Los rostros que quieren gobernar EE.UU.

Política

El martes, EE.UU. decidirá entre Hillary Clinton y Donald Trump. Magazine ha reunido tres artículos publicados sobre los dos candidatos, sobre los secretos que revelan sus facciones, sus estilismos y el lenguaje corporal, su personalidad o sus puntos de vista.

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Que los dos aman el poder no es un secreto. Pero hay matices. Para Julián Gabarre, doctor en Psicología Facial y autor de El rostro y la personalidad, la morfología de Donald Trump revela que su ambición por estar en lo más alto del poder prima por encima de todo y de todos, mientras que la capacidad empática de Hillary Clinton está un poco más desarrollada que la de su rival, “pero tampoco es para tirar cohetes”.

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La estructura morfológica del candidato republicano (pómulos ligeramente más estrechos que sus mandíbulas y la frente más amplia, con unos ojos muy tónicos) “nos habla de frialdad emocional, nada altruista, incapaz de trabajar en equipo ni de delegar”. Trump es una persona autoritaria con una inteligencia en la que coexisten la intuición y la lógica.

La frente de Clinton, menor que la zona de la mandíbula e inclinada hacia atrás, también la hace ambiciosa, aunque sensible a colaborar en proyectos filantrópicos “de manera moderada”, matiza Gabarre. Además, tiene “cierta tendencia a la impulsividad y le cuesta prever lo inesperado”. Autoexigente, prefiere no dejar cabo suelto alguno.

Esta firmeza de carácter se refleja en su imagen pública. La candidata demócrata sabe que uno de sus grandes retos es dulcificarla. Aunque se ha rodeado de un grupo de mujeres expertas en moda y comunicación política, no siempre lo consigue. En la foto del 2016 ya ofrece una imagen dinámica, pero “el corte de cabello es demasiado redondo para su tipo de cara”, comenta Àngels Llimarga, profesora en Estética y Belleza, consultora y asesora de imagen personal, profesional y política. Además, “el cuello tan cerrado de la chaqueta no le favorece. Quedaría más estilizada con un cuello de chaqueta en V. El maquillaje sí es sutil y elegante, efecto que se realza con el tono azul de su ropa”. Esta experta señala que una de las grandes bazas de Clinton es su sonrisa, presente desde su infancia, “la hace próxima a la gente”.

Donald Trump también sonríe, pero no transmite esa proximidad. “Su estilismo no ayuda”, comenta Llimarga. “Los trajes que lleva ya desde joven son los propios de un hombre de negocios. Y aunque se ha actualizado, mantiene las líneas y el conservadurismo de antes”. Llimarga también llama la atención sobre posibles retoques quirúrgicos. “La frente de Trump es ancha y abombada. No tiene sentido que en la imagen de 1976 su frente sea menor. Es posible que se realizara un injerto natural de cabello siendo joven. Si no, es probable que ahora estuviera calvo en esta zona”. Clinton tampoco escapa a las especulaciones. Tiene la cara un poco hinchada. Puede ser que se le haya infiltrado bótox.

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En la campaña ha habido cruce de acusaciones de tipo sexual. Julián Gabarre comenta que en el caso de Trump “su zona emocional (pómulos) retraída en relación con la mandibular informa que su sexualidad no está unida a un sentimiento”, está al servicio de sus deseos. Mientras que en Hillary Clinton, “esta misma estructura con sus orificios nasales abiertos y su zona mandibular ancha y carnosa apunta que su necesidad de goce sexual es considerable, y al ser impulsiva, su sentido de la fidelidad puede fluctuar. Ello nos puede explicar su comprensión hacia la conducta de su marido, Bill Clinton, en este aspecto”.

Tampoco está claro si estos datos influyen en el voto. Lesley Fellows, del Instituto Neurológico Montreal, dice en el estudio publicado en junio del 2015 en la revista Journal of Neuroscience: “Al decidir el voto estamos influidos por la primera impresión que sacamos de la imagen de los aspirantes”. ¿Será así?

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