Los robots del gran buscador

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La compañía Google no se conforma con ser un monstruo de internet, también acumula científicos para que exploren osadamente la tecnología robótica más puntera o la que aún está por venir. El objetivo es hacer real lo imposible.

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SCHAFT Descripción y propósito. Firma japonesa creada para desarrollar un robot humanoide (S-ONE’) que compitiese en un concurso (Darpa Robotics Challenge) para testar las capacidades de los robots en escenarios de emergencia. Las pruebas incluían caminar por terrenos desiguales, sortear obstáculos, limpiar escombros o cerrar distintas válvulas de presión. ¿Qué singularidad distingue a sus robots? Su sistema de refrigeración líquida del motor, que obtiene su energía de un condensador, permite suministrar corriente más rápidamente que las baterías eléctricas, con lo que su capacidad de generar energía es diez veces mayor. ¿Qué utilidad puede tener para Google? En combinación con los robots de Boston Dynamics, Google puede desarrollar robots humanoides capaces de actuar con autonomía en terrenos ahora inaccesibles, lo que sería útil para servicios como Google Street View o Google Fiber.

Los altos directivos de Google utilizan el término moonshot (literalmente, lanzamiento de una nave espacial a la Luna) para referirse a innovaciones tan audaces que parecen imposibles de realizar, pero que si se hiciesen, tendrían el potencial de revolucionar el mundo. Este tipo de ideas tienen una ínfima posibilidad de materializarse en un proyecto de éxito. Sin embargo, un puñado de las mentes más brillantes en el campo de la ciencia y la tecnología ya ha hecho realidad algunas y está en camino de concretar otros propósitos casi inimaginables para la mente humana.

Además de ser un monstruo de internet y una compañía extremadamente próspera, Google es una fábrica de moonshots. Actualmente ya están en el mercado o en la fase final de pruebas dos de estas invenciones: Google Glass, un dispositivo de visualización inteligente, y el coche sin conductor de Google, capaz de circular de forma autónoma por ciudad y por carretera, detectando otros vehículos, señales de tráfico, peatones y otros obstáculos.

Google ha comprado importantes empresas de robótica y fichado a grandes talentos de la inteligencia artificial y mantiene el secreto sobre qué planea con sus robots

Otros dos proyectos han sido anunciados: unas lentes de contacto para diabéticos que miden el azúcar en las lágrimas y Project Loon, cuyo objetivo es universalizar el acceso a internet en todo el mundo, a través de una flota de globos aerostáticos capaces de transmitir señal LTE (4G) directamente a teléfonos móviles desde la estratosfera. Google reveló en junio que espera que Project Loon esté operativo en el 2015.

A grandes rasgos, todos estos proyectos comparten tres criterios: están enfocados a solucionar problemas que afectan a millones de personas; proponen una solución radical –no gradual– que incluye uno o varios componentes que remiten a la ciencia ficción, y aprovechan la tecnología que está en disposición de obtenerse o se prevé que pueda estarlo a corto plazo.

Estas iniciativas también tienen en común su lugar de origen y centro de desarrollo, Google X. Este laboratorio semisecreto, ubicado a un kilómetro de la sede corporativa de Google, Googleplex (Mountain View, California), emplea a un peculiar conjunto de unos 250 profesionales (científicos, ingenieros, filósofos, emprendedores, etcétera) que conciben ideas que poco o nada tienen que ver con las tecnologías de la información, el núcleo del negocio de Google. Su labor se centra más en los átomos que en los bits, con el objetivo de crear productos y servicios en los que objetos reales interactúen con el mundo físico.

A Google le gusta presumir de la concepción altruista de su labor. Astro Teller, el científico que lidera este laboratorio de investigación –su cargo es capitán de moonshots de Google X–, define el alcance de los proyectos en los que trabaja su equipo como “soluciones que puedan resolver los problemas más difíciles del mundo”. Esta meta supone no sólo desviarse del modelo de negocio de la empresa matriz, sino también asumir riesgos financieros que sólo Google –y quizás Apple– puede permitirse.

La compañía fundada por Sergey Brin y Larry Page se ­encuentra en una coyuntura histórica. Es inmensamente rica y acumula en sus filas buena parte de los mejores talentos del mundo. Además, su capacidad de influencia en la vida de las personas es difícilmente comparable con cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Hoy en día, las ­redes, las tecnologías de la información y la inteligencia artificial están convergiendo en lo que los profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee han denominado “la segunda era de las máquinas” (The Second Machine Age, 2014), comparando la era que está por venir con la revolución industrial.

Es en este contexto donde cabe situar la que probablemente sea la apuesta más osada, ambiciosa e intrigante realizada por una empresa en nuestros tiempos: la apabullante entrada de Google en el mundo de la robótica. En el último semestre del 2013, Google adquirió hasta ocho empresas que fabrican o trabajan con robots. Entre ellas, Boston Dynamics, la compañía líder del sector y especializada en la construcción de robots humanoides y cuadrúpedos capaces de operar en terrenos inaccesibles para el ser humano y para otras máquinas, que pueden realizar movimientos similares a las personas, transportar hasta 400 kilos de peso e incluso correr más rápido que el plusmarquista mundial de los 100 metros lisos, Usain Bolt.

En cuanto los robots accedan al sector servicios, desaparecerán muchos puestos de trabajo, advierte un especialista en automatización de la producción

El desarrollo de muchos de estos robots ha sido financiado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos (Darpa), y su mayor contratista es el propio Pentágono, que los utiliza para misiones de salvamento en escenarios de emergencia (desastres naturales) y como recurso de asistencia en conflictos militares.

El resto de las empresas compradas por Google están especializadas en la investigación y desarrollo en otros campos de la tecnología robótica: visión artificial aplicada en robots industriales, brazos robóticos capaces de controlar su fuerza motriz, robots humanoides expresivos, plataformas de software y hardware que perfeccionan el control del movimiento o ruedas omnidireccionales potencialmente instalables en robots.

Pero Google no sólo ha comprado máquinas, ni tampoco se ha limitado a expandirse en el campo de la robótica. En enero pasado, entró también en el campo de la domótica con la adquisición de Nest Labs, un fabricante de dispositivos para el hogar como termostatos y alarmas de humos. La operación se cifró en 3.200 millones de dólares pagados en efectivo (unos 2.350 millones de euros) y se convirtió en la segunda mayor compra de Google tras la de Motorola en el 2012 (aunque a falta de saber cuánto pagó por Boston Dynamics, una cifra “no revelada”, pero indudablemente astronómica). Menos de un mes después, compró Deep Mind Technologies, compañía especializada en inteligencia artificial (área que estudia la creación y el diseño de máquinas capaces de razonar por sí mismas), con sede en Londres.

Más importantes si cabe son los movimientos efectuados por Google para adquirir el talento humano necesario para explotar al máximo el potencial de la tecnología que está acumulando. Desde diciembre del 2012, el jefe de ingeniería de Google es Ray Kurzweil, uno de los más eminentes futurólogos del mundo y figura de referencia –y de reverencia– en el campo de la inteligencia artificial.

Entre otras cosas, Kurzweil es conocido por ser el apóstol de la “singularidad”, un acontecimiento futuro en el que hombres y máquinas supuestamente convergerían, punto a partir del cual la inteligencia de los robots sería inalcanzable para los seres humanos. El futurólogo, que en 1990 predijo que un ordenador sería capaz de derrotar al campeón mundial de ajedrez en 1998 –algo que finalmente ocurrió en 1997, cuando Deep Blue ganó a Kaspárov– augura que en el 2029 la inteligencia artificial superará el pensamiento humano.

Su trabajo en Google consiste en que el buscador comprenda el lenguaje natural en toda su dimensión. Es decir, procesar la información de tal modo que el motor de búsqueda sea capaz de entender realmente el mensaje de cada uno de los textos que existen en internet y obtener la capacidad de entablar un diálogo inteligente con el usuario acerca de ellos. La etapa final de este proyecto de procesamiento de lenguaje natural es que “Google sabrá la respuesta a tu pregunta antes de que la hayas formulado”, explica gráficamente Kurzweil.

El precedente más cercano a este escenario futuro es el episodio protagonizado por el supercomputador Watson de IBM, que en el 2011 participó y ganó el concurso televisivo de preguntas tipo trivial Jeopardy. El valor de la hazaña de Watson consiste en que las formulaciones de las preguntas de Jeopardy incluyen símiles, metáforas, chistes y adivinanzas, lo que implica cierta inteligencia emocional en el receptor. Aun así, Watson superó a los concursantes humanos, y lo hizo con un conocimiento extraído únicamente de la Wikipedia.

Imagínese cuán inteligente podría llegar a ser un robot que se nutra de toda la información y los datos que posee Google. No en vano, la primera palabra que vino a la mente de muchos tecnólogos y amantes de la ciencia ficción cuando Google culminó su abrumadora incursión en el mercado de la robótica con la compra de Boston Dynamics fue Skynet, el nombre que recibe la inteligencia artificial que lidera al ejército de las máquinas en la serie de películas Terminator.

Ray Kurzweil no es el único gurú de las ciencias de la computación embarcado en el desafío robótico de Google. La compañía también contrató, en febrero del 2013, a Geoffrey Hinton, un informático, psicólogo y experto en la investigación de redes neuronales que trabajó en Knowledge Graph (Mapa de Conocimiento). Este proyecto dotó al buscador de la capacidad de “comprender” las búsquedas de los usuarios, en lugar de limitarse a procesar una cadena de caracteres. Gracias a ello, la página de Google presenta hoy en día un cuadro de información relevante (descripción, datos, búsquedas relacionadas, etcétera) que complementa los resultados de búsqueda.

Pero el indicio más revelador de la importancia estratégica que tiene lo que sea que esté tramando Google con sus nuevos robots es el hombre que ha escogido para pilotar el proyecto. Nada menos que Andy Rubin, creador y alma máter de Android, el sistema operativo para dispositivos móviles que planteó batalla a la disrupción originada por el visionario Steve Jobs con la invención del iPhone y el iPad. Hoy en día, el sistema creado por Rubin es el principal generador de interacción tecnológica entre humanos y máquinas. Líder en todo el mundo, la penetración de Android es especialmente relevante en España. Según el Kantar Worldpanel de marzo, el 88,6% de los usuarios españoles de smartphones lleva en su bolsillo una máquina Android.

A pesar de este indiscutible éxito, Google anunció en marzo del 2013 que Rubin abandonaba el producto que ideó y desarrolló durante diez años para unirse a un nuevo “proyecto secreto”. El mismo día que se anunció la compra de Boston Dynamics, Rubin confirmó a través de un mensaje en las redes sociales su destino: dirigir la armada robótica de Google.

El secretismo acerca de los planes de Google para sus robots es absoluto. No se han revelado las cifras de ninguna de las ocho operaciones de compra, y las páginas webs de todas ellas han dejado de estar operativas. Sí se conoce que el proyecto no formará parte del catálogo de Google X y que la empresa ha alquilado a la NASA un aeropuerto con un enorme hangar situado a pocos kilómetros de su sede. Es posible que este espacio se convierta en un garaje para robots y globos aerostáticos. Lo que parece evidente es que Google se está posicionando para ocupar un rol aun más dominante en la sociedad del futuro. O al menos, en el mundo tal y como lo imagina su tropa de visionarios.

Sus proyectos –dicen en la empresa– tienen el ánimo de “cambiar el mundo”. Para mejor, se entiende. Fabricar moonshots. La lógica invitaría a sugerir que la compañía tiene la intención de construir una nueva clase de sistemas autónomos con múltiples capacidades, desde automatizar las redes de logística, distribución y transporte de productos (lo que remitiría al proyecto de los drones de Amazon para repartir sus envíos) hasta el cuidado de ancianos.

Por otra parte, los robots antropomorfos de Boston Dynamics, mejorados con la tecnología desarrollada por el resto de las compañías adquiridas por Google, podrían ser enviados a cualquier rincón del mundo –quién sabe si en camiones conducidos de forma autónoma– como parte de una nueva iniciativa de Google Street View. Otro escenario sería que estos animales robóticos, equipados con routers wi-fi, pudieran ayudar a llevar el acceso a internet a lugares remotos, en la línea de Project Loon. Las especulaciones sobre los propósitos de Google son infinitas.

Si nos remitimos a la misión de la compañía, un escenario plausible sería el uso de estos robots para “organizar la información del mundo y hacerla universalmente útil y accesible” de un modo más inteligente. Pero si a la combinación de los mayores talentos en el campo de la inteligencia artificial y el monopolio de la innovación en la tecnología robótica se le suma la capacidad de Google para recabar y almacenar ingentes volúmenes de datos, el cuadro resulta cuanto menos inquietante: robots equipados con sensores y configurados con algoritmos basados en los datos que posee la empresa; máquinas cada vez más inteligentes, programadas para “comprender” el lenguaje y potencialmente capaces de adquirir conciencia.

La innovación disruptiva que supondría este escenario futuro tendría múltiples implicaciones económicas y sociales. Gustavo Moscardó, vicepresidente de la Asociación Española de Robótica y Automatización de Tecnologías de la Producción (AER-ATP) y responsable en Europa de Kuka Robotics, uno de los principales fabricantes mundiales de robots industriales, advierte de las consecuencias que tendría la explosión del uso de robots en la industria, los servicios y, a más largo plazo, el mercado de consumo: “En un país como España, donde aproximadamente el 20% de la población ocupa puestos de trabajo no cualificados, sería un drama. La gente que hace trabajos logísticos que no aportan valor (precintar, embalar, reponer paquetes, cadenas de montaje, transportar cosas de un sitio a otro...) perdería su puesto de trabajo”.

Hoy en día, en España hay un fracaso escolar del 23,5%. Es el mayor de Europa, por encima de Malta (20,9%), Portugal (19,2%) y Rumanía (17,3%). Esto implica que un 3,5% de la población tiene muy pocas opciones de acceder a un puesto de trabajo, sin considerar la coyuntura de la crisis actual. “En cuanto los robots accedan al sector servicios, y esto puede ocurrir en un plazo de 10 años –augura Moscardó–, desaparecerán puestos de trabajo relacionados con la manipulación de productos, el control de calidad, el pick & place o el packaging. Los robots no cometen errores; los humanos, sí”. En este supuesto, ese 3,5% de gente sin posibilidades reales de trabajar se convertiría en un 12% o un 14%.

Otro factor que tener en cuenta es el envejecimiento de la población: “La pirámide de población cambia en todo el mundo. Tenemos menos hijos, y en unas décadas no habrá gente suficiente para cuidar de nuestros mayores”, señala Moscardó. “En cuanto a nosotros, necesitaremos tener más formación para acceder a puestos de trabajo que aporten valor añadido, y aumentar la productividad de todos aquellos en disposición de trabajar”, concluye. Para todo los demás, robots.

La armada robótica de Google

BOSTON DYNAMICS

Descripción y propósito. Fabrica robots móviles capaces de operar en todo tipo de terrenos al aire libre. Su catálogo incluye: Petman, un robot humanoide diseñado para testar equipos de protección química; Rise, parecido a un insecto y capaz de trepar; Cheetah, un robot cuadrúpedo que galopa a 40 km/h; Atlas, diseñado para operar en misiones de búsqueda y rescate, y otros robots de carga como BigDog o LS3.

¿Qué singularidad distingue a sus robots? Funcionan con motores hidráulicos que les proporcionan una gran fuerza motriz, movilidad y estabilidad.

¿Qué utilidad puede tener para Google? Google podría enviar estos robots autónomos, equipados con cámaras, a cartografiar todos los rincones del mundo; usarlos para pilotar los coches sin conductor, o equiparlos con routers wi-fi para que internet sea accesible en zonas remotas.

SCHAFT

Descripción y propósito. Firma japonesa creada para desarrollar un robot humanoide (S-ONE’) que compitiese en un concurso (Darpa Robotics Challenge) para testar las capacidades de los robots en escenarios de emergencia. Las pruebas incluían caminar por terrenos desiguales, sortear obstáculos, limpiar escombros o cerrar distintas válvulas de presión.

¿Qué singularidad distingue a sus robots? Su sistema de refrigeración líquida del motor, que obtiene su energía de un condensador, permite suministrar corriente más rápidamente que las baterías eléctricas, con lo que su capacidad de generar energía es diez veces mayor.

¿Qué utilidad puede tener para Google? En combinación con los robots de Boston Dynamics, Google puede desarrollar robots humanoides capaces de actuar con autonomía en terrenos ahora inaccesibles, lo que sería útil para servicios como Google Street View o Google Fiber.

INDUSTRIAL PERCEPTION

Descripción y propósito. Compañía centrada en el desarrollo de robots con capacidad de visión en 3D para identificar e interactuar con eficacia con objetos de su entorno.

¿Qué singularidad distingue a sus robots? La visión artificial, unida a la tecnología de planificación de movimiento, permite crear robots industriales capaces de recoger y manipular objetos sin clasificar, de diferente tamaño y peso.

¿Qué utilidad puede tener para Google? Para usos de producción y logística (almacenamiento, clasificación, envío y transporte de paquetes). Google también puede integrar la tecnología de visión artificial en otros robots.

REDWOOD ROBOTICS

Descripción y propósito. Empresa centrada en el desarrollo de brazos robóticos de bajo coste, fáciles de programar y capaces de operar con seguridad ante la presencia de personas.

¿Qué singularidad distingue a sus robots? Son baratos y seguros, aunque no muy potentes.

¿Qué utilidad puede tener para Google? Reducción de costes en la manufactura, manipulado y almacenamiento de productos. Son brazos robóticos que pueden operar rodeados de gente, en fábricas o en

laboratorios.

MEKA ROBOTICS

Descripción y propósito. Creada por dos ingenieros de un laboratorio de investigación del MIT, su objetivo es desarrollar robots que puedan interactuar con las personas de un modo seguro y amigable.

¿Qué singularidad distingue a sus robots? Las extremidades (brazos, manos o tenazas) contienen un propulsor elástico –un resorte situado entre el motor y la junta– que permite controlar la fuerza de los robots, lo que facilita que el robot pueda, por ejemplo, dar un apretón de manos a una persona sin hacerle daño. Otros robots tienen una “cabeza humanoide sociable”, capaz de transmitir expresiones emocionales.

¿Qué utilidad puede tener para Google? Si los robots acceden al mercado de consumo, será necesario desarrollar máquinas por las que las personas puedan llegar a sentir cierta afinidad. Una cara amigable y la seguridad de que un robot es capaz de controlar de forma autónoma su fuerza son condiciones sine qua non al prever este escenario futuro.

HOLOMNI

Descripción y propósito. Compañía enfocada en la creación de ruedas omnidireccionales para aplicaciones robóticas.

¿Qué singularidad distingue a sus robots? Ruedas motorizadas que pueden moverse en cualquier dirección.

¿Qué utilidad puede tener para Google? Las ruedas omnidireccionales pueden añadir a los robots bípedos y cuadrúpedos otra posibilidad de desplazamiento, con lo que su presencia resultaría menos invasiva en entornos humanos como un hospital o una fábrica.

BOT & DOLLY

Descripción y propósito. Estudio de diseño e ingeniería especializado en la automatización, la robótica y la cinematografía. Su brazo robótico IRIS permite mover con precisión hasta seis ejes, de tal modo que se puedan sincronizar los movimientos de varias cámaras, la iluminación y otros elementos de producción. Se usó con gran éxito en la película Gravity.

¿Qué singularidad distingue a sus robots? El control de movimiento, que tiene el potencial de transformar técnicas de representación y expresión audiovisual como la animación en stop-motion o la proyección de mapeo tridimensional.

¿Qué utilidad puede tener para Google? Google podría introducirse en la industria del cine o de la publicidad o trabajar en la integración de la tecnología de control de movimiento en otros robots.

AUTOFUSS

Descripción y propósito. Es una agencia creativa especializada en el diseño de movimiento, la animación y la producción de acción en vivo.

¿Qué singularidad distingue a sus robots? Es la única adquisición de Google que no es una empresa de robótica, aunque ha utilizado los robots de Bot & Dolly en la realización de presentaciones de productos y anuncios comerciales.

¿Qué utilidad puede tener para Google? Cuando estén disponibles los robots de Google o los productos y servicios que pueda crear a través de la tecnología robótica, Autofuss servirá para producir los anuncios de presentación de todos ellos.

Los protagonistas del futuro

Google acumula buena parte de las mentes más brillantes del mundo. En el último año y medio se han incorporado a la compañía los más reputados expertos en inteligencia artificial y redes neuronales con la meta de desarrollar sistemas inteligentes autónomos.

Andy Rubin

Creador y exjefe de Android, el sistema operativo para dispositivos móviles de Google líder en todo el mundo, durante casi diez años. Desde diciembre del 2013 dirige la división robótica de Google.

Larry Page

Cofundador de Google junto a Sergey Brin y actual consejero delegado de la compañía desde que en abril del 2011 sustituyó a Eric Schmidt. Ha impulsado ideas como Project Loon y el coche autónomo.

Ray Kurzweil

Científico, experto en el campo de la inteligencia artificial y futurista. Ocupa desde diciembre del 2012 el cargo de jefe de ingeniería de Google. Su labor es lograr que el buscador sea capaz de “comprender” el lenguaje natural humano.

Astro Teller

Emprendedor tecnológico, escritor y científico. Dirige el laboratorio secreto Google X, donde se idean y desarrollan los proyectos más innovadores de la compañía, que él define como “grandes ideas que puedan cambiar el mundo”.

Vertical

BOSTON DYNAMICS Descripción y propósito. Fabrica robots móviles capaces de operar en todo tipo de terrenos al aire libre. Su catálogo incluye: Petman, un robot humanoide diseñado para testar equipos de protección química; Rise, parecido a un insecto y capaz de trepar; Cheetah, un robot cuadrúpedo que galopa a 40 km/h; Atlas, diseñado para operar en misiones de búsqueda y rescate, y otros robots de carga como BigDog o LS3. ¿Qué singularidad distingue a sus robots? Funcionan con motores hidráulicos que les proporcionan una gran fuerza motriz, movilidad y estabilidad. ¿Qué utilidad puede tener para Google? Google podría enviar estos robots autónomos, equipados con cámaras, a cartografiar todos los rincones del mundo; usarlos para pilotar los coches sin conductor, o equiparlos con routers wi-fi para que internet sea accesible en zonas remotas.

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BOSTON DYNAMICS Descripción y propósito. Fabrica robots móviles capaces de operar en todo tipo de terrenos al aire libre. Su catálogo incluye: Petman, un robot humanoide diseñado para testar equipos de protección química; Rise, parecido a un insecto y capaz de trepar; Cheetah, un robot cuadrúpedo que galopa a 40 km/h; Atlas, diseñado para operar en misiones de búsqueda y rescate, y otros robots de carga como BigDog o LS3. ¿Qué singularidad distingue a sus robots? Funcionan con motores hidráulicos que les proporcionan una gran fuerza motriz, movilidad y estabilidad. ¿Qué utilidad puede tener para Google? Google podría enviar estos robots autónomos, equipados con cámaras, a cartografiar todos los rincones del mundo; usarlos para pilotar los coches sin conductor, o equiparlos con routers wi-fi para que internet sea accesible en zonas remotas.

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