Los que ponen cara a Hollywood

Directores de reparto

¿Quién decide qué actores salen en una película y cuáles no? Tal responsabilidad recae en los directores de casting, figuras poco conocidas fuera de la industria del cine y que, sin embargo, han llevado a muchos al estrellato. Tres de ellos cuentan cómo trabajan.

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Rodaje de Érase una vez en... Hollywood

De todas las películas que llegaron a las carteleras en verano, una quedará, sin lugar a dudas, en la memoria. Érase una vez... en Hollywood impacta no solo por ser una de las propuestas más ambiciosas de Quentin Tarantino, sino por contar con un elenco verdaderamente impresionante, que incluye a algunos de los nombres más respetados de Hollywood: Leonardo DiCaprio y Brad Pitt, apoyados por Al Pacino, Kurt Russell, Margot Robbie, Dakota Fanning, Emile Hirsch, Lena Durham, entre otros, y a una revelación, Margaret Qualley, hija de Andie McDowell, que encarna a la chica hippie que seduce a Pitt. ¿Cómo llegó Tarantino a reunir semejante grupo? Muchos creerán que bastó con que el gran director les convocara. Sin embargo, encontrar a cada uno de ellos requirió largas horas de trabajo, una tarea que recayó en la directora de reparto de la película, Victoria Thomas. Ella es una veterana de la profesión que ya se encargó de contratar a los intérpretes en otras dos películas de Tarantino, Django desencadenado y Los odiosos ocho.

Thomas es una de los tres representantes de esa profesión casi desconocida para quienes no estén en la industria del cine que puede explicar cómo se decide quién trabaja en las películas de Hollywood. Al menos los secretos que les está permitido revelar. David Rubin y Sara Finn son los otros dos experimentados profesionales que han contado cómo trabajan a Magazine.

El casting es la primera ocasión en que el director del filme escucha los diálogos en voz alta y ve cómo va a ser; es como “el caldero en que se cuece la película”

Rubin, representante del gremio en la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood y responsable de la elección de Chris Hemsworth y Tessa Thompson como nuevos rostros de la franquicia Hombres de negro o del elenco de la exitosa serie Big Little Lies, explica cómo surgió su relativamente nueva profesión: “Desde la década de los años veinte hasta mediados de los cincuenta del siglo XX, los estudios lo organizaban todo. Cuando iban a hacer una película, miraban a quienes tenían y decidían a quién daban cada papel. A mediados de los cincuenta el sistema de los estudios se desplomó. Los actores ya no estaban bajo contrato y los cineastas podían elegir a quien quisieran para sus películas. Marian Dougherty, que trabajaba en la televisión en vivo en Nueva York, en series como Playhouse 90, y Lynn Stalmaster, que lo hacía en Los Ángeles y se había hecho un nombre con series como Gunsmoke y Ben Casey, empezaron a usar a rostros nuevos. Los productores vieron que había gente que podía encontrar conexiones interesantes entre actores y papeles. Y así fue como surgió la figura del director de reparto, que no consiste en convocar a 50 actores que son similares para un papel, sino a 10 o 15 que tienen diferentes maneras de encarar un personaje”, señala Rubin.

Él comenzó su carrera en Saturday Night Live y ayudó a encontrar el elenco de Amadeus y El nombre de la rosa, antes de montar su empresa, con la que ha seleccionado a los actores de películas tan distintas como Cuatro bodas y un funeral, El paciente inglés y Gravity.

“El proceso de casting –prosigue Rubin– es en cierta medida el laboratorio del filme. Es la primera vez que un director escucha los textos en voz alta. Uno aprende muchísimo, no sólo sobre quién es la persona correcta para un papel, sino sobre qué estás haciendo. Es como el caldero en el que se cuece un filme. Antes de que nadie haya sido contratado en una película, más allá del guionista que escribe el guion y el director que hará la película, el siguiente que es elegido es el director de reparto. Pero es algo que tiene lugar detrás de puertas cerradas”.

Victoria Thomas, que empezó su carrera en 1984 y fue directora de reparto de Eduardo Manostijeras, entre otras películas, agrega: “En las sesiones de casting, el director puede darse cuenta que está tomando un camino equivocado y quiere ir en otra dirección. La primera vez que escuchan los diálogos, para muchos directores, es el momento en que se cristaliza en su mente de qué va la escena, de qué trata la película y también de sorprenderse de lo que cierto actor puede aportarle al papel. En cierta manera, los directores de reparto somos los que hacemos nacer una película”.

Abundan las historias de actores descubiertos en un ascensor o una tienda pero los expertos aseguran que pocos obtienen, a la primera, un papel protagonista

Sara Finn, que también forma parte de la élite que decide qué actores avanzan en Hollywood (y vaya si la escuchan) y ha sido la responsable de seleccionar al elenco de cada película de Marvel desde la primera Iron Man hasta Vengadores: Endgame, añade: “Y estoy segura de que antes de que Vicky llamara a Brad Pitt (para Érase una vez...) tuvieron muchas conversaciones con Tarantino; se cuestionaron cómo sería el resto del elenco, cómo se iban a sentir, qué edad deberían tener, qué química iba a haber en el plató si estaban Brad y Leo. Antes de decidirnos por un actor, tenemos que considerar la película en general y pensar de qué manera cada integrante del elenco va a afectar a los demás”.

En cuanto a su trabajo con Marvel, Finn explica: “Hicimos un esfuerzo para darles diversidad a las historias y a los personajes. Por eso cambiamos el sexo de personajes y les dimos una diversidad racial que no estaba en los cómics. Por ejemplo, cuando elegimos a Idris Elba para que hiciera de Heimdall en Thor, fue una de las primeras veces en que nos atrevimos a hacer algo así. Pero teníamos que ver cómo iban a reaccionar los fans y si había resistencia. El hecho de que lo aceptaran, hizo que todo lo que vino después fuese más fácil”.

Aunque el espectador común imagina el proceso de casting a partir de lo que ha visto en las películas y series televisivas, la realidad es bastante diferente y sigue un proceso muy orgánico. “Los guionistas suelen ser muy específicos en sus guiones –detalla Rubin–. Cuando te dan el texto, dice ‘hombre, más de 40 años, pasado de peso, lleva barba’. Pero esa es una versión del personaje. Yo entiendo por qué los guionistas tienen que ser tan específicos: No lo están escribiendo para el director o el director de reparto, sino para quién va a financiar el filme. Porque el jefe de un estudio o el que pone el dinero tienen que poder imaginarse la película cuando leen el guion. Pero una de las primeras cosas que hacemos los directores de reparto es ignorar esas especificaciones. No salimos a buscar al actor de más de 40 años que esté pasado de peso y tenga barba, sino que nos preguntamos cuál es la función de ese personaje en la narración y de qué manera podemos ayudar a contar la historia con ese papel”.

Y, aunque abundan las historias de actores que fueron descubiertos en un ascensor o una tienda de ropa, los encargados de seleccionar a un reparto prefieren usar métodos más tradicionales para encontrar a la futura nueva estrella. “Si encuentras a alguien que tenga las características que estás buscando caminando por la calle, te puede servir para una escena de 30 segundos, o para un diálogo en particular. Pero hay papeles que requieren de experiencia actoral. Y para esos yo suelo recurrir al teatro”, señala Rubin.

“El director de reparto no convoca a 50 actores que son similares para un papel, sino a 10 o 15 que tienen diferentes maneras de encarar un personaje”, explica David Rubin

Thomas acota: “Hay milagros de vez en cuando y para verificarlo basta fijarse en Roma. Nadie ha reconocido el trabajo del director de reparto de esa película que vio a más de 3.000 personas a lo largo de un año, recorriendo México con una cámara, y encontró a Yalitza Aparicio, que no había hecho ningún trabajo previo y no sólo fue la protagonista de la película sino que obtuvo una nominación al Oscar. Eso fue sencillamente increíble”.

“El mérito en ese filme es también de Alfonso Cuarón –interviene Rubin–. Hay gente que se convierte en director después de haber sido guionista, montajista o director de fotografía. No todo el mundo sabe cómo hablarle con precisión a un actor. Anthony Minghella podría haber encontrado a alguien en una parada de autobús y obtener de él una interpretación, pero hay otros directores, que no voy a mencionar, que solo pueden trabajar con profesionales que lleguen absolutamente preparados al plató”.

De todas maneras, en ciertas ocasiones, es el azar el que decide quienes estarán en las carteleras. Finn recuerda lo que ocurrió mientras reunía al impresionante elenco que participaría en Crash, el filme de Paul Haggis que ganó el Oscar a la mejor película en el 2005: “Nos llevó mucho tiempo –explica– conseguir el dinero y encontrar a los actores. En aquel momento los temas del filme eran muy controvertidos y hubo gente que me dijo que nadie se iba a atrever a decir esas palabras. Sin embargo, conseguimos que los actores quisieran participar, pero como la financiación no se cerraba, el rodaje se postergaba una y otra vez, por lo que hubo que volver a contratar a varios, muchas veces por cuestión de calendario. Heath Ledger iba a hacer un papel y como la filmación se postergó tres veces, le reemplazó Ryan Phillippe. Y luego ocurrió con Forest Whitaker, como todo volvió a postergarse, el papel lo terminó haciendo Terrence Howard en el último minuto”.

En ocasiones, los directores de reparto y los productores tienen a un candidato ideal, pero los que ponen el dinero opinan diferente. “Nuestro trabajo es ir más allá de lo que pretendan imponernos las agencias e incluso los estudios”, afirma Rubin. “Nuestra función es tratar de pensar qué es lo mejor para un personaje, sin preocuparnos por los tejemanejes de Hollywood. Pero de vez en cuando, nos dicen que tenemos que elegir a tal o cual actor. Todos entendemos que esto es una industria y que hay nombres que llevan a gente al cine. Es algo que no podemos ignorar, pero tampoco debemos permitir que ese factor se convierta en una mala decisión que termine impactando en la historia. Puede tratarse de un nombre que quede muy bien en los anuncios pero si daña la película, es una mala opción”, asegura. “Y si no te queda otro remedio que aceptar al que proponen, uno siempre puede buscar a otro actor que sirva para equilibrar las cosas”, remata Thomas.

La fama en las redes pesa, pero no siempre manda: “Para una serie me han pedido a 10 mujeres estrellas de Instagram, lo cual no quiere decir que puedan actuar”, dice Victoria Thomas

Últimamente, no es inusual escuchar a un actor en ascenso preocupado en conseguir más fans que le sigan en sus redes sociales, ya que ese número puede convertirse en un factor para que un ejecutivo de un estudio le elija ante otro candidato. “En los últimos 10 años, no en cada película ni con todos los estudios, pero aquellos que están en posiciones de poder sí suelen decir que tal persona tiene tantos miles de seguidores en Twitter, y eso se ve como un elemento positivo”, admite la directora de reparto de Tarantino. “Estoy haciendo ahora una serie para HBO en la que me pidieron que buscara a 10 mujeres que fueran estrellas de Instagram. Lo cual no quiere decir que puedan actuar. Las invitas a una audición y te fijas en quién tiene talento para actuar y quién no”, añade.

“Estoy segura de que el éxito en redes puede servir para generar atención, pero eso no nos dice nada sobre su capacidad para hacer un papel. Creo que también puede tener un efecto negativo, porque el trabajo del actor es transformarse y vivir una historia que no les pertenece. Si su personalidad es muy fuerte, muchas veces es difícil ponerlos en una historia de época o que hablen con otro acento. Puede terminar distrayendo a la audiencia”, tercia Finn.

¿De donde surgen entonces las estrellas? Los tres directores de reparto coinciden en que hay que mirar bien cada escena en las series y películas. “Muchos actores de reparto (secundarios)se convierten en grandes estrellas”, alerta la responsable de elegir a los actores de Marvel. “Uno de mis mentores –precisa– siempre me decía que cuando veía una película no les prestaba atención a los protagonistas sino los que tenían cuatro palabras de diálogo. Es muy divertido ver a Viggo Mortensen en la parte de atrás del carro de Único testigo. O Channing Tatum tenía dos frases en Entrenador Carter. En televisión es diferente porque se produce mucho contenido y hay muchos papeles, pero cuando estás en una película, las cosas pueden cambiar rapidamente”.

“A veces –corrobora Rubin– vale más la pena preocuparse por el que dice dos frases que por el protagonista de la película, porque en una pantalla de 12 metros son las estrellas del filme en ese momento. Si esa persona es un primo del productor al que tuviste que darle el papel, se puede convertir en una piedra a la hora de contar la historia. Te das cuenta de que hay algo que no está bien. Y si tienes muchos de esos casos en una misma película, van a ponerte en aprietos. Aunque sea el hombre que pide un taxi, si lo hace mal, se va a notar. Por eso uno debe encontrar a gente que sea talentosa, aunque sólo tenga que decir una frase. Es una oportunidad, y muchas veces, a partir de allí siguen avanzando”.

Muchos actores secundarios llegan luego a estrellas, afirman los tres directores de reparto, y señalan que se debe elegir bien a todo actor, aunque no tenga diálogo

Ese instante en una pantalla que puede abrir el camino al estrellato no tiene porque darse en una película o una serie norteamericanas, ya que los directores de reparto de Hollywood miran constantemente material que llega desde todos los rincones del mundo. Rubin no oculta su orgullo cuando cuenta que “años atrás seleccioné al elenco de La guerra de los Rose, que dirigió Danny DeVito, y había un papel para una sirvienta, escrito para una chica joven nortemericana. Yo había visto a una maravillosa actriz alemana, Marianne Sägebrecht, en la película Sugarbaby, que fue muy exitosa en Estados Unidos. Y le dije a Danny que esa señora gorda debía ser la sirvienta. Si no hubiera visto esa película, jamás hubiera tomado esa decisión”.

“Además”, concluye Rubin, “internet ha transformado el sistema de contratación de reparto, porque todo el mundo puede filmar una audición y enviárnosla. Años atrás, para una audición, teníamos que tomar un avión, alquilar un espacio muy grande y que la gente hiciera larguísimas colas para participar. Ahora, ponemos un anuncio, damos una escena, todo el mundo se graba con su teléfono y nos lo envía. Luego tenemos que verlo todo, lo cual lleva su tiempo, pero hemos hecho grandes descubrimientos con este sistema”.

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