen otras criptomonedas?

Hay cerca de 1.400. Por ejemplo, Ethereum usa otra aplicación descentralizada y no tiene límite de emisiones, mientras que Ripple opera en un círculo exclusivo y cerrado que está despertando el interés de los bancos privados. “Muchas de ellas garantizan auténtico anonimato”, señala Pastor. “Puedo decir casi con toda certeza que tendrán un mal final”, dijo Warrren Buffett, el carismático inversor octogenario de Wall Street, en relación con las criptomonedas. Buffett siempre ha repetido que no mete dinero en negocios que no entiende. A diferencia de la portera de Rockefeller.

¿QUIÉN ES EL INVENTOR DEL BITCOIN?

Nadie sabe quién es Satoshi Nakamoto, el fundador del bitcoin. Han salido varios nombres en los medios, pero ninguno con certeza. Uno de los casos más llamativos fue el destapado por Newsweek, que señaló a Dorian Prentice, un japoestadouniden-se que vive en California y cuyo nombre de nacimiento es justamente Satoshi Nakamoto, de profesión ingeniero de sistemas. Otro candidato es el australiano Craig Steven Wright, que salió en una investigación de la revista Wired. Ambas hipótesis resultaron poco creíbles. “En el mundillo, pocos creen que el creador sea sólo una persona, lo más probable es que se trate de un colectivo o un grupo, porque el sistema es muy complejo”, reflexiona Carlos Steinblock, de BTC Guardian. “La decisión del anonimato no se debe al hecho de esconderse de algo ilegal, porque ilegal no es. Pero el bitcoin devuelve el control al ciudadano, porque las transacciones se hacen entre pares, y ese es un aspecto que pone en dificultad a los gobiernos. Además, al operar en la red, las criptodivisas dejan al descubierto todo el sistema de jurisdicciones fronterizas. Y eso es una revolución. La tecnología es agnóstica, pero las criptodivisas suponen un gran paso adelante”.

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